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Por: Ulrich Hemel

Director del Instituto de Estrategia Social (Laichingen, Alemania) y del Instituto de Ética Global (Tübingen, Alemania).

Cada libro tiene su historia y aquella está íntimamente conectada con la vida del autor, de su familia, de sus amigos. El libro Ponéte bonito es la expresión de la gran alegría de vivir de Juan Tesoro, es la forma de compartir su experiencia con sus lectores y es un estímulo a vivir mejor: la felicidad está en nuestras manos.

Con Juan nos conocimos durante un vuelo de Europa a Bogotá, conversamos horas y horas, me encantó su entusiasmo y su determinación, y seguimos en contacto. Juan es un ejemplo de resonancia, de lo que pasa cuando hay un encuentro entre dos personas, abiertas al mundo, receptivas a las sorpresas que nos regala el universo.

La idea llave de la vida y del libro de Juan es el movimiento. Todo el mundo se mueve; no podemos vivir sin movimiento. El movimiento es símbolo de nuestra amistad con el propio cuerpo y es el símbolo del camino en el itinerario de nuestra vida. Somos nosotros mismos los autores de la dirección de tal itinerario, de la realización de nuestros movimientos, del viaje de nuestra vida.

Es Dante Alighieri quien en el inicio de su Divina comedia habló del camino en la mitad de la vida que es motivo de una nueva orientación porque ya no se sabe adónde ir. Cualquier camino inicia con el movimiento. No siempre, pero muchas veces, el camino se hace “caminando” porque el movimiento mismo, superando la “pereza”, cambia la estructura de nuestro pensamiento, de nuestras acciones y de nuestras aspiraciones.

Juan conecta el movimiento físico a sus efectos psíquicos y sociales. No estamos solos. Nadie dice que tenemos que aislarnos de los demás para hacer el viaje de nuestra vida. Por otro lado, el movimiento mismo tiene la belleza de conformar nuestra personalidad hacia una sintonía cada vez mayor. La felicidad está en nuestras manos y, caminando, también en nuestros pies y en nuestros cuerpos “en movimiento”.

Sería fácil hablar de contratiempos, resistencias, mala suerte y tragedias en la vida. Estos existen y hacen parte del tiempo que pasamos en esta Tierra. Igualmente, cualquier barco tiene que encontrar su ruta en tiempos buenos y con tempestades, con olas miedosas y con peligros confrontadores.

Es el movimiento mismo el que nos puede dar la llave para conseguir la actitud más idónea de frente a tales obstáculos: no estamos solos, no somos el centro del universo, tenemos la capacidad de ganarle distancia a los hechos, hasta al propio destino. No podemos cambiar lo que nos pasa, pero sí podemos cambiar nuestra actitud frente a lo que es nuestro destino biográfico.

Este tipo de aprendizaje es un tipo de movimiento mental, del camino de nuestra alma. Juan nos recuerda la importancia de ser los capitanes de la navegación en nuestra propia vida. Podemos movernos, podemos iniciar, podemos comenzar otra vez y movernos hacia nuevos horizontes.

Lo que encontraremos entonces es el tesoro de la conexión vivida y sentida con el universo, el sentido de “resonancia” en el movimiento, de comunidad y de conexión con lo que es la vida. Es un camino que crea, con cada momento, un paso más en el movimiento hacia la belleza, hacia la sintonía perfecta entre cuerpo, alma y espíritu. Gracias, Juan, ¡por el regalo de compartir tu experiencia! ¡Ponéte bonito!