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Innovación en las PyMES

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Yo sé que si sos PyME, creés que la innovación es algo propio de las grandes empresas. Es más, seguro que escuchaste hablar muchas veces del “Departamento de innovación y creatividad.”

Entre nosotros, ¡la verdad es que las PyMEs son mucho más innovadoras que las grandes! Sí, sí, aunque no lo crean, así es y así debe ser. Les explicare por qué.

Ante todo me gustaría decir que soy un gran crítico del departamento de innovación dentro de las empresas. Básicamente porque creo que este departamento –en vez de fomentarla en toda la organización–, la reduce a un grupo y hace que el resto descanse creyendo que, ya que el “área de innovación” está innovando, entonces yo no tengo que hacerlo o nadie espera eso de mí.

Es importante aclarar que innovación no es creatividad. La creatividad es un proceso mental natural a todos los seres humanos mientras que la innovación es un proceso organizacional y por lo tanto, más complejo.

No se trata de tener ideas y luego ver si le pueden interesar a alguien. Esto los llevará directo al fracaso y al desánimo, y tiene más que ver con una ruleta que con un método.

La creatividad en muchos aspectos está sobrevalorada y entorno a ella se genera todo un manto de misticismo que lo que único que hace, es alejarla de la realidad y desmotiva a quienes no se creen tocados por la varita mágica.

Lo primero que hay que aclarar es que todas las empresas viven innovando. Cosas pequeñas que buscan dar solución a problemas simples, cotidianos, pero cuya resolución se vuelve algo imprescindible y necesario para poder sobrellevar el día a día.

También es importante comprender que casi todo ya fue inventado y entonces es importante observar con atención para encontrar soluciones prácticas a nuestros problemas que otro ya resolvió con anterioridad y que con algún ajuste, podríamos implementar en nuestro caso. Esto aplica tanto para soluciones de gestión como para ideas de negocios.

Hace unos años escribí un artículo que se titulaba Todos pueden viajar al futuro. En él explicaba que todos podemos viajar al futuro (en el mundo de los negocios) y que esa es una de las misiones fundamentales de los directores de las empresas.

–¿Se volvió loco?

Sé que suena un poco raro, pero les daré un ejemplo personal que viví junto a un cliente en 2012.

En enero se realiza todos los años una feria de tecnología llamada CES; esta feria es la más grande del mundo en lo que se conoce como tecnología de consumo (tv, informática, celulares, etc.); la misma se da cita todos los años en las Vegas y durante una semana, las principales marcas presentan sus próximos lanzamientos.

Ese año, un cliente me invita a acompañarlo a esta prestigiosa exposición. Llegamos allí y luego de caminar y caminar durante horas –ya las piernas no me daban más–, entré en un stand de LG donde presentaban algo que llamaban TV 4k (cuatro veces la definición HD).

Al retornar a la Argentina recuerdo ver en la televisión una publicidad anunciando como una gran novedad los TV Súper HD (doble HD).

Si en ese momento yo hubiese comentado en un asado que había tenido una visión y que en un futuro cercano existiría algo llamado 4K, estoy seguro que la mayoría me habrían llamado loco. Final de la historia: en 2015 llegaron a la argentina los TV 4k. Imaginando que lo del asado hubiera sucedido, mis amigos creerían que soy algo así como alguien que puede ver o que puede viajar al futuro. En parte esto es cierto, yo pude viajar al futuro; ustedes también pueden y deben hacerlo. No importa el rubro en el que estén, siempre hay algún lugar en el mundo donde se está mostrando lo que viene. Conocerlo con tiempo es una gran ventaja competitiva.

El PyME tiene una gran cuenta pendiente en esta materia. Concentrado en su día a día y con, en muchos casos, una cierta soberbia, no dedica tiempo a viajar al futuro.

Ahora bien, para ser innovador se requieren algunos requisitos que todos ustedes pueden poner en práctica y les recuerdo que innovar no es una opción, es una obligación:

a) Desarrollar al máximo la observación: A diferencia de simplemente mirar, es necesario observar en detalle. Obsesionarse por los clientes y competidores, y observarlos en cada situación posible. Si hace esto, descubrirá que hay muchísimas cosas para mejorar e imitar.

b) Poner foco en resolverle problemas a la gente: Estos problemas no tienen que ver con salvar al mundo, sino, simples cosas que los clientes necesitan resolver y que por alguna razón nadie hace.

c) Involucrar a toda la organización para que las innovaciones no surjan solo de arriba para abajo, sino en todas las direcciones. Nadie mejor que quien está frente al mostrador, en los almacenes o en la administración para buscar mejoras para problemas en cada una de esas áreas.

d) Contar con métodos para analizar las ideas: Hoy en día existen infinidad de métodos para poder evaluar si algo es viable o no. El modelo Canvas puede ser una, The Lean Startup o Design thinking, entre tantas otras. Siempre es importante validar con método la idea y así descartarla o avanzar; pero con algo más que solo una gran intuición.

e) Rodearse de gente creativa y crítica: Es necesario tener objetividad sobre la idea. Muchas veces es difícil para el padre de la idea ser realmente crítico y objetivo. En este punto, la visión de un consultor externo puede ser muy valiosa. Si es humilde sabrá aprovechar las críticas, siempre sabiendo de quien vienen para evitar a los abucheadores del cambio. Recuerden que para muchos la innovación es una amenaza.

Es importante aclarar que no solo se trata de generar un nuevo producto o servicio. También pueden innovar en la forma de comercializarlo, en un nuevo formato de administración, en la logística, en como estructurar la matriz de costos, etc. Eso sí, la clave es que todas estas mejoras impacten en la realidad de los clientes, generen valor y rentabilidad.

Les contaré un caso que vi hace varios años y que seguramente muchos ya me escucharon contarlo en reiteradas ocasiones; pero es claro y ejemplifica.

En EEUU, hace aproximadamente siete años, un señor llamado John inventó un celular, sí, un celular en EEUU. Parecería imposible que un simple hombre pudiera desarrollar un buen producto para competir con las grandes empresas. Salvo que fuera una innovación que le permitiera llegar a un segmento desatendido por alguna razón por el resto de las empresas.

El teléfono de este señor solo tenía números, un botón para llamar y otro para cortar; nada más…

¿Para quién era este teléfono? ¿Cómo se le ocurrió hacer un teléfono tan básico?

Les pregunto a ustedes ¿cuántas cosas quiere de un teléfono su abuela o su tía ya mayor?

Si bien la respuesta no es general, me arriesgo a que la mayoría de los mayores solo quiere una cosa: hablar, ¡y que sea fácil!

Este señor observó lo que todos vemos, pero que nadie busca resolver, salvo él. Encontró lo que se llama un segmento de oportunidad para generar mucho valor. Tanto era así, que su teléfono se vendía en las tiendas a 250 dólares.

Cuando resolvemos problemas, es fácil generar valor y si generamos valor, es fácil obtener rentabilidad.

Entonces, ¿cuándo fue la última vez que innovaron en su modelo de negocios? ¿Cuánto tiempo dedican en su organización a la innovación? ¿Escuchan las sugerencias de sus colaboradores sobre cómo mejorar pequeñas o grandes cosas que ellos consideran importantes?

Por último y para aportar algo más a la materia, les comparto una nota que escribí para la Nación a pedido de un gran amigo (Sebastián Campanario) sobre mi experiencia en Disney Institute, y como esta prestigiosa empresa logra innovar día a día.

ADN pyme

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