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CUANDO LA LEYENDA USURPA LA HISTORIA
MILTON COHEN-HENRÍQUEZ SASSO
Algunos pensarán que las famosas fake news son un invento de esta época de bombardeo informativo y desinformativo. Sin embargo, la manipulación de los hechos para cumplir propósitos de dominación es tan viejo como la humanidad. En libros milenarios como El arte de la guerra, de Sun Tzu, ya se habla del rumor y el engaño como herramientas de combate, sobre todo cuando el afamado estratega postula que «la guerra se gana primero en la mente del enemigo».
También hay que contextualizar los hechos en su época y su circunstancia. Si podemos usar como ejemplo un personaje muy conocido y su relato —leemos en Génesis 6:9: «Noé era un hombre justo y honrado en su generación»—, podemos preguntarnos si hoy en día diríamos lo mismo. En su generación era un justo, pero esa generación era tan perversa que Dios decide destruir el mundo a causa de ella; por lo tanto, Noé era justo y honrado pero en ese contexto, ya que el texto bíblico no se queda en justo y honrado, sino que agrega en qué contexto lo era: «en su generación».
Toda obra humana tiene sus claroscuros. Hasta la epopeya más heroica tiene sus sombras y, por supuesto, las grandes tragedias tienen alguna luz. La epopeya del Imperio español no es ajena a esta situación, solo que la capacidad de dominación cultural de sus principales adversarios ha sido también monumental. Cuando se constituye un imperio «donde no se pone el sol», se generan también muy oscuros enemigos.
La España de 1492 era todavía un proyecto en ejecución. Sin embargo, se dice que fue el primer Estado moderno y que Fernando II de Aragón fue quien inspiró a Maquiavelo al escribir El príncipe.
En 1492 no existía un Reino de España como realidad política unificada; existían reinos y otras unidades políticas bajo las coronas de Isabel y de Fernando. También existían el Reino de Portugal y el Reino de Granada. Con la conquista militar de Granada y con la política de alianzas matrimoniales con la casa reinante en Portugal, se esperaba consolidar, en el tiempo, toda la península ibérica bajo un solo monarca.
La península ibérica era un verdadero mosaico de orígenes y de religiones. Los primeros pobladores tartesios, iberos y celtas, todos paganos, fueron complementados en el tiempo con inmigraciones de fenicios, griegos e israelitas; posteriormente, tuvo lugar la conquista romana, con la cual llegó también una inmigración judía a complementar a los israelitas de la época fenicia; más adelante, el poblamiento de partes de la península con pueblos germánicos como los vándalos y los visigodos, estos últimos traídos ex profeso por los romanos; además, en los siglos VI y VII, también los bizantinos se establecieron en el sur. Esa amalgama de pobladores recibe desde el siglo VIII el impacto de la conquista árabe y, durante los siguientes ocho siglos, se genera una rica convivencia multirreligiosa en paralelo con guerras y alianzas de todas las combinaciones imaginables: cristianos contra musulmanes; cristianos y musulmanes contra otros cristianos u otros musulmanes; cristianos encargando a judíos la administración de ciudades musulmanas y viceversa.
Esa España en formación es la que envía naves a las islas de las Especias (las Molucas) en 1492 y se topa en el camino con un continente desconocido para los europeos. Es importante contextualizar esto para comprender en su época y circunstancia el encuentro entre Europa y el nuevo continente propiciado por lo que pronto sería España.
CONSTRUYENDO UN IMPERIO
Ese proyecto de reino o de primer Estado nacional necesitaba un cemento que lo mantuviera unido. En esa época, esa unidad no la daba el pueblo sino la Corona, y la legitimidad de esa corona venía de Dios. Por ello, las conquistas culminaban con el sometimiento de la población a un nuevo señor o una nueva señora y con la conversión de estos a la religión del monarca, ya que esa sumisión religiosa era la garantía última para la sumisión a la Corona.
Ese proyecto de reinoo de primer Estadonacional necesitabaun cemento que lomantuviera unido. Enesa época, esa unidadno la daba el pueblosino la Corona, y lalegitimidad de esacorona venía de Dios. |
Hoy en día, la «alternativa» de conversión forzosa a la religión oficial o expulsión del país a personas cuyas familias habrían vivido siglos o milenios en el territorio, o incluso plantearlo a habitantes de presencia más reciente, nos resulta abominable… y lo es. También causa repulsión la esclavitud y la encomienda, entre otras instituciones comunes en la Europa de esos tiempos. Este escrito no pretende hacer aceptables hechos de esta naturaleza, solo busca contextualizar las decisiones o acciones que los produjeron y también registrar el hecho de que, dentro del Imperio español, fueron debatidos a lo largo de los años porque hubo muchos que los cuestionaron abiertamente en su época. En ese contexto se puede tratar de comprender los hechos que se suceden desde 1492 en lo que fue a constituir España, primero, y luego el Imperio español.
Los reyes por lo general —salvo en muy raras ocasiones— buscaban incorporar territorios y siervos a su Corona; no les era beneficioso arrasar tierras y gentes, porque las tierras arrasadas y las tumbas no les generaban rentas.
En el caso de los reinos ibéricos, cuando parten las naves de los hermanos Pinzón en 1492, sus guerreros todavía estaban limpiando sus sables y sus lanzas de la última guerra de Reconquista. Hay que recordar que, en esos tiempos, los poderosos se hacían en el campo de batalla o vistiendo los hábitos. La espada y la cruz, al decir del presidente López Obrador, eran las herramientas de conquista, pero también de ascenso social.
Vemos que en 1492 todavía no existía España como una realidad política. Existen en ese momento varios reinos bajo las dos coronas de un matrimonio fecundo. Existe una reina con una intensa vocación por su religión y una clara conciencia del poder y un rey con una intensa vocación por el poder y una clara conciencia de la utilidad de la religión. Esa combinación genera la conquista ibérica y la conquista americana.
La reina Isabel estabapreocupada por doscosas: que a sus «nuevossúbditos» se los trate bieny que se los convierta alcatolicismo. |
En cuanto a la conquista ibérica, las facetas son tanto militares como religiosas y políticas. Así como se somete a moros y judíos al proyecto de la España unificada política y religiosamente, se somete a los señores feudales a un poder monárquico sin precedentes. También se fomenta el conocimiento y se aprovecha el acervo de los judeoconversos y de los moriscos en la construcción del Estado español.
Cuando las naves fletadas por Luis de Santángel, el tesorero judeoconverso de la reina Isabel, llegan al nuevo continente y regresan a la península ibérica con las noticias de las nuevas tierras y sus gentes, la reina mantiene su política de absorción, y el rey consorte mantiene su política de acumulación. En los documentos de la época, vemos a una reina Isabel preocupada por dos cosas: que a sus «nuevos súbditos» se los trate bien y que se los convierta al catolicismo; por su parte, cuando a Fernando le toca regentar, lo vemos preocupado por sus rentas y desconfiando de todos.
UN IMPERIO CONSCIENTE
Los reyes son cada vez más poderosos, pero también someten los conflictos y nuevas realidades a debates doctorales. En esos años, la Universidad de Salamanca es, y sigue siendo, fuente de doctrina jurídica. A diferencia de otros imperios, los españoles se preguntan si lo que están haciendo es justo y correcto. De estos debates del temprano siglo XVI, surgen los cimientos del derecho internacional, en ese tiempo llamado derecho de gentes por su principal teórico, el padre Francisco de Vitoria. También bajo la guía del padre Vitoria surgen, con la Escuela de Salamanca, los cimientos de la economía moderna.
De la experiencia del padre De Las Casas como encomendero él mismo y luego principal crítico de la institución de la encomienda, nace la doctrina de los derechos humanos.
En ese mismo contexto, el derecho mercantil se desarrolla enormemente producto de los contratos y de los litigios surgidos de su aplicación, incluso en litigios en contra de los reyes por incumplimiento de contratos con los conquistadores. Recordemos que el modelo económico de la época era el mercantilismo y no el capitalismo.
El encuentro entre los españoles y los pobladores del continente ignoto produjo un imperio, pero no un imperio europeo, sino un imperio tricontinental. El Imperio español bajo Felipe II se extendía desde Italia hasta las Filipinas, pasando por las Américas, desde Alaska a la Patagonia; organizarlo y administrarlo fue una tarea portentosa que requirió el concurso de todos los habitantes de esas tierras y no solo de una élite remota y ausente, como en el caso de sus imperios competidores.
Hablar de «colonias»para referirse a losterritorios de ultramarno corresponde con larealidad sociopolíticadel Imperio español,en donde se hablabade «las Españas» parareferirse a los territoriosamericanos y asiáticos,además de los europeos. |
El Imperio español —como derivado de la Reconquista ibérica— fue desde su inicio un proyecto de mestizaje racial y cultural integrado bajo una lengua, una religión y una Corona comunes. De hecho, hablar de «colonias» para referirse a los territorios de ultramar no corresponde con la realidad sociopolítica del Imperio español, en donde se hablaba de «las Españas» para referirse a los territorios americanos y asiáticos, además de los europeos, bajo la misma Corona. Los habitantes de uno y otro lado del Atlántico y del Pacífico eran tan súbditos como los de la península; los nobles que vivían en uno u otro territorio no eran diferentes los unos de los otros. Los hospitales, universidades, caminos y demás infraestructuras que se construyeron en América o en Asia no se hicieron solo a beneficio de los peninsulares; desde el principio se acogió —tras someterlos por las buenas o por las malas— a los gobernantes de las tierras conquistadas y a sus hijos, en las universidades y conventos, también en los ejércitos y en la administración. Muchas de estas prácticas nos pueden parecer chocantes y hasta repulsivas en nuestros tiempos, ya que estamos hablando de que ese trato igualitario fue más para las élites que para el pueblo llano, pero es que era igual en la Península.
En este contexto es útil recoger el testimonio del geógrafo, historiador y hombre de ciencia Alexander von Humboldt, quien, como alemán, era neutral ante las distintas leyendas que se han querido imponer. Si bien en sus escritos Von Humboldt no deja de criticar al Imperio español, no podemos dejar de registrar que, tras haber viajado por muchos países y continentes, sostenía que no había pueblos más felices que los gobernados por el Imperio español, que los indígenas estaban protegidos por leyes españolas que eran «sabias y humanas», que casi no había esclavos —cuando en los Estados Unidos eran esclavos un sexto de sus seis millones de habitantes— y que los campesinos de los territorios del Imperio español eran menos pobres que los alemanes y los rusos; sostenía también que los mineros mexicanos eran los mejor pagados del mundo, ya que percibían salarios entre seis y siete veces mayores que los de un minero alemán, por ejemplo. Por último, Von Humboldt afirmaba que las instituciones científicas de la Ciudad de México eran muy superiores a las de cualquier ciudad estadounidense y que, en esta y en varias ciudades más de la América Hispana, estaban a la altura de las europeas.
Von Humboldt sosteníaque no había pueblos másfelices que los gobernadospor el Imperio español,que los indígenas estabanprotegidos por leyesespañolas que eran«sabias y humanas». |
Como hemos sostenido antes, el Imperio español fue un imperio de mestizaje cultural, político, científico y racial. Podemos encontrar una cantidad significativa de retratos familiares de la época, con parejas interraciales y su descendencia mestiza exhibidos con gran orgullo. En contraste, apenas en este siglo se empieza a reconocer públicamente en los Estados Unidos a los descendientes mulatos de próceres como Jefferson y otros titanes de la libertad que, sin embargo, tuvieron esclavos y esclavas y procrearon con ellas, pero en relaciones clandestinas.
Al igual que como con Noé, debemos comprender a las personas y sus circunstancias en su generación; pero no podemos dejar de reconocer que el modelo que aplicaron otras potencias fue el del genocidio y la destrucción, en lugar del mestizaje y la asimilación que caracterizó al Imperio español.
DESBANCANDO LAS LEYENDAS
Así como no podemos aceptar la leyenda negra creada y promovida principalmente por los anglosajones y neerlandeses, tampoco podemos caer en la leyenda dorada y sostener que el Imperio español se construyó a fuerza de puro amor y bondad. Como en toda ocupación, hubo violencia en la conquista, hubo despojos y también destrucción. La diferencia es que esos eventos —que, como hemos sostenido, se dieron en el contexto de la época— en general iban en contra de las normas y órdenes generadas desde la metrópoli; normas que fueron generando un corpus llamado derecho de Indias en donde se recogían de forma sistemática este cuerpo jurídico. De hecho, muchos de los conquistadores que abusaron de su fuerza y poder regresaron a España encadenados o fueron ejecutados en el sitio por sus superiores; también lo fueron quienes por codicia quitaron a otros —y sobre todo al rey— su parte del botín, porque también hay que ser honestos en que eran botines y no otra cosa.
Así mismo debemos cuestionar la leyenda del buen nativo, que pretende hacer creer que el continente americano estaba poblado por personas absolutamente pacíficas y alejadas de cualquier actitud o sentimiento de baja ley. De hecho, una buena parte de la conquista se dio por unos puñados de españoles que formaban alianzas con pueblos indígenas en contra de otros pueblos nativos que los tenían sometidos y expoliados. El caso más relevante es el de Hernán Cortés, quien llega a la posteriormente llamada Nueva España con unos mil quinientos hombres bien apertrechados, pero que, al llegar a Tenochtitlán — la capital de los mexicas, llamados también aztecas—, lo hace con lo que le queda: cinco hombres, tres caballos y dos perros; el ejército que hizo posible la conquista de la capital del Imperio mexica era un ejército tlaxcalteca, pueblo sometido por los mexicas y que, bajo el mando de Cortés, esperaba liberarse de ese yugo. Tan importante fue el papel de los tlaxcaltecas que el rey de España les dio fuero equivalente al de los vizcaínos y que, por ello, entre los cinco delegados americanos a las Cortes de Cádiz (nombre dado a la convención constitucional de 1812) uno era tlaxcalteca y venía por derecho propio.
LA INDEPENDENCIA
Un imperio construido a lo largo de cuatrocientos años no puede carecer de defectos, errores y tragedias, pero para durar tanto (ninguna república hispanoamericana ha llegado aún a mucho más de la mitad) debió haber logrado el respaldo o, al menos, la sumisión de la mayor parte de sus pobladores, como parece reconocer Von Humboldt. Tanto es así que lo que luego devino en las independencias de las repúblicas americanas realmente fueron movimientos de independencia, sí, pero en contra de la Francia Napoleónica. Napoleón había logrado que el rey Carlos IV de España abdicara, quien lo hizo en favor de su hijo, Fernando VII, pero luego este lo hizo de vuelta en favor de su padre para que fuera quien entregara la Corona a Napoleón con el fin de colocar en Madrid como rey a su hermano José Bonaparte.
Las independenciasde las repúblicasamericanasrealmente fueronmovimientos deindependencia, sí,pero en contra de laFrancia Napoleónica. |
Independientemente de que el mal llamado «Pepe Botellas» (José Bonaparte era abstemio) formara un gobierno bastante bueno, que Fernando VII —bien llamado «el rey Felón»— fuera un pésimo gobernante y que los Borbones fueran un linaje de origen francés, los españoles de todos los continentes iniciaron lo que se llamó la guerra de Independencia. En varias regiones de la España peninsular se organizaron juntas revolucionarias —siendo la más popular en América la de Cádiz— y en el otro lado del Atlántico se empezaron a reproducir otras tantas.
Si bien más adelante hubo divisiones entre los patriotas y los realistas, lo que dice la historia —a pesar de la leyenda— es que la independencia de América no se inicia como una independencia contra España (todos se sentían españoles como el que más), sino que fue una lucha de independencia contra los Bonaparte. Solo después de que el rey Felón, ya repuesto en el trono, aboliera la Constitución de 1812, es cuando los movimientos en las Américas se tornan en contra de la metrópoli.
Es importante resaltar que en esos años revolucionarios se convoca en Cádiz un proceso constituyente, que de América vienen cinco delegados por derecho propio y que uno de ellos, Joaquín de Mosquera Figueroa, nacido en Popayán —la actual Colombia— no solo es uno de los que preside las Cortes de Cádiz, sino que también, en virtud de ello, queda en un momento como regente de todo el Imperio español. También es importante reconocer que la Constitución de 1812 —conocida como la Pepa— fue la primera constitución democrática que rigió en Hispanoamérica y que fue el modelo de nuestras primeras constituciones republicanas.
Por último, hay que recordar que muchos de nuestros libertadores eran oficiales activos del Ejército español (naturalmente, ya que eran españoles) y que cuando Simón Bolívar, Andrés Bello y Luis López Méndez son enviados a Londres para lograr apoyo inglés para la Junta de Caracas, lo hacen «en nombre del rey Fernando VII de España», quien todavía no había mostrado «sus colores» y era conocido aún por sus súbditos como el Deseado.
CLAROSCUROS
Regresando a nuestros claroscuros, es importante resaltar que la Constitución de 1812 prohibía la tortura, disolvía la Inquisición y abolía la esclavitud, entre otros avances monumentales. Sin embargo, la esclavitud y varias formas de vasallaje pervivieron en las Américas hasta finales del siglo XIX en el primer caso, y bien entrado el Siglo XX en el segundo; todo ese tiempo ya libres de las ataduras con Madrid. Es más, está comprobado que la mayor parte de los procesos de «limpieza étnica», o más propiamente de genocidio, cometidos en contra de los pueblos originarios de América tuvieron lugar después de la independencia de las repúblicas americanas, por lo tanto, no por el Imperio español.
La Constitución de 1812—conocida como la Pepa—fue la primera constitucióndemocrática que rigióen Hispanoamérica y fueel modelo de nuestrasprimeras constitucionesrepublicanas. |
No podemos negar que hubo una gran mortandad, ni tampoco la desaparición de varios pueblos autóctonos al iniciar la conquista española o en los primeros contactos entre los peninsulares y los originarios; pero, en la mayor parte de los casos, fue producto de las enfermedades infectocontagiosas que traían los españoles —como la viruela, por ejemplo—, ya que la población nativa no tenía inmunidad. También hubo un proceso de aculturación que, si bien generó una cultura mestiza, también hizo desaparecer diferentes culturas originarias. En ambos casos, no fue un proyecto de genocidio, como sí lo fue el de otras potencias imperiales en los territorios que conquistaron y poblaron.
Para dar un solo ejemplo de las diferencias, veamos el caso de la viruela: mientras está documentado que el comandante en jefe de las fuerzas británicas en América del Norte, sir Jeffrey Amherst, regalaba a los indígenas mantas que habían sido empapadas con el sudor de enfermos de viruela para, según dijo en una carta, «extirpar a esta raza execrable», el español Francisco Javier Balmis organizó y lideró la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna entre 1803 y 1806, que dio la vuelta al mundo con el propósito expreso de que la vacuna de la viruela alcanzara todos los rincones del Imperio español. Esta expedición, como su nombre indica, fue una misión oficial financiada por el Estado español.
ENCUENTRO ENRIQUECEDOR
El continente ignoto con el que se toparon los ibéricos en 1492 no era un lugar homogéneo geográfica, climática ni étnicamente. Así como había pueblos que vivían de la caza, la pesca y la recolecta, los había con sofisticados sistemas agropecuarios; así como los había nómadas o migrantes estacionales, se encontraron enormes ciudades con impresionante arquitectura; así como había pobladores con cultura primitiva, había pueblos con mayores avances en el campo científico que los europeos —sobre todo matemático y astronómico—; así como había pueblos dispersos y poco numerosos, había grandes imperios con todas las características de una estructura política de esta naturaleza. El encuentro de estos pueblos con los peninsulares fue uno de enorme complejidad y a la vez muy enriquecedor.
Así como nos debemos lamentar por todas las culturas americanas que desaparecieron producto de dicho encuentro, también tenemos que decir que España, luego Europa y finalmente el mundo tampoco salieron intactos —gracias a Dios— al impacto del encuentro con América.
El tomate, el cacahuete o maní, el aguacate, el cacao o chocolate, el maíz y la papa o patata son parte de la cocina universal, así como la barbacoa —de donde viene la palabra en inglés barbecue, y no al revés— también lo es. Gracias a la papa o patata —de la cual en Perú hay más de seis mil cuatrocientas variedades—, los irlandeses y otros pueblos europeos dejaron de morirse de hambre en invierno. Qué decir del cacao, con el que se hace el chocolate, y su enorme impacto en la alimentación y el sentido de placer en todo el mundo.
El encuentro deestos pueblos conlos peninsularesfue uno de enormecomplejidady a la vez muyenriquecedor. |
Así mismo, podemos hablar de la nao de China o galeón de Manila —en su época y distintas encarnaciones, la nave más grande jamás construida— y de las flotas de Indias, verdaderas precursoras de la globalización y gracias a las cuales se desarrolló enormemente tanto el intercambio comercial de bienes como el de especies agrícolas, que empezaron a sembrarse en continentes distintos, pero en los mismos paralelos, con lo cual aumentó la capacidad de alimentar a muchas más personas.
También podemos hablar del impacto de la visión autóctona sobre el mundo y la relación del hombre con la naturaleza, de las nuevas formas de organización sociopolítica que surgen de experiencias como las misiones jesuitas en comunidades indígenas de Sudamérica o de las formas cooperativas para el trabajo de la tierra. Con todos sus claroscuros, el encuentro entre nuestros ancestros fue sumamente fecundo. Sin ello, no seríamos capaces de comunicar nuestras ideas y enriquecernos con nuestras distintas opiniones e informaciones casi quinientos millones de personas.
De esa construcción sociopolítica tricontinental llamada Imperio español, y de las gentes que lo poblaron, surgieron grandes contribuciones para la humanidad. No solo el español es la segunda lengua materna más hablada en el mundo; el Quijote es la segunda obra más publicada en casi todos los idiomas, solo superada por la Biblia; la Gramática castellana de Nebrija no es solo la primera gramática española, es la primera gramática de cualquier lengua romance, y modelo para todas ellas; además, desde su presentación, se resaltó su importancia para la comunicación entre los distintos pueblos del nuevo imperio; las obras de Baltasar Gracián, sobre todo su Oráculo manual y arte de prudencia, están entre las grandes contribuciones al arte del buen gobierno; además de las obras de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Fernando de Rojas, que son textos literarios de naturaleza universal, también lo son las obras del Inca Garcilaso de la Vega y sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo; en la pictórica, están las de Velázquez, de Goya y de El Greco, entre otros, que también son parte del acervo cultural de la humanidad; los principales cálculos matemáticos y astronómicos para el calendario gregoriano los hizo un equipo de la Universidad de Salamanca encabezado por fray Luis de León; el calendario que usa el mundo es, pues, también un producto del Imperio español.
Es muy difícil sintetizar con justicia las experiencias de una relación tan intensa y con duración tan extensa. Seguramente, habrá múltiples ejemplos que podrían desmentir lo aseverado en este escrito; así mismo, habrá otros tantos que podrían respaldarlo. Se requiere de nuevos encuentros transoceánicos, pero, esta vez, solo armados de paciencia, conciencia, benevolencia y sapiencia para dejar atrás la leyenda y escribir juntos nuestra historia.
Milton Cohen-Henríquez SassoHa sido diputado a la Asamblea Nacional de Panamá, ministro de Gobierno (Interior y Justicia) y embajador ante el Reino de España, entre otros muchos cargos. En diferentes momentos, ha sido consultor o asesor del presidente de la República, del presidente de la Asamblea Nacional y de la presidente de la Corte Suprema de Justicia de Panamá. Ha dirigido revistas, periódicos informativos de radio y de televisión. Ha dirigido y ha asesorado campañas electorales y ha sido profesor en escuela secundaria y en universidades en Panamá y en España. Ha publicado varios ensayos y una novela. |
2.2.
HISPANOFOBIA HISTÓRICA: HISTORIA DE UNA MENTIRA
JAVIER SANTAMARTA
¿Por qué existe en una buena parte de la población española la idea de que «España es un país fallido, oscuro, con una historia de genocidio y de inquisidores»? Sorprendentemente, los efectos de la llamada leyenda negra sigan perviviendo, especialmente dentro de España. Y son devastadores.
El objetivo del Proyecto 1785, fascinante y a contracorriente desde sus inicios, es el de promover nuestra autoestima como españoles. Para ello, hay que empezar a trabajar sobre la base histórica. Y, por eso, queremos demostrar la verdad contraria: la historia de España es una historia de éxito. ¿Que tiene momentos oscuros, terribles, crueles? ¡Nadie lo niega! La historia no es algo que pueda entenderse desde una perspectiva maniquea. Pero vamos a poner el foco en los éxitos, que, por razones e intereses espurios, siempre han quedado relegados y marginados.
Para ello, hemos invitado a dos personajes de la historia de España a que den una charla peripatética por los jardines de los frailes del centro del orbe de la monarquía hispánica: el Palacio Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. A donde ha llegado espectralmente un rey de España que no pudo mandar sus tropas contra sus enemigos porque, como él mismo dijo: «Todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación son españoles». Y el bueno de don Amadeo de Saboya se nos tuvo que volver a Turín, desde cuyo eterno reposo ha vuelto para comentar sobre su amada España.
Hoy es un día tranquilo en el Real Sitio, y como siempre, en la Sala de Batallas, el emperador Carlos anda riñendo a su hijo Felipe por un quítame allá un saco de Amberes, lo que importuna siempre al Prudente, que le acaba echando en cara el suyo en Roma. El tercero y el cuarto Felipe andan como es su costumbre de jarana con los Borbón, Luis, y el alcalde de Madrid, Carlos III, por las celdas de los novicios del monasterio. Su hijo, el cuarto Carlos, no para de pelearse con su nieto Fernando VII, que no hace más que intentar darle esquinazo por el coro de la basílica. Alfonso XII anda siempre por la biblioteca haciendo caso omiso a las llamadas de su madre Isabel, a la que su nieto el XIII no hace más que invitar para ver unas pelis subidas de tono. Y entre todo este follón, las reinas no dejan de probarles vestidos de todas las épocas a Francisco de Asís, que está encantado de la muerte.
Y Carlos II, último de los Habsburgo, espera en la puerta oeste de la lonja a ver si ve a su colega, el rey Amadeo I, que tan poco tiempo reinara en España, que le había avisado de su visita, y parece que se retrasa, aunque… sí, sí… ¡Aquí llega! La sonrisa se dibuja en los finos labios del monarca madrileño esperando el abrazo que el afable saboyano ya muestra con ese encanto que solo saben desplegar los italianos.
—¡Mi querido primo!
—Carissimo Carolo, ¿cómo vas?
—¡Bah, nada nuevo! Aquí, viendo pasar el tiempo…
—Vamos, vamos, ¡ya me gustaría a mí haber podido estar aquí enterrado con todos vosotros! ¡Que esto es gloria pura! —contesta zalamero siempre el turinés.
—¿Te hace una jícara de chocolate calentito en el refectorio de los Agustinos? —invitó el Austria—. Ya sé que no nos hace falta bocado, pero si como reyes vivos pudimos hacer lo que quisimos, ¡no sé por qué no lo vamos a hacer ahora muertos!
Rio Amadeo mientras cogía por el bracete a su predecesor en el trono mientras encaminaban sus almas hacia los picatostes que el hermano Tarsicio hacía tan buenos, y que nunca se explicaba por qué siempre le faltaban más de los que freía.
—En cualquier caso, caro Carlo, poco pude hacer yo en esta España con tan buenos mimbres, pero con tan mala leche a veces.
¡Qué historia la deEspaña! No creo quese encuentren muchascosas parecidas entrelas naciones. |
—¡Dímelo a mí, Amadeo! Que con todas las reformas que hice y las que dejé preparadas para los nuevos, al final he acabado pasando a la historia como «hechizado», y más loco que el Felipe que me sucedió, ¡que ese sí que acabó como unas maracas de las Indias! Menos mal que está en La Granja y no tenemos que ver sus extravagancias.
—¡Ah, estos franceses…! —Aunque al final no fue tan a favor de Francia como su potente abuelo Luis XIV había imaginado o tramado.
—Es este país, Amadeo, que al final no sé qué tiene, pero se te mete en el tuétano. Mira mi tatarabuelo y tocayo. Que más flamenco no podía ser, y acabó trayendo la cerveza, que era lo único que echaba en falta. Tanta lata con el sacro imperio de marras y ya ves. ¡Retirado en Yuste que acabó y dedicándose a sus relojes como un jubilado de esos germanos que vienen a tostarse a las Baleares!
—Desde luego —reflexionó Amadeo dando buena cuenta de un picatoste bien empapado del espeso chocolate—, ¡qué historia la de España! No creo que se encuentren muchas cosas parecidas entre las naciones.
—Pues mira, primo, yo creo que por más que se empeñaran en lamentar lo que fuimos a finales del XIX, entiendo que les doliera España, como dijo ese Unamuno que por aquí estuvo, por cierto, que San Lorenzo de El Escorial siempre ha atraído a gente con el seso bien puesto. Pero era un lamento porque, ¡con lo que fuimos…! Una pena. Lástima ese siglo que nos llevó a tantas guerras entre hermanos, y a que perdiéramos esas otras Españas que cada una le daba una cadencia especial a la forma de hablar castellana, haciendo del español una lengua universal.
»Si me preguntaran, bien podría decir que nuestro paso por la Tierra fue una historia de éxito más que de fracasos. ¡Que también los hubo, no seamos lilas! Que no es nuestra la palabra chovinismo, aunque sí hemos hecho del orgullo una seña de identidad. Y quién sabe si por haberlo tenido tan herido, al final parece que nosotros mismos no supiéramos reconocer lo que otras naciones luego incluso se apropiaron.
—Me imagino que hablas de nuestro adversario más persistente: el inglés.
—¡Sin duda! No parece sino que todo lo descubrieran ellos, nominaran ellos, y hasta dado la primera vuelta al mundo. Que así lo creen otorgando el timbre de gloria que le corresponde a Juan Sebastián de Elcano a un pirata como el tal Francis Drake. Y tras el saqueo de Manila, bien que se aprovecharon de las cartas náuticas que habíamos ido haciendo, desde el Atlántico, a todo ese «Lago Español», como se conoció al océano Pacífico.
—¡Y encima nos hicieron quedar como los «malos» de la película!, como se decía en el siglo XX. Ya tiene delito…
—La maldita leyenda negra, Amadeo, que si cosas malas hicimos, pues no somos los españoles sino hombres con nuestros defectos y debilidades, ¡diantre!, también hicimos cosas buenas. Pero los méritos se los han llevado muchas otras naciones habiendo cometido unas barrabasadas que de vez en cuando me acerco a la puerta del infierno que este monasterio tapa para ver si les están dando bien de tridentazos a quienes tanto mal nos hicieron.
—También hicimos cosas malas, caro Carlo… —le señaló Amadeo con una mirada de amargura.
Si me preguntaran, bienpodría decir que nuestropaso por la Tierra fue unahistoria de éxito más quede fracasos. |
—También. Pero al menos quisimos poner orden y remedio a los desmanes que se producían. Que se produjeron. ¡Las guerras no saben de la bondad más que cuando los heridos llaman a sus madres! Pero intentamos que fueran siempre acordes a la ley, y con normas justas para el vencido.
—En eso he de darte la razón. ¡Cuánto me hubiera gustado poder conocer a aquellos hombres de la Escuela de Salamanca, que en tantos siglos se adelantaron en sabiduría y en bonhomía! Francisco Suárez, Luis de Vitoria, Domingo de Soto, fray Luis de León, Tomás de Mercado, Azpilicueta… España fue la cuna del derecho internacional humanitario. ¡Pusimos las bases para eso en el siglo XVI! Y no contentos estos frailes con ello, sentaron las bases de la ciencia económica moderna. ¡Quién lo hubiera imaginado!
—Bueno, Amadeo, ¡no se le llamó a mi padre Felipe IV «el Rey Planeta» por nada! Era normal que, rigiendo de uno a otro lado del orbe, tuviéramos que regular tanto las nuevas leyes como todo lo relacionado con el comercio. Que mucho llevarse la fama de nuevo los anglos, pero el real de a ocho fue la primera divisa internacional de la historia. Y que acabaría siendo recogido su anverso en el símbolo del famoso dólar norteamericano. Y de leyes… Las leyes de Burgos, las Nuevas de Valladolid, todo un cuerpo legislativo para que no hubiera hemisferio donde no primara la ley.
—De hecho, Carlo, fue durante vuestro reinado que se compilaron por primera vez todas las que hasta la fecha se habían publicado. Nueve libros y más de 6300 leyes si mal no recuerdo.
—Cierto, cierto. ¡Buena memoria! Pero es que la labor iniciada por la reina Isabel con su testamento, prohibiendo maltratar y esclavizar a los que consideraba tan suyos como los de Toro o Segovia, y que luego continuaría el rey Fernando, su marido, debería ser de estudio en todo el mundo.
España fue la cuna delderecho internacionalhumanitario. ¡Pusimoslas bases para esoen el siglo XVI! Y nocontentos estos frailescon ello, sentaron lasbases de la cienciaeconómica moderna. |
—¿Y qué me dices de las Cortes de León de 1188? Que hasta estas modernas instituciones globales, como la UNESCO, la recojan como la cuna del parlamentarismo hace que me sienta muy orgulloso de esos Decreta. Al fin y al cabo, fueron las Cortes quienes me eligieron rey. Y es que en eso hay que ver cómo el Parlamento ha tenido tanta fuerza en estos reinos que aún sigue la fórmula por la que al rey de España se le proclama ante él como representación del pueblo. Y si no cumpliera lo jurado, ¡puerta! Que aquí no se casan con nadie, ¡bien lo sé yo! Ja, ja, ja —rio Amadeo, evocando cuando tuvo que finalmente marchar dejando la Corona con la que iba a empezar una nueva dinastía.
—¡Así somos! Pero esas leyes permitieron el mestizaje, un mundo global por primera vez tras haber dado la vuelta al mundo en unas naos que lograron algo no igualado hasta que se llegara al satélite que ronda por las noches. ¡Qué epopeya la de Elcano! Porque Magallanes, buen piloto era, pero ganas o intención de circunnavegar el mundo… ¡nada de nada!
—Ese mundo cuya forma comprobó otro marino, siglos más tarde, ese intrépido Jorge Juan, gracias a una expedición y a sus cálculos, haciendo realidad lo que otras grandes mentes, como Newton o Hulley, solo pudieron imaginar. Ahí estaba otro español para en pleno siglo XVIII llevar a cabo un hito de esa Marina ilustrada: la de las grandes expediciones, como la de Malaspina y Bustamante. Un trabajo científico de difícil parangón.
—Es que en eso de navegar, Amadeo, y ambos somos de ciudades de secano, pocos hay que nos igualaran en siglos. ¡No dábamos abasto para todo lo que se llegaba a anotar en las cartas náuticas! Desde el llamado Tornaviaje, la ruta hacia el Este lograda por Urdaneta, hasta el descubrimiento de nuevos continentes, como el de la Antártida por Gabriel de Castilla, o el de Australia por Juan Jufré de Loaiza. ¡Pero no había suficiente hombre para poder hollar tanta tierra!
—Y todo eso, en el siglo XVI, y con aquellos barcos. ¡Ya tiene mérito, ya!
¡No dábamos abasto paratodo lo que se llegabaa anotar en las cartasnáuticas! Desde el llamadoTornaviaje, la ruta hacia elEste lograda por Urdaneta,hasta el descubrimientode nuevos continentes,como el de la Antártida porGabriel de Castilla, o el deAustralia por Juan Jufréde Loaiza. |
—Méritos, conocimientos y lo que hay que echarle. ¡Valor, Amadeo, valor! Pero ya veis… Tantos navegantes y descubridores, y apenas nadie ya se acuerda de ellos, ni saben dónde andarán sus huesos para ser honrados. Juan de la Cosa (¡qué gran mapa dibujara!), Alonso de Ojeda, Antón de Alaminos (el primero en navegar por la corriente del Golfo), García Jofré de Loaysa, López Villalobos, Juan Fernández (que seguramente descubriera Nueva Zelanda pese a lo que dicen los holandeses), Menéndez de Avilés…
—Ese fue el que fundara la ciudad más antigua, San Agustín, en lo que es hoy esa potencia norteamericana, ¿no?
—¡Ese mismo! Y el que hiciera una Acción de Gracias con los indios antes de que esos puritanos del Mayflower llegaran a lo que no hacíamos más que explorar y cartografiar desde hacía décadas.
—No podemos negar que no aportara nuestra España grandes cosas al mundo…
—Desde luego que no. Y muchas bien que fueron aprovechadas por todos. Desde el conocimiento que se irradiara desde la casi desconocida Escuela de Toledo, con el impulso que le diera el bien llamado Sabio Alfonso, el Décimo. El pensamiento griego, romano y andalusí traducido para que las nuevas universidades, diera igual Bolonia que París u Oxford, asentaran las bases de una red basada en el conocimiento. ¡Pero qué decir de las expediciones científicas y botánicas, que tanto ayudaron a la nueva farmacopea!
—Aquí en este monasterio —interrumpió Amadeo, que ya había dado buena cuenta de los picatostes y del chocolate— había una de las más importantes del mundo.
—Así es. El gran Felipe, impulsor de esta octava maravilla, promovió la expedición de Francisco Hernández de Toledo en 1570 para llevar botánicos, naturalistas, médicos, geógrafos y pintores para dejar recogido todo, guardándose tal material aquí mismo, querido primo. Heredera de esa fueron unas cuantas, pero nada como la del gaditano, el curilla Celestino Mutis, ya en tiempos de Carlos III, de cuya sapiencia y trabajo quedaron anonadados científicos y exploradores como el sueco Linneo o el alemán Von Humboldt.
—Desde luego, quien diga que no hubo ciencia en España es que no conoce tantas cosas e inventos que hicieron grandes hombres de estas tierras… ¿Cómo se llamaba el que inventara la máquina de vapor? ¡Siempre se me olvida su nombre!
—Te refieres al navarro Jerónimo de Ayanz. Qué grandes cosas les dieron a los Felipes que me precedieron… Recuerdo a mi abuelo contándome cuando en Valladolid, a donde había llevado la Corte, presentó un traje de buzo que probara en el mismo Pisuerga. ¡Decenas de inventos patentaría! Hasta un aire acondicionado para enfriar una mina. ¡Qué cabeza tenía! Creo que hasta inventó un serio precedente del submarino en 1600…
—La verdad es que costaría elegir algún hecho histórico del que sentirnos más orgullosos por encima de otros.
—Pues a mi mente ha venido rápidamente —respondió como por un resorte Carlos II, tras servirse más chocolate, al que era algo adicto— la expedición de Balmis, de Salvany y de esa enfermera, Zendal, llevando la vacuna de la viruela por todo el mundo. No he de recordaros que entre mis muchas enfermedades tuve que pasar por la maldita viruela, que no conoce de reyes o de plebeyos, atacando a todos por igual, y lo que hicieron comenzando el siglo XIX por mandato de mi tocayo Carlos el cuarto; la verdad es que creo que es de lo que más tendríamos que estar orgullosos. No nos importó llevar el procedimiento con la vacuna incluso a nuestros enemigos a costa de la salud de los propios expedicionarios. Que recordarás que el bueno del catalán Salvany llegaría a morir llevando la vacuna hacia el sur. La gallega Zendal, la primera enfermera de la historia, acompañaría al alicantino Balmis todo lo que pudo, y no cabe duda de que pocas cosas superan este acto de filantropía.
—Más que cierto. Pero a mí no se me quita de la cabeza la labor de llevar hospitales, la imprenta y decenas de universidades al Nuevo Mundo y a las Filipinas. Creo que indubitablemente pocas naciones han contribuido tanto al desarrollo y difusión de la cultura por las tierras que hacía suyas. ¡Incluso publicando las gramáticas de las lenguas originales antes que países europeos tuvieran las suyas!
—Y tenemos incluso una pléyade de médicos cuyas aportaciones, no cabe duda, han sido beneficio para la humanidad.
—¿Te refieres a Miguel Servet, Dolors Aleu, Ramón y Cajal…?
—También, también. Pero hay uno que me parece increíble que, con una aportación tan universal y cotidiana, apenas se le conozca: me refiero al médico militar oscense Fidel Pagés, descubridor e inventor de la anestesia metamérica. O, más popularmente, la anestesia epidural. ¡Eso sí que fue un gran invento y un acto de humanidad!
La verdad es quecostaría elegir algúnhecho histórico del quesentirnos más orgullosospor encima de otros. |
—Pues como acto de humanidad, creo que no podemos, querido primo, dejar de mencionar a mi descendiente Alfonso XIII y su Oficina Pro Cautivos, durante la Primera Guerra Mundial, que supondría un empeño personal suyo, y que estuvo a punto de suponerle el Premio Nobel de la Paz. Una labor solo equiparable a la que llevara a cabo el Comité Internacional de la Cruz Roja, con muchísimos más medios. Nada mal para un monarca que luego acabara con tan mal recuerdo en el imaginario de su pueblo…
—Pero hablando de guerras, la labor realizada por los diplomáticos españoles durante la salvaje Segunda Guerra Mundial sí que es merecedora de orgullo para con unos compatriotas que supieron dar la vuelta a una situación en medio de la locura genocida nazi (¡eso sí que fue un genocidio!), salvando la vida de decenas de miles de judíos por toda Europa. Miguel Ángel de Muguiro y Ángel Sanz Briz en Hungría iniciando el proceso gracias a la consideración de españoles que los sefardíes podrían acreditar. ¡Qué cosas del destino que ambos se llamaran «Ángel»! Eduardo Popper de Callejón y Bernardo Rolland de Miota, en Francia; José Rojas Moreno, en Rumanía; Sebastián Romero, en Grecia; Julio Palencia, en Bulgaria; Juan Schwartz Díaz-Flores, en Austria. Y en el mismo Berlín, José Ruiz Santaella. ¡Increíble!
—Así es, querido colega… ¡Qué de personajes notables de nuestra historia! No sabría con cuál quedarme.
—Pues a mí hay uno que siempre me pareció de lo más interesante. Un dominico. Inquisidor para más señas.
—Caramba. ¡Me dejáis sin habla! De otro tal vez lo hubiera imaginado. Pero de vos… —contestó algo zumbón.
—¡Seguro que habéis oído hablar de él! Fue del tiempo de mi abuelo, Felipe III, y era un burgalés llamado Alonso de Salazar y Frías. Y tras un proceso que se hizo muy popular, el de las llamadas brujas de Zurragamurdi, estuvo estudiando y recorriendo todas las tierras del valle del Baztán, y gracias a su ahínco personal, fuimos el primer lugar donde se dejó de perseguir y de promover las matanzas de mujeres, hombres y hasta de niños que en tan gran número llevaron a cabo en Alemania, Suiza o Inglaterra. Un adelantado a su tiempo, aunque la verdad sea dicha, en nuestros reinos, querido Amadeo, pocas se ajusticiaron afortunadamente. Que nuestros pecados fueron otros, pero no se nos ponga este en nuestro debe.
—Muchos tendríamos, pero no pocos argumentos para sentirnos orgullosos de nuestra historia y de nuestra gente (que así la consideré tal), y que hicieron inmortal el nombre de España. Bien con la pluma, como Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Garcilaso, María de Zayas, Tirso de Molina, Góngora, Baltasar Gracián, Emilia Pardo Bazán, Galdós, Valle-Inclán, Baroja, los Machado… Innumerables. O con su arte, sus manos y sus pinceles, como los Berruguete, la Roldana, Alonso Cano Martín Montañés, Juan de Mesa, Gil de Siloé, Churriguera, Salzillo, Benlliure…
Fuimos el primer lugardonde se dejó deperseguir y de promoverlas matanzas de mujeres,hombres y hasta deniños que en tan grannúmero llevaron a caboen Alemania, Suiza oInglaterra. |
—¡Y os habéis dejado la lista de los pinceles, primo! Zurbarán, Murillo, Velázquez, Goya, Sorolla, Picasso, Miró, Dalí…
—Y ya puestos —quitándose uno al otro la palabra con entusiasmo—, por qué no volver a los inventores, ya que citamos a Ayanz. Blasco de Garay, con sus ingenios para la Armada del emperador y de su hijo; Juanelo Turriano, con sus artefactos, que volverían loco a un tal Da Vinci; el canario Agustín de Betancourt y Molina, precursor de la radio, la telegrafía y la termodinámica, en la segunda mitad del XVIII; Narciso Monturiol e Isaac Peral, ambos luchando por los primeros submarinos que se pudieran considerar así; el autogiro de Juan de la Cierva; la leonesa Ángela Ruiz Robles, maestra rural en Galicia, que será la precursora del libro electrónico y de las tabletas interactivas en la primera mitad del siglo XX, o el logroñés Manuel Jalón, que, aparte de la fregona, inventaría nada menos que las jeringuillas y agujas desechables. ¡Cuánto talento!
—La verdad, querido primo —dijo Carlos acabando ya la segunda jícara de chocolate—, es que creo que hemos tenido mejores súbditos que gobiernos les hemos dado.
—Cazzo, caro Carlo! —exclamó saliéndole del alma Amadeo—. No digo que no, pero como pueblo, es el más orgulloso, anárquico y pícaro que en el mundo haya. Y bastante ingobernable. Cuna de soldados que tantos fueron poetas. Soldados que tuvieron fama de fieros, pero que cuando hubo que demostrar su solidaridad en el ejercicio de su labor, han dado todo un ejemplo. Desde las acciones realizadas por los médicos militares en la guerra del Vietnam a la impagable labor en misiones internacionales de estos tiempos más cercanos. Desde los Balcanes a Afganistán; desde el Índico al Mediterráneo; desde Iraq a Malí; de Líbano a Somalia. Ya dijo aquel rapsoda que «no hay un puñado de tierra en el mundo / sin una tumba española». Y lo que es más increíble: con el reconocimiento por su labor como pocas otras Fuerzas Armadas han tenido.
—La verdad —cabeceó algo apesadumbrado mientras se dirigían fuera del refectorio hacia la basílica— es que no es creíble lo de nuestro pueblo. No sé si es que no vemos o es que no queremos ver todo lo bueno de nuestro legado histórico. No me entra en la cabeza. ¡Eso sí que me deja hechizado y patidifuso! —rieron ambos la broma.
No sé si es que novemos o es que noqueremos ver todolo bueno de nuestrolegado histórico. |
—Tal vez tenga yo una idea más cercana a la posible razón, habiendo tenido la posibilidad de estudiar tras mi marcha y en la distancia a este pueblo tan grande, terco, solidario y hedonista. De hecho, voy a utilizar una analogía aprovechando el lugar donde estamos. Este palacio monasterio que desde el primer momento fue considerado una maravilla propia de la Antigüedad Clásica. Un lugar en honor a una batalla. A la guerra. Donde lo político y lo religioso se funden. Que aúna arte, conocimiento, ciencia, literatura, esculturas, pinturas, y fue todo un referente de la modernidad del momento. Tan vasto lugar es casi inasumible desde un solo ángulo. Es demasiado grande. ¡Es bestial! De lejos, tal vez podamos admirar la mole, pero desconocer su contenido. Contenido que se escapa a un análisis sencillo. Contenido inabarcable a un solo paseo. A una sola mirada. A un simple juicio.
»La historia de España es un poco como este lugar. Inabarcable, compleja, llena de arte y conocimiento; de literatura y de batallas; de la cruz y la espada; sin duda, inasumible. Bestial. Que hay quien la adora, y a quien le supera. La desprecia. Muy posiblemente porque conocerla a fondo es casi una tarea homérica. Solo poder conocerla bien haría que se pueda, al menos, mirar con otros ojos. Por eso en lugares como este hacen falta buenos guías que conduzcan a los que lo visitan, para explicarles apasionadamente, pero de manera rigurosa, el qué y el porqué de cada parte. De este modo, estoy seguro de que se enamorará del todo.
Carlos II llegó hasta la puerta de la Cripta Real, desde donde se escuchaban las risas y juegos del panteón de Infantes, y volviéndose a su primo y colega Amadeo, masticó las frases que había dicho y, sonriéndole con sus finos labios, el que todos creyeron falto de seso, le dijo:
Creo que es tiempo deenfocar nuestra mirada aesas luces, y de una vez verla historia de España no yacomo una historia de éxito,sino como una historia dela que estar, con motivo,muy orgullosos. |
—¿Sabéis? ¡Creo que hubierais sido un gran rey para España!
—¿Sabéis? Todos los que aquí moran por la eternidad fueron hombres y mujeres antes que reyes y reinas. Y como los hombres y mujeres que gobernaron, tuvieron sus luces y sus sombras. Pero creo que es tiempo de enfocar nuestra mirada a esas luces, y de una vez ver la historia de España no ya como una historia de éxito, sino como una historia de la que estar, con motivo, muy orgullosos.
Y fue acabar esa frase cuando el carillón del monasterio volteó sus campanas llamando a ánimas, las cuales fueron difuminándose como las velas de los buques que en tiempos rigieron el imperio de los mares haciendo de España una nación eterna.
Javier Santamarta del PozoPolitólogo, periodista, escritor y entusiasta de la historia de España. Ha trabajado en Ayuda Humanitaria en varios conflictos, y sigue como experto publicando artículos y dando formación para expatriados civiles y militares. Es colaborador habitual en varios programas de radio y medios como ABC o El Liberal. Ha escrito durante años sobre costumbrismo, arte, libros… y, sobre todo, acerca de la historia de España. Autor de Siempre tuvimos héroes, Siempre estuvieron ellas y Fake news del Imperio Español. |
2.3.
¿ES ESPAÑA UN PAÍS FALLIDO Y OSCURO?
ELVIRA ROCA
Para completar este paseo por la historia de España y su destructiva leyenda negra, hemos querido compartir unas preguntas con Elvira Roca, la autora del «histórico» libro Imperiofobia y leyenda negra. Estas son sus interesantísimas repuestas.
¿ES ESPAÑA UN PAÍS FALLIDO, OSCURO, DE INQUISIDORES, TAL Y COMO ES PERCIBIDO POR MUCHOS ESPAÑOLES?
En absoluto, pero es difícil superar ese punto de vista cuando una parte importante de nuestras élites intelectuales, que son los formadores de opinión pública, lo cultiva con pasión, lo promociona y hace de este argumentario el motivo de su «prestigio intelectual». En el siglo XVIII, se transformó en el discurso oficial de la nueva monarquía, que venía a arreglar España con reformas y que nunca lo conseguía porque el país no tenía apaño. En las últimas semanas, y hoy es 10 de noviembre de 2020, he leído en prensa titulares como este: «Nuestra verdadera leyenda negra es la desidia, la envidia y una cierta pereza», eso es el 10 de octubre en El País. El 29 de octubre, otro titular en El Norte de Castilla y otras cabeceras de Vocento: «Este país se vuelve más miserable conforme se niega el diálogo al adversario». El 7 de noviembre, en El Mundo leemos: «España no se ha caracterizado por ser un país tolerante y respetuoso». Da igual quiénes sean los que dicen estas cosas. Lo que importa es que las dicen y obtienen titulares. Y ningún reproche social, sino más bien al contrario. Decir estas cosas en España es de buen tono. Significa que perteneces a la estirpe de los «reformistas» y eres un incomprendido en un país cerril. Así se compra en España ser un rebelde premiado. Es un buen ramillete y podría seguir. Intente encontrar algo parecido en la prensa inglesa o francesa y no lo hallará, pero en España tienen prestigio y premios. Y crean opinión pública. Necesitan un país acomplejado y débil, y así ellos son estupendos y magníficos, honestos, modernos y europeos… Y nada, que han tenido la desgracia de nacer aquí, como nos decía un profesor mío en la universidad. ¿A dónde no hubiera llegado él de haber nacido en un país como Dios manda y no en España? Era un inútil integral, pero escuchábamos aquello y nos parecía tan normal. A los veinte años, un español medio se ha habituado ya a ese discurso y lo ha interiorizado. En realidad, es una inmensa fortuna porque en ningún lugar habrían llegado a ocupar la posición que ocupan aquí. Y luego son grandes patriotas, claro. Es como el amor de los maltratadores: «Pero qué tonta eres, querida, qué fea y qué torpe, no sé cómo te aguanto, anda, anda, dame premios y honores para reivindicarte un poco, que si no vas a demostrar que eres todavía más miserable y más inculta de lo que ya pareces…». Es patético pero funciona.
Lo que está claro esque afecta a nuestraautoestima y setransforma en un cepoen cuanto aparecendificultades. |
Y esto le hace un daño inmenso al país. Como no son capaces de criticar de manera concreta y razonada, con hechos y nombres, no sea que alguien se moleste y, claro, pase factura, entonces es España la perezosa, la intolerante, la miserable, la envidiosa… O sea, lo somos todos, pero ellos no. Así no se molesta a nadie en concreto (te colocas en la zona de confort en la que no hay ningún peligro) ni se hace crítica constructiva ni se proponen reformas que sirvan para algo. La culpa es de España (no de él), pero esto nos perjudica a todos por igual, sin que aquel que perjudica a la colectividad sufra reproche por ello. Envuelto en el manto del denunciador de España, como el don Periquito de Larra en el artículo «En este país», el don Periquito sigue existiendo porque se ve muy beneficiado con esta actitud en un país cargado de complejos, falto de confianza en sí mismo y que lleva más tres siglos viviendo de la opinión ajena. Fíjese en que Larra escribió esto en 1833, pero podría publicarse mañana en cualquier periódico y sería de plena actualidad. Estas continuidades en el tiempo, cuando son tan rotundas y tan evidentes que nadie puede negarlas, necesitan que se las estudie y se intente comprender el origen y el motivo. Quizás se pueda (o no) corregir este trastorno social. Lo que está claro es que afecta a nuestra autoestima y se transforma en un cepo en cuanto aparecen dificultades. Ciega para afrontar los problemas del presente porque inmediatamente aparece el argumentario de la leyenda negra plenamente conservado en el formol de nuestros don Periquitos y se hace imposible un análisis realista del problema presente. Cualquier botarate incapaz de poner los puntos sobre las íes, ni siquiera por aproximación, aparece esgrimiendo argumentos hispanófobos como esos titulares y, como decía Larra, un país ávido de palabras los recibe y queda convencido de su maldad trascendental, de su intrínseca incapacidad para nada bueno o civilizado.
¿País fallido? No conozco otro capaz de sobrevivir con semejante llaga perpetuamente cultivada en su anterior.
Todos los países son fallidos en la medida en que todos pasan por problemas graves, de distinta naturaleza, cada cierto tiempo. ¿Es Alemania un país fallido tras haber ocasionado y perdido dos guerras mundiales? Esto del país fallido va camino de convertirse en una de esas fórmulas lingüísticas que tienen éxito en los medios en un momento determinado (ya lo decía Larra) y que terminan calando a fuerza de repetirse sin que nadie sepa muy bien lo que significa.
¿ES ESPAÑA UN PAÍS PERIFÉRICO EN LA HISTORIA?
Ahora sí, sin duda. Y eso no es malo. En otros tiempos no lo fue, y no haber sabido hacer el duelo por la pérdida de esa hegemonía es parte del problema presente. Una de las contracturas musculares que eso ha provocado es no saber qué hacer con la historia del Imperio español, que ha sido imposible objetivarla. Unos, que se creen que la España de hoy es de algún modo aquella España que mandaba en el mundo (un disparate) y viven en una realidad ilusoria, y otros combaten con argumentos hispanófobos contra ese imperio, como si todavía existiera. Es lo mismo, si se fija usted. Se habita mentalmente en el imperio, a favor o en contra, como si fuese una realidad viva. Esta fantasmagoría parte de la base de no haberse enterado de que ese imperio se acabó hace dos siglos. Y ambos puntos de vista demuestran lo mismo, a saber, que no se han enterado de que el imperio no existe. Pero nada es inocente. De esta supervivencia anómala son responsables en gran medida los nacionalismos o indigenismos balcanizantes que hicieron su aparición en el siglo XIX y que construyeron su argumentario contra la España conquistadora. Pasando por alto el hecho muy evidente de que ellos, vascos, catalanes, gallegos o valencianos, eran también la España conquistadora.
Esas tendenciascentrífugas buscanla fragmentación através de la exaltacióndel hecho diferencial yel indigenismo político. |
De esta fantasmagoría irracional participan españoles e hispanos por igual. Como por ejemplo López Obrador, que demuestra la misma convicción fantasmal. En realidad, López Obrador y otros tantos son la demostración de que este no es un problema de España, sino un trastorno bipolar que afecta a toda la comunidad hispana. Como decía en una entrevista el historiador mexicano Martín Ríos Saloma, «lo que ocurre en Hispanoamérica y en España es que en lugar de asumir el pasado, lo cargamos, y esa carga sí que va condicionando las respuestas que damos a los problemas del presente». Y lo mismo decía María Zambrano hace ya bastantes décadas.
No pasa nada por ser un país periférico. Se puede tener un confortable acomodo en el mundo sin ir en cabeza, ni siquiera en tu vecindario. Pero para esto hemos de solucionar los problemas que hemos heredado, y de ellos el más grave es la falta de solidez del Estado, a un lado y otro del Atlántico. No hemos sabido consolidar el Estado moderno por la actividad incesante de tendencias feudales minoritarias que nacieron con el big bang del Imperio español, durante el estallido o más bien implosión de aquel enorme cuerpo político. Esas tendencias centrífugas buscan la fragmentación a través de la exaltación del hecho diferencial y el indigenismo político. Por este procedimiento se triunfa y se obtiene apoyo desde el exterior. Mire el caso vasco y mire su bandera, hecha a semejanza de la británica. Mire México y mire las intervenciones estadounidenses para acabar con el gobierno de Porfirio Díaz, por ejemplo. Porque la razón de Estado existe, y a todo país le interesa tener vecinos más débiles que fuertes. Estas oligarquías feudales pretenden lograr el control del terruño y la aldea con redes clientelares de proximidad. Con estas tendencias, la democracia y el Estado que la sostiene —o la debería sostener— no puede pactar, pero se pacta, y ese pacto, esa búsqueda constante de apaciguamiento con cesiones de soberanía y presupuesto (dinero, siempre dinero para repartir) debilita al Estado. Y a partir de ese momento el Estado va hacia la quiebra y tenemos una gran crisis y vuelta a empezar. No se aprende de lo ocurrido con el cantonalismo, con las crisis territoriales de la II República… Y cuando iniciamos la Transición, otra vez se vuelve a construir un Estado asimétrico y foral, o sea, entramos de nuevo en una construcción estatal que falla por la base, reconociendo distintas clases de territorios. Herrero de Miñón, o sea, la derecha, es la que incrusta en la Constitución del 78 la Disposición Adicional I, que sanciona en nuestra Carta Magna que en España hay distintas clases de regiones. A partir de ahí, no había más que esperar para que pasara lo que está pasando. Y mucho ha tardado.
¿PODEMOS ESTAR ORGULLOSOS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA?
La historia quese enseña desdeque comenzó laconstrucción del hechodiferencial en cadaterritorio autonómicoes la historia queenseña a los españolesa avergonzarse de ella.Es decir, a rechazar lahistoria común. |
Por supuesto. Pero la pregunta que usted hace tiene un interés mayor en su análisis. Estar orgulloso implica su contrario: estar avergonzado. Ese es el origen de su pregunta. La historia (póngalo en minúscula, por favor) que se enseña desde que comenzó la construcción del hecho diferencial en cada territorio autonómico es la historia que enseña a los españoles a avergonzarse de ella. Es decir, a rechazar la historia común, lo que nos une, nuestra koiné histórica y también lingüística. De otra manera, los indigenismos separatistas no pueden educar a la gente para que rechace el vínculo que les une a las otras partes de España. Este rechazo se fabrica encontrando formas de legitimidad en la historia, en los argumentos de la leyenda negra que llevan fabricados siglos y que están ahí tan a mano que no cuesta trabajo acudir a ellos. El otro día leía en un texto de Mikel Azurmendi una referencia al «negocio puro y duro que ofrece la génesis de etnicidad en unos departamentos más autonómicos que académicos». Vamos a morir de tanta autoctonía y tanto localismo. Abonar los egos diminutos es siempre muy rentable, pero tiene como contrapartida que a esta hoguera acuden a calentarse las cabezas más cerriles y más catetas, los que son incapaces de tener un planteamiento político que vaya más allá del alcalde de aldea. La política española se ha llenado más y más de estos alcaldes de aldea peleándose por un olivo. En realidad, hace mucho tiempo que no tenemos una clase dirigente realmente ambiciosa, ni aquí ni en Hispanoamérica. Es una huida constante hacia el interior, hacia la patria chica donde viven los primos, los conocidos, lo que me resulta familiar, con sus redes clientelares que ofrecen seguridad… El problema de esto es que nos arrastra a todos a su cortoplacismo y su localismo enfermizo. Todos los esfuerzos que hagamos para elevar un poco la visión localista se ven perpetuamente aplastados por estos cultivadores del etnicismo nacionalista. Y esto está así desde hace mucho tiempo. Fíjese en lo que escribió José Martí en Nuestra América: «Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal de que él quede de alcalde o mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar». Esto es tan válido para América como para España.
¿POR QUÉ ESTAMOS A VUELTAS CON EL ORGULLO O LA VERGÜENZA SOBRE LA HISTORIA DE ESPAÑA?
Por el sencillo motivo de que España es el nombre de la casa grande, de la koiné que hace comunidad con gentes muy diversas. Si usted ataca ese nombre —y ese nombre tiene una leyenda negra tremenda y por lo tanto no es difícil—, debilita el vínculo, aquello que liga la diversidad y produce un efecto inmediato de confrontación y balcanización política. Así triunfan los alcaldes de aldea que con tal de mantener a salvo su cortijillo son capaces de comprometer el futuro de todos, incluidos sus hijos.
La historia de España quese enseña hoy en la mayorparte de las autonomíascantonales es un disparate. |
La historia de España que se enseña hoy en la mayor parte de las autonomías cantonales es un disparate. Me contaba Pedro Insúa con humor que a él en su instituto gallego le habían enseñado que los Reyes Católicos eran poco menos que el demonio. ¿Y eso a qué se debe? ¿Por qué los Reyes Católicos y no, por ejemplo, Felipe IV? Pues por la sencilla razón de que esos reyes representan la unificación de los reinos y tienen un valor simbólico muy fuerte en lo que se refiere a la unidad. De ahí la necesidad de atacar el símbolo, de cubrirlo de oprobio, de convertirlo en la manifestación de la intolerancia, de la ocupación, de la destrucción del paraíso étnico. Todo esto se traduce en debilidad política y fragilidad económica, y le puedo asegurar que los gigantes de siete suelas de que hablaba Martí existen. Detrás de la balcanización viene la debilidad y con ella vienen el empobrecimiento, la deuda perpetua y la conversión de la Administración pública en una máquina de recaudar… Ese es un futuro posible y aún probable si no luchamos contra él, no por amor a España, que también, sino por amor a nuestros hijos. Pero hay otros futuros posibles. Hay que tener presente que toda gran crisis genera modos nuevos de oportunidad, ventanas hacia el futuro que hace diez o veinte años no podíamos imaginar. Como Boadella, yo creo que siempre terminan por ganar los buenos. De lo contrario, el mundo se habría autodestruido.
Elvira Roca BareaDoctora en Filología Clásica y licenciada en Filología Hispánica. Ha trabajado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y ha impartido clases en la Universidad de Harvard. Conferenciante, articulista en diarios como El Mundo o El País y escritora. En 2016, publica su obra Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español, una obra de gran éxito con gran repercusión mediática, académica y social. |
MOTIVOS RELACIONADOS CON ESTE CAPÍTULO
A continuación presentamos algunos motivos incluidos en nuestra primera obra 1785 motivos por los que hasta un noruego querría ser español, que refuerzan las reflexiones incluidas por los autores en este capítulo. Se reproducen con el mismo número con que son referidos en la obra original.
130 I ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO (AÑO 1150). Inicialmente dedicada a la traducción de textos filosóficos clásicos, tuvo su mayor impulso durante el reinado de Alfonso X El Sabio, cuando se amplía su trabajo a campos como la astronomía, la medicina o la ciencia en general. La convivencia armónica entre musulmanes, cristianos y judíos hizo que la actividad de la escuela fuera de provecho para toda Europa, contribuyendo a la difusión de las ideas aristotélicas y de las obras de Avicena y otros sabios árabes.
132 I FUNDACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA (AÑO 1218). Aunque la Universidad de Palencia se fundó diez años antes, fue clausurada a los pocos años, por lo que la salmantina es la universidad más antigua de España y, además, la tercera en activo más antigua de toda Europa. Su papel en el mundo del Derecho ha sido muy importante a lo largo de la historia, y por sus aulas pasaron ilustres figuras como Fray Luis de León, Góngora, Calderón o Unamuno.
133 I REINADO DE ALFONSO X (AÑOS 12521285). Nacido en 1221, en Toledo, no solo fue un reformador de la economía y un guerrero destacable, sino que fomentó el arte y la cultura, con el impulso dado a Toledo como ciudad de convivencia en torno a la Escuela de Traductores, fundamental para el desarrollo de la cultura europea. Es conocido como El Sabio.
139 I COMIENZA EL REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS (AÑO 1474)
Isabel de Castilla y Fernando de Aragón marcaron la transición de la Edad Media a la Edad Moderna para España en su reinado hasta 1516. Unificaron los reinos de España, descubrieron América, conquistaron Granada e iniciaron una aventura europea que tendría su culminación en la política matrimonial que siguió con sus hijos.
1769 I LA PRIMERA NACIÓN MODERNA
En 1474, y gracias a la unión en matrimonio de los Reyes Católicos, España se conformó como la primera nación, en el sentido moderno de la palabra, al crear una nueva forma de comunidad humana y de estructura política aún hoy vigente.
146 I DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA (AÑO 1492)
El 12 de octubre de 1492, las naves comandadas por Cristóbal Colón llegan a tierras americanas, en lo que es uno de los momentos cumbres de la historia de la humanidad. Lo que quedaba por delante es una de las mayores gestas de la historia: el descubrimiento de un continente 85 veces más grande que España (que contaba, en esa época, con tan sólo ocho millones de habitantes). Este hecho supuso un antes y un después no solo para España, sino para todo el mundo, a nivel político, económico, social y cultural, ya que motivó el encuentro de dos mundos que habían evolucionado de manera independiente; supuso el descubrimiento de un nuevo continente y motivó el nacimiento de nuevas culturas y Estados que aún permanecen hoy en día.
153 I DESCUBRIMIENTO DEL OCÉANO PACÍFICO (AÑO 1513). El extremeño Vasco Núñez de Balboa descubrió en 1513 el Océano Pacífico, lo bautizó como «Mar del Sur» y así se siguió llamando hasta el siglo XIX aunque el resto de países lo llamaban «El Lago español» por el dominio que España realizaba en aquellas aguas que ocupaban más de un tercio de la superficie terrestre. Después del descubrimiento de América, este fue, sin duda, uno de los descubrimientos geográficos más importantes y de mayores consecuencias para la historia. Así comenzaron los descubrimientos españoles en Asia y Pacífico que siguieron hasta el siglo XVIII.
155 I JUAN SEBASTIÁN ELCANO CULMINA LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO
Este marino, nacido en Guetaria, fue el primero en completar la vuelta al mundo. La expedición para tal hazaña partió en 1519 comandada por Fernando de Magallanes y, tras la muerte de este en las islas Filipinas, Elcano tomó el mando hasta culminar el retorno a España, tras tres años de aventura en 1522.
1772 I DERECHO INTERNACIONAL MODERNO.
En 1550 tuvo lugar la Junta de Valladolid donde se debatió la «Polémica de los naturales» en la que se enfrentaban protectores y enemigos de los indios de América. A resultas, Fray Bartolomé de las Casas fue nombrado procurador o protector universal de todos los indios de las Indias por Carlos I. Está considerado como uno de los fundadores del derecho internacional moderno junto con Francisco de Vitoria.
1773 I PRECURSORES DE LA ECONOMÍA MODERNA.
En Salamanca, un grupo de teólogos y juristas, conocidos como la Escuela de Salamanca, abordaron en el XVI los problemas económicos generados en España tras el descubrimiento de América y sentaron las bases de la moderna economía.
1774 I CORTES DE LEÓN. Organizadas por Alfonso IX de León, en 1188, son las primeras en celebrarse en toda Europa, ya que reunieron a nobleza, clero y representantes de las ciudades. Han sido reconocidas por la UNESCOcomo «el testimonio documental más antiguo del sistema parlamentario europeo», y registradas por el organismo internacional como Memoria del Mundo. En ellas se dictaron leyes para proteger a los ciudadanos de la arbitrariedad de los nobles o del mismo rey. Es considerado el primer ejemplo de parlamentarismo moderno en la Europa Occidental.
1775 I FUERO DE LEÓN. Es un cuerpo legislativo revolucionario para su época (siglo XI), y se adelanta varios siglos a la realidad en otros países. Regula temas como la relación entre el rey y el pueblo, establece la protección de personas y bienes, y reconoce el derecho de la mujer a heredar, así como la propiedad privada y la inviolabilidad del hogar. También
1776 I LA EDAD MODERNA
El descubrimiento de América es uno de los momentos cumbres y más fascinantes de la historia de humanidad. Pocos hechos han cambiado tanto la historia del mundo como la llegada de los españoles al nuevo continente. Un hito fundamental que contribuyó decisivamente a la llegada de la Edad Moderna, el periodo en que triunfaron los valores de la modernidad (el progreso, la comunicación, la razón) frente al periodo anterior, la Edad Media, que se identifica con un paréntesis de atraso, aislamiento y oscurantismo.
1777 I ANTECEDENTES DEL DERECHO. Felipe II (15271598) tomaba sus decisiones por escrito para garantizar la legalidad de sus determinaciones, todo un antecedente del Estado de derecho contemporáneo.
1781 I DERECHOS HUMANOS
Hoy aceptamos como algo inalienable nuestros derechos como seres humanos, pero no siempre fue así. Fue a comienzos del siglo XVI, en España, donde nacieron como algo consustancial al hombre y, por tanto, previos a cualquier ley positiva gracias al sometimiento del poder político a la filosofía moral.