Читать книгу Historias del hecho religioso en Colombia - Jorge Enrique Salcedo Martínez S J - Страница 12
FUNDACIÓN DE LA CUSTODIA DE SAN JUAN BAUTISTA
ОглавлениеPara el 1.° de julio de 1549, el emperador Carlos V fijaría la constitución y estructura de la Audiencia de Santafé del Nuevo Reino de Granada, con la elección de los respectivos oidores que erigirían esta institución en la capital del Nuevo Reino; con ellos partirían igualmente los primeros grupos de religiosos dominicos y franciscanos a fundar conventos e iniciar su trabajo espiritual entre naturales e ibéricos:
Y así el mismo año que determino el Emperador Carlos V viniesen de España Oidores, y se plantara Audiencia en este Nuevo Reino [...] ordenó también pasasen en compañía de los Oidores buena copia de religiosos de ambos estados y órdenes para que en el gobierno espiritual y temporal tuviesen con estos medios el crecimiento que en todo se deseaba en estas dilatadas Provincias.29
Ante la orden del rey, el general de la orden franciscana, padre fray Andrés “Insulano o de la Insula”, comisiona al padre fray Francisco de Victoria, para que
[...] siendo comisario como lo nombró, pasara con gran número de frailes a estas provincias del Nuevo Reino, y distribuyéndolos por todas ellas y otras convecinas para la predicación evangélica, plantase una Custodia con título de San Juan Bautista, sujeta inmediata y totalmente al Ministro General, no a ningún provincial de ninguna provincia de las de estas partes de Indias ni España.30
Fray Francisco Gonzaga, acerca de la llegada de los fran-ciscanos al Nuevo Reino, menciona:
Y para que esta desventurada aunque opulenta tierra, hace poco sujeta al poder del poderosísimo rey de España y emperador de los germanos, Carlos V, por extrema manera engañada del demonio, no pereciera miserablemente, con muy buen acuerdo dispuso, año de 1550, el Reverendísimo Padre que el padre fray Francisco de Victoria, de la provincia de Santiago, pasase allá con una porción selecta de franciscanos atravesando las irritadas olas del mar, en un buque cedido por los españoles, y erigiera allí una custodia con el título de San Juan Bautista, sujeta en un todo e inmediatamente al mismo General Ministro, y no a otro ministro provincial.31
El territorio que comprendía la nueva custodia de San Juan Bautista, como lo expone fray Esteban de Asensio, estaba conformado por
[…] todo el Nuevo Reino con los distritos de cinco gobernaciones comarcas es, a saber, la gobernación de Popayán, a la parte occidental, la gobernación de Cartagena y la de Santa Marta a la parte del norte, la gobernación de Venezuela y la de Margarita a la parte del mediodía. // La distancia de la Margarita hasta Popayán, los extremos de la Custodia, son trescientas leguas.32
El mismo padre Asencio, reconocido como uno de los cronistas coloniales de la historia franciscana, muestra que en los inicios de la Provincia:
En el subceso de su fundación hubo en ella seis custodios los cuales se elegían por votos de todos los frailes moradores de la Custodia que se podían juntar, guardándose en su elección lo demás que se tiene y guarda en la elección de los ministros de provinciales, eligiéndose asimismo difinidores en el mesmo capítulo, como ahora se hace en los capítulos provinciales.33
Fray Francisco de Victoria, según los cronistas franciscanos fray Esteban de Asencio y fray Pedro Simón, es el responsable del primer grupo de religiosos de la orden que llegó al Nuevo Reino, a pesar de que el religioso comisionado para esta empresa fue fray Francisco de Soto, quien no pudo tomar partida en esta. Según documentos de la Casa de Contratación mencionados por Mantilla, este primer grupo estuvo conformado por: fray Blas Moreno, fray Antonio de Paredes, fray Manuel Gama, fray Buenaventura de Orihuela, fray Gregorio de Cárdenas, fray Miguel de la Cruz, fray Gaspar de Mendaño, fray Buenaventura García, fray Pedro Jaca, fray Miguel de Castilforte, fray Pedro de la Iglesia y fray Francisco de Madrid; a esta lista habría que agregar el nombre de fray Jerónimo de San Miguel, quien sería el primer custodio elegido y primer organizador de la custodia, del cual se ignora si a su llegada al Nuevo Reino ya era custodio o había llegado a reemplazar al encargado de este cargo.
Fray Esteban de Asensio34, en su obra Historia memorial, brinda otra lista con los nombres de este primer grupo de misioneros franciscanos llegados al Nuevo Reino de Granada, entre los que se encontraban: Fray Joseph Maz, predicador de la provincia de los Ángeles; Fray Ricardo de Santamaría, francés; Fray Pedro de Avenillas, predicador; Fray Esteban de Asencio; Fray Gaspar Sarmiento; Fray Miguel de los Ángeles, confesor de la provincia de Cartagena; Fray Jerónimo de San Miguel y fray Antonio de Paredes.
Gregorio Arcila Robledo, por su parte, menciona que los religiosos que llegaron con fray Francisco de Vitoria para fundar custodia fueron: fray José Mas, fray Ricardo de Santamaría (francés), fray Pedro de Avenillas, fray Gaspar Sarmiento, fray Miguel de los Ángeles, fray Jerónimo de San Miguel y fray Antonio Paredes. Fray Pedro Simón afirma que también llegan fray Juan de Velmés y fray Esteban de Asencio35.
Por otra parte, José Manuel Groot afirma que la primera expedición franciscana al Nuevo Reino estuvo conformada por: el padre José Maz, fray Juan de Velmes, fray Ricardo de Santamaría, teólogo y jurista francés, fray Pedro de Avenillas, fray Esteban de Asencio, fray Gaspar Sarmiento, fray Miguel de los Ángeles, fray Jerónimo de San Miguel, Fray Antonio de Paredes y Fray Francisco Victoria, primer custodio36.
Mantilla asevera que no todos los frailes llegaron en el mismo barco:
En consecuencia, quienes llegaron al puerto de Santa Marta, debieron ser solamente dos y pasaron en la nao “La trinidad” del maestre Juan Canelas por cuyo flete y mantenimiento se pagaron en Sevilla 10.000 maravedís; los otros dos en cambio pasaron así: 6 en la nao “San Antón” del mestre Francisco Navarro y los otros cuatro en la nao “Santa María de Guadalupe” del maestre Francisco Ramírez.37
Llegados a Santafé y
[…] superando toda aquella serie de dificultades, para el mes de agosto de 1550 los frailes se encontraban ocupados en levantar sus lugares de residencia, que ciertamente eran bien pobres y desacomodados. De la fábrica material de las dos casas que tenía en febrero de 1533, se daba la siguiente descripción: “son de paja y muy peligrosas de fuego y se llueven todas […]” y la cerca de dichas casas es tal que las bestias se entran y nos dan gran desasosiego.38
El cabildo de Santafé, a la llegada de este primer grupo de franciscanos, resuelve y les concede licencia para fundar convento en dicha ciudad, el cual se instaura: “junto al camino que salía de ella para la de Tunja, cerca de donde ahora está fundada la iglesia y parroquia de Nuestra Señora de Las Nieves”39. Dicha concesión causa tensión entre los religiosos franciscanos y los dominicos, llegados también en ese año de 1550 a la capital del Nuevo Reino, con el deseo de instaurar un convento.
Acto seguido a la fundación del convento el padre Custodio fray Francisco de Victoria llama a congregación, eligiéndose como primer custodio al padre fray Jerónimo de San Miguel, quien es el que inicia la edificación del convento de Nuestra Señora de la Purificación:
Luego que se dio asiento a la fundación de este convento de Santafé y se asignaron los religiosos que habían de quedar en él, pasaron los demás a la ciudad de Tunja, donde comenzaron luego el mismo año de 1550 a fundar otro convento con título de Santa María Magdalena, en el sitio y lugar que hoy permanece, y con la buen ayuda que dieron los conquistadores y encomenderos con sus indios, se pudo disponer y acomodar la Iglesia de manera que a los primeros de febrero del año siguiente de 51 se pudo colocar el Santísimo Sacramento y poner lámpara con el aceite de la Merced que había hecho su Majestad para todos los conventos que se fueron fundando.40
La fundada Custodia de San Juan Bautista solo duraría 15 años, tiempo en el cual la conformarían los conventos de la Purificación en Santafé, Santa María Magdalena de Tunja, San Luís de Vélez y Nuestra Señora de Loreto de Cartagena. Los primeros años de la Custodia serían precarios, pues para 1553 en Santafé solo había un fraile, precisamente fray Jerónimo de San Miguel, quien desempeñaba el cargo de custodio y se encontraba en la cárcel por las desavenencias tenidas con los oidores, debido al maltrato que estos daban a los indígenas, lo cual motivó al dicho religioso a denunciar esta situación ante el Consejo de Indias, pues: “Los franciscanos se habían dado cuenta de la oposición que sufrían los indios, y desde el púlpito comenzaron a fustigar a los conquistadores por las injusticias que se cometían con los indios”41. Finalmente, el fraile San Miguel es conducido al destierro, como lo menciona el cronista fray Esteban de Asencio:
Este Custodio fue enviado a España violentamente, demandado de los primeros Oidores que hubo en la Audiencia real del Nuevo Reino que reside en la ciudad de Santafé, los cuales poco después, navegando para España, perecieron en la Costa de España, donde llaman “Arenas Gordes”.42
El trato recibido por el padre Jerónimo de San Miguel hizo que los frailes que habían llegado con él abandonaran también el Nuevo Reino en 1550. Tras esta situación, Fray Juan de San Filiberto, segundo custodio, expresa que “hasta el presente no habían tenido ningún clérigo ni fraile que les hubiera informado sus conciencias sino unos idiotas y frailes apóstatas porque en este Nuevo Reino no hay sacerdotes que entiendan una palabra de gramática”43.
Para julio de 1553 llega a Santafé el primer arzobispo de Santafé, el franciscano fray Juan de los Barrios, quien venía acompañado de cuatro religiosos de la orden: fray Francisco de Pedroche, futuro custodio, fray Bartolomé de Herrera, fray Esteban de Solís y fray Bartolomé de la Cruz. Ese mismo año el Capítulo General de la Orden reunido en el mes de mayo en Salamanca muestra su preocupación por los pocos frailes que tiene la custodia. No se sabe con precisión de una expedición liderada para este año, a pesar de la llegada de los siguientes frailes: fray Juan Bautista, fray Agustín de Santamaría, fray Bartolomé de Belalcázar y fray Hernando de Chávez. Es para febrero de 1561 cuando llegan nuevas expediciones francis-canas al Nuevo Reino, necesarias para el trabajo que estaba realizando la orden en las doctrinas, pues en un informe hecho por el arzobispo Barrios para ese año de 1561 declaraba que en la custodia solo había diez religiosos de la orden.
Respecto a la expedición mencionada anteriormente, el 19 de febrero de 1561 se anuncia desde España, a la Audiencia de Santafé, el viaje del religioso franciscano fray Luís Zapata de Cárdenas, arzobispo de Santafé años después, como Comisario de un grupo de 50 religiosos de la orden, destinados al Perú y al Nuevo Reino. Dicha expedición zarpa el 26 de marzo de 1561 del puerto de San Lúcar de Barrameda; a su llegada a Santa Marta, desembarcan seis religiosos para el Nuevo Reino, que iban a incorporarse a la custodia de San Juan Bautista. Los religiosos eran: fray Pedro Aguado, fray Esteban de Asencio, fray Jose Maz, fray Pedro Lucas y tal vez fray Antonio de Maqueda y fray Antonio Muñoz.
Un nuevo grupo de diez religiosos llegarían a la custodia en 1563, por pedido de la orden franciscana al Consejo de Indias en España; los nuevos frailes llegarían a las costas del Nuevo Reino en julio de 1564, emprendiendo el camino de Santafé el 28 de agosto de ese año. Para esta década no se registran más llegadas de religiosos al Nuevo Reino; incluso para 1567, cuando es erigida la custodia como provincia, no había en ella más de veinte frailes.
La labor de los primeros franciscanos en el territorio neogranadino se vio dificultada por la hostilidad que ejercían contra los religiosos algunas de las autoridades civiles del Nuevo Reino, debido al trato que se daba a los indígenas, y por percances económicos, pues el sostenimiento de conventos, frailes y doctrinas requería de una suma de dinero considerable; muchos autores dan a entender que no es muy claro el límite jurisdiccional de ambos actores, el religioso y el temporal, teniendo en cuenta que tanto el cabildo civil como el cabildo eclesiástico en Santafé no respetaban sus límites de arbitramiento en el Nuevo Reino.