Читать книгу El violín valsante de Huis. Armadel - Joaquín Orellana - Страница 6

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Advertencia

Lo aquí escrito fue pensado para su posible integración al oyente de la música del mismo nombre, confiando en que las dos cosas, al fusionarse en el escucha, complementarían mutuamente sus imágenes. Por tanto no pretende ser un trabajo literario, ni proyectarse como tal.

La música contiene símbolos que tenderían a expresar causas y resultados de una situación determinada: la hondura espiritual de un personaje conflictuado y contradictorio, genial y enajenado; cuyas insólitas actuaciones se dan en un ambiente aldeano, inmersas en baladas y valses criollos que ama y detesta al mismo tiempo. Su afición a pulsar un violín, que es su pasión y su condena, y en el que toca cosas raras y extrañas (estas se referirían, quizás, a un arte desconocido en un contexto provinciano) le granjea la hostilidad de otros músicos y el desprecio de sus coterráneos. Ante ello, toca, con altanería y burla, un vals tras otro.

Se despertó en mí, gradualmente, cierto «amor» por la realidad de las cosas simbolizadas con sonidos, y ello me hizo derivar a la armazón de un texto, el cual, amén de las razones apuntadas, pretendió, por una parte, dar «vida» a cosas abstractas, y por otra canalizar la especie de compasión provocada por el personaje y su tránsito en senderos de fatalidad.

A pesar de ser todo una ficción, hay lugares reales, y personajes «aledaños» que preludian y también «apuntalan» al personaje ficticio, y que se originan en personas que existieron; estas representan con la singularidad de sus vidas, y en su medio, un especial significado, igual que otras entidades humanas que accionan con la miopía aldeana, la farsa y las artes de abalorio, la prepotencia pintoresca, la simulación oficialista, etcétera.

Con el afán quizás pueril, de aunar música y significados, creo que fui exagerando posibilidades, ya que en principio, la música (que por cierto no necesita de ninguna clase de agregados) solo podría acaso, «acompañar», a lo muy interno del personaje, sus situaciones anímicas, emocionales, etcétera. Con todo, la armazón del texto no podía ya detenerse, y hubo de cobrar forma con los recursos disponibles.

Solo importa, realmente, lo que ambas cosas logren expresar y la medida en que, coincidiendo en un mismo mundo, puedan recrearse, eficaz y mutuamente.

J. O.

El violín valsante de Huis. Armadel

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