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Presentación de la equinácea

El género Echinacea, originario de Norteamérica, pertenece a la familia de las asteráceas (o compuestas) e incluye nueve especies diferentes que veremos con detalle a lo largo de este libro. De todas ellas, la Echinacea purpurea, o equinácea púrpura, es sin duda la mejor estudiada y la más utilizada terapéuticamente. Otras especies menos conocidas son la Echinacea angustifolia, de pétalos y hojas más estrechas y también empleada como planta medicinal, y la Echinacea pallida, o equinácea de color púrpura pálido.

Los productos conseguidos con el uso de la E. angustifolia y, muy especialmente, de la E. pallida suelen provenir de plantas salvajes, mientras que los que derivan de la E. purpurea lo hacen del cultivo. De hecho, aunque la equinácea purpúrea es también una especie salvaje de las praderas de Estados Unidos, hoy raramente se encuentran campos donde crezca en libertad. Dado que la equinácea procedente del cultivo programado nos ofrece una calidad satisfactoria y la seguridad de que es la especie pura, y, además, no supone un atentado contra su supervivencia, recomendamos a los lectores que siempre que sea posible utilicen los productos derivados de estas plantaciones, especialmente de la E. purpurea (en España también hay cultivos de la E. angustifolia).

La equinácea era utilizada como remedio tradicional por las tribus indias de las grandes praderas norteamericanas. Era el método habitual para tratar afecciones tan diversas como mordeduras de serpiente de cascabel, resfriados, dolores de muelas, llagas, heridas y herpes.

La planta pasó del uso tradicional de las tribus indias a los colonos, vendida por los famosos «médicos de las carretas» del lejano Oeste. Posteriormente fue estudiada por los farmacólogos que identificaron sus virtudes medicinales.

En nuestras latitudes, en Alemania ya se empezó a utilizar esta planta hacia 1900, importada de Estados Unidos. Debido al efecto demostrado sobre el sistema inmunitario, las investigaciones recientes intentan valorar su efectividad en el tratamiento de la artritis, el cáncer, el sida y el síndrome de fatiga crónica. La lista de enfermedades tratables con equinácea es muy amplia, y algunas de sus indicaciones no gozan de un consenso general; pero no cabe ninguna duda de que esta maravillosa planta estimula la función inmunológica, tan deteriorada en la sociedad moderna.

Como cura la equinácea

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