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Prólogo

En 2010, en el marco de las celebraciones de los bicentenarios de las independencias de los países latinoamericanos, se reflexionó sobre los acontecimientos asociados a la libertad de nuestros pueblos, buscando resignificar la Independencia como el paso previo a la configuración de la identidad nacional, la construcción de la cultura colombiana, la concienciación del patrimonio natural e histórico y la apropiación del territorio por parte del colectivo que lo habita.

Es este, precisamente, el aporte más valioso del presente texto. Colombia no fue siempre la misma. Su identidad como nación, forjada a lo largo de una historia teñida de sangre y dolor, de contradicciones y luchas bipartidistas, es fundamental para retomar iniciativas como la Expedición Botánica, que, liderada por el sabio gaditano José Celestino Mutis, impulsó a su alrededor una escuela de pensamiento cuyos discípulos criollos, el sabio Caldas entre ellos, dio lugar al movimiento de la Independencia.

Un siglo después de estos acontecimientos independentistas, la incipiente república encontró la iniciativa discreta y silenciosa de algunos hombres que con su trabajo tesonero contribuyeron a la configuración de la identidad regional y nacional desde diversos ámbitos, básicamente, desde el escenario educativo. Los lasallistas lo hicieron con su particular esfuerzo en torno a la formación integral, cuyo capítulo central lo apreciaremos en este trabajo, que se apoya en el reconocimiento de nuestro patrimonio natural.

En 2006 tuve la oportunidad de conocer al doctor Ricardo Callejas Posada en el Encuentro de Inventarios y Monitoreo Biológico celebrado en Villa de Leyva, convocado por el Instituto Alexander von Humboldt. En este espacio conocí también a la doctora Martha Wolff, de la Universidad de Antioquia. Este escenario reveló un diagnóstico de la situación de los investigadores de biodiversidad del país, pero, más allá de esto, el Encuentro se convirtió en un fortín para realizar una cruzada por el rescate del patrimonio no solo natural, sino, además, histórico, motivo que nos convoca y provoca como una opción de vida para seguir gastando nuestros esfuerzos por conocer y aprovechar sustentablemente el patrimonio natural de los colombianos.

Esta época estuvo marcada también por algunos aspectos que a la luz de hoy se ven como un cambio en las instituciones: la revisión de la política nacional de biodiversidad, la aparición en el país de una política nacional de museos, la valoración de la colecciones científicas y el fortalecimiento del sector museal en el país expresado en redes regionales, la mesa del sector museos en Bogotá y la conformación del capítulo colombiano ICOM.

Tanto los pioneros como los últimos naturalistas no perdieron sus derroteros humanistas en sus hallazgos científicos y en su labor investigativa, convirtiéndose hoy en símbolos que nos recuerdan el trabajo pendiente o inacabado sobre el conocimiento, conservación y uso sustentable de estos recursos por parte de nuestra sociedad. Personajes como el hermano Nicéforo María, el hermano Daniel, Marco Antonio Serna –conocido como el hermano Pájaro– y el hermano Luis Alberto Zamudio, se quedaron grabados en mi imaginario como símbolos de esta causa.

Indudablemente, el lector que se acerque a esta obra también sentirá simpatía y admiración por estos personajes, que gastaron toda su vida en esta admirable labor de apropiación del patrimonio natural. El recurso epistolar es material inédito que muestra bellamente el intercambio entre estos personajes, revela los azares y dificultades propias de este tipo de empresas y resulta en una rica propuesta para seguir parte de la historia de la ciencia en nuestro país en esta área de las ciencias naturales.

En 2009, la Universidad de la Salle, en Bogotá, declaró en el contexto del centenario del natalicio del hermano Daniel el Premio al Investigador Lasallista, oportunidad para indagar sobre este personaje y el símbolo que representa para emular el trabajo investigativo en el escenario de la educación superior; fruto de esto, tuve la oportunidad de emprender una correría para intentar seguir sus pasos y plasmarlos en una exposición en el Museo de la Salle. A la par, descubrí el ejercicio que Jineth Berrío Martínez, María Fernanda Vásquez Valencia y Victoria Estrada Orrego estaban realizando en el marco del programa de investigación Expedición Antioquia 2013: el trabajo Museo de Historia Natural Colegio de San José. Patrimonio natural e histórico, esfuerzo que arrojó la recuperación del archivo histórico de esta institución museal y la reivindicación del movimiento científico generado en torno a él.

El reconocimiento a la labor de investigación, en especial del patrimonio natural del país, es una expresión necesaria de agradecimiento y estímulo a las personas que invierten su energía en el conocimiento, preservación y utilización sostenible de este patrimonio por parte de la sociedad. Manifestación de esto es también el Premio Hermano Apolinar María, Opción Natural, otorgado por la Sociedad Colombiana de Entomología (Socolen) a estudiantes o profesionales con trabajos que sobresalgan por el enfoque conservacionista y por sus propuestas en relación con la preservación del ambiente, la biodiversidad y la sostenibilidad de los procesos y metodologías generadas.

De igual forma, iniciativas como las becas Marco Antonio Serna, de la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO), tienen como principal objetivo facilitar el creciente interés por la investigación relacionada con las aves.

Este trabajo nos reta a seguir emprendiendo acciones en conjunto con instituciones que resguardan este patrimonio –el Instituto Tecnológico Metropolitano y la Universidad de la Salle–, para apropiarnos de este patrimonio desde iniciativas colaborativas como la Red de Museos de la Salle, que permitan un esfuerzo permanente de continuación de este proyecto centenario.

Dentro del escenario del programa de investigación Expedición Antioquia 2013, se dice reconocer a Antioquia como un departamento rico, diverso, pero inequitativo, razón de más para destacar, dentro de sus ejes, la labor de los lasallistas, en el eje de Biodiversidad y Recursos Naturales, como un aporte significativo al reconocimiento de esta riqueza y diversidad natural, y como contribución a la distribución equitativa del uso sostenible de este patrimonio por parte de la sociedad.

Hermano José Edilson Espitia Barrera

Director Museo de la Salle

Universidad de la Salle, sede La Candelaria

Bogotá, D. C.

Museo de historia natural Colegio San José

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