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POETAS ANTERIORES Á AUSÍAS MARCH.

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Á la manera que el temprano florecimiento de los almendros y la aparición en el mes de Abril de algunas flores primerizas anuncian la llegada de Mayo, y son como el preludio del reinado de las flores que en este afortunado mes cubren los campos con sus perfumados mantos de gayos y bellísimos matices, de igual modo á últimos del siglo XIV y en los albores del XV aparece un buen número de poetas á quienes parecía entrarles, según el dicho de uno de los suyos, deseo de soltar la voz al canto;

Lis prenia talent de cantar,

siendo como anticipado anuncio de la aparición en el cielo de las catalanas letras del estrenuo caballero y elegantísimo poeta Ausías March, y de la muchedumbre de cantores que debían formar su brillante cortejo.

No habría de sernos difícil hallar las causas de aquel dispertamiento de la musa catalana y florecimiento poético, que llega, en el reinado de Alfonso V de Aragón, á emular el de la poesía provenzal en los mejores tiempos de su existencia, y que dejó muy atrás, según en otra parte ya indicábamos, el de su hermana y maestra la escuela tolosana. El ejemplo del Dante y del Petrarca estimulando á nuestros ingenios, si no á igualarles, que esto era empresa por demás difícil, á seguir, siquiera fuese de lejos, sus pisadas; la nueva luz con que bañaban las inteligencias, al paso que adelantaban la hora del nuevo dispertar de su actividad creadora, los albores del renacimiento, que nos venían de Italia por medio de aquellos dos grandes poetas, los cuales parecía como que se proponían satisfacernos por tan generoso modo, como herederos que éramos de los trovadores, las deudas que tenía con ellos contraida su patria, por haber sido cuna de Sordelo, de Alberto de Malespina, de Bonifacio Calvo y otros varios poetas italiano-provenzales[13]; el establecimiento en Barcelona del Consistorio del Gay saber, quien, dando la norma de los certámenes ó justas poéticas que con frecuencia continuaron celebrándose, así en esta ciudad como en Valencia durante el siglo XV, y con menos acierto en sus fallos y menos provecho del arte, ya degenerado, en la siguiente centuria, sirvió, ora por el aparato de que se les rodeaba[14], ora por los públicos honores con que se festejaba á los vencedores[15], de poderoso incentivo á los poetas para consagrarse al culto de la gaya ciencia; y por último, la protección, tan generosa como ilustrada, y no á precio de bajas adulaciones adquirida, con que alentaron nuestros monarcas, desde don Pedro IV hasta don Alfonso V, á los cultivadores de aquella ciencia, habían de ser motivos poderosísimos para que, así como el aire se puebla de alegres golondrinas al retorno del buen tiempo, se poblaran por igual modo de poetas las comarcas donde más se dejaban sentir las bienhechoras influencias de tan potentes estímulos.

Por más que no nos reconozcamos obligados á mencionar, para mejor hacer resaltar la importancia del florecimiento poético de la época que historiamos, los poetas todos pertenecientes á la misma, cuyos nombres, salvándose del olvido, han llegado hasta nosotros, ya porque no cabría tarea tan extensa en los límites estrechos de un trabajo de la índole del nuestro, ya porque no podríamos hacer más que repetir por cuarta ó quinta vez lo que han dicho Balaguer en su Historia de Cataluña, al dar á conocer el famoso Cancionero de Zaragoza, nuestro amigo Milá y Fontanals en su erudita Resenya histórico-crítica dels antichs poetas catalans, y Ferrer y Bigué en su Estudio histórico-crítico de los poetas valencianos en los siglos XIII, XIV y XV[16]; creemos, sin embargo, conveniente á nuestro principal propósito, que es dar á conocer á Ausías March y sus obras; éstas no tan sólo en sí mismas, sinó en relación con las de los poetas de la época en que fueron escritas, apuntar algunas ligeras indicaciones acerca los más notables trovadores que en ella florecieron, unos como precursores ó maestros suyos; como sus compañeros ó discípulos otros que unieron á los de él sus cantos, bien que sin poder levantar, ni de mucho, su voz hasta donde llegó la suya; no pocos, en suma, como sus imitadores después de su fallecimiento. La palmera que luce su gallardo y erguido tronco cuando se la contempla sola y aislada en medio de las arenas del desierto, osténtase más altiva y airosa cuando, mecida por los aires en el bellísimo mar de verdura salpicado de frutos de oro que forma la huerta valenciana, eleva su cabellera por cima de los modestos árboles frutales que crecen á sus plantas. Así aparece también más grande el ingenio de Ausías March, y se le admira más como hombre y como poeta, cuando se le compara con la muchedumbre de éstos, que prepararon, por decirlo así, sus caminos, formaron su cortejo en vida y cantaron aún después de su muerte, á la mayor parte de los cuales, y hasta á los de más ingenio, hubiera podido decir él de su laud lo que Roldán á los paladines de su tiempo de sus armas:

Nessun le muova

Che star non possa con Roldan a pruova.

Sin que podamos precisar el tiempo en que floreció cada uno de los poetas que vamos á nombrar, aparecen en los últimos años del siglo XIV y primeros del XV, entre otros trovadores de menos fama, Mossen Jordi de Sant Jordi, Luis de Vilarasa, Andrés Febrer y los tres March, Jaime, Pedro y Arnaldo, pariente también por ventura este último, y tío y padre los dos primeros de Ausías.

Si bien debió el de Sent Jordi, en no escasa parte, la reputación de que goza al error, harto generalizado entre muchos de los críticos que antes de nuestros tiempos se ocuparon en la historia de las letras catalanas[17], de que hubo tres poetas de aquel apellido, y que aquél, llamado del Rey, fué imitado y hasta en alguno de sus versos traducido por el Petrarca[18], y á los elogios que de él hizo en su famoso Proemio el Marqués de Santillana[19], quien además compuso con motivo de su muerte una obra titulada Coronación[20], merece sin embargo en justicia ocupar, si no el primero, uno de los más preferentes asientos entre los precursores y maestros del amante de Teresa, á quien unas veces se parece y con el cual otras se iguala, aventajándole en la claridad del concepto y acaso en la mayor belleza de la forma poética. Entre las varias composiciones que de este poeta se conocen, que no bajan de quince á diez y seis[21], puede citarse la canción de opósitos (contrastes), mencionada por el citado Marqués de Santillana, y que pudiera creerse haber imitado en más de una ocasión el mismo Ausías March, si no fuera la afición á los antítesis uno de los rasgos característicos de nuestros antiguos trovadores; y la compuesta en estramps, que empieza:

Pus lo front port vostra bella semblança, etc.,

que podría ponerse al lado de las de aquel poeta, sin que el ojo más experto y versado en la lectura de sus esparsas pudiese adivinar que no era obra suya. Véase como muestra la última de sus estancias:

Axi 'm te pres e' liatz en son carçre

Amors ardens com si stes en un coffre,

Tancat jus claus e' tot mon cor fos dintre,

On no pugués mover per null encontre,

Car tant es grans l' amor que us ai è ferme

Que lo meu cor no 's part punt per angoxa,

Bella, de vos, ans esay ferm com torres

En sol amar á vos, blan xa colomba, etc.....

Aunque es poco lo que de Vilarasa conocemos[22], puede colocársele entre los precursores de Ausías, á quien se asemeja igualmente, bien que sin igualarle, en alguna de las estancias de sus cinco baladas, que tenemos por las mejores de sus obras. Merecen citarse la primera copla de su cuarta balada, que es como sigue:

Si com lo flach qui 'n brega no 's estat

Se feng ardit crehent que sia tal,

Mes quant s' i veu en un punt es torbat,

Tal que fugir no 'l sembla cosa mal,

Me pren á mí qu' ans que tal don' amás

Me fou semblant que le-y gosás ben dir,

Mes quant e (es?) loch que la pusch requerir

Li parle d' al è call-me de mon cas.

y algunas de la balada segunda:

Sobres d' amor m' a tret de llibertat, etc.

Sin detenernos á hablar de Lorenzo Mallol, en cuyas obras, no tan ajustadas al carácter que imprimió á las suyas Ausías March, se advierte más el estilo de la poesía trovadoresca, y en cuya lengua, como dijimos en otra parte, se notan más resabios de provenzalismo que en las de otras de sus contemporáneos; ni de Andrés Febrer, de quien únicamente por la autoridad de Santillana, que quizás le confundió con otro poeta de su nombre, real ó supuesto, sabemos «que fizo obras nobles», y al cual sólo citamos y ponemos entre los más distinguidos poetas de su tiempo por su traducción, dada recientemente á la estampa[23], de la Divina Comedia del Dante; ni de Arnau March, de quien no conocemos más que una copla de amores, nos fijaremos en los otros dos trovadores de este apellido, Jaime[24] y Pedro, ya mencionados.

Prescindiendo, para dejársela á la paciente investigación de los eruditos, de la cuestión de si la familia de los March es oriunda de Jaca, según opinan los escritores valencianos, ó de si procede de Cataluña, como, á nuestro entender con más fundamento, suponen algunos biógrafos catalanes de Ausías, á cuya opinión parece inclinarse el docto autor tantas veces citado de la Resenya histórica[25]; de si tuvo ó no su habitual residencia en la capital de Valencia, en lo cual pueden caber algunas dudas respecto de los dos Mossen Pedro y Jaime; y de si este último, autor del Libre de las concordances, dispuesto en 1371 por orden de don Pedro el Ceremonioso[26], y que contribuyó con don Luís de Aversó á la fundación del consistorio del Gay saber de Barcelona, es el mismo, como creemos nosotros, que el miles y diputado general de Cataluña y oficial en la casa del rey que figura en el documento á que hacemos referencia en la nota segunda de la página anterior, y en los que citan Torres Amat en su diccionario[27] y Ferrer en su estudio histórico-crítico[28]; cuestiones de escasísimo interés bajo el punto de vista de la historia literaria para los que opinamos que no existe en la época que reseñamos una escuela valenciana distinta de la catalana; y por los que creemos que la historia de una literatura, cuando en ella no reinan más que un solo gusto, una misma lengua é idéntico carácter, no debe fraccionarse en tantos capítulos como son las comarcas ó ciudades donde florecieron grupos más ó menos numerosos de escritores: prescindiendo, repetimos, de dichas cuestiones, hijas las más veces de un amor propio de localidad exagerado, ó que sirven á lo más para fingir lindes ó fronteras donde ni la geografía ni la historia las han levantado, veamos si cabe señalar la parte de influencia que pudieron ejercer los dos March, padre y tío, en el desenvolvimiento del ingenio poético y en el espíritu y carácter que dominan en las obras de Ausías.

Que la atmósfera de poesía que debió respirar éste desde su infancia en el seno de su propia familia, donde tan ardoroso culto se daba á la ciencia gaya, debía preparar su mente y su fantasía á recibir las inspiraciones de ésta y abrir su corazón á los puros goces de la belleza; que el renombre que como poetas gozaban, y las honrosas distinciones que de sus monarcas y de las damas y demás trovadores de su corte habían de recibir aquéllos debían ser eficacísimos estímulos que le excitasen á seguir sus pasos para por ellos llegar al logro de parecidos honores, ni hay por qué advertirlo ni por qué encarecerlo. Inteligencia asaz menguada, fantasía por demás pobre, corazón por todo extremo frío hubiera debido tener el niño Ausías, si el recuerdo de su tío y el ejemplo y la memoria de su padre, sobrado reciente la de este último en la época en que debió arrojarse á balbucir su primeros versos, no hubiesen encendido en su alma la celeste llama y en su pecho el fuego sagrado de la poesía.

Ello no obstante, si debiésemos señalar la parte de influencia que en el especial sabor y en el carácter de las esparsas del que debía ser el príncipe de nuestros poetas ejercieron las obras poéticas de Jaime y de Pedro, no vacilaríamos en atribuir la mayor y más visible, si vale decirlo así, al segundo. En las escasas muestras de las poesías del primero que han llegado á nosotros, y más que en otra alguna en la Questió sobre lo departiment del estiu e del ivern, nos parece advertir más resabios de la escuela trovadoresca que de la tolosana; sin que por otro lado resalte en la amorosa que pone en boca de una dama que había perdido á su amante, de quien dice:

La qual no crey en lo mon n' agues par,

la suave melancolía, ó si se quiere la tristeza religiosa que se advierte en los cantos de muerte del apasionado amador de Teresa.

Respecto de Pedro, á quien apellida Santillana valiente y noble caballero, ora porque hubo de sobrevivir[29] á su hermano Mossen Jaime, muerto, según se presume, por los años de 1400, ora por el carácter de sus versos, más parecidos á los de su hijo, no vacilamos un punto en considerarle como maestro de éste.

Hé aquí la primera estancia de una de sus obras morales, que como para confirmar el dicho del mencionado Santillana, de que Pedro March «fizo asaz fermosas cosas», copia íntegra el señor Milá[30]:

Al punt c' om naix comence de morir

E morint creix e creixent mor tot dia,

E un pauch moment no cessa de far via,

Ne per menjar ne jaser ne dormir,

Tro per edat more descreix amassa (?)

Tan qu' aysi vay al terme ordenat

Ab dol, ab guaig, ab mal, ab sanitat,

Mas pus avan del terme null hom passa.

Ausías March y su época

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