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NOTA DE LOS EDITORES
ОглавлениеA lo largo de la obra, el autor utiliza varios términos de uso común en Estados Unidos (básicamente peyorativos) para referirse al objeto de su estudio: el trabajador blanco de clase baja estadounidense. Salvo en el caso de «white trash», que tiene una traducción poco chirriante y más o menos establecida («basura blanca»), hemos decidido dejar el resto en su versión original. La opción era traducirlos por los consabidos términos recurrentes: paleto, palurdo, cateto, pueblerino, patán, gañán o rústico, pero lo cierto es que no son solo ni exactamente eso. La iracunda erudición de la que hace gala el propio autor, declarado ciudadano de la Nación White Trash, es buena prueba de ello. Por otro lado, cada término tiene su origen y su idiosincrasia (a veces puramente geográfica) y, en la mayoría de los casos, el autor los explica en el texto.
El término «redneck» hace referencia a una circunstancia muy concreta, la nuca roja, achicharrada de tanto trabajar al sol, de los aparceros blancos pobres. Suele utilizarse para referirse peyorativamente a los sureños conservadores. Muy de interior, baja renta, lata de cerveza y bandera confederada.
El «hillbilly» también ha llegado a convertirse en un término insultante para referirse a los habitantes de ciertas áreas remotas, rurales o montañosas, sobre todo de la cordillera de los Apalaches y, en ocasiones, de los Ozarks, dos de las zonas más pobres del país. Denota aislamiento respecto a la cultura dominante (accidental o voluntario). Según Anthony Harkins, en su libro Hillbilly: A Cultural History of an American Icon, el término aparece impreso por primera vez a principios de siglo, en un artículo del New York Journal, con la siguiente definición: «Un Hill-Billie es un ciudadano blanco, libre y sin restricciones, de Alabama, que habita en las colinas (“hills”), carece de medios reseñables, se viste como buenamente puede, habla como le da la gana, bebe whisky en cuanto tiene la oportunidad y dispara su revólver cuando se le antoja». El estereotipo lo pinta como un blanco sureño con barba descuidada, muy mala dentadura, escasa educación, un rifle y un sombrero de paja destrozado que anda descalzo, casi en harapos, bebe whisky ilegal de elaboración casera, toca el banjo o el violín, tiene una camioneta que se cae a trozos y, en general, es feliz con lo poco que tiene. Ha dado lugar a un género musical: la música hillbilly.
En el capítulo 4, Jim Goad explica el origen de los términos «hick», «rube», «hayseed» y «yokel» como denominaciones peyorativas rurales que se construyen de manera similar a la de «hillbilly» (Billy de las colinas), tirando del nombre propio de un varón imaginario que, supuestamente, vendría a representar a todos los hombres del campo; en el caso de «hick» la palabra procede de una variante actualmente obsoleta del nombre «Richard», «rube» es una abreviatura rural de «Reuben». El caso de «Hayseed» apunta directamente a la vida rural, por lo de simiente («seed») y heno («hay»), más utilizado en el Medio Oeste rural. «Yokel» parece designar a un tipo de granjero, el que lleva el yugo («yoke»), un pobre diablo.
En el mismo capítulo Jim se extiende un poco más con la etimología del término «cracker» y su derivado «corn-cracker». Encuentra su origen en Bretaña, en el siglo XVII, como sinónimo de bomba (como en el caso de «firecracker», petardo). Vendría a referirse a una persona de ira explosiva o demasiado ruidosa. También rastrea la raíz hasta el término «corn-crackers», los «cruje-maíz» o «chasca-maíz», porque machacar, o crujir, el maíz, era una de las pocas formas que tenían los primeros moradores de los bosques norteamericanos para obtener alimento. Otra explicación que apunta el autor es la de que «cracker» sea una reducción de «whip-cracker», una expresión inventada por los urbanitas sureños para etiquetar a los vaqueros rurales (chasqueadores) de Georgia y Florida que conducían a sus mulas y sus bueyes por tierras de pastoreo valiéndose de un látigo. Los afroamericanos modernos, que son quienes parecen utilizar más la palabra «cracker», alegan que el chasquido del látigo no era el del vaquero sino el del negrero. También nos explica el autor que, a mediados del siglo XIX, poco a poco, los afroamericanos empezaron a favorecer el uso de la palabra «cracker» para denigrar al odiado blanquito, abandonando el término que hasta entonces tenía más solera: «po’ buckra», una mezcla de pobre («poor») y una palabra africana que viene a significar algo parecido a «demonio blancucho».
«Honky» también suelen utilizarlo los afroamericanos para humillar a los blancos, sobre todo en el Sur. Su origen es misterioso. Puede ser una variante de «hunky», que a su vez proviene de «bohunk», término despectivo con que se conocía a la población inmigrante magiar de Bohemia a principios del siglo XX. También puede proceder de los mineros de carbón de Oak Hill (Virginia Occidental), en la época en la que era un oficio segregado: los negros en una sección, los blancos en otra y los extranjeros que no hablaban inglés en una tercera que se conocía como «Hunk Hill», la zona de los Hunkies. Honky también puede ser una mutación del término «xonq nopp», que en idioma wólof de África Occidental significa «persona de orejas rojas» y, por tanto, «persona de raza blanca». Llegaría a Estados Unidos a bordo de los barcos negreros. Otro posible origen documentado es el apodo que, allá por 1920, la población negra daba a los blancos temerosos que iban en coche a los barrios negros y tocaban el claxon («honk») para que las prostitutas afroamericanas se acercasen y se fuesen con ellos sin necesidad de salir del coche y exponerse a indecibles peligros.
«Bumpkin», sinónimo de «yokel», se refiere a las personas que viven en las zonas rurales, algo necias y con escasa educación. Gente muy poco sofisticada y apenas interesada en la cultura. Visten como espantapájaros y no hay quien les entienda al hablar. Pueblerino y paleto suelen ser las traducciones más habituales.
Un «peckerwood» es un sureño blanco rural, por lo general pobre, sin cultura, ignorante e intolerante. El término ganó popularidad en el Sur profundo a principios del siglo XX con uso claramente peyorativo. Se le da la vuelta a la palabra «woodpecker», el pájaro carpintero que luce una mancha roja en la parte posterior de la cabeza, con lo que resulta que estamos hablando de un «redneck» en toda regla. En el folklore de comienzos del siglo XX se utilizaba como contraste simbólico con el «blackbird» (el mirlo, traducido literalmente, «el pájaro negro») que representaba a los afroamericanos. En la subcultura carcelaria (y de banda motera) el término hace alusión a los presos blancos en general.
Tal y como se explica en una nota a pie de página, el origen del término «Bubba» se relaciona con un mote derivado de la palabra «brother» (hermano). Un apelativo cariñoso que suele darse a los hermanos mayores dentro del círculo familiar, o a un buen amigo. Su aparición en el Sur de Estados Unidos parece proceder de la lengua creole de los afroamericanos de las islas de Carolina del Sur, concretamente de la expresión Krio «bohboh» (niño), que entre los gullah aparece como «buhbuh». Bubba suele utilizarse fuera del Sur de manera ofensiva para señalar a una persona de bajo estrato económico y educación limitada.
«Linthead» es un término despectivo de principios del siglo XX, muy de las zonas montañosas del Sur, para designar a los empleados de la industria algodonera (de «lint», pelusa y «head», cabeza: cabeza llena de pelusa). Luego se generalizaría para referirse al típico blanco sureño de clase baja.
Y por último «shit-kicker». Persona del campo ruin y poco sofisticada, bastante lerda, que anda pisando o pateando bostas de vaca (de «shit», mierda y «kicker», pateador). El paleto de toda la vida.
Nota: Para no convertir el texto en un basural de asteriscos y cruces hemos optado por numerar y referenciar a pie de página las notas que, como editores, hemos considerado necesarias para la comprensión del texto (sobre todo, notas de referencias culturales) y reservar para las páginas finales las notas del autor, puramente bibliográficas, señalándolas con números entre paréntesis.