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ОглавлениеINTRODUCCIÓN
ANTECEDENTES GENERALES DEL ESTUDIO
La espiritualidad y la religión son dimensiones fundamentales de la experiencia humana. En la mayor parte de los países del mundo se observa que un alto porcentaje de sus habitantes sostienen que la religión es una parte importante de sus vidas. De hecho, en un estudio realizado por Gallup en 110 países en 2009, se observó que la proporción media de adultos que afirma la importancia de la religión es el 84%. Chile se encuentra por debajo de ese valor medio, pero aun así, un porcentaje muy mayoritario (70%) de nuestros adultos validan la relevancia de la religión en sus vidas.
La adolescencia y la juventud son un período donde parece especialmente apropiado estudiar la espiritualidad y las creencias religiosas, pues se trata de una etapa en que las personas están conformando activamente su visión acerca de sí mismos, de la sociedad y la cultura en que viven. Las preguntas por el sentido de la vida, así como las de carácter ideológico, en consecuencia, adquieren especial relevancia (King & Boyatzis, 2004). Pese a lo anterior, nuestro conocimiento acerca de cómo se conforman y evolucionan las creencias e ideas religiosas es todavía parcial, esto es particularmente cierto en Chile1. Esto motivó a un equipo interdisciplinario de teólogos y psicólogos sociales a indagar en torno a dichas creencias en un período sensible de los jóvenes: su transición desde el mundo escolar al de la educación superior. En Chile, como en otras sociedades, dicha transición conlleva un mayor grado de independencia de la familia de origen. Además confronta a los jóvenes con nuevos contextos sociales y académicos, que amplían su horizonte de ideas, y que, en muchos casos, lleva a una revisión de las convicciones que habían fundado en forma previa su identidad personal y social.
Nos interesó estudiar este proceso en la Universidad Católica de Chile, no solo porque los autores de este libro seamos académicos de esta universidad, sino porque en esta institución se verifican ciertas condiciones relevantes para llevar a cabo esta investigación. Por una parte, aun cuando es una institución asociada a la Iglesia Católica, ello no se refleja en una sobrerrepresentación sustantiva de jóvenes católicos en los estudiantes que recibe. Tal como lo revelan los datos que se presentan en el primer capítulo, la distribución de estudiantes de esta universidad, en términos de su identidad religiosa, no difiere de manera relevante de lo que se observa en los jóvenes chilenos como lo revelan las Encuestas Nacionales de la Juventud (2009, 2012). Más aun, cerca de un quinto de los estudiantes adhieren a posturas agnósticas o ateas al llegar a la universidad. Esto indica que se cuenta con una importante variabilidad en términos de identificación religiosa, lo que le otorga gran riqueza a este estudio. Por otra parte, el hecho de que sea una entidad religiosa, probablemente sí hace posible que se cuente con al menos una proporción de estudiantes que no solo se identifique con la religión dominante en nuestro país, sino que lo haga con un alto grado de compromiso (lo que sería menos probable en una institución laica). De esta manera, este estudio hace posible diferenciar a jóvenes que, definiéndose como católicos, muestran niveles muy variados de compromiso, desde una identificación meramente nominal a una altamente comprometida. Esta diferenciación correlacionó con muchos aspectos estudiados, tanto en la esfera religiosa como no religiosa, demostrando la importancia de establecer distingos al interior de quienes dicen profesar una determinada fe religiosa.
En definitiva, dado que el foco principal del estudio no está en conocer la distribución de las identidades religiosas, sino que el estudio de su evolución y correlato durante los estudios universitarios, estamos convencidos de que los resultados que se presentan en este libro son valiosos para un contexto mucho más amplio que el de una institución de educación superior asociada a una determinada religión.
Cualquiera sea la postura religiosa con la que un joven inicia sus estudios universitarios, sabemos que por la naturaleza de sus estudios, así como debido a la exposición a una amplia diversidad de visiones religiosas, ideológicas y sociales, enfrentará un conjunto de desafíos y tensiones, que lo llevarán a revisar sus convicciones; en ocasiones esto lo conducirá a un fortalecimiento de las mismas, y en otras a su debilitamiento o transformación. Este estudio intenta establecer el tipo de tendencias que emergen de estos contextos, mostrando que las identidades religiosas, así como otras identidades sociales, son dinámicas.
RELIGIÓN Y CONTEXTO CULTURAL
Las dinámicas que este estudio detecta no se deben solo a las tensiones psicosociales naturales que enfrentan los jóvenes en su transición desde el ambiente escolar y familiar al de la vida universitaria. Tales dinámicas son alimentadas también por transformaciones más amplias que ha experimentado o está experimentando nuestra sociedad en el plano cultural.
Los cambios culturales no se restringen a un sector o ámbito de la vida humana, sino que se extienden prácticamente a todos ellos. Esta amplitud de los cambios en muchos casos conduce a la experiencia de la crisis, tanto en el plano individual como colectivo. En efecto, los cambios se reconocen en el campo de la producción y el comercio, en los sistemas económicos, en las formas de generación y transmisión del conocimiento, en las comunicaciones, o en nuestro entorno natural, como lo expresa el mismo concepto de cambio climático (Crowley, 2000;Lambers, 2015). Es difícil imaginar hoy un ámbito de la vida humana –sea en sus dimensiones más personales como en las sociales– que no esté sujeta al cambio, a una revisión profunda de las ideas, de los símbolos y prácticas desde las que ellas están siendo comprendidas y experimentadas.
A la amplitud de los cambios habría también que añadir el nexo que es posible reconocer entre los diferentes ámbitos en donde estos cambios se producen. Los cambios en el sistema económico no solo afectan a las instituciones bancarias o a los grandes capitales, estos tienen un fuerte impacto en el empleo, en el futuro de las pensiones, en la implementación de las políticas públicas, etc. (Fallon & Lucas, 2002; Teimouri, 2015). Así también, el cambio climático no solo afecta la temperatura del agua o la ocurrencia de precipitaciones, sino diversos aspectos asociado a la vida y salud de las personas (Coutts & Hahn, 2015; Patz, Campbell-Lendrum, Holloway, & Foley, 2005). Como propone el Papa Francisco, al considerar la realidad no se debe desconocer el hecho de “que todo está íntimamente relacionado”, de tal modo que tiene plena justificación hablar, por ejemplo, de una “ecología integral” (Francisco, 2015).
Justamente por la amplitud y el nexo profundo de los cambios entre sí, estos muchas veces están asociados a experiencias de crisis, por cuanto exigen de las personas nuevas capacidades, habilidades y competencias que les permitan interactuar positiva y creativamente con el entorno. Esto porque dichos cambios ponen en cuestión las tradiciones recibidas, hacen preguntarse por las convicciones que están orientando la vida, los propósitos que perseguimos, la consistencia de nuestras identidades personales y sociales, las formas en que nos comunicamos y nos relacionamos con el medio. La crisis pareciera ser uno de los aspectos más distintivos de todos los grandes cambios en la historia de la humanidad. Siempre ha sido muy difícil determinar la magnitud y profundidad de las distintas crisis epocales y, por lo mismo, resulta inútil establecer comparaciones inequívocas entre ellas (Ricoeur, 1988). Aunque no se pueda afirmar que en la actualidad estemos viviendo la “mayor crisis” que ha experimentado la humanidad, ni “la más profunda”, ni la más “extendida”, podemos sostener que sí se trata de un tiempo nuevo que, enraizado en la misma historia, está transformando los modos de ser con otros en el mundo: de pensar, producir, crear, comunicarnos, relacionarnos, de amar y esperar.
La religión no constituye una realidad aislada de la cultura; representa una de las formas privilegiadas a través de las cuales los hombres y mujeres de nuestro tiempo buscan responder a sus preguntas más hondas de la existencia: por el origen de todo cuanto es, por el destino de la vida, por el sentido de la acción, por el fundamento de los valores éticos y morales, por el dolor, el sufrimiento y la muerte. En todos los tiempos las religiones han ofrecido respuestas a estos interrogantes de los seres humanos, a través de enseñanzas y doctrinas, de ritos y fiestas, de disposiciones morales que les ayudaran a configurar los diversos ámbitos de la vida según el querer de los dioses, de la divinidad, o de Dios.
En nuestros días estas preguntas siguen vigentes y todos los intentos por desconocerlas o por responderlas a la ligera se muestran inútiles. Sin embargo, quizás ellas ya no se presenten del mismo modo ni tampoco las religiones estén respondiéndolas adecuadamente. Desde hace décadas en Europa y más recientemente en muchos países de América Latina se han experimentado fuertes procesos de secularización, en los que justamente las personas se dejan de reconocer en relación con un referente religioso y trascendente, en que las instituciones religiosas dejan de ser las principales fuentes de cohesión social, de proveer el sentido de la vida, la normatividad de la acción (Valenzuela, Bargsted, & Somma, 2013; Valenzuela, 2006). En muchos casos se ha venido mostrando una fuerte tendencia a la individualización de la experiencia religiosa, en la que las personas pueden seguir sintiéndose unidas a un sentido religioso, espiritual o trascendente, pero ya no a través de una única mediación institucional o, simplemente, sin sentir la necesidad de recurrir a ninguna de ellas. Al mismo tiempo, la no creencia religiosa –sea en sus formas declaradamente agnósticas o ateas y, si se quiere, también aquellas denominadas “prácticas”, es decir, que a pesar de la autodenominación religiosa, se vive igual que un no creyente– constituye una realidad en la que se comprenden muchas personas, que comienza a ser compartida, que va creando también una cultura.
Así como los cambios en la política tienen efectos en la economía, los cambios en la economía afectan la educación, y la educación altera las posibilidades de desarrollo e integración. En esta realidad, “en la que está todo íntimamente relacionado”, es posible reconocer que la religión es un componente esencial, que interactúa con los demás factores que la conforman. Los cambios que se observan en el campo de la religión no se entienden sin sus trasfondos históricos, sin los procesos de globalización, sin los avances del conocimiento científico y tecnológico, sin las ideas, representaciones y símbolos que marcan esta época. Con todo, el campo religioso no es simplemente una copia religiosa de los demás sistemas de la sociedad. Este tiene su propio código, lógica, dinámica. Él se constituye por la comprensión de la cotidianidad de la existencia con relación al misterio, lo santo, lo divino. Desde esta experiencia de vivir la inmanencia en referencia a la trascendencia, la religión ha sido un factor decisivo en la comprensión que las personas y las sociedades tienen de sí mismas, en las formas en que las personas se relacionan entre sí y con su entorno natural, en las posibilidades de un desarrollo digno y justo para todos los pueblos.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL ESTUDIO
Con el propósito de ahondar en la comprensión de las tensiones y cambios que hoy experimentan los jóvenes universitarios en el campo religioso, desde el año 2004 un grupo de académicos de la Escuela de Psicología y de la Facultad de Teología iniciamos una investigación de esta intersección que se produce entre cultura y religión en los jóvenes de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC). Por el carácter dinámico del objeto de estudio, consideramos que la investigación debía desarrollarse longitudinalmente, indagando creencias, expectativas y percepciones de la esfera religiosa y de otros ámbitos asociados (como el de la sociedad y la política) en tres momentos claves de su vida universitaria: cuando ingresan a estudiar, cuando se encuentran en la mitad de sus estudios universitarios (en torno al tercer año) y hacia el final de los mismos (en torno al quinto año), cuando están próximos a enfrentar la transición vital hacia el mundo laboral profesional.
¿Por qué un estudio longitudinal?
Tal como hemos mencionado previamente, el momento en que los estudiantes ingresan a cursar estudios universitarios representa un hito muy relevante en el desarrollo y consolidación de sus ideas acerca del entorno social, así como de la autonomía con respecto a la familia de origen. En ese momento se vive una ampliación muy significativa del entorno social de referencia, con oportunidades inéditas de contacto con jóvenes que poseen experiencias, creencias y orígenes diferentes de los que han conocido la mayor parte de los estudiantes durante su vida escolar. Este cambio de contexto provee una oportunidad única para estudiar de manera sistemática la estabilidad y cambio de las creencias con que los estudiantes inician sus estudios universitarios. Por ello, la investigación comienza en una etapa inicial de los estudios universitarios, cuando la influencia social del nuevo entorno es aún incipiente; y continúa en etapas posteriores (tercer y quinto año), cuando se han consolidado nuevas relaciones sociales, se ha estado expuesto a múltiples fuentes de influencia (al menos en el ámbito académico y social), y se ha avanzado en el proceso decisional que caracteriza esta etapa de la vida.
¿Por qué estudiar las creencias religiosas en el contexto de otras dimensiones psicosociales?
Esta investigación tiene como foco principal la identidad y creencias religiosas, intentando establecer los dinamismos, estabilidad y cambios que estos aspectos de la experiencia creyente experimentan durante los estudios universitarios. Sin embargo, nos pareció fundamental que el estudio no desconociera otros ámbitos muy relevantes en el proceso de asumir un rol adulto en la sociedad. Por ello, se agregaron preguntas referidas a actitudes sociales que han sido ampliamente estudiadas por la psicología social (valores personales, actitudes hacia la igualdad y la autoridad, identificación con la nación, confianza en instituciones y actitudes hacia la democracia). También se indagó en la identidad política de los jóvenes, tanto en términos de su alineamiento ideológico, como en cuanto a su adhesión a partidos políticos.
Los temas abordados en el estudio
La investigación se basó en el empleo de un cuestionario que cubrió diez tópicos2: 1) intereses y uso del tiempo libre, donde preguntamos por el consumo de medios, por la confiabilidad de los medios, por las actividades en que participan mayormente, por ámbitos vitales que son reconocidos como problemáticos y por las personas con quienes los jóvenes conversan sus temas; 2) actitudes sociales y políticas, donde se incluyeron preguntas sobre adhesión a la democracia, confiabilidad de instituciones, dominancia social, patriotismo y orientaciones políticas; 3) creencias y sentido, donde se preguntó por los principios orientadores en la vida de los jóvenes, por las fuentes de sentido, por sus creencias religiosas, por la increencia religiosa de quienes se declararon agnósticos o ateos, por las eventuales crisis en los sistemas de creencia; 4) identidad religiosa, donde se indagó acerca de la autoidentificación religiosa de los jóvenes, de su percepción respecto de la fortaleza o debilidad de estas, de los ámbitos de la vida en donde reconocían que aquellas podían influir, y acerca de la posibilidad de que se hubiesen planteado alguna consagración de tipo religiosa; 5) prácticas religiosas, donde se quiso conocer cuáles eran las prácticas religiosas más recurrentes entre los jóvenes y por el sentido que ellos mismos les atribuían; 6) antecedentes de las creencias, donde se profundizó en la socialización religiosa de los jóvenes, preguntando tanto por los referentes de su propia socialización, como por la importancia que ellos le asignaban a la privacidad o publicidad de sus creencias e identidades; 7) actitudes hacia grupos religiosos y no religiosos, donde quisimos conocer cuáles eran las actitudes y sentimientos que los jóvenes declaraban hacia grupos religiosos y no religiosos distintos al propio grupo de pertenencia, y cómo podrían variar o no esas actitudes según el conocimiento y cercanía que se tuviera de ellos; 8) formación universitaria, donde se preguntó por los motivos de los estudiantes para elegir su carrera y para ingresar a la UC, por la valoración de que en sus mallas se contemplaran cursos teológicos; 9) autoconcepto, donde se quiso conocer la percepción que los estudiantes tienen de sí mismos, de su satisfacción vital, de sus aptitudes para enfrentar y resolver los desafíos que enfrentan; y 10) antecedentes generales, donde se recabó información acerca de la familia de los estudiantes, que luego ayudara a una mejor identificación de sus diversos contextos socioeconómicos, culturales y religiosos.
Como se puede apreciar, la temática “jóvenes y cultura” ofrece un marco significativo para este estudio, pero, como se ha explicado más arriba, hemos querido focalizar nuestra atención muy particularmente en la dimensión religiosa y espiritual que se muestra al interior de esa temática más general. El instrumento de medición nos ha entregado una gran cantidad de información. Por la misma riqueza y complejidad de los datos recogidos, hemos querido presentar nuestros resultados en dos libros distintos y complementarios. En el primero de ellos, que ahora presentamos, se trabajará en tres elementos nucleares de la religiosidad: las identidades, las creencias y las prácticas religiosas. Dejaremos para un segundo volumen los elementos más contextuales y sociales de la religiosidad: los distintos contextos culturales de los jóvenes, sus procesos de socialización religiosa, y la interacción y contacto entre grupos religiosos. Aunque estos dos textos se requieran mutuamente, cada uno de ellos tiene un núcleo específico que lo hace también tener un valor en sí mismo. Por lo demás, como se explicará a continuación, la metodología de análisis impide una consideración de estos temas aisladamente. Nuestros resultados no serán solo descriptivos, sino que tanto en el primero como en el segundo texto se realizarán análisis que considerarán también variables de carácter general, algunas de ellas contenidas en otras partes del instrumento de medición y, otras, en la literatura que ha trabajado con los temas en cuestión.
La muestra del estudio
Este libro reporta los datos recogidos en una muestra de estudiantes que ingresaron a la Pontificia Universidad Católica de Chile en 2007 y 2008. Al momento de ser invitados a participar voluntariamente en el estudio, los estudiantes fueron informados acerca de los propósitos del mismo, y de su naturaleza longitudinal, que implicaría tres mediciones. La Figura 1 resume la forma en que el estudio se llevó a cabo (incluyendo el número de estudiantes de quienes se cuenta con información completa de las tres mediciones). A continuación se presentan algunos antecedentes metodológicos que ayudan a comprender el foco del estudio y su naturaleza longitudinal3.
Figura 1. Diagrama de la implementación del estudio longitudinal en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
La muestra total en que se basa este libro corresponde al conjunto de estudiantes que participaron en las tres mediciones recién mencionadas (N=876). La edad promedio de la muestra al comienzo del estudio era de 18,5 años. La mayor parte de los participantes fueron mujeres (64%). En términos de su distribución por áreas de estudio, el 11% ingresó a una carrera del área de las ciencias básicas, el 39% al área de tecnologías, el 19% al área de las ciencias sociales, el 25% a las humanidades y el 6% a las artes.
En términos del tipo de establecimientos en que llevaron a cabo sus estudios secundarios, el 14% lo hizo en un establecimiento de dependencia municipal, el 29% en un colegio particular subvencionado y el 54% en un colegio particular pagado. Esta distribución se relaciona con la composición socioeconómica de la muestra, donde el 17% provenía del nivel socioeconómico bajo, 34% del medio y 46% del alto.
Finalmente, en cuanto al contexto religioso de la familia de origen, el 82% de las madres y el 67% de los padres de los estudiantes que participaron en el estudio son identificados por sus hijos como creyentes adherentes, es decir, profesan una religión institucionalizada; el 11% de las madres y el 14% de los padres son creyentes no adherentes, es decir, no participan en religiones institucionalizadas; y, finalmente, el 3% de las madres y el 11% de los padres corresponden a agnósticos y ateos.
ORGANIZACIÓN DEL LIBRO
Este primer volumen, centrado en el análisis de las identidades y creencias religiosas, está organizado en cuatro capítulos. El primero aborda las identidades religiosas de los participantes, mostrando cómo se distribuyen y cambian durante la formación universitaria. El segundo analiza las principales creencias religiosas, incluyendo el sentido de la vida, la imagen de Dios, el sentido que se le atribuyen a tales creencias y la relación entre ciencia y religión. El tercer capítulo aborda la dimensión práctica de la religión, mientras que el cuarto capítulo analiza la estabilidad y cambio de las creencias religiosas y su relación con experiencias de crisis. En todos los capítulos se presenta inicialmente un panorama general del tema, o foco del capítulo, para mostrar seguidamente el grado en que dichos temas difieren según antecedentes relevantes de los participantes: su identidad religiosa, sexo, condición socioeconómica y religiosidad de sus padres.
1En contraste con el menor conocimiento acumulado acerca de la evolución de las creencias religiosas, las ciencias sociales han acumulado importante evidencia acerca de otro tipo de creencias en la esfera social y política. La investigación ha revelado que varias de estas creencias experimentan cambios, especialmente en el período de tránsito entre la juventud y la adultez (Sears & Brown, 2013).
2Este primer volumen se basa principalmente en los temas de carácter religioso (del 3 al 5). La conexión entre la experiencia religiosa y el contexto social, incluyendo los procesos de socialización, serán abordados en un segundo volumen.
3En consideración de la pérdida de casos producto de la maduración de la muestra, se realizaron pruebas de proporciones para evaluar la equivalencia entre la muestra completa del tiempo 1 y la sub muestra con respuestas en los tres tiempos. Los resultados arrojan variaciones marginales en las distribuciones de las variables independientes principales producto de la atrición muestral.
En este caso variaciones marginales corresponden a cambios entre 1 y 2 puntos porcentuales, dada la caída del N estas variaciones son esperables y aunque son significativas no inciden exageradamente en los resultados. Con todo, al no realizarse pruebas de estadistica inferencial dentro del texto, los posibles efectos son más bien despreciables (en términos estadísticos).