Читать книгу La gracia transformadora - Jerry Bridges - Страница 6

Prefacio

Оглавление

La gracia de Dios es uno de los temas más importantes de toda la Escritura. Al mismo tiempo, es uno de los menos comprendidos.

Todos los cristianos, por definición, creen en la gracia. Muchos de nosotros citamos las conocidas palabras de Pablo en Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Y se dice que el amado himno de John Newton, “Sublime gracia”, es el himno favorito de todos los tiempos en los Estados Unidos. ¿Por qué digo entonces que la gracia de Dios es uno de los temas menos comprendidos de la Biblia?

Cuando pensamos en la gracia, casi siempre pensamos en ser salvos por gracia. Es por ello que Efesios 2:8-9 nos es tan familiar. Incluso la literatura cristiana disponible sobre la gracia parece tratar exclusivamente con la salvación. Pero la Biblia nos enseña que no solo somos salvos por gracia, sino que también vivimos por gracia cada día de nuestras vidas. Es este aspecto importante de la gracia el que parece ser tan poco comprendido o practicado por los cristianos.

Mi observación de la cristiandad es que la mayoría de nosotros acostumbramos a basar nuestra relación con Dios en nuestro desempeño, en lugar de en su gracia. Si nos desempeñamos bien, sin importar qué consideramos nosotros un buen desempeño, entonces esperamos que Dios nos bendiga. Si no nos hemos desempeñado tan bien, nuestras expectativas se reducen. En este sentido, vivimos por obras en lugar de por gracia. Somos salvos por gracia, pero vivimos por el “sudor” de nuestro propio desempeño.

Además, siempre nos estamos desafiando, a nosotros mismos y unos a otros, a intentarlo con mayor ímpetu. Parece que creemos que el éxito en la vida cristiana (sea como sea que definamos el éxito) depende básicamente de nosotros: nuestro compromiso, nuestra disciplina, nuestro celo, quizá con algo de ayuda de parte de Dios durante el camino. Asentimos hipócritamente a las palabras del apóstol Pablo, “Por la gracia de Dios soy lo que soy”, ya que nuestra actitud dice, “Dios ayuda a los que se ayudan”.

El percatarme que mi relación diaria con Dios está basada en los méritos infinitos de Cristo en lugar de en mi desempeño, es una experiencia liberadora y llena de gozo. Pero no debe ser una experiencia única en la vida; la verdad debe ser reafirmada diariamente. De eso trata este libro.

Frecuentemente estudio algunos temas de las Escrituras utilizando lo que llamo el método de la cocción lenta. Es decir, permito que se “cocine” lentamente en mi mente por meses, incluso años. Esto ha sido verdad con el tema de la gracia de Dios. Ha estado cociéndose lentamente en mi mente por más de diez años. He escrito otros tres libros durante ese tiempo, pero mi mente y mi corazón han regresado continuamente a la gracia de Dios.

Al estudiar este tema, y más particularmente en estos últimos meses mientras he enfocado mis pensamientos en el material para este libro, frecuentemente me he sentido como un niño tratando de sacar toda el agua del océano. La gracia de Dios es tan inagotable y, en ocasiones, abrumante. Confío en que he sido capaz de expresar algo de ese sentimiento en el mensaje de este libro y que tú también aprecies más las vastas riquezas de la gracia de Dios dada a nosotros a través de Cristo.

Algunas personas han desempeñado un papel importante al escribir este libro. Mi pastor, Rick Fite, leyó el manuscrito completo y me reafirmó y alentó en este énfasis de la gracia. Otro amigo, Don Simpson, también leyó el manuscrito y me dio retroalimentación valiosa y sugerencias. Jon Stine, un editor muy entusiasta, constantemente me desafió a aclarar mis pensamientos y a presentar un mensaje bíblicamente balanceado. Un número de amigos, de diferentes partes del país, han orado constantemente por esta obra, pero Grace Peterson ha sido mi Moisés en lo alto del monte, mientras yo luchaba con los “amalecitas” de los conceptos y pensamientos, los cuales frecuentemente no coinciden (referirse a Éxodo 17:8-13 si no estás familiarizado con la analogía bíblica que estoy utilizando).

Jessie Newton, mi asistente administrativa, ha puesto mi manuscrito en una computadora, listo para editarse. Este es el segundo libro que Jessie ha transcrito por mí y ha hecho un trabajo maravilloso.

Mi querida esposa, Jane, ha sido de constante aliento y nunca se ha quejado, ni en palabras ni en actitud, por casi convertirse en una viuda durante los meses que he dedicado mi tiempo libre a escribir este libro.

Sobre todo, Dios mismo ha derramado su misericordia y gracia sobre mí. Confío en que mis esfuerzos no serán en vano y que, a través del mensaje de este libro, muchos crezcan “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Pedro 3:18).

La gracia transformadora

Подняться наверх