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PRÓLOGO

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Me opongo a la violencia porque aún cuando aparenta hacer el bien, ese bien es solo temporal; El mal que crea es permanente.

MAHATMA GANDHI

En la última movilización por el día internacional de los derechos del niño en Buenos Aires, el 20 de noviembre del 2020, había entre los pamás y familiares del mar de marchantes ignorados por los medios, una mujer que desolada rompía en llanto constantemente.

Al final de la movilización habló, y homologó en sus palabras lo que a la mayoría de los manifestantes les sucedían. Estaba impedida de tener el más mínimo contacto con sus hijas, de conversar con ellas, de cuidarlas y protegerlas, de escuchar el sonido de su voz, el canto de sus sonrisas, siquiera tenía la posibilidad de mirarlas a los ojos para decirles cuanto deseaba estar con ellas, cuanto las amaba y extrañaba.

Tengo la sensación de que todo ser humano que la viese marchar, sería capaz de empatizar con la desesperación y el dolor de esa mamá, y hacer carne su sufrimiento, aunque ninguno de nosotros pueda siquiera acercarse a la real dimensión de su desconsuelo.

Lo que le sucede a esta, y a numerosas mujeres, les pasa también a miles de papás paternales, aunque la empatía que puede sentirse por una mamá es considerablemente diferente a la empatía que pueda sentirse hacia un papá, aún cuando fueran las mismas condiciones.

Tal vez exista la idea patriarcal que el deseo de paternidad del hombre es superfluo, que no lo constituye, que su función paternal es menor a la maternal, o tiene el destino de ser un colaborador, un asistente, o tal vez un simple reemplazo para cuando algo falle y ese niño o niña lo necesite como relevo transitorio.

Esta construcción patriarcal en el inconsciente colectivo de todos nosotros nos moldea en nuestra capacidad de pensar y sentir, y por este motivo, de establecer una empatía necesaria para poder acercarse al drama de estos papás que, en casos graves, mueren por enfermedades desarrolladas producto del estrés o, en algunos casos, se suicidan.

Tal vez sea por esta construcción del patriarcado la poca empatía general hacia los papás impedidos, produciendo una dificultad para afrontar al drama social que nos convoca, sobre todo en sectores radicalizados del feminismo que los cosifican para poder aplicar sus políticas restrictivas, aduciendo “prevención” ante la peligrosidad inherente del varón que denuncian.

El flagelo de las obstrucciones acá planteadas, que se dan a nivel mundial en este momento histórico, surge del ideario que se le impone a un sector importante de la población para el cual, el patriarcado es la representación del mal que debe llegar a su fin, y la “perspectiva de género”, en su forma discriminante y no inclusiva, representa los ideales del bien que bajo ningún aspecto puede ser cuestionada.

Las violencias actuales dadas por la obstrucción innecesaria de vínculos son inexplicables si no se las entienden en el contexto de esta guerra del bien contra el mal que, en un espiral de violencia creciente, salió por completo de su cauce.

Se definen así teorizaciones que se autoenaltecen en el bien que los incluye, señalando y persiguiendo al mal producidos por objetivados “victimarios”, que son colocados en el lugar de la otredad.

Muy distinto al feminismo que busca la igualdad y la integración de todas y todos en una perspectiva de género inclusiva, la impostura radicalizada y extrema ha abandonado hace tiempo la búsqueda de la igualdad en la diferencia, y ve en el diferente la representación del mal que se debe combatir.

La propuesta de este ensayo es entonces explorar estos conceptos fuertemente establecidos de la actualidad que, velados en su origen, motivación y función, modelan el actuar de comunicadores sociales, psicólogos, agentes sociales, letrados, periodistas, políticos y de un sector de la sociedad, y producen la rotura innecesarias de lazos esenciales, afectando a miles de niños y niñas con sus pamás.

Por entender que las desgarradoras obstrucciones a las mamás que en el principio del prologo se describen, surgen, como se verá en este ensayo, por defecto técnico–legal del interés real por la obstrucción paternal, es que trataré en este trabajo únicamente la obstrucción a los papás, con el anhelo de acabar con el patriarcado real, y en línea con los movimientos feministas que tan bien hacen a la humanidad.

No trata este estudio entonces sobre las violencias comunes del machismo, tema del que se encuentra abundante y excelente bibliografía que explica los privilegios de varones que, ejerciendo con despotismo violencias sobre las familias, victimizan a mujeres, niños y niñas.

Este ensayo habla precisa y excluyentemente sobre las violencias que se dan como consecuencia de obstrucciones innecesarias del vínculo entre los papás y sus hijos e hijas, de los factores psicológicos que se despliegan en los procesos, de las consecuencias nefastas en los niños y niñas de tales medidas judicializadas, surgidas ante denuncias realizadas a papás paternales que resultan ser falsas, falseadas, o provenientes de separaciones conflictivas y también sobre las globalizadas motivaciones del Neopatriarcado que dan origen a semejante pandemia.

Esta globalizada construcción de una tajante división entre víctimas y victimarios posibilita una grieta que beneficia al movimiento dándole a la vez impulso y aceptación, ya que el pensamiento dicotómico que implementa: absolutista, global, no dimensional, invariable e irreversible, es evolutivamente anterior al pensamiento complejo (Beck, 1983).

Siendo el pensamiento primitivo más fácil de incorporar, ya que se manejan con generalidades taxativas irrefutables, se genera adherencia pasional al movimiento, por la perturbación emocional que se produce al generalizar una problemática acotada.

Estas generalizaciones sesgan la información conforme a creencias, implementándose como certezas a la hora de juzgar singularidades.

Si bien las certezas son necesarias para vivir, ya que dan estructura a nuestro ser, la duda nos brinda la humanidad al posibilitar la reflexión, y con ello la posibilidad de cambio.

O somos espejo de ideologías cerradas, repitiendo globalizados sinsentidos disfrazados de verdades que nos moldean, o tomamos el reflejo de esa misma manipulación para deconstruirla y reconstruirla para tener mirada propia, distinta a la imposición cultural de sectores dominantes.

Un pensamiento basado en certezas es lo que caracteriza para Lacán a un pensamiento psicótico. En la otra postura, la posibilidad de la duda, la posibilidad de que algo pueda llegar a ser diferente. (Lacan J., 1984)

En las elaboraciones pasionales como las del fem Radical, las intelecciones y elaboraciones teóricas brotan a partir de lo emocional siendo el conocer, como bien dice Maturana (2008), un suceder biológico que no siempre se ajusta a la verdad. Más bien la verdad construida se ajusta a las motivaciones pasionales.

En estas producciones pasionales que se presentan bajo la forma de una ideología con tanta emocionalidad en su construcción, el saber que se produce no admite reflexión, ya que sus postulados son los fusiles y las espadas que creen dirigir contra la opresión, contra los femicidios, contra las violaciones a niñas y niños, contra todo lo aberrante que denuncian.

Guerra contra el macho matador, violador, abusivo y violento adjetivado como “el varón”, constructo no inocente que resulta de generalizar a un enemigo peligroso y culpable comúnmente indispensable a toda guerra de expropiación.

La guerra que emprende el feminismo radical (fem radical) contra el “varón” culpable del patriarcado está tan bien justificada como mal dirigida, ya que el sesgo que se produce por una generalización sin matices, condena a hombres paternales por su peligrosidad inherente y patriarcal, desvinculando a sus hijos que son privados del amor paterno.

Guerra ejercida por el neopatriarcado con niñas y niños tomados de rehenes que destruye lazos afectivos entrañables, imprescindibles, estructurantes.

En sus resultados negativos están familias disgregadas, papás paternales amputados, niñas y niños víctimas con parte de su infancia robada.

Esta guerra “de género” del fem radical parte como se verá de un gravísimo error. En su perspectiva “de género” sectaria, excluye al hombre como víctima también del patriarcado, y lo coloca como “el culpable”, aunque de vez en cuando se anoticien de papás que se suicidan por estar viviendo el drama de ser acusados falsamente por delitos gravísimos contra sus hijos e hijas (violencia simbólica) y de ser excluidos de su paternidad (violencia simbólica, psicológica, social e institucional).

En Argentina más de 10 hombres se suicidan por cada femicidio que se produce.

Las cifras exactas son 255 víctimas directas de femicidios realizados (O.M., 2018, p. 8) y 2698 hombres que se suicidan al año (Secretaría de Acceso a la Salud, 2018, p. 86), muchas veces impulsados por el tormento de ser desvinculados de sus hijas e hijos mediante denuncias falsas, falseadas o tomando como motivo situaciones derivadas de separaciones conflictivas.

En esta guerra mal direccionada, los femicidios siguen en aumento como también el indicador más siniestro de sufrimiento social. En Argentina el suicidio llega a ser la segunda causa de muerte en niñes de 10 a 19 años. (Unisef 2019).

Es posible que estos índices no se detengan, y que las atrocidades que cometen al incidir falazmente en los litigios dados en las relaciones vinculares de las familias, restringiendo vínculos mediante la justicia, tengan en el futuro, una peor respuesta. Litigios en los cuales, actuando con profesionalismo, podrían resolverse con facilidad y en poco tiempo, evitando femicidios y suicidios, actuando en favor de la salud psíquica de adultos y menores.

Negar estas cuestiones o justificarlas anteponiendo un pacto de sororidad implica actuar fuera de la más mínima ética.

Tomar a la ideología del fem radical (victima–victimario) como certeza o verdad irrefutable, abre un camino peligroso al totalitarismo, condenando de diferentes modos a quienes sean acusados aún sin presentar pruebas, o a quien se atreva a disentir como lo hace este ensayo.

Imposible será evitar entonces, con esta postura no revisionista, violencias que van desde suicidios de papás paternales inocentes hasta los abusos sexuales a niñas y niños por parte de este “sector radicalizado” que se denuncia en este ensayo.

Este trabajo está asentado en una perspectiva de género inclusiva, ya que considera al hombre heterosexual como víctima también del patriarcado.

Al posicionar al hombre como sufriente, es posible entonces abordar la problemática de género de manera integral, de forma que se pueda proteger la relación vincular familiar, dando lugar a tratamientos psicológicos bien direccionados que posibiliten la protección de niñas y niños, adolescentes y adultos, con un accionar más evolucionado que el actual sistema restrictivo medieval.

La libertad solo es libertad cuando lo es en su totalidad. Estar exiliados de nuestros afectos más entrañables es una forma de condena hacia el niño o niña y su papá que cuesta entender en toda su implicancia.

Lo que propongo en este ensayo es reemplazar esta guerra jurídica ideológicamente dirigida (lawfare) por la construcción de un modelo contracultural benefactor, capaz de ser desarrollado sin violencias, suscitando un camino direccionado hacia la igualdad de género integral, basado en la psicología, la educación y la inclusión social, acordando y sin contradecir a otros aspectos producidos hasta la actualidad por el feminismo no radicalizado, y también a no pocos aspectos del fem radical.

La cultura matrística, con valores centrados en la solidaridad, la inclusión, y el colaborativismo, tiene como eje rector el cuidado hacia niños y niñas. Se opondrá a los valores del patriarcado, centrados en el hedonismo, el posicionamiento social, la dominación del diferente y la competencia, siendo su regente la violencia y la exclusión.

Para evitar cuestionamientos que pretendan ensuciar lo que este estudio viene a desarrollar aclaro, de una vez y para siempre, que el objeto de estudio va a ser la violencia realizadas a niñas y niños, como así también a sus papás paternales, ocupándome exclusivamente del accionar de universitarios recibidos de distintas especialidades ante denuncias falsas realizadas por un progenitor a la justicia, por lo general derivadas por conflictos inherentes a una separación belicosa, llevando a despojar a niñas y niños del amor, el cuidado, la protección y la identidad de la parte de la familia paterna durante años, quedando estos a resguardo del victimario denunciante, y produciendo violencias y hasta abusos sexuales a niños, niñas y a sus papás.

A los profesionales que trabajan en esta temática y no a la mujer denunciante va dirigido este ensayo.

Este ensayo hacer referencia solamente a casos de desvinculación de papás con sus hijos/as, y deja como deuda al flagelo producido por gran cantidad de casos de niñas y niños desvinculados de la parte materna al ser pensadas, por estos sectores radicalizados, como “mujeres patriarcales”

Otros casos de desvinculaciones innecesarias de madres con sus hijas/os surgen de un sistema democrático que tiene basamento en la igualdad y no puede esquivar maniobras jurídicas que, utilizando los mismos argumentos para desvincular al papá, son empleados para desagregar a mamás, forzando a la burocracia jurídica a actuar también en contra de ellas y de sus hijos e hijas. Si bien difieren estos casos en sus motivaciones a lo específico de este estudio y poseen otras complejidades a pensar, son, en lo que atañe a este siglo XXI, consecuencia también del accionar del neopatriarcado.

El fin último propuesto por el feminismo radicalizado, que es el de deconstruir a la familia tradicional por ser producto del patriarcado, también es logrado para beneficio del neopatriarcado mediante la disgregación familiar por la obstrucción materna.

El recorte necesario para esta problemática, insisto nuevamente, no incluye a aquellos casos ciertos de violencia física a los niños y niñas y a sus mamás, ni pretende que el Estado deje de intervenir en estos casos, para que nunca más ocurran casos de femicídios como los de Micaela García, Verónica Ramirez , Valentina Escalante, Úrsula Bahillo y tantas otras víctimas de femicidio.

En caso de violencia física o de amenazas reales es necesaria y única alternativa la denuncia a los centros especializados, los cuales serán los responsables de evaluar sin ideologismos y, en caso de ser imperioso, de obstruir temporalmente para dar tratamiento al insano vínculo, protegiendo de esta manera no solo a la mujer o al hombre víctima de violencia, sino además a las niñas y niños, pudiéndose actuar en la relación de éstos con sus pamás ya cortada la cadena de violencia de forma efectiva, para que pueda establecerse lo más pronto posible un sano vínculo filial siempre que ello fuera viable.

Las frases textuales que en este libro se presentan no corresponden, en gran parte de los casos, a la intención de sus autores, por estar algunos de ellos dirigidos a otras cuestiones, e incluso dando un sentido inverso a la problemática acá planteada, quedando fuera de la intencionalidad de esos textos el tratamiento que se les darán a sus palabras en este ensayo.

Declaro que este libro está concebido desde una posición subjetiva, la mía, y por lo tanto deja de ser imparcial. Se aconseja a usted contrastarlo y de ahí sacar su propia conclusión.

Neopatriarcado

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