Читать книгу Libertad y libertinaje - Jorge Armando Rivera Aviña - Страница 4
ОглавлениеCumple presuroso todo aquello que haya salido de tu boca, sin dilatar llega hasta donde hayas prometido pues tu palabra es tu ley, y jamás habrá mayor verdad que la Ley ni persona más perfecta que aquel que la cumple al pie de la letra.
Jamás se ha dicho mayor verdad que esta:
"por su palabra serán salvados, pero también por su palabra serán condenados".
Aun el Tao lo expone así:
"tan preciado como el perfume de una rosa, así es el hombre que cumple su palabra".
Eres lo que piensas y aún más lo que hablas, dado que el hombre es "dueño de sus pensamientos, pero esclavo de sus palabras". Jamás lo dudes ni pongas a prueba la Ley pues si así lo hicieres la fuerza de 70 veces 7 vendrá sobre ti como Verdad y será sopesado como el Oro y la Plata; y solo lo que realmente valga sobrevivirá a su juicio.
Lo único que realmente importa es aquello que tú mismo te ves cumpliendo pues ni hay ni nunca habrá mayor predicador que aquel que lo hace con su ejemplo. Así como en el mundo antiguo y en este y todos los tiempos un verdadero predicador de la Ley es aquel que sigue un tibio corazón, el suyo propio; este es su camino, su intuición, su unción interna propia brillando tan radiante como el sol.
Sin duda queda cuando uno ve a aquel que así lo hace pues sus actos son puros y van lejos de la negación, la negación hacia sí mismo y hacia aquello que lo distrae del cumplimiento de su vida.
¿Y qué es su vida?, sino solo La Ley Viva que camina y respira. Con un solo acto de su voluntad mueve montañas y con un solo soplo de la Verdad derriba Imperios; cada acto que hace es un susurro del bien, pues ni palabras necesita cuando sus actos hablan por él.