Читать книгу Historias del hecho religioso en Colombia - Jorge Enrique Salcedo Martínez S J - Страница 15
LOS CONVENTOS FRANCISCANOS
ОглавлениеYa plenamente instalados en Santafé, el primer convento erigido por los padres franciscanos es el de Nuestra Señora de la Purificación en dicha ciudad, el cual primero se emplazó al sur de la ciudad, en la salida a Tunja, cerca de la parroquia de Las Nieves; poco después se desplazó el convento a unos solares donados por la señora Isabel Romero, devota de San Francisco:
En dichos solares se dio el Custodio fray Jerónimo de San Miguel con tanto empeño a la construcción, con la ayuda que para ella le dieron los indios, trayendo maderos, pajas y demás materiales, que en los primeros días de febrero de 1551 tenían ya la capilla acomodada y colocaban el santísimo sacramento. En esta modesta residencia estuvieron los frailes hasta el año de 1557, cuando se trasladaran a unas casas de Juan Muñoz de Collantes, las cuales habrían sido adquiridas por el obispo fray Juan de los Barrios y donados por el mismo a sus hermanos.61
El referido convento no se encontraba, a pesar del trabajo de muchos custodios y guardianes, en la mejor situación habitacional para los frailes, como se muestra en el siguiente documento:
Fray Esteban de Asencio, procurador del Orden de San Francisco de la provincia del Nuevo Reino de Granada, en nombre de los religiosos de la dicha Orden de la ciudad de Santafé, dice que en ella hay una casa que es la cabeza de toda aquella provincia y de donde salen los religiosos para ir a entender en la conversión y doctrina de los indios y tienen una iglesia muy pequeña y de ruin edificio la cual está para caer, y a esta causa tienen comenzada iglesia y por no tener con qué no la hacen por ser muy pocas las limosnas y así no se hace. Convendría, y es cosa muy necesaria, se haga la dicha iglesia mayor por acudir a ella tanta multitud de gente y ser la que hay tan pequeña y de ruin edificios que no cabe casi nada de gente y así por esto como por el ornato de la ciudad conviene se haga la dicha iglesia.62
Fray Francisco Gonzaga respecto a este convento de Santafé narra que: “Se hizo con limosnas de los particulares y también de las cajas reales el año de la Encarnación de 1550, en honor de la Purificación de Beatísima Virgen María, y después de 1566, lo bendijo el reverendísimo padre fray Juan de los Barrios, primer arzobispo de esta ciudad y de la orden franciscana”63. Moran en él 26 religiosos quienes están encargados de las siguientes casas doctrinales: Bosa, Suba y Funza; Chía; Cogua y Némesa; Fusagasugá y Zipacón; Nemocón; Pasca, Sopó; Usaquén; Zipaquirá. Además, “los sacerdotes que allí moran, desempeñan con los dichos indios el oficio de párrocos, con auto-ridad apostólica, y desempeñan solícitamente esta carga, cual vigilantísimos pastores”64.
Los vecinos de Santafé, frente al estado de precariedad del dicho convento franciscano en su ciudad, expresaban en 1574 que
[…] no está tan conveniente como conviene para la habitación y morada de los religiosos, porque tienen poca vivienda y pocas celdas, porque algunas fiestas solemnes que se juntan los religiosos de la comarca y otros huéspedes que vienen de otras partes, están dos y tres religiosos en una celda, por faltarles aposentos convenientes, y así tienen casa muy estrecha.65
Para 1550, pasan varios frailes a la ciudad de Tunja, en donde: “erigen canónicamente el segundo convento poniéndolo bajo el patrocinio de Santa María Magdalena”66, el cual era: “una casa pajiza y que se les llovía, con cercas muy débiles y descubiertas por donde se les entraban los animales…”67. Respecto a este convento, en la descripción que se hacía de Tunja, el 30 de mayo de 1610 se menciona que
[...] el convento de San Francisco se fundó en unas casas que le dio de limosna el adelantado don Gonzalo Jiménez de Quesada: la iglesia estaba ahora veinte años tan pequeña y maltratada, que obligó a los prelados a hacer otra nueva que se acabó hará ocho años, y luego comenzaron el convento arrimado a ella; pero va tan despacio que en muchos años no se acabará, por la pobreza de la tierra y haberle quitado a los frailes algunas doctrinas que se han dado a clérigos.68
Dicho convento en Tunja es el que menciona Asencio: “su avocación es Santa María Magdalena. Fue fundado año de cincuenta por frailes enviados de España a fundar la provincia. Está dentro de la ciudad. Tiene ordinariamente veinte y cuatro frailes; ha tenido ordinariamente diez doctrinas”69.
El tercer convento franciscano erigido en el Nuevo Reino se funda en el año de 1552 en la ciudad de Vélez, con advocación de San Luis. Esta casa sufre de un abandono temporal pues: “estuvo desierta y despoblada algunos días después de su fundación, por causa de irse los frailes de ella a España y otras partes, pero después se reformó70. Respecto al convento de Vélez, Asencio plantea que este era el tercer convento de la provincia: “Su vocación es San Luis. Fundose poco después del año de cincuenta. Está dentro de la ciudad; este pueblo es pobre. Tiene ordinariamente cinco frailes en doctrinas de indios”71.
En Cartagena, el padre fray Pedro de la Iglesia fundaría en 1555 un convento franciscano, con título de Nuestra Señora de Loreto, ubicado “al principio de la isleta viendo desde la ciudad al Este, que hoy llaman Getsemaní”72, en un solar donado por doña Beatriz de Cogollos; sin embargo, antes de esta fundación se registra la presencia de franciscanos en dicha ciudad, en carta que escribe el Deán Pérez Materano al Rey, el 30 de julio de 1554:
Por aquí pasó fray Antonio de Herrera, Custodio de la Provincia de Lima del Perú y halló en este pueblo de Cartagena a fray Cosme de Arteaga y a fray Juan Hermoso, de la orden de los franciscanos. // Estos dos frailes son los que yo he escrito a vuestra majestad que han permanecido en esta parte en la doctrina de los naturales de esta tierra, y hase hecho mucho fruto. Rogué mucho al dicho padre Custodio que me dejase los dichos dos padres para poblar un monasterio de la Orden de los franciscos en un pueblo de vuestra majestad que se llama Turbaco.73
Este convento para 1559 sería temporalmente abandonado debido al asalto del que fue objeto la ciudad de Cartagena, por parte de los piratas franceses Juan y Martín Cote, por lo cual los religiosos franciscanos deciden trasladarse a la villa de Tolú, hasta que por pedido de las autoridades de Cartagena retornan a reedificar el convento de esta ciudad. La situación de este convento, al igual que la del resto de conventos franciscanos en el Nuevo Reino, era precaria, debido a las pocas rentas que estos poseían:
En el navío de aviso que fue de esta costa de Tierra Firme esta año de 1583 escribimos los capellanes y siervos que vuestra majestad tiene en este convento de San Francisco de Cartagena, suplicando que fuese servido mandar librar vuestra real cédula para que por ella se nos haga en este convento un cuarto o dormitorio, donde los religiosos huéspedes que por orden de vuestro real Consejo a estas partes pasan a la predicación evangélica y conversión de los naturales sean hospedados y aposentados los días que aquí estuvieren porque se padece tanta necesidad y estrechura, que por no haber aún para los moradores, sirve de dormitorio la iglesia y los lugares donde los divinos oficios se celebran, para lo cual y para reparos de la pobre iglesia que tenemos, pedimos a vuestra majestad en merced y limosna, se nos dan los novenos de los diezmos de este obispado lo que han restado después del cumplimiento de vuestra real cédula librada para las obras de la santa iglesia catedral de este obispado.74
Respecto al convento de Cartagena, Asencio afirma que “está fundado fuera de la ciudad junto a unas casas y huertas llamadas Getsemaní. Es convento de veinte frailes, dos predicadores. Tiene cinco doctrinas de indios malibúes”75.
Mantilla señala que, a finales del siglo XVI, la provincia de los Doce Apóstoles del Perú mostró interés por el convento de Cartagena, para que este formara parte de su jurisdicción, pues
[...] el Comisario general del Perú, en vista de que aquel convento era el primero que encontraban los frailes cuando venían a Tierra Firme, y escala obligada de los que continuaban al Perú [...]. Para conseguir sus propósitos habían escogido el camino fácil de la delación, argumentando que en el convento de Loreto no se vivía con el buen ejemplo y la disciplina a que estaban obligados los frailes menores.76
Cabe observar que los conventos de Cartagena y Tolú eran parte de la “Custodia de Tierra Firme”, la cual, después del Capítulo General de la orden en Valladolid, en 1565, pasa a la provincia de Santafé. Este inconveniente con Lima es solucionado en 1587, cuando fray Esteban de Asensio, en el Capítulo General de la orden celebrado en Roma, regresa “con el decreto que había expedido el Capítulo mediante el cual ordenaba a la Provincia de los XII Apóstoles del Perú que restituyera a la del Nuevo Reino la posesión de su convento en Cartagena”77.
El quinto convento importante en la provincia es el de Trinidad de Muzo, fundado por fray Esteban de Asencio, cuando era comisario provincial en 1566: “Está fuera de la ciudad en buen sitio. Tiene cinco frailes moradores, dos doctrinas de indios musos”78.
El sexto convento es el de Nuestra Señora de La Palma, del cual Asencio dice: “Fundose en el tiempo del primero Provincial, año de sesenta y siete. Su vocación es de Nuestro Padre S. Francisco. Está dentro de la ciudad; tiene cinco frailes, un Predicador, dos doctrinas de indios colimas”79.
El séptimo convento es el de “Enserma” (sic) de la Gobernación de Popayán: “Fundole Fray Esteban de Asencio, con comisión del tercer Provincial, año de setenta y dos. Llámase Nuestra Señora de la Concepción. Tienen ordinariamente cinco frailes moradores un Predicador, dos doctrinas de indios. Está dentro de la ciudad”80.
El octavo convento mencionado por Asencio es el de Cartago, ciudad que pertenece a la Gobernación de Popayán: “Fundose en tiempo del quinto Provincial, año de sesenta y ocho. Su avocación es Nuestro Padre San Francisco, dentro de la ciudad. Tiene dos frailes moradores”81.
El noveno convento está en la ciudad de Espíritu Santo, provincia de La Grita: “Fundose por comisión de fray Francisco de Guzmán, Comisario de Indias y de Corte, año de setenta y nueve. Está dentro de la ciudad; tiene solo tres frailes moradores. Por la pobreza y necesidad de la tierra, dos doctrinas de indios. Es guardián fray Juan Manuel, de la Provincia Santa Fe de Santiago. Predicador, buen relijioso y acreditado en su profesión”82.
El décimo convento es el de Mompox, que es parte del obispado de Cartagena: “Fundolo, tomando el sitio y posesión para ello, dentro de la ciudad, y llamándolo San Antonio de Padua, el sexto Provincial fray Pedro de Azuaga, año de ochenta y dos. Tiene cinco frailes moradores, un Predicador, tres doctrinas de indios malibúes”83.
El undécimo convento es el de la ciudad de Ocaña, del obispado de Santa Marta; su primer guardián es fray Gaspar Rincones: “Fundose en tiempo de fray Francisco de Gaviria, séptimo provincial, año de ochenta y cuatro. Su avocación es de Nuestro Padre San Francisco. Tiene tres frailes moradores”84.
El duodécimo convento es el de Mariquita: “Fundose por comisión en tiempo de el séptimo Provincial Fray Francisco de Gaviria. Su vocación es de Nuestro Padre San Francisco. Tiene cinco frailes moradores, un Predicador, dos doctrinas de indios panches”85.