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UNIDAD I

IMPORTANCIA DE LA EVALUACIÓN EDUCATIVA


La evaluación educativa se basa en una serie de supuestos que no siempre son evidentes para los observadores externos. Incluso, en ocasiones, una mala comprensión de lo que implica la evaluación por parte de quienes la llevan a cabo conduce al empleo de prácticas evaluativas incorrectas. Los criterios de aplicación comienzan desde el momento en que se plantean las preguntas: ¿qué evaluar?, ¿para qué evaluar?, ¿quién lleva a cabo la evaluación? y ¿cómo hacerla?. Tras tomar estas decisiones, el uso de criterios de evaluación se multiplica: deben tomarse en cuenta los criterios técnicos que garanticen una evaluación imparcial y justa, los criterios cualitativos que garanticen la validez y la pertinencia del proceso y los criterios sociales que garanticen la utilidad y el desarrollo del sistema de evaluación (Sánchez-Moguel, 2004).

La evaluación del aprendizaje es una práctica que ha ido cobrando relevancia en la reflexión de los estudiosos educativos en los últimos 30 años; ejemplo de ello queda plasmado en los diversos congresos de investigación educativa, en los que se hace mención de la necesidad de una evaluación completa e integral.

Desde el año de 1979, García Cortés señalaba el problema de la «realización paupérrima de estudios de evaluación educativa en nuestro medio». El estado de conocimiento sobre la evaluación del aprendizaje del II Congreso Nacional de Investigación Educativa (Martínez et al., 1993) señala que son muy pocos los trabajos realizados a lo largo de la década de 1982 a 1992 sobre este aspecto de la evaluación educativa; se encontraron solamente 81 estudios, tesis y artículos. En el III Congreso Nacional de Investigación Educativa (1995) se observaba aún la dispersión de la temática, ya que los trabajos presentados eran en general técnicos y referentes a problemas relativamente aislados. Fue hasta el ciclo 2001-2006 que se reconoció su importancia en el Programa Nacional de Educación:


El Programa Nacional de Educación 2001-2006 ya reconoce que «la evaluación permanente y sistemática […] es un importante instrumento de gestión […] para llevar a cabo acciones de mejora, así como para rendir cuentas a la sociedad». Actualmente, existen instituciones de creación reciente (el Instituto para la Evaluación de la Educación es un ejemplo) cuyas preocupaciones giran en torno a desarrollar la evaluación de la educación así como la reflexión de la misma (Sánchez-Moguel, 2004).


Con el gran impacto que comenzaba a representar la evaluación educativa se observó, al mismo tiempo, la cada vez más marcada falta de interés en los aspectos técnico-teóricos del tema, así como la falta de espacios dedicados al análisis de estos aspectos en las instituciones formadoras de maestros. Esto llevó a la existencia —en algunos casos— de prácticas evaluativas del logro escolar en el interior del aula, carentes de una reflexión sobre las razones por las que se evalúa, dando prioridad al cumplimiento administrativo sobre la utilidad real de la información, y haciendo uso de procedimientos e instrumentos de evaluación poco planeados y mal estructurados. De ellos no se elaboraba un análisis profundo de lo obtenido y, por el contrario, se daba mayor énfasis a los intereses crediticios, distorsionando, de esta manera, lo que los estudiantes realmente saben, como ligar la conducta a la calificación, las altas posibilidades de fraude o las pruebas que privilegian lo memorístico sobre lo reflexivo.

Si bien es indispensable que cada profesor haga evaluaciones particulares y a profundidad de estos elementos en su espacio de trabajo, es también necesario contar con perspectivas más generales de la labor académica que sirvan de monitor a la comunidad general de las escuelas. Por tanto, la evaluación de grandes cantidades de estudiantes a partir de instrumentos estandarizados, la evaluación reflexiva entre los maestros y la evaluación institucional se presentan como prácticas útiles en el acopio de datos globales sobre la situación escolar. Sin embargo, existen situaciones en las que estos resultados son generalizados y se toman solo como cifras institucionales, dejando de lado la reflexión y profundización de los resultados que lleven a una real mejora educativa.

Existe una serie de cuestiones respecto a la forma de abordar el trabajo de la evaluación masiva, que ha sido resuelta con base en criterios poco claros e incluso sin considerar siquiera los problemas teóricos y de aplicación, planteando las decisiones en términos meramente técnicos y/o administrativos. García Cortés (1979, citado por Sánchez-Moguel) explicó la gran importancia que tiene determinar, para cada caso, para qué evaluar y qué evaluar. Sánchez-Moguel señala que existen tres puntos de especial importancia en cuanto a la pertinencia de un procedimiento de evaluación: 1) que el tipo de información arrojada sea realmente un indicador útil sobre los conocimientos y/o habilidades de la población; 2) que existan criterios fundamentados para interpretar los datos obtenidos en la examinación de grandes grupos; 3) que la información obtenida llegue a los destinatarios que pueden darle utilidad (profesores, planificadores académicos de la escuela y estudiantes).

La Secretaría de Educación Pública (SEP; 2013), en su manual de evaluación, señala como criterios básicos de referencia para evaluar la educación:




Tomado de «La evaluación en la escuela» SEP, 2013

Actividad

Para reflexionar sobre la propuesta elaborada por Sánchez-Moguel, referente a que es labor de cada docente elaborar sus propias estrategias de evaluación, se propone analizar aquellos aspectos que debemos tomar en cuenta para ejercer juicios de valor más precisos y objetivos. Habrá que hacer el siguiente análisis.

Inventario de evaluación (SEP, 2013)


Actividad que realizan los alumnos y es evaluada por eldocenteTipo de evaluación que se aplicaMomento del proceso educativo en que se aplica laevaluaciónQué se identifica con la evaluación

Bibliografía

Sánchez-Moguel, A. (2004). Criterios de evaluación educativa: bases y perspectivas. Avance y perspectiva. pp. 1-7.

Secretaría de Educación Pública (SEP). (2013). La evaluación en la escuela. Dirección General de Formación Continua de Maestros en Servicio.

Estrategias de evaluación

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