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INTRODUCCIÓN.

UNA VISTA RÁPIDA DEL NUEVO TESTAMENTO

SE PODRÍA CONSIDERAR QUE el Nuevo Testamento es el libro más influyente del mundo. Más de dos mil millones de personas en el globo dicen seguir a su principal personaje, un cierto carpintero judío convertido en religioso maestro llamado Jesús, que era de Nazaret, en las colinas del norte de Israel. Personas inspiradas en las ideas de este libro inventaron la universidad y el hospital. Exploraron el planeta, dieron nombre a incontables lugares, escribieron en nuevas lenguas, establecieron el calendario moderno, y construyeron edificios —escuelas, iglesias, hospitales, monasterios y conventos—. ¿Qué tiene este libro que los motivó a realizar eso y más?

Realmente, el Nuevo Testamento nos es un libro: es muchos libros o la mitad de un libro. Es muchos libros porque es una colección de veintisiete biografías y cartas escritas por los más cercanos amigos y seguidores de este maestro judío que cambió el mundo. Es también la mitad de un libro porque es la segunda de la mayor parte del libro sagrado de los cristianos, llamado normalmente “la Biblia”. “Biblia” viene de la palabra griega biblos, que significa “libro”. Durante mucho tiempo de la historia humana, los libros eran escasos, y el más importante, que habla de Dios, el fin, el significado, el amor, y la vida eterna, no era solo un libro sino el Libro —la Biblia—.

La Biblia es un libro grande. En realidad, es una colección de setenta y dos libros con unas 750 000 palabras, dependiendo del lenguaje y la traducción, escritos por muchos autores en un periodo de mil años. ¿Quién puede manejar toda esa información?

Parece más fácil tratar con el Nuevo Testamento solo. Le llamamos la “segunda mitad” de la Biblia, pero sabemos que es realmente mucho menos que la mitad de la Biblia completa. Es un quinto del tamaño del Antiguo Testamento. Con todo, incluso el Nuevo Testamento puede parecer temible, y en algunos aspectos es más difícil de organizar que el Antiguo Testamento. Aunque el Antiguo Testamento es más largo, solo trata de una básica línea histórica. Dividiéndola en periodos y alianzas, podemos obtener una buena vista rápida de ella en La Biblia paso a paso [1].

El mismo tratamiento no sirve para el Nuevo Testamento, porque los primeros cuatro libros (juntos son casi la mitad del Nuevo Testamento) cuentan la misma historia de la vida de Jesús una y otra vez. Así que no podemos tener una sola línea histórica y necesitamos un tratamiento diferente.

El primer paso es reconocer que el Nuevo Testamento es todo un mundo en sí mismo. Hay personas que se pasan toda su vida estudiando solo alguna de sus partes. Así que tendremos que contentarnos aquí con no cubrir cada detalle.

En segundo lugar, deberemos reconocer que, si queremos tener la mayor parte, pero no todo, podemos simplificar el Nuevo Testamento estudiándolo en partes manejables y memorizables.

He comprobado que, poniendo el foco en solo cuatro autores, uno puede tener una buena comprensión del Nuevo Testamento. Esos cuatro autores escribieron casi el 85 % del Nuevo Testamento. Son: Mateo, Lucas, Pablo y Juan. En lo que sigue, los dibujaré y los iré presentando. Primero, dibujemos a Mateo.


Mateo

Para identificarlo, le hemos puesto una bolsa de dinero en la mano derecha. Eso nos recuerda que Mateo era un recaudador de impuestos antes de su conversión a Cristo. Los recaudadores se hacían muy ricos. En su mano izquierda, le hemos puesto una pluma, una señal de ser un “escriba”, un escritor profesional y erudito de los tiempos antiguos. Parece probable que Mateo fuese un judío escriba antes o durante su tiempo como recaudador. Los escribas estudiaban las escrituras y la ley religiosa. Como tenían que ser cuidadosos escritores y registradores de datos, tenían también la necesaria habilidad para ser recaudadores de impuestos si lo deseaban.

De acuerdo con la antigua tradición de la Iglesia, Mateo escribió el primer evangelio, que se colocó al comienzo de la colección de los libros del Nuevo Testamento. Es adecuado que el Evangelio de Mateo comience el Nuevo Testamento. Mateo subraya la semejanza (o continuidad) del Antiguo y del Nuevo Testamento. Muestra cómo las palabras y acciones de Jesús en el Nuevo cumplen las profecías del Antiguo. Su libro constituye una buena transición entre los dos. Con veintiocho capítulos y 1068 versículos, Mateo supone un octavo de la extensión del Nuevo Testamento.

Nuestro siguiente principal autor es Lucas. Lo dibujaremos así:


Lucas

San Lucas tiene dos caracteres que lo distinguen. Le hemos puesto uno de esos espejos de cabeza que suelen utilizar los médicos, y un estetoscopio. Según Colosenses 4, 14, san Lucas fue un físico de profesión. Eso no es un dogma. No podemos estar seguros de que fuese así, pero es plausible. Ciertamente, el estilo de los escritos de san Lucas muestra que era un hombre bien formado en la cultura griega, y la medicina era una profesión atractiva para un hombre culto en los tiempos antiguos.

La tradición nos dice también que acompañó a la Santísima Virgen e incluso pintó su retrato. Por eso hemos puesto un icono de la Virgen en su mano izquierda. Claro que no podemos estar seguros de que pintase su retrato, pero podemos suponer que la conocía bien. De hecho, le debemos a san Lucas haber escrito la mayor parte de lo que conocemos sobre la vida de la madre de Nuestro Señor. Los cinco misterios de gozo del Rosario, por ejemplo, proceden del evangelio de san Lucas. Sin Lucas, solo tendríamos unos pocos comentarios sobre nuestra Madre en Mateo 1, y dos importantes escenas (las bodas de Caná y la Crucifixión) donde ella aparece en el evangelio de Juan (Jn 2 y 19). San Juan Pablo II estaba convencido de que san Lucas obtuvo su información sobre la vida de la Virgen y la infancia de Jesús (Lc 1 y 2) directamente de ella[2]. Esa es la común tradición del pueblo cristiano a través de los siglos. En cualquier caso, le dejaremos con el icono de la Virgen en la mano para indicar su estrecha relación con ella.

San Lucas se mantiene por varias razones. Es el único gentil (no judío) que escribe una parte del Nuevo Testamento. Es el único autor de un libro de historia en el Nuevo Testamento: los Hechos de los Apóstoles. Sin eso, no tendríamos nada de los primeros treinta años de la existencia de la Iglesia. Finalmente, san Lucas escribió más del Nuevo Testamento que cualquier otra persona. El evangelio de Lucas es el libro más largo del Nuevo Testamento, y junto con su secuela Hechos, constituye más de un cuarto del total.

Lucas fue compañero y colaborador de nuestro tercer autor, san Pablo. Lo dibujamos así:


Pablo

Notarás que en la mano derecha san Pablo porta una espada. Es la marca distintiva de san Pablo en buena parte del arte religioso. La espada representa la Palabra de Dios, y es famoso que san Pablo animó a los cristianos a «recibir… la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Ef 6, 17). Él fue también decapitado con una espada.

En la mano izquierda, Pablo tiene una carta. Eso nos recuerda que los únicos escritos que tenemos de san Pablo son sus cartas (o epístolas). Las trece cartas de san Pablo —nueve a iglesias (de Romanos a 2 Tesalonicenses) y cuatro a individuos (de 1 Timoteo a Filemón)— se sitúan en medio del Nuevo Testamento. San Pablo fue el gran misionero de la primitiva Iglesia, y estaba continuamente viajando, predicando el Evangelio. No tenía tiempo para sentarse a componer libros, así que toda su teología está contenida en cartas, enviadas rápidamente a iglesias o personas en crisis.

Las cartas atribuidas a Pablo (de Romanos a Filemón) suponen el 20 % o un quinto del Nuevo Testamento. Si fuese san Pablo quien escribiera la anónima “Carta a los Hebreos”, sus escritos serían en extensión un cuarto del Nuevo Testamento, casi lo mismo que su compañero Lucas.

En los tiempos modernos, especialmente en Occidente, san Pablo ha sido considerado como el mayor teólogo entre los autores del Nuevo Testamento. Pero en la antigüedad, especialmente en Oriente, ese honor lo tuvo el cuarto y último de nuestros principales autores, el apóstol Juan. Dibujamos a san Juan de esta manera:


Juan

San Juan es un poco más pequeño que el resto de nuestros autores, para recordarnos su juventud. Es probable que fuese el más joven de los apóstoles, y sobrevivió al resto. En su mano izquierda está el copón eucarístico, que nos recuerda que es quien nos da la más extensa enseñanza sobre la Eucaristía en todo el Nuevo Testamento (su enseñanza puede encontrarse en Jn 6). Su mano derecha se alza en una tradicional señal de bendición sacerdotal. La tradición de la primitiva Iglesia recuerda a san Juan como sacerdote y pastor de la Iglesia en su ancianidad.

Cinco libros se atribuyen a Juan: su evangelio, tres cartas (epístolas), y el Libro del Apocalipsis (Revelación). Los académicos discuten su autoría de algunas de estas obras, pero aceptaremos la tradición de la Iglesia y examinaremos las opiniones contrarias más tarde. Juntos, estos libros suponen el 20 % o un quinto del Nuevo Testamento.

¡Aquí estamos!


Estos cuatro hombres nos dan la mayor parte del Nuevo Testamento. Por supuesto, los estudiosos modernos han levantado dudas sobre si ellos escribieron los libros que llevan sus nombres. Pero yo pienso que hay buenas razones para confiar en las tradiciones del pueblo cristiano sobre quién escribió estos preciosos textos[3]. Así que, si nos centramos en conocer a estos cuatro, tendremos la “película” de este libro santo. Claro que hay otros autores del Nuevo Testamento —como Marcos, Pedro, Santiago y Judas Tadeo— que escribieron libros más pequeños pero que siguen siendo importantes. Pero incluirlos a todos a la vez puede ser dar un mordisco mayor del que podemos masticar. En un estudio posterior, después de conocer lo básico del Nuevo Testamento, podemos prestarles atención a ellos también.

Ahora necesitamos un hilo conductor del Nuevo Testamento que enlace todos los temas que contiene. No es difícil encontrarlo; tomaremos nuestro tema de la predicación de Jesús: «Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos» (Mt 4, 17, énfasis añadido; ver Mc 1, 15). De principio a fin, el Nuevo Testamento trata del Reino de Dios.

Primero, echaremos un vistazo a san Mateo, cuyo evangelio nos dice que ha llegado el Reino de Dios. San Mateo muestra que Jesús cumple las profecías y esperanzas del pueblo de Israel sobre la vuelta del reino de David, aunque lo hace de un modo inesperado. Jesús, que es tanto el Hijo de David como el Hijo de Dios, ha establecido un reino en la tierra y en el cielo, que es el reino de David y el reino de Dios. El evangelio de san Mateo es rico en conexiones con el Antiguo Testamento, especialmente con los profetas. Conectará los puntos para nosotros mostrando que la Alianza Davídica es restaurada en la Alianza Eucarística de Jesús.

Nuestro siguiente autor será san Lucas, que nos dice que el Reino de Dios crece. Decimos esto porque, además de su maravilloso evangelio, san Lucas nos da el Libro de los Hechos, que muestra el primer crecimiento de la Iglesia. La Iglesia es la forma del reino de Dios en la tierra. San Lucas nos dice las cosas que debe hacer siempre la Iglesia para seguir creciendo.

El mentor y guía de san Lucas, san Pablo, es nuestro tercer autor. Las cartas de san Pablo nos instruyen sobre cómo vivir unidos en la Iglesia, que es el reino de Dios en la tierra. Titularemos nuestro estudio de san Pablo “Vivir en el Reino”. Estudiar todas las cartas de san Pablo puede ser demasiado, nos centraremos en una que se ha considerado a menudo como la más importante: Romanos.

Es adecuado terminar con san Juan, porque sus escritos tradicionalmente incluyen el Libro del Apocalipsis, que muestra el fin de la historia y el estado definitivo del reino de Dios en su celestial perfección. Su evangelio también pinta una poderosa imagen de los que la Iglesia está llamada a ser, su destino final. Por tanto, llamamos a nuestro capítulo sobre san Juan “El Reino Perfecto”.

Diré algo sobre las traducciones de la Biblia. Este libro es mejor si lo lees junto a tu propia Biblia[4]. Mis citas pueden diferir ligeramente del texto que utilices. Puede ser porque he cambiado alguna palabra para acercarme más a la lengua original (hebreo o griego). Cualquier palabra que yo cambie la pondré en cursiva para indicar que esa palabra es mi traducción.

Ahora ya podemos empezar.

[1] Es el título de un libro anterior del autor. Versión española en Rialp.

[2] Juan Pablo II, Audiencia del miércoles 28.I.1987.

[3] Concilio Vaticano II. Constitución “Dei Verbum”, n.º 18: «La Iglesia siempre y en todas partes ha mantenido y mantiene que los cuatro Evangelios son de origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Jesucristo, después ellos mismos con otros de su generación lo escribieron por inspiración del Espíritu Santo y nos lo entregaron como fundamento de la fe: el Evangelio cuádruple, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan».

[4] El autor se refiere aquí a las versiones norteamericanas. En nuestra traducción usaremos la Sagrada Biblia de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, aprobada por la Conferencia Episcopal Española.

El Nuevo Testamento paso a paso

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