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CAPITULO TRES
Dios el Padre, el agente de nuestra salvación

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Para contestar la pregunta ¿Cómo fue Dios el Padre el agente de nuestra salvación? Damos la respuesta en dos maneras: Fue el Padre quien envió al Hijo para que muriera, y fue el Padre quien castigó a Cristo por nuestros pecados. Podemos examinar estas dos cosas en forma más detallada. 1. Está claro de muchos textos bíblicos que el Padre envió al Hijo al mundo. Por ejemplo: “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. (Gál.4:4-5). El enviar al Hijo incluyó al Padre en tres cosas:

a) Primero, hubo el propósito original que siempre tuvo en mente. (1Pe.1:20)

b) Segundo, hubo el acto de darle al Hijo todas las capacidades necesarias para la obra que fue enviado a realizar. (Jn.3:34-35) (Como el Hijo de Dios, ya estaba perfecto en su deidad, pero como el Hijo del hombre le fueron concedidos los dones necesarios.)

c) Tercero, hubo el acto de prometerle al Hijo toda la ayuda necesaria para asegurar el éxito de su obra. (Is. 53:10-12, Sal.2, Jn.17).

2. Está claro de muchos textos de la Biblia que el Padre castigó a Cristo Jesús por nuestros pecados. Por ejemplo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Cor.5:21). Podemos decir que Cristo sufrió y murió en lugar de nosotros. Siendo esto cierto, ¿No es extraño que Cristo sufriera en lugar de los que sufrirán por sus propios pecados? Podemos plantear el asunto de la siguiente manera:

a) Cristo murió por todos los pecados de todos los hombres.

b) Cristo murió por todos los pecados de algunos hombres.

c) Cristo murió por algunos pecados de todos los hombres.

Si la última declaración es cierta, entonces todos los hombres han sido dejados todavía con algunos pecados y nadie será salvo.

Si la primera declaración es la verdad, entonces ¿Porqué no son librados todos los hombres del pecado? Si alguien responde que es a causa de su incredulidad, entonces yo pregunto, ¿La incredulidad no es un pecado? Si no es un pecado, entonces ¿porqué son castigados los hombres por ser incrédulos? Si es un pecado, entonces tiene que ser incluido entre los pecados por los cuales Cristo murió. Entonces la primera declaración no es cierta.

Queda claro entonces que la única posibilidad que permanece, es que Cristo sufrió por todos los pecados de algunos hombres. Es decir, solamente por los pecados de los elegidos.

(En la Parte Cuatro de este libro trataremos con los pasajes de la Escritura que usan las palabras “mundo” y “todo”, “todos” etc.)

Vida por su muerte

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