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Introducción

EL DESAFÍO SOCIAL DEL S. XXI

Francisco Gallego

Doctor en economía (MIT), investigador y académico de la PUC

Escribo esta introducción desde mis conocimientos como economista académico que estudia temas de desarrollo económico. También lo hago desde un interés personal por la Doctrina Social de la Iglesia y por el modo como se aplica este tema en nuestro movimiento de Schoenstatt. Este enfoque enmarca y probablemente limita mi análisis a los temas que domino más.2

En este contexto partamos indicando cómo eran las condiciones de vida de las personas que vivían en Alemania en los tiempos en que escribía el Padre Kentenich. Para ello tomaré tres medidas simples: el ingreso por persona (en dólares comparables entre países y en el tiempo de 2011), la esperanza de vida al nacer y el porcentaje de niñas y niños que asisten a la escuela primaria. Estas tres dimensiones permiten grosso modo entender aspectos importantes de la calidad de vida de las personas. El PIB per-cápita en dólares de 2011 era de US$ 4.624 (o sea cerca de la mitad de esa misma variable en la misma época para Estados Unidos, dos tercios del valor para Gran Bretaña y el 80% del de Francia), la esperanza de la vida al nacer era de cerca de 55 años (algo menor que los valores de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña) y el porcentaje de niñas y niños que asistía a la escuela era de algo menos que 75% (algo menor que los valores para Francia y Gran Bretaña, pero mucho menor que el 93% de Estados Unidos). En ese momento las personas trabajaban en promedio algo más de 50 horas a la semana y muchas veces en condiciones muy malas.

Es importante poner en contexto lo que el Padre Kentenich escribió, y por qué lo hizo. Los valores de PIB y esperanza de vida de Alemania en 1930 son comparables a los de Costa de Marfil hoy y la asistencia a la escuela primaria a los de Chad. O sea, para estándares contemporáneos la vida en Alemania era comparable a la de un país africano promedio del s. XXI. Esto se compara con la realidad de hoy en Alemania. Un ingreso per-cápita de US$ 46.841 por persona (un 37% mayor que el de Francia, casi igual que el Gran Bretaña y cerca de 10% menor que el Estados Unidos). Su esperanza de vida es de algo más de 81 años (casi igual que la de Gran Bretaña, algo menor que la de Francia y mayor que la de Estados Unidos). Hoy la persona promedio que vive en Alemania trabaja menos de 40 horas a la semana.

También vale la pena considerar que el mundo ha crecido entre 1930 y hoy, con un ingreso por persona que es más de 5 veces que el de 1930. Esto ha llevado a bajar las tasas de pobreza en el mundo. En 1930 cerca del 70% de las personas vivían en condiciones de pobreza extrema (con menos de US$ 1 por persona al día), mientras que hoy ese número es menor que 20%. Ciertamente, este progreso esconde tanto continentes casi completos que no han podido ofrecer condiciones mínimas de vida para las personas, como países o sectores de la sociedad que aún viven en condiciones muy básicas. Por otro lado, como muestra recientemente protestas en diferentes lugares del mundo, la desigualdad de ingresos no parece estar disminuyendo y más bien parece estar volviendo a los niveles de comienzos del s. XX, aunque cabe enfatizar que es muy diferente tener la misma desigualdad con una pobreza del 70% que con los niveles actuales. Así mismo, las mejoras económicas han ido asociadas a aumentos de la contaminación y las emisiones de diversos contaminantes que han puesto en riesgo el futuro de nuestro planeta. Por ejemplo, el mundo hoy emite más 36 millones de toneladas de CO2, mientras que en 1930 emitía algo menos de 4 toneladas. En Laudato Si, el papa Francisco ha resaltado este punto y ha argumentado que esto corresponde no a una mera crisis ambiental, si no que, a una crisis más amplia, antropológica y social, que tiene que ver con una mirada más amplia de la persona humana y cómo se relaciona con su entorno y con otras personas.3

¿Qué podemos aprender en este contexto y considerando la historia siguiente de lo que escribió el Padre Kentenich en 1930? Me centraré en cuatro aspectos que probablemente reflejan temas donde fue muy señero y sus ideas sirvieron tanto para “predecir” cosas que han ido pasado en el mundo, como también aspectos que pueden ayudar en las soluciones a problemas claves que enfrenta el mundo hoy.

1. EL ROL DE LA FAMILIA, UNA EDUCACIÓN INTEGRAL Y LOS VÍNCULOS PERSONALES

El Padre Kentenich enfatiza este punto en muchos lugares del libro. Repetitivamente enfatiza el rol del contexto familiar en la educación de las niñas y niños. Menciona el rol de la educación. Le preocupa las condiciones de vida de esos hogares y cómo ello alimenta sus creencias y valores. Le preocupa a su vez cómo las comunidades, incluidas la misma Iglesia y el movimiento de Schoenstatt, pueden replicar las condiciones de una familia acogedora.

Esta intuición está muy presente en las investigaciones de las ciencias sociales. Por ejemplo, el Premio Nobel de Economía James Heckman, ha dicho “The common feature of successful interventions across all stages of the life cycle through adulthood is that they promote attachment and provide a secure base for exploration and learning for the child. Successful interventions emulate the mentoring environments offered by successful families”. O sea, esta línea de investigación basada en evidencia científica rigurosa, argumenta que en diferentes ambientes es clave tener relaciones que impliquen vínculos personales fuertes en que permitan potenciar a las niñas y niños y a jóvenes para que crezcan y se desarrollen. Es clave en esta línea la cercanía y el conocimiento de estudiantes que enfatiza tanto el Padre Kentenich en este libro.4 Pero también Heckman enfatiza que eso se extiende a otras dimensiones diferentes de la vida social. Por ejemplo, al modo cómo una persona adulta puede aprender y ser capacitada. De hecho, el Padre Kentenich habría estado muy preocupado por la tendencia que se observa en las sociedades modernas a tener personas que viven en hogares uni-personales.5

Más aún, cuando hablamos de desarrollo, la literatura moderna enfatiza el rol de las habilidades integrales que incluyen aspectos tales como la empatía, las habilidades intra-personales y sociales y no sólo el rol de los conocimientos básicos. ¡Qué más cercano al modelo que menciona cada vez que puede la idea de una educación integral y de la auto-educación! Este punto aparece en una buena parte de los capítulos del libro.

En suma, la idea de la cercanía, el rol de la familia, la educación y los vínculos personales parecen ser claves en diferentes dimensiones. Potenciar estilos de vida y relaciones familiares parece ser un elemento crucial en la solución de diferentes temas sociales relevantes que enfrentaba el mundo de 1930 y se siguen enfrentando hoy.

2. SISTEMAS ECONÓMICOS Y DESARROLLO

Si dos personas eligiesen aleatoriamente diferentes capítulos del libro y lo leyesen podría darse el caso que una de ellas diga: “el Padre Kentenich tenía posturas bien de izquierda”, al mismo tiempo que la otra persona perfectamente podría decir “el Padre Kentenich tiene posturas bien contrarias a la izquierda”. En otras palabras, la visión del Padre Kentenich, tal como la Doctrina Social de la Iglesia, está basada en principios y observaciones de la realidad que identifican aspectos importantes que se aplican a la situación del mundo que vivía y también al futuro y que, por ello, superan divisiones simples e ideológicas de la vida social. En esta línea cabe mencionar la claridad con que el Padre Kentenich identifica tanto los riesgos del socialismo que se discutía en Alemania de 1930, como la realidad de pensar en un capitalismo de laissez faire. Respecto de esto último, el Padre Kentenich también identifica claramente que el apoyo popular al socialismo surge de los problemas que se observaban en el sistema que se veía en Alemania en esa época. Vuelvo a enfatizar aquí mi punto del comienzo de este artículo: las condiciones de vida materiales de una persona promedio de Alemania de esa época eran probablemente muy cercanas a las de un país africano de hoy.

Frente a esto el Padre Kentenich plantea una crítica al socialismo por su mecanicismo, las consecuencias que tendrá la ausencia de propiedad privada y además la idea de que exista algún sistema que pueda construir un estado utópico terrenal de perfección. En esto último es interesante como el Padre Kentenich reconoce que los humanos tenemos pecado original y, frente a ello, los esquemas sociales deben reconocer que, como diríamos los economistas, las personas tienden a responder a incentivos. Así el Padre Kentenich no estaría sorprendido de observar cómo parte del fracaso del comunismo en el mundo se debe a justamente a que (i) estos sistemas no proveían incentivos para que esos países se desarrollaran y (ii) a que la burocracia de estos regímenes no se comportó como “ángeles” que sólo buscaban el bienestar del pueblo.

¿Significa esto que entonces la historia se acabó y el capitalismo triunfó? A estas alturas es bastante claro que no es así. Justamente, como habría anticipado el Padre Kentenich, parece ser que no obstante el progreso observado, hay ciertos aspectos que no dejan a las personas contentas. Algunos de ellos tienen que ver con cuestiones materiales (como la desigualdad) y otros con aspectos más subjetivos relativos a la realización humana (como la realización en el trabajo). En esta línea el Padre Kentenich, como la Doctrina Social de la Iglesia, es escéptico de pensar de nuevo en un sistema perfecto.

Cuánta similitud tiene esta intuición con los resultados de la investigación moderna que identifica que el desarrollo se produce en mayor medida en sociedades donde existen instituciones sociales, o sea lo que el premio Nobel de Economía Douglas North llama “las restricciones ideadas por las personas que afectan las interacciones políticas, económicas y sociales”. Los famosos autores Daron Acemoglu y James Robinson, basados en investigación científica rigurosa, argumentan que existen instituciones inclusivas que promueven el desarrollo y que incluyen “… restricciones al ejecutivo, un sistema judicial potente, la existencia de derechos de propiedad e instituciones que dan acceso igualitario a la educación y que garantizan los derechos civiles…”. Lo contrario de las instituciones inclusivas son las llamadas instituciones extractivas. Lo importante de esta literatura es que documenta empíricamente que las políticas específicas se derivan de estas instituciones de un modo fundamental. Justamente diversos aspectos negativos de lo que el Padre Kentenich llama industrialización son contenidos por este tipo de arreglos institucionales, donde no sólo se protege a la propiedad privada, sino que además se promueven las oportunidades y el desarrollo de las personas y además trata de construir organizaciones sociales que equilibren el poder efectivo de empresas y trabajadores.

En este sentido cuán iluminador es el desarrollo de Alemania Occidental después de los horrores que creó en la Segunda Guerra Mundial. El modelo de economía social de mercado, cuya implementación fue liderada por Konrad Adenauer y Ludwig Erhard, justamente implementó en la práctica un sistema que reconocía tanto el poder de la propiedad privada y el funcionamiento del mercado, como la necesidad de una intervención estatal intensa pero eficiente en áreas donde se requerían correcciones. El desarrollo de Alemania que mencionábamos al comienzo es probablemente una consecuencia de este arreglo institucional.6 Lo que contrasta más aún con la experiencia de Alemania Oriental. Más aún, una de las grandes paradojas que existen en la actualidad es por qué después de tres décadas de la unificación todavía las regiones de la ex RDA mantienen niveles de desarrollo mucho menores a la del resto del país. El Padre Kentenich no habría estado sorprendido porque, como de hecho documentan diferentes investigaciones, los valores y comportamientos de las personas de la ex-RDA cambiaron de modo fuerte luego de décadas de una dictadura comunista (cosa que además se transfiere entre generaciones a través de la educación familiar y convivencia con otras personas). Esto no ha cambiado con la reunificación y es parte del desafío que enfrenta Alemania.

3. LAS CONDICIONES MATERIALES Y EL DESARROLLO PERSONAL

Un tema que llama mucho la atención de los planteamientos del Padre Kentenich en diferentes capítulos se relaciona con lo que el Padre Kentenich dice es el objetivo final de las acciones de la educación, que se relaciona con la redención, la felicidad y el desarrollo orgánico de las personas. En esto el Padre Kentenich está muy anticipado a desarrollos posteriores que ponen el foco en las condiciones de vida amplias de las personas (como la construcción del índice de desarrollo humano, las medidas de pobreza multidimensional, y medidas de bienestar subjetivo). Todas ellas consideran una mirada amplia al desarrollo de las personas.

Sin embargo, llama fuertemente la atención como el Padre Kentenich (junto con la Doctrina Social de la Iglesia desarrollada en esa época y sobre todo posteriormente) también enfatiza el rol de las condiciones materiales. Como lo dice en diferentes lugares, sin comida o condiciones básicas es imposible pedir a las personas un desarrollo integral (sería pedirles un heroísmo, en sus palabras). Tampoco basta con lo material para la felicidad y el desarrollo humano, como menciono más arriba.

4. LA PARTICIPACIÓN DE LAS PERSONAS EN SU PROPIO DESARROLLO

Un tema que es un descubrimiento para mí de la relectura de este libro tiene que ver con el énfasis que pone el Padre Kentenich en escuchar a las personas para poder implementar soluciones a los problemas. El Padre Kentenich lo enfatiza en diferentes momentos, habla de visitar, vivir como y con las personas más desfavorecidas.7 Habla en muchos momentos de que tiene que haber discusiones en círculos regionales, que tienen que llevar sus dudas y responderlas desde sus lugares. Ese énfasis es muy consistente con diversos desarrollos modernos. Por ejemplo, autores como Raghuram Rajan y los mismos Acemoglu y Robinson, enfatizan la necesidad de que las estrategias de desarrollo se apliquen desde el nivel local, dada la posibilidad de identificar de mejor modo los problemas y a su vez encontrar de mejor modo las soluciones. Así mismo, autores como los recientes premios Nobel de Economía Abijiht Banerjee y Esther Duflo han planteado la importancia justamente de la participación de las personas en el desarrollo y la implementación de las políticas públicas, especialmente aquellas enfocadas en la superación de la pobreza.

Ciertamente en esta línea hay desafíos importantes, que tienen que ver con, por ejemplo, el desarrollo de vínculos y el llamado capital social a nivel local. Muchas investigaciones modernas también documentan una descentralización mal llevada puede terminar en consecuencias aún peores que las de la centralización. Varias investigaciones, a su vez, documentan como el desarrollo de vínculos y capital social a nivel local justamente ayudan a potenciar las iniciativas locales de las personas.

De hecho, esta misma noción de participación y empoderamiento de las personas al momento de tomar decisiones y resolver problemas se plantea en los modelos modernos de administración de empresas y personas. Este es un tema que de hecho preocupaba al Padre Kentenich, en términos de cómo las personas pueden desarrollarse cuando sus trabajos eran monótonos, repetitivos y sin toma de decisiones. Es interesante cómo eso ha cambiado, y lo seguirá haciendo, con las tecnologías modernas y con el desarrollo del sector servicios de la economía.

En suma, termino con una invitación a leer este libro, ya casi 90 años después de que el Padre Kentenich dictara sus charlas. Más aún en estos tiempos de incertidumbres, nuevas para una buena parte de la humanidad, en el medio de la pandemia del coronavirus. ¡Cuántas preguntas sobre cómo vivimos y nos organizamos surgen de esto! Sospecho que el Padre Kentenich esperaría que personas con diferentes formaciones y que vienen de otros contextos tomen elementos distintos del libro y las apliquen de modo diferente… Estas pequeñas líneas justamente tratan de ser un ejemplo en esta línea.

2 Por ejemplo, no voy a discutir en detalle cómo el pensamiento pastoral del Padre Kentenich se asemeja fuertemente al enfoque planteado por el Papa Francisco en su acción pastoral y sus prioridades y estilo. Por ejemplo, el principio de que “la realidad está antes que la idea” enunciado por el Papa Francisco en Evangeli Gaudium resuena fuertemente con el estilo planteado por el padre Kentenich en este documento.

3 De hecho, como enfatizan algunas investigaciones, si se mejorasen los ingresos de los países más pobres del mismo modo que el mundo ha producido bienes y servicios hasta ahora, las emisiones y la contaminación acelerarían dramáticamente el calentamiento global. Es por ello que la crisis ambiental es también social.

4 Esta idea a su vez se refleja en investigaciones que enfatizan el rol del “aprendizaje al nivel de cada estudiante” (o teaching at the right level en inglés).

5 Tomo esta idea de múltiples conversaciones que he tenido con el P. Jaime Vivancos (Padre de Schoenstatt), quien ha considerado este tema en sus investigaciones de post-grado.

6 Esto no implica que el sistema alemán sea perfecto ni que no existan problemas. Por ejemplo, si bien Alemania es un país con baja desigualdad de ingresos, la movilidad social que existe no es tan alta como en otros lugares.

7 De nuevo, llama además la atención como esta aproximación del Padre Kentenich coincide fuertemente con el estilo pastoral del papa Francisco, que llama a acercarse a las periferias de la vida desde esos mismos lugares, escuchando y descubriendo desde las personas.

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