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Introducción

Una panorámica global

Al escribir este libro me he propuesto ofrecer una visión de conjunto del pueblo judío en la actualidad. Como en otras ocasiones, mi criterio para considerar judía a una persona difiere del establecido por las corrientes rabínicas ortodoxas. Para estas, como recordaremos de nuevo más adelante, es judío todo aquel nacido del vientre de una mujer judía (a este respecto no importa, pues, si el padre es judío o no) y toda persona convertida al judaísmo (independientemente de su raza) según las normas aprobadas por las correspondientes autoridades religiosas.

Aunque sean pocos los conversos, dejar la puerta abierta a la conversión para ser judío, como permiten las normas del judaísmo ortodoxo, conlleva entre otras las siguientes consecuencias: es judío/a. cualquier nacido/a. de una mujer judía (independientemente de su raza y ascendencia), sea cual sea su raza y opción religiosa o, en su caso, no religiosa (aunque algunos rabinos excluyen a los idólatras); el «judaísmo biológico» o, mejor, la identidad judía, no se hereda del padre y, por tanto, cualquier hijo/a. de padre judío y madre gentil (no judía) debe hacer un acto formal de conversión al judaísmo para ser judío; cumpliéndose una de las situaciones anteriores, y al margen de lo que opinen los progenitores o incluso el propio interesado, la identidad judía está reconocida.

Lejos de esa rigidez a la que se oponen también las ramas liberales del judaísmo, e incluso independientemente de las doctrinas de estas últimas corrientes, nosotros consideraremos judía o judío ―como hemos hecho en otras publicaciones― a cualquier descendiente de madre, padre, abuela o abuelo judíos (sean estos por ascendencia o por conversión), así como a aquellas personas formalmente convertidas al judaísmo. Pensamos que, de esta manera, es más fácil ofrecer una visión global de cuanto guarda relación con los judíos, grupo heterogéneo de personas tanto en su aspecto físico como en su modo de pensar y preparación cultural, cuyos miembros, además, han atravesado por diferentes circunstancias políticas, sociales y económicas.

Rechazado, pues, cualquier monolitismo, a lo largo del libro podremos percatarnos de las tendencias centrífugas y centrípetas que se aprecian en los judíos actuales, en los que, a pesar de las muchas excepciones, pueden destacarse unos denominadores relativamente comunes: algunas generaciones precedentes han compartido experiencias pasadas, cierta relación ―sentimental, política, económica, cultural― con el estado de Israel e interés por la seguridad y bienestar de los judíos en el mundo. Como es lógico, los lazos de unión son más fuertes en los judíos de la diáspora más satisfechos de su identidad (que suelen ser los más integrados y activos en sus respectivas comunidades judías) así como en muchos otros de nacionalidad israelí, por cuanto se sacrifican y benefician a un tiempo de la existencia del estado de Israel; estos últimos, además, no tienen que hacer esfuerzos especiales para recordar y mantener psicológicamente viva su identidad judía.

Uno de esos vínculos esenciales que, aunque algunos no lo reconozcan, unen de hecho a los judíos es, como hemos indicado, el pasado común, más o menos compartido en función de las coordenadas espacio-temporales donde se han desarrollado las diferentes comunidades judías. Hay más historia común cuantos más son los ancestros judíos (a este respecto, no es igual tener madre y padre judíos que, por ejemplo, uno de los progenitores o de los abuelos/as.). Y evidentemente, hay experiencias cotidianas (la educación judía, atenerse a las normas de alguna corriente del judaísmo, residir en un país, hablar determinada lengua) o vivencias extraordinarias (como el Holocausto, haber padecido acosos o sufrido atentados terroristas) que, probablemente, unen más a quienes las han probado o sufrido. En cualquier caso, siempre acaba llegándose a una pareja (el patriarca Abraham y su esposa Sara) de la que todos descienden (caso de los judíos biológicos) o a unos contenidos religiosos (como ocurre con los conversos) con los que se comulga.

Ese pasado común a tantos judíos lo narré en otro libro (El pueblo judío en la Historia: desde los comienzos al Holocausto). En el presente volumen me he centrado en describir ―y a veces comentar― aspectos políticos (especialmente sobre el conflicto de Oriente Próximo y el estado de Israel), sociales (la situación de los judíos en Israel y en la diáspora), religiosos (las corrientes del judaísmo y algunas de las principales relaciones, semejanzas y diferencias entre las religiones monoteístas) y culturales (aportaciones grupales e individuales a la humanidad). Dichos aspectos, junto con ese conocimiento histórico que explica tantos hechos del presente, contribuirán a darnos, en mi opinión, una buena perspectiva global del pueblo judío en la actualidad.

Acabo agradeciendo el interés que mis familiares y amigos han puesto durante la redacción de esta obra y los consejos y confianza de José Luis Ibáñez Salas, director editorial de Punto de Vista Editores, sello que, al igual que el volumen antes mencionado, publica también este libro.

El pueblo judío en la historia

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