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Cátedra Lasallista: Miradas sobre la subjetividad

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JORGE ELIÉCER MARTÍNEZ POSADA{*}

FABIO ORLANDO NEIRA SÁNCHEZ{**}

El sentido de la cátedra

En la tradición universitaria ha sido frecuente propiciar escenarios de discusión, análisis y reflexión en torno al conocimiento: uno de esos escenarios es el denominado cátedra el cual pretende que los miembros de la comunidad universitaria interactúen académicamente con especialistas de diferentes áreas del saber. Así, compartiendo conocimientos, se busca vincular la docencia y la investigación mediante el acercamiento teórico a diferentes problemáticas de orden social, político, económico y cultural, de interés común para las distintas unidades académicas de la Universidad de La Salle.

Así pues, la Cátedra Lasallista se presenta como un espacio institucional e interdisciplinario promovido y agenciado por Vicerrectoría Académica y el Departamento de Formación Lasallista desde el Área de Ciencia y Pensamiento Cristiano como un proyecto para abordar los interrogantes sobre la relación de las ciencias, las técnicas, los saberes, entre otros, con el pensamiento cristiano, es decir, con el pensamiento humano teniendo en cuenta que “el cristianismo es un humanismo”, humanismo entendido

[...] como la búsqueda constante de lo profundamente humano, del sentido de los valores y de la grandeza de la relación de las personas y, sobre todo, de la búsqueda de espacios de sentido que no agotan o a los que no pueden dar respuesta plena el método científico, la tecnología avasallante, la política que se presenta como panacea social, el dogma acrítico, la religión a la carta, o el fundamentalismo de cualquier tipo […] el humanismo como el fortalecimiento del espíritu libre, crítico, solidario con la suerte del mundo y de la historia, que trasciende las búsquedas y que se siente siempre insatisfecho, que cree en las posibilidades del ser humano, que disfruta la vida, que busca y admira la belleza, que se compromete en la consecución de comunes utópicos más allá de los referentes inspiracionales del mismo humanismo, y que se trasciende a sí mismo para tratar de encontrar en Dios la serenidad, la fuerza, la constancia.{1}

Atendiendo a su estructura y particularidad, la Cátedra Lasallista, a diferencia del panel y la conferencia, será de carácter permanente y abierto privilegiando como temas de discusión aquellos que se consideren fundamentales en la relación humanismo y ciencia y en las necesidades propias del contexto de la Universidad. La cátedra se desarrollará en espacios y tiempos institucionales que posibiliten el logro de la excelencia académica mediante la intervención de diferentes expertos invitados que expondrán su pensamiento, el cual será contrastado por y con el de otro de sus colegas buscando así brindar elementos de reflexión que permitan mayor análisis en la discusión en la que podrá participar el auditorio en general, el cual tendrá a su disposición lecturas previas y posteriores que enriquecerán la actividad académica. De esta forma, el conocimiento del experto, la comunidad académica y el trabajo colegiado conformarán este espacio.

De ahí que la Cátedra Lasallista se presente como un aporte de la Universidad de La Salle a la sociedad para que, desde ella, se dialogue y se reflexione críticamente sobre los grandes desafíos que se presentan en el mundo de hoy en la relación humanismo y ciencia y, por lo tanto, sea una voz competente y autorizada en Colombia. En otros términos, la cátedra será un espacio de “humanismo y ciencia” para aportar debates sobre la transformación social, y generar de esta manera una presencia activa en la conciencia ética de la nación, posibilitando discusiones en el factor de desarrollo por su participación activa en la generación de conocimiento útil y de políticas públicas, difusora de la investigación e innovación con efecto social, referido a la transformación de las estructuras de la sociedad colombiana para suscitar espacios de conciencia en cuanto a nuestra responsabilidad social y a nuestro papel histórico.{2}

Horizonte temático de 2008: “Miradas sobre la subjetividad”

Cada sujeto expresa el mundo desde cierto punto de vista. Pero el punto

de vista es la diferencia, la diferencia interna y absoluta. Cada sujeto

expresa pues un punto de vista absolutamente diferente; y sin duda

el mundo expresado no existe fuera del sujeto que lo expresa [...] sin

embargo el mundo expresado no se confunde con el sujeto [...] está

expresado como la esencia no del sujeto, sino del ser. [La esencia] al

plegarse sobre sí misma, constituye la subjetividad. No son los individuos

los que constituyen el mundo, sino los mundos plegados [...] los

que constituyen los individuos.

Prousty los signos

DELEUZE

En los últimos tiempos, en el ámbito académico hemos acudido a una explosión de discursos referidos a lo humano, a lo social, a las luchas por el género, a las razas, a la diversidad, entre otros temas que tienen que ver con el sujeto y, por ende, con la subjetividad. Pero de igual manera, en la cotidianidad, en el día a día, escuchamos los movimientos sociales, obreros, las luchas de los desplazados, los gritos de angustia de las víctimas de la violencia y los movimientos por la liberación de los secuestrados y de las víctimas de la guerra, los reclamos por la seguridad social. Problemáticas que no son sólo teorías sobre el sujeto o la subjetividad, sino formas reales de ser éstas en el mundo.

En este mismo sentido, las reflexiones contemporáneas sobre la educación y las ciencias sociales insisten en plantear la cuestión de la subjetividad como núcleo articulador de las problematizaciones que se pronuncian alrededor de aspectos como la ciudadanía, la identidad sexual, la ampliación de los límites de la libertad, la formación para la producción y el consumo, etcétera. Esta situación llega a ser de tal talante que, en sentido estricto, no existe una reflexión actual sobre educación, sobre lo social que deje afuera la cuestión del sujeto y la subjetividad. Dado este acontecimiento, cabe un interrogante inicial: ¿cómo asumir la pregunta por la subjetividad en un proyecto educativo universitario en relación con la contingencia histórica en la que estamos inmersos? Para resolverlo, será necesario ilustrar, brevemente, el estado de los debates sobre esta cuestión.

El término subjetividad se presenta con dos significados, según se utilice para referirse al conocimiento o al sujeto. En la teoría del conocimiento, la subjetividad es la propiedad de las percepciones, argumentos y lenguajes basados en el punto de vista del sujeto y, por lo tanto, influidos por sus intereses y deseos particulares. La propiedad opuesta es la objetividad que los basa en un punto de vista no prejuiciado, distante y separado, de modo que los conceptos en cuestión sean tratados como objetos.

Desde su otro significado —el que será asumido en esta cátedra—, la subjetividad se refiere al campo de acción y representación de los sujetos siempre establecidos en las condiciones históricas, políticas, culturales, religiosas, entre otras.

La subjetividad se concibe como la capacidad de interacción, la intencionalidad, la negociación, pero también como la capacidad del sujeto para constituirse a sí mismo como individuo. La subjetividad estará dada por la experiencia como el cúmulo de hechos vividos que nos constituyen y acompañan durante toda la vida como individuos; de ahí que podamos decir que ella es un producto, un momento en las coordenadas históricas que permiten hablar desde la experiencia que se realiza en lo subjetivo, lo individual, lo propio, lo diferente del otro. Una misma experiencia vivida por personas diferentes adquiere valores únicos en cada uno. La carga emocional adjudicada es dada por quien lo vive y sólo comprendida por él.

Por lo tanto, el interés por la subjetividad no está dado por el sujeto cogito ni trascendental, que, como manifiesta Slavoj Zizek, “es un espectro que ronda la academia occidental [...] el espectro del sujeto cartesiano” (2005: 9), sino que nuestro interés está en el sujeto de la experiencia, entendiendo ésta como la apertura del propio sujeto. Experiencia que permite una alteración, una modificación de la relación que se ha establecido con nosotros y una transformación de lo que se nos ha determinado en nuestros modos de ser. La subjetividad, entonces, será la forma como específicamente nos han determinado en nuestro modo de estar y ser en el mundo. Esto es, “modos de subjetivación”; pero será también la posibilidad de constituirnos a nosotros mismos como sujetos de nuestras acciones.

El ser sujetos de la propia experiencia es la capacidad de transformación, es la posibilidad de ser de otro modo. Siguiendo estas pistas de reflexión, se pueden distinguir dos sentidos del término sujeto: uno por el control y la dependencia del otro, es decir, ligado, y otro como sujeto a la propia identidad por las prácticas y el conocimiento de sí. La subjetividad oscilará entre estas dos. El sujeto entonces es una forma que se puede modificar a sí misma o que puede ser modificada desde sus relaciones externas y que, por lo tanto, entra en interacción con el medio que lo rodea en sus circunstancias. Por ejemplo, la modernidad en su proyecto de Estado tiende a la preproducción de una subjetividad unificada en la figura del ciudadano. Las instituciones disciplinarias generaban dispositivos que obligaban a los sujetos a ejecutar operaciones para permanecer en ellas. Por eso, la subjetividad se instituye, deja marca, moldea, reproduciéndose al mismo tiempo que se desarrolla el dispositivo que instituye la subjetividad. En las circunstancias de “desinstitución” de las instituciones, no hay dispositivos que marquen o moldeen la subjetividad.

Entonces toda operación actual de constitución de la subjetividad no es institucional solamente, sino y ante todo situacional. La subjetividad se construye plenamente en situación, puesto que son prácticas de los sujetos según sus circunstancias las que determinan sus maneras de ser, desde sus territorios existenciales, son posibilidades económicas desde sus luchas sociales, políticas y de género, son las defensas de los grupos étnicos, son los niños y los jóvenes en sus contextos particulares.

El preguntarnos por la subjetividad implicará, a partir de lo anterior, indagar por las narrativas, los discursos, los modos de “subjetivación”, las relaciones de poder, la formación en relación con la infantilización y la autocreación, lo femenino y lo feminista que se da en esta mutabilidad y multiplicidad de la subjetividad para, desde ahí, pensar las reflexiones sobre la formación en la búsqueda de resistencias a los formas de dominación que constituyen los modos de producción actual de lo humano como sujetos únicamente productores y consumidores. Por lo tanto, entendemos hoy por subjetividad un modo de hacer en el mundo, un modo de hacer con el mundo, un modo de hacerme en el mundo. La subjetividad es un modo de hacer con lo real, con la experiencia. Es la serie de operaciones que se hacen para habitar un dispositivo, una situación, un mundo.

El pensar la subjetividad desde estos horizontes es la invitación que hago y que presento como una tarea, que consiste en pensarnos a nosotros mismos como agentes históricamente constituidos en cuanto a lo que decimos, hacemos y pensamos. Pero también tarea en cuanto a la labor educativa y comprensiva de las subjetividades que pasan por nuestras instituciones educativas. ¿Cuáles son los mundos plegados en sus esencias que constituyen nuestra subjetividad?

Para poder llevar a cabo esta tarea y para dar respuesta al interrogante dado, se posibilita este espacio académico institucional Cátedra Lasallista: “Miradas sobre la subjetividad”. Este tema abarca todos los procesos en los cuales la Universidad, como ente social, está inmersa en su labor formativa y educativa. Lo social reclama nuevas formas de estudiar y de comprender a los sujetos en sus múltiples posibilidades desde los niños, los jóvenes, los adultos, así como desde los diferentes credos, políticas, ideologías, razas y formas de vivir la sexualidad. La Universidad de La Salle no es ajena a esta realidad, y se propone reconocerlos desde este espacio como una de las posibles formas de responder a las demandas sociales.

Por otra parte, la subjetividad se convierte en nuestro tema, pues es el sujeto en sus diferencias el que es objeto del desarrollo humano integral y sustentable, de la educación, de la sociología, de la filosofía, de la antropología, de la teología, entre otras, así como receptor de los cambios tecnológicos y científicos a los que nos vemos abocados.

Finalmente, la Cátedra Institucional Lasallista con su temática “Miradas sobre la subjetividad” se presenta este año como un espacio para el debate en torno al establecimiento de las diferentes formas de la subjetividad en la búsqueda de la constitución de subjetividades políticas altamente democráticas con sentido de solidaridad desde la escuela como uno de los escenarios de formación, desde lo social en medio del conflicto, desde lo pedagógico y sociológico, desde las miradas sobre lo femenino y lo feminista, desde las relaciones de poder entre noopolítica y la sociedad del control y de la locura en nuestro presente.

Miradas sobre la subjetividad

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