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La lucha por los derechos civiles: Rosa Parks

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El mérito de Rosa Parks, lo que la hace estar en este grupo de grandes mujeres, es el heroísmo de lo cotidiano. Ella demostró que un pequeño gesto, una respuesta valiente y aparentemente simple, puede estar cargado de significado y ayudar a cambiar, a mejor, el mundo. Ella dio un pequeño paso con un enorme poder transformador.

Rosa Parks nació el 4 de febrero de 1913 en Tuskegee, Alabama, la zona más profunda del profundo sur de los Estados Unidos. Su nombre de pila era Rosa Louise McCauley y tenía ascendencia africana, cheroqui, creek, irlandesa y escocesa, una mezcla de sangres que encaja en lo que ahora denominamos, de una manera un tanto absurda: «gente de color».

El incidente que se convertiría en todo un símbolo de la lucha contra la segregación racial, y que haría de Rosa Parks la personificación de esta, tuvo lugar el 1 de diciembre de 1955. Rosa había terminado su trabajo de costurera en un gran almacén y regresaba a casa en un autobús de su ciudad, Montgomery, Alabama. Cuando unos hombres blancos subieron en una de las paradas, el conductor les ordenó a ella y a otros tres pasajeros negros que se levantaran para cederles los asientos. Basándose en las llamadas leyes Jim Crow, procedentes de la época de la esclavitud, todos los aspectos de la vida cotidiana —restaurantes, escuelas, salas de espera, baños públicos, etc.—estaban segregados. Los autobuses también.

En concreto, el sistema de autobuses de Montgomery había hecho circular una ordenanza municipal donde indicaba que las cuatro primeras filas del autobús se reservaban para blancos, mientras que los negros debían sentarse en la parte trasera del vehículo. Si había más blancos, se sentaban en las siguientes filas y si había personas de color allí sentadas, se tenían que levantar o bajarse del autobús. Todos los conductores eran blancos y tenían la autoridad para ampliar la zona de los pasajeros blancos u obligar a que un pasajero negro cediese su asiento en la zona intermedia a un pasajero blanco. El mismo conductor que reclamó en ese momento a cuatro personas negras, incluida Rosa, que dejasen los asientos libres la había hecho bajar del autobús, un tiempo antes, dejándola en medio de la lluvia. También esta vez el autobusero les dijo que «lo hicieran fácil y se levantaran». Los tres hombres accedieron, pero Rosa no. Cuando el conductor vio que seguía sentada, puso el freno de mano, se acercó con rapidez hacia ella y le preguntó si se iba a levantar. Ella contestó: «No, no lo voy a hacer». El conductor replicó: «Bueno, si no te levantas, tendré que llamar a la policía para que te arresten». A lo que ella dijo: «Haga lo que tenga que hacer». El conductor bajó del autobús y regresó con un policía que se llevó detenida a Rosa Parks.

En su autobiografía, Parks cuenta lo siguiente:

La gente siempre dice que no cedí mi asiento porque estaba cansada, pero no es cierto. No estaba cansada físicamente, o no más cansada de lo habitual al final de un día de trabajo. No era vieja, aunque alguna gente tiene una imagen mía como si fuera mayor entonces. Tenía 42 años. No, de lo único que estaba cansada era de ceder.

Y ese día ella decidió que no, que no se iba a mover, que no iba a ceder. La mayoría de los historiadores consideran ese momento, esa fecha, como el día del nacimiento del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, el inicio de la lucha por la igualdad de todas las personas, independientemente del color de su piel.

Los padres de Rosa eran un carpintero y una maestra. Se separaron cuando ella tenía dos años, con lo que Rosa se mudó con su madre y su hermano pequeño, Sylvester, a la casa de sus abuelos maternos en Pine Level, a las afueras de Montgomery. Fue a escuelas rurales hasta los once años, momento en el que empezó a estudiar en la Montgomery Industrial School for Girls —Escuela Industrial de Montgomery para Niñas—, un centro privado. Esta escuela, dirigida a muchachas de la comunidad afroamericana, había sido fundada y financiada por mujeres de ideas progresistas del norte de los Estados Unidos. En la Alabama de aquella época, la pretensión de ofrecer a los afroamericanos una educación igualitaria era todo un desafío. Prueba de ello es que durante el tiempo que permaneció abierta aquella escuela sufrió, dos incendios intencionados. Tras terminar allí la educación primaria, Rosa Parks asistió al college de profesores del estado de Alabama para negros, pero tuvo que abandonar su educación secundaria para atender, primero, a su abuela y, luego, a su madre, ambas con problemas serios de salud. Años más tarde, después de casarse, volvió a estudiar y consiguió alcanzar su graduación.

En su autobiografía, Parks escribe que algunos de los primeros recuerdos de su infancia giraban en torno a la amabilidad de algunos desconocidos de raza blanca. Sin embargo, según se fue haciendo mayor, le resultó imposible no ver el intenso racismo que la rodeaba. Contaba cómo había visto a miembros del Ku Klux Klan, la tristemente famosa organización de extrema derecha conocida por sus violentos ataques a la población negra en Estados Unidos, desfilar por delante de su casa mientras su abuelo se colocaba detrás de la puerta, apostado con una escopeta para proteger la entrada. Este es uno de sus testimonios:

No teníamos ningún tipo de derechos civiles. Era solamente un tema de supervivencia, de continuar existiendo de un día al siguiente. Recuerdo irme a la cama de niña oyendo galopar al Klan durante la noche, escuchando un linchamiento, temiendo que quemaran la casa.

En 1932 Rosa se casó con Raymond Parks, un barbero miembro de la NAACP —National Association for the Advance of Coloured People—, una de las principales organizaciones no gubernamentales que trabajaba y trabaja para mejorar las condiciones de vida de las personas de color y por la igualdad racial. Tras la boda, ambos comenzaron casi de inmediato a colaborar con la organización, recaudando dinero para la defensa de los llamados «chicos de Scottsboro». Se trataba de un grupo de adolescentes negros falsamente acusados de violar a dos mujeres blancas y condenados a muerte. A las profundas irregularidades —acoso policial, pruebas falsas, testigos falsos, un jurado formado exclusivamente por blancos, intentos de linchamiento, intentos de agresión, manipulación de todas las fases de la instrucción, etc.— siguió una sucesión de juicios que pusieron de manifiesto la desigualdad de la justicia para blancos y para negros, las profundas perversiones de un sistema que se autodenominaba democrático y la necesidad de levantarse y luchar para cambiar las cosas.

«La gente siempre dice que no cedí mi asiento porque estaba cansada, pero no es cierto. […] tenía 42 años. No, de lo único que estaba cansada era de ceder».


En el momento de su detención tras el incidente del autobús, Rosa Parks era secretaria del capítulo local de la NAACP en Montgomery. No era una responsabilidad política, sino que, según ella: «era la única mujer que había allí, necesitaban una secretaria y yo era demasiado tímida para decir que no». El trabajo en las organizaciones pro derechos civiles no tenía demasiadas alegrías en aquella época, pero seguían adelante. Rosa lo contaba así:

Trabajé en numerosos asuntos con la NAACP pero no obtuvimos ningún resultado. Había casos de palizas, de servidumbre forzada, de asesinatos y violaciones, pero no parecíamos tener demasiado éxito. Era más un tema de intentar retar a los poderes existentes y hacerles saber que no queríamos seguir siendo ciudadanos de segunda clase.

Rosa asumió su gesto como algo personal, como una ciudadana «harta de rendirse». Hay que pensar que la situación era dura: por poner un ejemplo, los niños negros no tenían ningún tipo de transporte que los llevase a la escuela. En su infancia en Pine Level, Rosa había visto y vivido que los niños blancos eran recogidos por los autobuses del servicio de transporte escolar que los llevaban a su colegio, mientras que los niños negros iban andando al suyo. En una entrevista años después, Rosa contaba:

No quería ser maltratada, no quería que me quitasen el asiento por el que había pagado. Ya era hora… tuve la oportunidad de hacer un gesto para expresar cómo me sentía al ser tratada de aquella manera. No había planeado que me arrestaran. Tenía muchas cosas que hacer sin tener que terminar en la cárcel. Pero cuando tuve que encarar esa decisión, no dudé en hacerlo así porque sentía que lo había soportado durante demasiado tiempo. Cuanto más cedíamos, cuando mayor era nuestra aceptación de esa forma de tratarnos, más opresiva se volvía.

Parks fue arrestada, juzgada y condenada a pagar una multa. Otras mujeres habían hecho gestos similares en los meses y años anteriores, pero el caso de Parks alcanzó notoriedad porque, una vez fuera de la cárcel, un grupo de personas, profesores, pastores protestantes y empleados, decidieron que no se podía seguir así. La misma noche que Parks fue liberada gracias a la intervención de Edgar Nixon, un activista de la NAACP, y de Clifford Durr, un abogado blanco que simpatizaba con la causa, Jo Ann Robinson, una profesora universitaria con la que Nixon había hablado, pasó la noche en vela imprimiendo treinta y cinco mil octavillas llamando a un boicot de los autobuses de la compañía de transportes de Montgomery. Las iglesias negras de toda la zona respaldaron el movimiento. El periódico The Montgomery Advertiser lo anunció en primera plana. Algo nuevo había empezado. La población negra se sumó al boicot y más del 75 % de los usuarios de autobús eran negros. Tres eran las modestas peticiones de los que protestaban: que se os tratase con respeto, que se contratasen conductores negros y que la zona intermedia del autobús entre blancos y negros se ocupase bajo la norma de que el primero que llegaba se quedaba el asiento libre.

El pastor de la iglesia baptista de la avenida Dexter, en Montgomery, se puso a su lado de forma decidida. Su nombre era Martin Luther King Jr., y se convirtió en el portavoz del boicot. El caso le dio notoriedad en toda la nación, y lo convirtió en el gran líder de la lucha por los derechos civiles. En sus discursos y actos públicos demostró siempre la firmeza y claridad de sus convicciones, insistía en la vía de la no violencia y huía del camino del odio y el enfrentamiento entre las comunidades. King llegó a ser el líder negro mejor valorado de su época, y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1964. Desgraciadamente, murió asesinado cuatro años después a causa de sus ideas, de ese sueño que consistía en forjar una nueva sociedad en la que todos los hombres fuesen iguales, independientemente de su raza o su credo.

El boicot a los autobuses de Montgomery es uno de los hitos en la lucha por los derechos civiles y la igualdad racial en Estados Unidos, una protesta pacífica, un ejemplo de dignidad y exigencia. Duró 381 días. En esos largos meses, más de un año, obreros, madres de familia y ancianos se levantaban media hora antes o una hora antes, para cubrir andando el trayecto que antes hacían en autobús, y otro tanto a la vuelta. Las fotos de sus miradas serias mostraron en todos los periódicos del país el cansancio de esas gentes tras volver a casa caminando después de una larga jornada de trabajo y, al mismo tiempo, la resolución, la convicción de que era una batalla que no podían perder, por ellos, por sus hijos, por sus nietos. Respecto a las enormes presiones que sufrió todos esos meses —llegó incluso a perder su trabajo de costurera—, Rosa Parks explicaba que no sintió ansiedad porque había vivido toda su vida rodeada de presiones de distinto tipo y comentó: «No tuve ningún miedo especial, era más bien un respiro al saber que no estaba sola».

Al aspecto político de la protesta, es decir, el trabajo por ganar el favor de la opinión pública, se unió también la acción judicial. Encabezada por los abogados de la NAACP, la revuelta por los derechos civiles se libró también en los tribunales de justicia. En ellos el «caso Parks» se convirtió en un icono en la lucha contra la segregación racial. Al final llegó hasta el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, que dictaminó que la segregación era una norma contraria a la Constitución norteamericana, que declara iguales a todos los ciudadanos. Un año después, el Gobierno federal abolió cualquier tipo de discriminación en los lugares públicos.

Rosa Parks fue denominada por el Congreso de los Estados Unidos «Primera dama de los derechos civiles» y «Madre del movimiento de la libertad». Recibió los dos máximos honores para un civil norteamericano: la Medalla Presidencial de los Estados Unidos y la Medalla de Oro del Congreso. Cuando falleció, a los noventa y dos años, su cuerpo fue velado en la rotonda del Capitolio, un símbolo de la democracia, de la Constitución y del pueblo de los Estados Unidos. Ha sido la única mujer y la segunda persona afroamericana que ha recibido este reconocimiento; el primero fue Jacob Chestnut, un policía que murió asesinado cuando un perturbado entró disparando en el propio Capitolio. Martin Luther King dijo una vez: «La libertad es una sola cosa. O la tienes toda o no eres libre». Gracias a Parks, a King y a miles de personas, el mundo fue un poco más libre.


Para leer más

Perfil de Rosa Parks en el portal Biography: www.biography.com

Página oficial de Rosa Parks: www.rosaparks.org

PARKS, R., HASKINS, J., Rosa Parks: My Story, Nueva York, Dial Books, 1992.

SHIPP, E. R., «Rosa Parks, 92, Founding Symbol of Civil Rights Movement, Dies», The New York Times, 25 de octubre de 2005, p. 2.


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