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El antimanagement
ОглавлениеEste concepto lo creé o pensé hace ya varios años, luego de una seguidilla de consultorías con nuevos clientes –empresas medianas–, con aparentes buenos resultados económicos pero, que cuando entraba a analizar en profundidad su realidad, veía con claridad que podía tranquilamente prender fuego todos los libros que había leído, incluyendo mi título universitario. Nada, absolutamente nada de lo que los libros y las buenas costumbres dicen sobre cómo gestionar una empresa, se aplicaba aquí.
Los empresarios antimanagement desconocen por completo cualquier teoría o regla básica de gestión.
Se caracterizan por no tener claridad en ninguna de las variables críticas; no construyen indicadores, no tienen una clara división de tareas y difícilmente pueden explicar su visión o estrategia.
No obstante, cuentan con una gran habilidad de interpretación de la realidad, capacidad de anticipación y un gran sentido común. Suelen ser personas con una gran inteligencia emocional y capacidad de relacionamiento. Tienen claro su negocio y saben lo que tienen que hacer, pero difícilmente puedan explicarlo con claridad suficiente para que otros lo puedan hacer.
Su gran déficit es la delegación y capacidad de entender a los demás en parte porque les es imposible trasmitir su realidad, su claridad en el día a día.
Ya dijimos y volveremos a decir con seguridad, que el mundo de los negocios es uno de los entornos sociales más complejos, ya que se conjugan de manera aleatoria cientos de conocimientos que a la vez, siempre están dotados de la complejidad de estar formados por seres humanos.
Esta gran complejidad hace que exista lugar para que, personas sin conocimientos teóricos, puedan desarrollarse como empresarios.
Ahora bien, si te sentiste identificado, ya seas vos o alguien de tu entorno, quiero que sepas bien algo: los empresarios antimanagement tienen los días contados y ahora les explico por qué.
Estos empresarios necesitan crecer y desarrollarse en entornos altamente informales y poco profesionales; con competidores de su mismo tipo y en ausencia de las reglas básicas de convivencia en economías de mercado. Tiene que existir la informalidad para así poder arreglar de palabra situaciones con el estado, competidores y clientes. Estos clientes suelen ser rehenes de un mercado poco sofisticado y, donde cada vez que compran sienten que están haciendo un favor.
La mala noticia es que el mercado ha cambiado y sigue cambiando. No importa el país o la ciudad, todos los mercados se están volviendo más sofisticados y esto quita margen a los informales o improvisadores seriales. En esta era digital los clientes tienen mucho poder y ahora pueden quejarse y hacer daño con sus opiniones online. Ya no se compite contra el vecino, se compite con el mundo. Los estados se han vuelto más sofisticados y tienen herramientas para obligar a las empresas a ser formales y brindar información. Ya nadie presta dinero a una empresa que no pueda justificar, no con palabras sino con números, su realidad y proyecciones.
¿Con todo esto estoy diciendo que las habilidades del antimanagement no tienen ningún valor hoy día? De ninguna manera, todas ellas son muy valiosas, ya que forman parte de la inteligencia emocional empresaria y siempre serán un gran activo; pero solo con eso hoy no alcanza. Hay que profesionalizarse y jugar con las mismas cartas que el resto del mundo y hacer la diferencia en el cómo usarlas, y no porque el mazo de cartas esté marcado.
La pregunta de este capítulo es personal. ¿Sos vos un antimanagment? Si no sos vos, ¿lo es tu jefe o tu padre, o quien lidera la organización? Si tu respuesta es sí, entonces te recomiendo que le hagas leer este libro y lo pongas a reflexionar. Si ves que es imposible, es un lindo momento para bajar la aplicación Linkedin, crear un perfil y empezar a buscar otro destino, porque esa empresa en un futuro cercano no tiene chances de sobrevivir, ¿Cuánto tiempo? No lo sé, pero seguro llegará.