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ASESINATO EN LA CATEDRAL

El tema de la tentación

La tentación de la lujuria, la tentación del poder, la tentación del orgullo espiritual. Sobre ella tiene pensamientos profundos:

Tentador 1º.- “Te abandono al placer de vicios más sublimes

Por los que has de pagar un elevado precio.”

Tentador 4º.- “Ve a alcanzar martirio, rebájate en la tierra

De modo que en el cielo tengas alto sitial.

Y mira, allá abajo, del Averno en el fondo

A tus perseguidores en tormentos sin cuento,

Agostada pasión, de expiar imposible.”

Tomás.- “¡No!

¿Quién eres que me tientas con mis propios deseos?

..........................

¿Es que en mi alma enferma no existe ni un camino

Que a través del orgullo no conduzca al infierno?

Yo muy bien reconozco que estas tentaciones

Son ahora vanidad y más tarde tormento.

¿El pecador orgullo puede acaso arrancarse

Por otro más perverso?

..............

La tentación postrera es la traición más grande.

Hacer lo que se debe por un motivo falso.

.................

El pecado se forma al practicar el bien

.....................

Quien sirve a Dios se halla en peligro mayor

De pecar, que el hombre que da órdenes del Monarca obedece.

Porque aquellos que sirven una causa mejor

Pueden tal vez hacer que la causa les sirva,

Aun obrando bien; y habiendo de luchar

Con astutos políticos, hacerla a ella igual,

Si no por sus acciones, sí por su posición.”

Sacerdote 1º.- “…su orgullo alimentándose de sus propias virtudes

El orgullo nutriéndose de su imparcialidad

El orgullo nutriéndose de generosidad

Odiando poder dado por temporal entrega

A Dios únicamente buscando sujeción.”

Es clara la importancia de todas estas ideas, bellísimamente expresadas además. Es la necesidad de seguir a San Juan de la Cruz, el autor que mejor ha determinado los movimientos internos. Y es la tremenda equivocación de la espiritualidad actual, que busca sobre todo las obras. Me parece indudable que la A.C. actual está formando una generación de orgullosos espirituales.

El tema de la irrealidad

Parece notorio que es un tema caro a Eliot. Ya lo he encontrado en las dos obras analizadas anteriormente - y en los cuartetos ya leídos. Voy siguiendo y anotando expresiones:

Una expresión central, que se repite con frecuencia:

“Viviendo y sólo en parte”

Es el estribillo de largas descripciones sobre la vida miserable del pueblo. Todo el trabajo, opresión, pobreza, cosechas buenas y malas, lujo y desenfreno... nacimientos, y bodas, y muertes... todo eso constituye una vida “sólo en parte”. Es la vida a que la gente se acomoda, y que reclama ante la llegada de un terror mayor, que trae la vuelta del Arzobispo Tomás.

Existen las “voces que nos despiertan a un mundo ya dormido

Impidiendo al espíritu ser del todo presente” (Tomás).

La tentación consiste en invertir los términos: hacer creer que lo irreal es real, y al contrario:

Tentador 2º.- “... el poder obtenido en gloria se transforma

Mientras dure la vida, posesión permanente

Funeral monumento, en mármol construido.

Gobernar a los hombres no se estima locura.

Tomás.- ¿Es acaso alegría para el hombre de Dios?

Tentador 2º- Tristeza hay para aquel que sólo a Dios se entrega.

Aquel que aprisionó la sólida sustancia,

¿Velará vagabundo con sombras engañosas?

El poder es presente, la santidad futura.”

Esta división excesiva del tiempo: presente-futuro, es obra del tentador. El “historicismo”, el “temporalismo” actual es pensamiento diabólico. No hay tal división tajante. Eliot va a afirmar, muchas veces, que lo presente y lo futuro tienen una unidad. Cuanto más se centra el hombre en sí, más importancia tiene el tiempo, puesto que el hombre se encuentra en situación temporal. Sería falso afirmar que el hombre es un ser temporal. El hombre sólo llega a ser hombre cuando sale del tiempo. Visible-temporal es un binomio diabólico, cuando se erige en dirigente de la vida. Invisible-eterno es el binomio director de todo, visible-temporal es instrumental. La superficialidad actual, se puede penetrar muy bien en esta importancia excesiva dada al binomio. Lo temporal es lo que diferencia, mientras que lo eterno ‒o incluso, lo evi-eterno‒ que corresponde propiamente al hombre, es lo que nos permite profundizar. Lecturas paralelas muestran cómo, cuando al hombre se humaniza ‒desarrolla sus facultades‒ puede encontrarse, al mismo tiempo, con hombres de tiempo muy distante: Sófocles, Shakespeare, Lope, Lara, Salinas, Eliot... Y lo mismo en filosofía. Todo este afán de separar, de recalcar la diferencia entre antiguo y nuevo, significa que el que habla es todavía un adolescente. El niño no ha llegado aún al tiempo, el hombre maduro ‒claro que apenas se encuentra algún raro ejemplar‒ le ha superado. El adolescente, el inmaduro, vive del tiempo. Y el santo, en el cielo, se ha despojado para siempre de tal vestimenta inadecuada, poco humana, correspondiente tan solo al estado adolescente del hombre: su viaje por la tierra.

Los cuatro tentadores.-”Desilusión y fraude es la vida del hombre

Todo es irreal,

Irreal o desilusionador.

La rueda Catalina, el gato de la pantomima.

Los premios dados en una fiesta de niños.

El premio concedido a un ensayo literario,

El título de Licenciado, la condecoración del político

Todas las cosas se hacen menos reales, y el hombre pasa

De irrealidad en irrealidad.

Este hombre es obstinado, ciego,

Decidido a la autodestrucción.

Pasando de decepción en decepción

De grandeza en grandeza a fatal ilusión

Perdido en la maravilla de su propia grandeza,

Enemigo de la sociedad, de sí mismo enemigo.”

El Coro vuelve a sus enumeraciones con el mismo estribillo:

“Y entretanto seguimos viviendo

Viviendo y sólo en parte”

Es decir, la vida ordinaria, con sus alegrías y dolores, sólo parcialmente puede llamarse vida. Parece claro, que no podrá decirse que la gente quiera expresar mi pensamiento, y tal vez el mismo Eliot no lo tenía presente. Sin embargo, si sólo “en parte” es vida, es porque las principales facultades no intervienen en esa vida.

Por lo demás, el hombre tiende a esfumar la realidad misma, los dolores del momento luego se van olvidando y convirtiéndose en algo semejante al sueño:

Tomás.- “Os deseo la paz, y que en paz estéis siempre

Con visiones e ideas que puedan torturaros.

A vosotros llegaron y tenéis que aceptarlas.

Cargad con vuestra parte de la eterna aflicción,

De la gloria eternal. Éste no es más que un momento,

Pero sabed que otro

Habrá de conmoveros con gozo imprevisto, de dolor saturado,

Nada más que la hechura del designio de Dios aparezca completa.

Todo esto olvidaréis trabajando en la casa,

Todo recordaréis sentados junto al fuego,

Cuando vejez y olvido endulzan el recuerdo

Y con cansina voz remembréis lo pasado

Como un sueño que ha sido contado muchas veces

Y también muchas veces alterado al contarlo.

Todo será ese día ilusorio y quimérico.

Mucha realidad no sufre la humana razón.”

La realidad temporal es participación de la eterna. En ella se realiza un designio de Dios. En la mente del hombre tiende luego a esfumarse, a transformarse.

Porque la razón humana no resiste mucha realidad.

Y la razón ‒que no da aquí Eliot‒ es que la única realidad, que es Dios, no puede ser contemplada por el hombre, y la realidad refleja tampoco puede ser en dosis fuertes. Sólo el lumen gloriae capacita para ver a Dios. Sólo la fe capacita para contemplar la realidad terrena a la luz de un designio de Dios. Pero para ello es necesario: tener fe - conocer a Dios.

En toda esta trama natural, que se ve, está el designio de Dios y el influjo de la Bestia. Por eso no hay realidad en su sentido total, sino cuando eso se conoce. Llamar realidad a las cosas en sí, “lo primero es conocer la realidad” es en sí blasfemo.

El tema de la pasividad y el designio de Dios

El hombre espera, espera, la manifestación del designio de Dios:

Coro.- “Algo malo nos llega. Esperamos, esperamos,

Y asimismo esperan los mártires y santos, por todos aquellos que habrán de serlo en el futuro.

El Destino aguarda en las manos de Dios, dando forma a lo que no la tiene.

Todo esto lo he visto en un rayo de sol.

El Destino aguarda en las manos de Dios, y no en las de los hombres,

Que a veces hacen bien y a veces hacen mal, maquinando y juzgando,

Tramando sus designios, que sus manos desdoblan y vuelven a doblar, en el molde del tiempo.

A nosotros, los pobres, no queda otro camino

Sino la eterna espera, y después ser testigos.”

Tomás.- “…saben y no lo saben qué es obrar y sufrir

Saben y no lo saben que obrar es sufrimiento

Y sufrir es obrar. Que ni el agente sufre

Ni el paciente obra. Pero ambos están fijos

En un obrar eterno, una paciencia eterna,

A que han de ceder todos y así ser ordenado.

Que han de sufrir todos para así ordenar.

Que subsista la norma, pues la norma es la acción,

Y también sufrimiento, que la rueda no pare y que esté sin embargo, inmóvil para siempre.”

................................

El fin será sencillo, repentino, enviado

Por Dios, y mientras la sustancia

De nuestro primer acto, no será más que sombras,

Y la lucha con sombras, más duro el intervalo

Que la consumación. Porque todas las cosas

Prepararán el fin.”

............................

Del futuro ignoramos lo que ha de suceder

Pero unas generaciones suceden a las otras

Y siempre se repite lo que ya ha sucedido.

El hombre no aprovecha de la ajena experiencia.

Pero nunca, en la vida de un hombre, se repite

El tiempo ya pasado. Corta, pues, el cordel,

La escama arroja. Únicamente el loco

En su locura fijo, imagina tal vez

Que la rueda en que gira es por él movida.”

Notar como el tiempo pasa... y no pasa. Como el hombre actúa... y no actúa. Como la rueda se mueve fija...

Sacerdote 2º.- “¿Hoy? ¿Y qué es hoy? Porque el día casi ha transcurrido.

Sacerdote 1º.- ¿Hoy? ¿Y qué es hoy? Una noche distinta y un alba distinta.

Sacerdote 3º.- ¿Qué es el día que ya conocemos? ¿Aquel cuya llegada se teme o quizá se desea?

Cada día es el día que habríamos de temer o tal vez desear. Un momento

Pesa igual que otro. Sólo por la retrospección, por la selección

Podemos decir que aquel era el día. El crítico instante

Que siempre es ahora, y siempre está aquí. Incluso ahora

El eterno designio podría aparecer.

Es la misma idea. Incluso el tiempo no tiene sentido, sino porque en él se puede manifestar el designio de Dios. Releer las ideas de Van der Leeuw, p. 369, sobre el Tiempo sagrado.

Tomás.- “Me creéis temerario, desesperado y loco.

Y como el mundo hace discutís por efectos.

Para afirmar si un hecho ha sido bueno o malo.

Pero en cualquier acción y en cualquier existencia

De lo bueno y lo malo aparece evidencia.

De distintas acciones los efectos se mezclan

A lo largo del tiempo, y también de igual forma

Se confunden al fin lo perverso y lo bueno.

Mi muerte no proviene de estos hechos de ahora

Fuera del tiempo ha sido mi decisión tomada;

Si llamáis decisión

A la que mi ser todo da completa anuencia.

Porque entrego mi vida

Por la Ley de mi Dios sobre la ley del hombre.

¡Desatrancad la puerta! ¡Dejad el paso franco!

No vamos a vencer luchando o resistiendo,

Ni tampoco empleando astuta estratagema.

No hay que luchar con bestias como si fueran hombres.

Con la Bestia luchamos y ya fue conquistada.

Sufriendo es como ahora hemos de conquistar.

No puede caber duda que es victoria más fácil.

Ahora es cuando llega el triunfo de la Cruz.

¡La puerta abrid! ¡Lo mando! ¡ABRID LA PUERTA!

Así el martirio mismo ‒luego lo veremos expresamente dicho‒ es un designio de Dios, que deja actuar al demonio; los hombres en cuanto obran impulsados por él, son bestias (No hay que decir la raigambre de estas ideas, basta con recorrer toda la literatura martirial de los tres primeros siglos, para encontrar las mismas ideas. Recordar, por ejemplo, a San Ignacio, que va acompañado de aquellos “leopardos” que se tornan más feroces, cuanto más manso se muestra con ellos).

La lucha ya ha tenido lugar definitivamente en las Cabezas: Cristo-Satanás, y Satanás, la Bestia ha sido ya vencida. El hombre no tiene más que recibir este sacramento. Y recibir es dejarse.

Es algo pasivo, lo cual siempre supone cierta actividad para disponerse: abrir la puerta, y cierta negación de movimiento: aquí no huir, “mi decisión” ha sido tomada por Dios. Y esto fuera del tiempo. La primera lucha ocurrió antes del tiempo, entre Dios y Satanás. Luego, el Hombre Cristo, lleva esta lucha al tiempo, cuando el designio de Dios se sensibiliza. En cuanto a la idea del martirio, como sacramento que se ha de recibir, basta con recordar las prohibiciones de presentarse espontáneamente, y la equivalencia con el bautismo: bautismo de sangre. Y la asimilación a Cristo. V.gr. martirio de Policarpo.

Esta recepción no significa que no haya actividad interna, participación de la actividad de Cristo: es decir, la disposición al martirio encierra abundante dosis de fortaleza:

Tomás.- “El justo debe ser

Cual león denodado. Sin que nada le asuste.

Heme aquí.

Nunca al Rey traicioné. Sólo soy sacerdote.

Un cristiano salvado por la sangre de Cristo,

A quien nada le importa la suya derramar.

En todo instante ha sido de la Iglesia la marca,

La marca de la sangre. Una sangre por otra.

La suya Él derramó para comprar mi vida,

Yo derramo la mía para pagar su muerte.

Mi muerte por la suya.”

En la declaración de los Caballeros ‒los asesinos‒ ellos declaran que Tomás debería haber huido, y así habría evitado el asesinato, una vez que ellos se habrían calmado. Le culpan, porque les ha provocado con su pasividad. Es exactamente la misma acusación de los primeros paganos. Recordar las primeras páginas de la Apología de San Justino.

Donde se expresa con toda nitidez la esencia pasiva del martirio, y su sentido de designio de Dios, en el Sermón de Santo Tomás el día de Navidad: “Un martirio cristiano no es nunca casualidad, porque no nace un Santo por casualidad. Y todavía menos, un Martirio cristiano es el resultado de la voluntad de un hombre, que quiere convertirse en Santo, como podría ocurrir con aquel que quiere gobernar en el Mundo. Un martirio depende de la voluntad de Dios, de su amor a los hombres, para aconsejarles y conducirles, para volverlos a traer a sus caminos. Nunca depende de la voluntad humana; porque el verdadero mártir es aquel que ha llegado a ser instrumento de Dios, que ha perdido su voluntad en la voluntad de Dios, y que ya nada desea para sí mismo, ni tan siquiera la gloria del martirio. Así es como en la tierra la Iglesia llora y se regocija a la vez, de una forma que el mundo no puede entender. Así en el cielo los Santos ocupan un elevado lugar, porque se humillaron tanto en la tierra, y se les ve no como nosotros los vemos, sino a la luz de Dios, de donde deriva su mismo ser”.

Por eso Tomás, ante la proximidad de los asesinos, responde a los sacerdotes que le incitan a la huida:

En mi principio está mi fin

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