Читать книгу María, la Innovadora. La innovación aplicada a la empresa - Jesús María López-Davalillo y López de Torre - Страница 9
Оглавление2. La sociedad del conocimiento y las TIC
Desde finales del siglo XX, y más concretamente en la década de los 90, se empezaron a producir profundos cambios que transformaron aspectos fundamentales de nuestro entorno social y económico, principalmente en lo que se refiere al uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC).
En consecuencia, ese hecho supuso una ruptura con la situación anterior; podríamos calificarlo como una auténtica revolución, puesto que se produjeron importantes transformaciones en el comportamiento de los diferentes agentes económicos y sociales.
Todo ello conforma lo que denominamos «sociedad del conocimiento», ya que es precisamente este uno de los aspectos más relevantes en la expansión de la economía, motivando su desarrollo, y el uso del conocimiento como intangible se ha constituido en un verdadero, importante e imprescindible agente económico.
Por ello, los tradicionales factores generadores del crecimiento económico constituidos por el capital y el trabajo los apreciamos ahora con una nueva óptica, ya que tenemos que añadir el conocimiento como tercer input básico en la actividad de la empresa.
Y es que la aplicación de las TIC ha posibilitado un cambio de paradigma tecno-económico en el entorno de la economía del conocimiento, como un recurso productivo determinante en los avances que se están produciendo que generan evidentes avances de productividad y, consecuentemente, de crecimiento económico.
Este factor de conocimiento como nuevo esquema de producción debe ser un intangible interiorizado por todos los agentes productivos y utilizado de forma intensiva en la organización y, al mismo tiempo, que se consolide como un elemento estratégico capaz de generar una permanente secuencia de ventajas competitivas.
Estos cambios, generalmente, no son voluntarios, sino que las empresas se ven obligadas a ellos por razones de competitividad.
Podríamos señalar algunas de las circunstancias que motivan estos cambios:
El proceso de globalización de la economía, que nos ha obligado a aceptar cambios tanto en aspectos macroeconómicos (interpaíses) y microeconómicos (las relaciones interempresas y de las modificaciones sustanciales de los consumidores).
Derivado de lo anterior, tenemos que destacar también el importante cambio de los patrones de consumo motivado por el crecimiento generalizado de un nuevo capitalismo desarrollado, principalmente, en grandes zonas geográficas y/o países, que lograron un notable aumento de la renta disponible. Lo que, a su vez, induce a un cambio sustancial de los comportamientos de consumo, así como a un considerable incremento del gasto en bienes y servicios, la mayoría de ellos intensivos en conocimiento.
Y todo ello nos ha conducido a una sociedad que aglutina individuos cada vez más exigentes e informados, que demandan productos con cada vez más calidad, diferenciación, personalización de su producto o servicio, y que les aporten un mayor valor añadido.
Y, como resultado de estas circunstancias, se generan permanentemente nuevos procesos de innovación con un uso masivo o intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación en la actividad económica que llevan a cabo los diferentes agentes, facilitando el desarrollo de numerosas actividades con considerables ahorros de costes y tiempos.
De hecho, las economías modernas están caracterizadas por la implantación y aplicación de las TIC en el conjunto de todas sus actividades productivas tanto en producción como en distribución y consumo.
Inicialmente destacaron, y lo siguen haciendo, la industria del automóvil o las empresas químicas y biomédicas que fueron pioneras en el uso intensivo de las TIC, y ahora también vemos importantes aplicaciones en los servicios financieros y turísticos, en los que podemos apreciar su utilización, principalmente, en el desarrollo de nuevos sistemas de distribución y consumo.
Para ello, tenemos que entender las TIC como un conjunto de aplicaciones de microelectrónica, informática, telecomunicaciones, etc., es decir, herramientas de gestión que nos faciliten agilizar los procesos a un menor coste, así como desarrollar actividades empresariales asociadas a la producción, marketing y distribución.
De hecho, la aparición de nuevas actividades productivas derivadas del uso de estas TIC ha supuesto la aparición de un nuevo sector: la industria de la información.
Desde una perspectiva empresarial, las TIC se consideran un elemento estratégico que nos permite, de una forma sencilla y económica, el acceso a gran cantidad de información, así como su almacenamiento, tratamiento y difusión, generando consecuentemente un conocimiento para la empresa al tiempo que le permite una nueva y más segura toma de decisiones de carácter estratégico, precisamente sobre la base de ese conocimiento.
El acceso a los flujos de información ha conseguido eliminar muchas barreras de entrada, lo que ha permitido el acceso y difusión de estos conocimientos empresariales, incluso a las pymes, necesarios para la economía basada en la captación de mercado.
Este uso intensivo de las tecnologías de la información supone, para las empresas de cualquier tamaño, una importante fortaleza que les permite poder dar respuesta a los nuevos desafíos que se planteen, convirtiéndolos en oportunidades.
Para ello, necesitamos que la empresa considere las TIC como un factor estratégico y transversal en toda la organización para poder dar respuestas rápidas y adecuadas a las situaciones que se vayan generando.
Esto nos exige dotar de una importante flexibilidad en la estructura empresarial, que no siempre es fácil por el cambio que debemos impulsar tanto en la organización como el desarrollo de las estructuras organizativas, que nos conduce a un nuevo modelo estratégico basado en la generación y uso de la información y el conocimiento.
Por supuesto que esto no se puede hacer de inmediato en muchas empresas, pero sí, poco a poco, las compañías se van haciendo más flexibles, permitiendo descentralizaciones y especializándose cada día más en la generación y gestión del tipo de conocimiento que mejor convenga a la empresa y sus actividades, conformando todo ello el Core Business de la compañía, que no deberá delegar.
Las TIC han supuesto, también, una gran aportación para la creación de redes empresariales, uniendo actividades de varias empresas que se agrupan de manera que, con sus aportaciones individuales, consiguen conjuntamente un valor añadido global que es mayor que el sumatorio de cada una de ellas, conformando entre todas una red de colaboración que será la base de una estrategia global competitiva.
No cabe duda de que internet favorece de una manera extraordinaria la interacción entre las empresas y su entorno, al tiempo que estimula la búsqueda de información y desarrollo de nuevos y alternativos caminos, pudiéndolo realizar incluso con escasos recursos, además de participar en distintas redes sociales.
Estas interacciones tienen como objetivo conseguir una vinculación lo más estrecha posible entre la empresa y su entorno, al tiempo de conseguir que su organización obtenga resultados competitivos.
Además, nos va a permitir prever y anticiparnos a los cambios que con seguridad se producen, para lo que necesitamos conocer los movimientos de todos y cada uno de los agentes empresariales, así como los comportamientos de la competencia ante esos cambios del mercado, para lo que precisamos cuanta más información (conocimiento) mejor sobre el consumidor, sus necesidades, gustos y preferencias.
Con ese conocimiento seremos capaces de disponer de una oferta de producto o servicio que dé respuesta efectiva a las nuevas necesidades del mercado, satisfaciendo así al cliente de mejor manera que la competencia.
De esta manera, conseguiremos crear un modelo estratégico de negocio con el que conseguiremos un profundo conocimiento del entorno y podremos ofrecer unos productos y/o servicios altamente innovadores y adaptados a las nuevas necesidades y gustos de los clientes, ofreciendo un mayor y más duradero valor que la competencia.
Precisamente, una de las mayores aportaciones de las TIC a la actividad empresarial es la posibilidad de desarrollar nuevos productos con más o menos innovación, desde la innovación radical o incremental hasta, simplemente, una innovación comercial.
Una de estas aplicaciones de las TIC es precisamente el negocio electrónico, que se fundamenta en un nuevo modelo estratégico que adopta una modificada estructura organizacional que utilizan como canal de distribución, fundamentalmente, las redes sociales.
Estas empresas se caracterizan por tener una elevada presencia en el entorno virtual para desarrollar su negocio electrónico, pero no olvidemos que es, simplemente, una aplicación más de las TIC en el ámbito empresarial que, si bien fue relevante y novedosa, no fue la única que ha determinado su carácter revolucionario.
El objetivo de todos estos cambios no es otro que potenciar la relación de la empresa con la orientación debida a su mercado, mediante una cultura empresarial diferente, basada en la nueva organización empresarial y la innovación en productos o servicios derivada de esta orientación, no limitándonos a unas pocas de las posibles aplicaciones.