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Introducción

“Globalización” es uno de los términos cliché de nuestro tiempo y se usa a menudo en referencia a fenómenos económicos, políticos y culturales que han llegado a afectar la totalidad del globo terráqueo. Como veremos, aunque existan distintos modelos de globalización, con frecuencia se habla sobre ésta en sus formas dominantes, como la propagación de corporaciones globales y el modo en que éstas dan forma a las economías de países enteros, y la proliferación de acuerdos de libre comercio que supuestamente facilitan el flujo de bienes y dinero de un país a otro. También se habla de globalización en términos de las alianzas y tensiones políticas entre países, algo que se torna muy visible en las guerras que tienen lugar permanentemente en un mundo globalizante. Asimismo, es tema de debate el impacto que la globalización ejerce sobre las culturas que cambian muchas veces en forma rápida, principalmente bajo la influencia de culturas que se benefician de una globalización económica y política.

Sin embargo, algo que se omite mayormente es que la teología cristiana ha desplegado su propia historia de globalización desde el mismo momento en que emergiera en el mundo globalizante del Imperio Romano. Por esta razón, la teología cristiana y la globalización no constituyen dos temas separados: están orgánicamente entrelazadas más que artificialmente conectadas. El hecho de que, generalmente, la teología no haya llegado a comprender sus conexiones inextricables con la globalización es uno de los problemas que abordará este libro.

A medida que investiguemos teología cristiana y globalización de manera conjunta, se verá claramente que la teología ya no puede entenderse sin la globalización. Desde su propio comienzo, la teología fue influenciada por procesos globalizantes; tengamos en cuenta, por ejemplo, que el Nuevo Testamento fue escrito en griego, la lengua de un proceso globalizante temprano, en lugar del arameo, la lengua que Jesús y sus primeros discípulos hablaban. Aun así, es igualmente importante para el tema que nos ocupa que la globalización no pueda, en última instancia, ser comprendida sin la teología.

Muchos lectores interesados en la teología esperarán que este libro sea una respuesta teológica a la globalización, mas una respuesta tal no podrá contemplarse hasta que hayamos comprendido el modo en que la teología es –para bien o para mal– parte del proceso de la globalización. Del mismo modo, los lectores interesados en aspectos de la globalización podrán esperar que este libro plantee algún argumento teológico a favor o en contra de la globalización, pero ese argumento no podrá ser avanzado a menos que se entienda cómo los procesos de la globalización están inextricablemente relacionados a algunos desarrollos teológicos. Este libro comienza, por lo tanto, ocupándose de las muchas intersecciones de la globalización económica, política, cultural y teológica; intersecciones que pasan, en su mayoría, desapercibidas.

Complejidad

Uno de los peligros de ocuparse de la globalización y la teología está relacionado al reduccionismo. Los autores del The Global Transformations Reader [Libro de lecturas sobre transformaciones globales] nos advierten sobre esto: “Reducir la globalización a una lógica puramente económica o tecnológica es … profundamente engañoso dado que esto ignora la complejidad inherente a las fuerzas que moldean a las sociedades modernas y al orden mundial.”1 Ésta es, sin duda, una percepción importante que seguiremos en este libro. Sin embargo, para los estudiosos de la teología y la religión, el problema tiene que ver con el otro extremo ya que, en ese campo, el mundo de las ideas, de los símbolos y de las prácticas religiosas es tratado generalmente abstrayéndose de los fenómenos económicos y tecnológicos. Por tal razón, en este libro tendremos que superar otro tipo de reduccionismo, uno que limita a la reflexión teológica en sus propios rumbos; involucrar el debate sobre la globalización es un modo de lograrlo.

Mientras que invocar la complejidad puede convertirse en un escape para no enfrentar temas acuciantes –que en el contexto de la globalización están muy ligados a presiones económicas y políticas–, una conciencia de la complejidad, tanto de la globalización como de la teología, también puede contribuir a la identificación de alternativas. La buena nueva para tener en mente en este contexto es que la globalización no constituye un fenómeno unificado; si así fuera, este libro trataría sobre cosas que se vuelven constante e invariablemente más idénticas. Por un lado, la teología estaría en camino de convertirse en un fenómeno uniforme, en el cual se esperaría que todo el mundo pensara exactamente lo mismo. Por otro lado, si la globalización fuera un fenómeno unificado, se esperaría que los movimientos económicos, políticos y culturales estuviesen en total armonía con los desarrollos teológicos y viceversa.

Aunque se dé con frecuencia que economías, políticas, culturas y teologías dominantes vayan de la mano, en este libro también examinaré formas alternativas de globalización. Las formas dominantes de globalización tienden a desplazarse de arriba hacia abajo, produciendo concentraciones de poder en manos de cada vez menos gente, y grandes sectores de la teología han hecho rápidamente lo mismo sin ser conscientes de que sus enfoques imitan el modelo de desplazamiento de una globalización dominante. Las formas alternativas de globalización tienden a moverse en la dirección opuesta –de abajo hacia arriba e incluyendo grupos de gente más amplios– y lo más estimulante es que algunas teologías han estado al frente de tales movimientos. En estos casos el nivel de conocimiento acerca de los desafíos de la globalización (y, por lo tanto, del horizonte epistemológico) es mayor, por el hecho mismo de que las alternativas dentro de un contexto dominante necesitan ser adoptadas conscientemente; “ir con la corriente” no constituye aquí una opción.

Como veremos, las formas dominantes de globalización avanzan borrando y eliminando alternativas. Las formas alternativas de globalización no solo resisten esa tendencia alentando la diversidad, sino también promoviendo visiones frescas de la diversidad en la unidad. Parafraseando al biblista alemán Ernst Käsemann, el canon del Nuevo Testamento es, en sí, la base de la diversidad de la iglesia, más que su unidad monocromática. Lo mismo podría decirse acerca de los muy diversos cuerpos de escritura contenidos en lo que los cristianos llaman el Antiguo Testamento. No en vano algunos teólogos y teólogas cristianos, muy preocupados por el desafío de esta diversidad, han sugerido que el mismo canon bíblico podría ser parte del problema.

En lo que sigue, nos aproximaremos al tema de la globalización y la teología en términos de su historia. Aunque esta historia sea en sí misma compleja, con muchas idas y venidas, emergen ciertos patrones que nos ayudarán a entender el cuadro más amplio de los desafíos que nos acosan en nuestra situación contemporánea.

Evaluación

Una advertencia final: Así como la globalización es en sí misma un fenómeno complejo, lo es también su evaluación. Los relatos moralizantes focalizados sobre las intenciones son aquí de poca ayuda, ya que tienden a atribuirle al otro lado intenciones poco límpidas. Sin embargo, aún los más duros globalizadores fueron generalmente bienintencionados y sintieron que estaban haciendo lo correcto. Los romanos afirmaban que su imperio traería la paz (la pax romana) y una vida mejor, los cruzados medievales lucharon por la salvación y la liberación, y el capitalismo neoliberal promete felicidad futura para todos. El hecho de que los procesos de globalización estén comúnmente respaldados por las mejores intenciones es más que una estratagema de mercado.

En este contexto, teólogas y teólogos cristianos necesitan hacerse diferentes preguntas: ¿Cómo se dimensionan estas diversas materializaciones de la globalización frente a lo que entendemos como lo divino representado en el núcleo de las tradiciones judeocristianas y en la persona y obra de Jesucristo? Más precisamente, ¿qué tipo de poder opera aquí y cómo se relaciona con la manera en que las diferentes teologías conciben el poder divino? Estas cuestiones se ubican en el centro de los desacuerdos entre las diferentes formas teológicas de ocuparse de la globalización que se presentan a continuación.

Hay un asunto más para tener en cuenta. Si nos preguntamos qué contribuciones podrían hacer estas varias materializaciones de la globalización al verdadero bienestar humano y del mundo al cual Dios ama (Jn 3:16), Jesús mismo presentó este criterio a sus seguidores: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7:16).2*

1 David Held y Anthony McGrew, eds., The Global Transformations Reader: An Introduction to the Globlalization Debate. Cambridge: Polity Press, 2000, p. 6.

2 * NT: Todas las citas textuales de la Biblia están extraídas de la versión Reina-Valera 1995.

Globalización y Teología

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