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ОглавлениеMi «peligroso» experimento
Muy bien, acabamos de ver la historia de la vitamina D y sus supuestos «peligros»; pasemos, por fin, al tema que le interesaba realmente: ¿qué milagros se produjeron en mi experimento personal con dosis extremadamente altas de vitamina D3? Espero que los siguientes párrafos le animen a «devorar» el resto de este libro.
En el momento en que escribo estas líneas tengo 51 años. Aproximadamente, desde mi 27.º cumpleaños he ido acumulando lesiones y otros achaques que nunca han sanado o desaparecido completamente. Ninguna de estas dolencias era realmente grave, sino más bien de ese tipo de cosas molestas que los médicos no se toman en serio y no tratan adecuadamente (quizá porque no saben qué hacer para remediarlas), a pesar de que a uno le encantaría librarse de ellas. Naturalmente, a los 27 años todavía no era consciente de que estos fastidiosos problemas de salud que estaba acumulando —y que después seguiría acumulando—, probablemente, estaban relacionados entre sí. (Por cierto, más adelante le hablaré de todos los demás problemas que tuve de pequeño, como asma, trastorno por déficit de atención e hiperactividad [TDAH] y esclerodermia y que también están relacionados con las dolencias posteriores. También hablaré de los problemas de salud de mi madre —como artritis reumatoide, depresión, varices, síndrome de fatiga crónica, prótesis de rodilla y abortos—, todos ellos causados, seguramente, por un déficit de vitamina D3, o al menos favorecidos por él, como explicaré después).
Si esto no ha captado su atención, quizá le interese la posibilidad de prevenir un sinfín de enfermedades: obesidad, enfermedad de Crohn, síndrome de intestino irritable, colitis ulcerosa, diabetes tipo 1 y 2, psoriasis, descamación de la piel, artritis, autismo (y, muy probablemente, TDAH), esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), muchos tipos de cáncer (entre ellos, la leucemia), trastornos y fallos cardíacos, miocardiopatía hipertrófica, ataques de apoplejía, bronquitis, tuberculosis y otros problemas pulmonares, esquizofrenia infantil (que más tarde evoluciona hacia la forma extendida entre los adultos), enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y la bronquitis o el enfisema centrolobulillar asociados a ella, herpes zóster, lupus y todas las demás enfermedades autoinmunes, resfriado, alcoholismo, úlcera gástrica, gastritis, probablemente también el acné, complicaciones en el embarazo, alergias, caries en niños y adultos, y muchas otras; por ejemplo, el espolón calcáneo o la osteopenia, que impide la correcta curación de las fracturas óseas. Aunque mis experiencias personales no le resulten interesantes, a continuación encontrará muchas otras que sí despertarán su interés. Y cuando haya terminado de leer este pequeño volumen, espero haberle convencido de que prácticamente todas las enfermedades comunes de la humanidad no están causadas por mutaciones genéticas de nacimiento o son consecuencias habituales del envejecimiento, sino que detrás de todas ellas se encuentra un nivel de vitamina D3 demasiado bajo.
Resultados sorprendentes
Pero basta ya de teoría. Seguramente lleva un rato deseando ver hechos. Así que siga leyendo, espero que quede tan asombrado como yo lo estoy todavía.