Читать книгу Estrategias de evaluación - Juan Carlos López Barajas - Страница 3
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
La evaluación es una actividad que se ha desarrollado en distintas culturas desde hace miles de años; específicamente en el contexto educativo, la encontramos en la Edad Antigua. Se caracterizó por el uso de procedimientos instructivos basados en referentes, que tenían la intención de evaluar la capacidad de las personas. Al principio se evaluaban capacidades precisas —como la expresión frente a tribunales— que determinaban si el candidato era apto o no. Ya hacia el siglo XIX, la evaluación respondía a prácticas que se basaban en instrumentos; aparecen los diplomas de graduación y surge un sistema de exámenes de comprobación que se elaboraban de acuerdo con los requerimientos de la sociedad en esa época. Esta primera generación de exámenes se denomina, por Guba y Lincoln (1989; citado por SEP, 2013), como de la medición, y es antecesora de los test; en los que el evaluador tenía la función de técnico que proveía instrumentos de medición.
Con esta herencia que dejó el siglo XIX a la evaluación, en las primeras décadas del siglo XX, los expertos continuaban con la convicción de aplicar nuevas pruebas que ayudaran a evaluar y mejorar los resultados de la educación, así como de encargarse del diagnóstico y la colocación de estudiantes de acuerdo con sus necesidades de aprendizaje.
Dentro de los personajes que destacan en la evaluación se encuentra Thorndike, con sus estudios de la inteligencia y la creación de los primeros test; posteriormente, Alfred Binet perfecciona y profundiza en el estudio de la inteligencia, dando paso a la creación del test Standford-Binet en la Universidad de Standford.
Ello dio lugar a la creación de una gran cantidad de test estandarizados que determinaban diversas destrezas escolares y medían la inteligencia. No obstante, se hace énfasis en la necesidad de que sea el docente quien elabore sus propias pruebas objetivas.
A finales de los años cuarenta, el concepto de la evaluación se ve empañado por la crítica respecto a la estandarización y sistematización de los procesos para evaluar. En esta década, Tyler replantea la necesidad de una evaluación científica que permita perfeccionar el proceso de educación. Así, introdujo en su término de currículum el método sistemático de evaluación educativa, describiéndolo como «el proceso» que surgió para determinar en qué medida se alcanzaban los objetivos previamente establecidos (Tyler 1967 y 1969, citado por SEP, 2013). Con ello se da un gran salto, ya que la evaluación era considerada como medición y la nueva propuesta consistía en que se emitiera un juicio de valor acerca de la información que se recabara.
En décadas subsecuentes comienzan a surgir las taxonomías para los objetivos educativos, y la más común es la de Benjamin Bloom. Ya para la década de los años setenta, la evaluación se centraba en los alumnos y el rendimiento que estos tuvieran, pero la interpretación que se diera dependería del tipo de decisión que se estuviera buscando. Esta visión se modificó una década después, porque en Estados Unidos se dio auge a la rendición de cuentas. A partir de esta época comenzaron a surgir cada vez mayor cantidad de test y estrategias de evaluación educativa, consolidándose así la evaluación como parte de la investigación. Aparecen revistas especializadas, se fundan asociaciones científicas y se ofrecen cursos y programas de investigación en evaluación.
Objetivo general
Agrupar la habilidad para evaluar los procesos de aprendizaje de los alumnos, así como los procedimientos aplicables a la valoración de las actividades realizadas por los mismos, a través de la tabla verdadero/falso, el mapa cognitivo, el cuadro comparativo, las tablas explicativas, la técnica QQQ y el taller para valorar la importancia que tiene la evaluación educativa, necesaria y fundamental en la labor docente.