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1.3. ¿Por qué la productividad? La productividad no es opcional

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Este apartado pretende hacer ver la importancia que tendrá la productividad después de la crisis iniciada en 2007. De esta manera, dándole valor a este aspecto será más fácil que cobre protagonismo y que los técnicos se impliquen con él.

¿Por qué la productividad?

Porque sí, parece que la productividad aporta beneficios. Es una evidencia, ser productivo es bueno, ¿no?

Pero también hay otras cosas que aportan beneficios, por ejemplo, aumentar las ventas. Hasta el momento, vender más ha sido una estrategia dominante. Era lo fácil, crecer en producción, no en productividad. Aumentar el número de productos y la cantidad producida de cada uno de los productos, había dinero en circulación para que los consumidores comprasen más y más. Había que adjudicarse, como fuera, una parte de ese pastel.

Hoy, en 2012, se sigue intentando salir de la crisis vendiendo más por parte de las empresas o incentivando el consumo desde los estados, pero no se sale de la crisis. Vender más es importante, claro que lo es, pero ya no sirve como estrategia única.

Las ventas y el consumo global se seguirán restringiendo. ¿Por qué?



Cita de Peter Druker acerca de los efectos del trabajo de Taylor

«Poco después de que Taylor empezara a aplicar el conocimiento al trabajo, la productividad empezó a aumentar a un ritmo del 3,5 al 4 por cien anual –lo cual significa doblar la producción cada dieciocho años aproximadamente-. Desde que Taylor empezó, la productividad se ha multiplicado por cincuenta en todos los países desarrollados … Gran parte de este aumento –tal como predijo Taylor- ha sido captado por los trabajadores, es decir, por el proletariado de Karl Marx.»

Según Peter Drucker esto sacó a los obreros industriales de la pobreza para poder crear una clase media. El problema fue que ante el aumento de productividad que cita Peter Drucker y que se debe a Taylor, sucedió un aumento de la capacidad de producción sin precedentes, tanto que no se sabía qué hacer con lo que se fabricaba. Para solventar este problema se inventó el consumismo, la necesidad de comprar, las modas, la obsolescencia por meras cuestiones estéticas. Se fomenta el comprar por comprar, el comprar y tirar.

Este invento ha ido mermando las materias primas del planeta, siendo cada vez más escasas y, por tanto, más caras. Si bien la manufactura se ha abaratado debido a la productividad, los materiales y la energía no paran de subir y finalmente los productos terminados al consumidor.

Pero claro, para poder dar soporte a ese consumismo era necesario el medio de intercambio: la moneda. Entonces se recurrió, para beneficio de pocos y perjuicio de muchos, a la eliminación del patrón oro, en definitiva a la eliminación del soporte del dinero sobre ningún bien tangible. De esta manera se podría emitir dinero a partir de la nada: desde una impresora o transacción electrónica, se podría emitir tanto dinero como el consumismo pidiera y como a los mercaderes de dinero interesase.

Pero esta emisión de dinero no era ni mucho menos gratuita, la emisión de dinero se hacía a partir de deuda y la deuda se tiene que devolver con intereses. Así que se emitió mucho dinero para poder consumir y cuanto más dinero se emitía más dinero se debía, con sus intereses.

Los intermediarios de capital son los bancos y el esquema de la circulación del dinero es parecido al de la Figura 1.1.


Figura 1.1

Según esta figura, cuanto más dinero hay en circulación, más pobres somos ya que más debemos; no obstante, puesto que nos separa el tiempo que hay para devolverlo, se da la paradoja de que más ricos nos sentimos. Es una sensación peligrosamente engañosa. Según el sistema monetario actual, cuanto más dinero haya en circulación más se debe y, en el largo plazo, a valor actualizado neto y en conjunto, más pobre es todo el sistema.

Otra observación con respecto a esta figura: si hay que devolver más de lo que se presta y si el dinero que hay en circulación es exclusivamente el que se emite a través del préstamo, ¿cómo vamos a pagar la parte de los intereses? Difícilmente, se debe más dinero del que hay en circulación. Pero el sistema monetario tiene una solución para esto: emitir más deuda. De esta manera habrá más dinero en circulación y se podrá pagar la parte de intereses. Pero esto supondrá más intereses, que se volverán a resolver con más emisión de deuda. Y así sucesivamente acumulando estos efectos de manera exponencial.


Figura 1.2

Pero esta fórmula matemática aparentemente mágica tiene un problema: la inflación. Sin embargo, el sistema también tiene solución para eso: explotar más el planeta para que haya más bienes y servicios en circulación que compensen a la cantidad de dinero que se emite.

Aunque aparece otro problema, y es que frente a la curva exponencial que genera el sistema monetario y la cantidad de dinero en circulación, nos encontramos un planeta de dimensiones finitas y que no entiende de curvas exponenciales. La curva de deuda y de dinero en circulación sigue aumentando mientras la capacidad del planeta para suministrar materias primas decrece.

En ese momento, se manifiesta la distorsión entre el modelo matemático y la realidad del planeta. Ese momento es el verano de 2007, en el que el petróleo alcanza un máximo histórico (porque los pozos no dan tanto fluido como reclama el sistema monetario) y se decide, para contrarrestar la inflación, subir los tipos de interés, es decir, restringir el crédito, se corta el flujo de dinero y no se pueden devolver las deudas (pues los vencimientos de pago son mayores que el aporte de liquidez): comienza la crisis. Como ejemplo de la distorsión, en España, desde marzo de 2011, no se puede circular a más de 110 Km/h, según nuestro gobierno, para ahorrar energía. La escasez de materias primas ha chocado con la productividad, ahora tardamos mucho más en hacer una determinada distancia.

Entonces, de lo explicado anteriormente se deduce que se ha restringido el crédito a causa del inicio del agotamiento de las materias primas.

Si se restringe el crédito se restringe el dinero en circulación.

Y si se reduce el dinero en circulación, no se puede comprar por comprar, comprar y tirar. El consumo cae.

¿Por qué se ha restringido el crédito?

Porque el sistema monetario se ha dado cuenta de que la curva exponencial de puesta en circulación de dinero va mucho más rápido que lo que ya podrá dar el planeta, con lo cual, si hubieran seguido prestando ¿qué se hubiera generado?

Inflación

Y a los acreedores no les interesa la inflación. Prefieren la deflación. Es decir, cobrar dinero con intereses por un dinero cada vez más escaso y, por tanto, más valioso, con el que podrán adquirir más y más cosas por menos y menos dinero: Inmuebles y empresas cotizadas y no cotizadas a precio de saldo.

Entonces no hay más dinero en circulación porque no pueden emitirlo y porque no quieren:

Con bienes de consumo más caros por la falta de materias primas (cereales, combustibles, etc) y con menos dinero en circulación, ¿quién va a comprar?

El consumidor no comprará porque no puede. Tengamos en cuenta que cerca del 70 % de los volúmenes de producción y, por tanto, de consumo han estado destinados a cosas totalmente prescindibles y dependen de los excedentes que tengamos después de haber adquirido «lo necesario».

El consumo ya no es la solución y se intenta que siga siéndolo. Ya podemos ver los malos datos de crecimiento de toda Europa, incluida Alemania, y cómo los políticos se lamentan porque el consumo no toma fuerza. Pues no la va a tomar en mucho tiempo. E intentarlo solo devolverá movimientos erráticos con aparentes crecimientos de la economía que retrocederán cuando los precios de los combustibles vuelvan a subir para frenar otra vez el consumo. Se trata de una lucha a contracorriente.

La productividad ya no es opcional

Y en este escenario de sobrecapacidad y baja demanda, ¿qué se puede hacer?

 Aguantar

 Reinventarse

 Diseñar nuevos productos

 Y ser más productivos

Necesitamos ser más productivos porque escasea el capital y las materias primas. Estamos obligados a hacer más con menos o a hacer menos con mucho menos.

Hay que ser más productivos en todos los factores que puede controlar la empresa o las administraciones:

 Mano de obra.

 Energía.

 Aprovechamiento de los materiales.

 Aprovechamiento del espacio.

 Y aprovechamiento de los bienes de equipo.

La productividad ya no puede ser algo colateral, ahora ha pasado a ser un pilar estratégico. Ser productivos, aprovechar bien los recursos o desaparecer. En este escenario de contracción, la solución es hacer las cosas más baratas para que vendiendo menos, mucho menos, se puedan mantener los márgenes y los beneficios. Y esto nos llevará después a vender mucho más, a perdurar sobre los competidores y a absorber sus cuotas de mercado y a exportar.

Saldrán adelante aquellos que se centren en la optimización y reciclaje de todos los recursos correspondientes a sus inputs. Y después de sobrevivir, las ventas y la cuota de mercado vendrán de manera automática.

En cuanto a la nación, las administraciones, se aporta un extracto del libro Ser competitivo, de Michael Porter, concretamente del capítulo «La ventaja competitiva de las naciones». Michael Porter, después de estudiar durante 4 años en las diez naciones más competitivas y con mayor calidad de vida del mundo concluyó lo siguiente:



«La prosperidad nacional se crea, no se hereda. No surge de los dones naturales de un país, de su mano de obra, de sus tipos de interés o del valor de su moneda como afirma la economía clásica.

La competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar. Las empresas logran ventaja frente a los mejores competidores del mundo a causa de las presiones y los retos. Se benefician de tener fuertes rivales nacionales, proveedores dinámicos radicados en el país y clientes nacionales exigentes.»

«El único concepto significativo de la competitividad a nivel nacional es la PRODUCTIVIDAD. El objeto principal de una nación es conseguir un alto y creciente nivel de vida para sus ciudadanos. La actitud para hacerlo depende de la productividad con que se empleen la mano de obra y el capital. La productividad es el valor de la producción por unidad de mano de obra o de capital. La productividad depende tanto de la calidad y las características de los productos (las cuales determinan los precios que pueden alcanzar) como de la eficiencia con la que son producidos. La productividad es el determinante fundamental del nivel de vida de una nación a largo plazo; es la causa fundamental de la renta per cápita nacional. La productividad de los recursos determina los salarios de los trabajadores; la productividad con que se emplea el capital determina el rendimiento que obtienen los propietarios.

El nivel de vida de una nación depende de la capacidad de sus empresas para lograr altos niveles de productividad y aumentar esta a lo largo del tiempo. El crecimiento continuo de la productividad requiere que la economía se mejore a sí misma continuamente. Las empresas de una nación deben mejorar sin descanso la productividad de los sectores existentes elevando la calidad de los productos, añadiéndoles cualidades deseables, mejorando la tecnología de los productos o aumentando la eficacia de la producción. Deben desarrollar las capacidades necesarias para competir en sectores industriales cada vez más complicados, donde la productividad es generalmente alta. Finalmente, han de desarrollar la capacidad para competir en sectores avanzados, enteramente nuevos.»

Y si es tan importante la productividad: ¿Por qué está tan abandonada por las empresas y las administraciones? En mi opinión, por una falta de conciencia acerca de dicha importancia. ¿Por qué no se forma correctamente en este campo?

Pero hay una buena noticia: un gran potencial de mejora.

Despilfarro cero

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