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CONTRA LOS GALILEOS

Está bien, me parece, exponer a todos los hombres las [39A] causas por las que me convencí de que la maquinación de los galileos es la invención de unos hombres compuesta por maldad. Aunque no contiene nada divino, al utilizar sin embargo [39B] a fondo la parte del alma amiga de los mitos, infantil e irracional, condujo a un relato monstruoso a la fe de la verdad.

Como es mi intención tratar sobre todos los llamados [41E] dogmas fundamentales, quiero decir en primer lugar que cualquiera que desee refutarme debe, como en un tribunal, no ocuparse de nada ajeno ni, como se dice, acusar por su parte hasta que haya hecho la defensa de sus propios puntos de vista. De esta forma será mejor y más claro tratar de un tema en [42A] particular cuando quieran refutar nuestras objeciones, mientras que cuando se defiendan de nuestras propias refutaciones no acusen por su parte.

Merece la pena recordar brevemente de dónde y de qué [42E] manera se originó nuestra idea de dios; después, comparar las opiniones de los griegos y de los hebreos sobre la divinidad y, tras ello, pasar revista a los que no son ni griegos ni [43A] judíos, sino que pertenecen a la secta 1 de los galileos, por qué eligieron sus creencias en lugar de las nuestras y, después, por qué no permanecen en sus propias creencias siquiera, sino que, abandonándolas 2 , siguieron su propio camino. Aunque no están de acuerdo con ninguna de las bellas e importantes creencias ni de nosotros, los griegos, ni de los hebreos de Moisés 3 , sin embargo extraen las que son consideradas en estos pueblos calamidades, el ateísmo de la ligereza [43B] judía y una vida baja y negligente de nuestra indolencia y vulgaridad, y desean llamar a esto el más noble culto a la divinidad.

[52B] De que el conocimiento de dios se da entre los hombres no por aprendizaje, sino por naturaleza 4 , válganos como primera prueba el celo común de todos los hombres, en privado y en público, individual y colectivamente, acerca de lo divino. En efecto, absolutamente todos sin aprendizaje creemos en una especie de divinidad acerca de la cual ni es fácil que todos la conozcan con exactitud, ni es posible que los que la conocen se lo comuniquen a todos...; sin duda junto a esta idea común a todos los hombres existe otra diferente. Pues todos dependemos de una forma tan natural del [52C] cielo y de los dioses que aparecen en él, que, aunque alguien pensase que existe otro dios junto a éstos, en cualquier caso le asignaría el cielo como morada, no por separarlo de la tierra, sino por colocar al rey de todas las cosas, por así decir, en el lugar más honorable de todos, suponiendo que desde allí vigila los asuntos de este mundo.

¿Para qué necesito llamar aquí testigos griegos y hebreos? [69B] No hay nadie que no extienda hacia el cielo sus manos cuando hace una súplica, y cuando jura por un dios o por los dioses, si tiene una noción general de lo divino, hacia ella se vuelve. Y no es extraño que sientan esto. En efecto, al ver que los cuerpos celestes ni aumentan, ni disminuyen, ni cambian en absoluto, ni soportan ningún influjo desordenado, sino que su movimiento está lleno de armonía, su orden es perfecto, la iluminación de la luna [69C] está regulada y que las salidas y puestas del sol están reguladas en estaciones eternamente reguladas, es natural que lo consideren un dios y trono de un dios. Pues lo que es así, ya que ni aumenta por ninguna añadidura ni disminuye por pérdida, situado fuera de todo cambio relativo a la alteración o mutabilidad, está purificado de la destrucción y generación, es inmortal por naturaleza e indestructible, libre de toda mancha; eterno y siempre en movimiento, como vemos, es llevado circularmente en tomo al gran creador por el alma superior y divina que habita en [69D] él, de la misma forma en mi opinión que nuestros cuerpos por el alma que hay en nosotros, o habiendo recibido su movimiento del propio dios rodea su círculo infinito en un movimiento incesante y eterno.

Efectivamente, los griegos inventaron mitos sobre los [44A] dioses increíbles y prodigiosos. Así, afirmaron que Crono se tragó a sus hijos y después los vomitó; y también hablaron [44B] de uniones ilegales: por ejemplo, Zeus se unió a su madre y, tras procrear en ella, se casó con su propia hija, mejor dicho, ni siquiera se casó, sino que uniéndose simplemente a ella 5 se la entregó después a otro. O bien los desgarramientos de Dioniso y cómo se volvieron a pegar sus piernas; de cosas así nos hablan los mitos de los griegos. Compara con ellos [75A] la enseñanza judía y el jardín plantado por dios, y como él modeló a Adán y después a la que fue su mujer. Y dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; démosle una ayuda semejante a él» 6 , que, sin embargo, no le ayudó en absoluto, sino que le engañó y fue, en parte, culpable para Adán y [75B] para ella misma de su caída fuera de la vida delicada del paraíso.

Esto es completamente fabuloso, ya que ¿cómo va a ser razonable que dios desconociese que el ser que él creó como ayuda sería para quien lo recibió no motivo de bien, sino de [86A] desgracia? Y la siguiente 7 que conversó con Eva, ¿de qué lengua diremos que se sirvió? ¿Acaso de una lengua humana? ¿Y en qué se diferencian estas cosas de los mitos inventados [89A] por los griegos? Y que dios negase el discernimiento de lo bueno y de lo malo a los hombres creados por él, ¿no es excesivamente absurdo? ¿Qué cosa más estúpida podría existir que una persona incapaz de discernir el bien y la maldad? Pues es evidente que no rehuirá los unos, quiero decir los males, ni perseguirá los otros, quiero decir los bienes. Y lo más importante, dios negó al hombre el gusto de la inteligencia, por encima de la cual nada hay más honroso [89B] en el hombre. En efecto, que el discernimiento de lo bueno y de lo malo es un acto propio de la inteligencia resulta evidente sin duda incluso para los necios, de forma que la serpiente resulta ser un bienhechor y no una plaga del género [93D] humano. Además, ese dios debe ser llamado envidioso porque, cuando vio que el hombre participaba de la inteligencia, [93E] para que no gustara del árbol de la vida, según dice, lo expulsó del paraíso diciendo precisamente: «Mira, Adán se ha hecho como uno de nosotros al conocer el bien y el mal; y ahora que nunca extienda su mano y tome del árbol de la vida y coma y viva para siempre» 8 . Si el mito no contuviera [94A] una interpretación secreta, como yo creo 9 , cada uno de estos relatos estaría lleno de grandes blasfemias acerca de dios. Pues el desconocer que la mujer creada como ayuda será causa de la caída, y el negar el conocimiento del bien y del mal, que es lo único que parece sostener la inteligencia humana, y, además, el tener envidia de que el hombre tomando del árbol de la vida se convirtiera de mortal en inmortal, es un exceso de envidia y de celos.

Respecto a lo que los judíos creyeron correctamente y a [96C] lo que nuestros padres nos transmitieron desde el principio, nuestro discurso sostiene que el creador persistente de este universo...; pues sobre los dioses que están por encima de este creador Moisés no ha dicho nada en absoluto, él que tampoco se atrevió a decir nada sobre la naturaleza de los [96D] ángeles. Pero que están al servicio de dios de muchas maneras y en muchos lugares lo dijo, pero si son engendrados e inengendrados, o generados por un dios y destinados al servicio de otro, o si es de alguna otra forma, no lo ha definido en ningún lugar; describe en cambio de qué forma fue ordenado el cielo, la tierra y lo que está contenido en ella. Y dice que dios ordenó que existiesen unas cosas, como la luz y el [96E] firmamento, y otras las creó, como el cielo y la tierra, el sol y la luna, y las que existían, pero estaban ocultas hasta entonces, las separó, como el agua según creo y la tierra seca. Aparte de esto, no se atrevió a hablar ni de la generación ni de la creación del espíritu, sino tan sólo: «Y el espíritu de dios se movía sobre la superficie del agua». Pero si es inengendrado o si ha sido engendrado no lo aclara en absoluto. [49A] En este punto comparemos, si os parece bien, las palabras de Platón 10 ; observa qué es lo que dice sobre el creador y qué palabras le atribuye en la generación del universo, para que confrontemos una con otra la generación del universo de Platón y de Moisés. Así se revelaría quién es superior y más digno del dios, si Platón, que rinde culto a las imágenes 11 , [49B] o aquel de quien dice la escritura que dios le habló boca a boca 12 . En el principio creó dios el cielo y la tierra. Y la tierra era invisible e informe y la oscuridad estaba encima del abismo y el espíritu de dios se movía sobre la superficie del agua. Y dijo dios: Nazca la luz, y la luz nació. Y vio dios que la luz era buena. Y separó dios por mitad la luz y por mitad la oscuridad. Y llamó dios a la luz día y a la oscuridad la llamó noche. Y nació la tarde y nació la mañana, un solo día. Y dijo dios: Nazca el firmamento en medio del [49C] agua. Y llamó dios al firmamento cielo. Y dijo dios: Reúnase el agua que hay bajo el cielo en un solo punto de reunión y que se vea la tierra seca; y así sucedió. Y dios dijo: Produzca la tierra hierba para pasto y árboles frutales. Y dijo dios: Nazcan luces en el firmamento del cielo para que sirvan de resplandor a la tierra. Y las colocó dios en el firmamento del cielo, de forma que gobernaran el día y la noche» 13 . En este relato Moisés no dice que el abismo haya [49D] sido creado por dios, ni el agua; sin embargo, era preciso, tras decir de la luz que nació al ordenarlo dios, hablar también de la noche, del abismo y del agua. Pero no dice nada de que no existiera en absoluto, aunque a menudo los menciona. Además, tampoco menciona el nacimiento o la creación de los ángeles, ni de qué forma fueron traídos a la vida, sino sólo los cuerpos celestes y terrestres, de forma que, según Moisés, dios no es creador de nada incorpóreo, sino ordenador [49E] de la materia preexistente. Pues las palabras «la tierra era invisible e informe» no hacen sino establecer lo húmedo y lo seco como materia real, e introducen a dios como su ordenador.

Escucha, en cambio, lo que dice Platón del universo: [57B] «El cielo entero o el universo, o démosle cualquier otro [57C] nombre que pueda ser más aceptable, ¿existió siempre, sin contener ningún principio de nacimiento, o ha nacido y comenzado a partir de algún principio? Ha nacido, puesto que se puede ver, tocar y tiene cuerpo, y todas las cosas semejantes son sensibles, y las cosas sensibles, que son comprensibles por la opinión junto con la sensación, ya vimos que nacen y son generables...; así pues, de acuerdo con este razonamiento verosímil, hay que decir que este universo ha nacido como un ser vivo dotado de alma y de inteligencia [57D] en verdad gracias a la providencia de dios» 14 .

[57E] Comparémoslos solamente punto por punto; ¿qué palabras y de qué tipo dice el dios de Moisés y de qué tipo el [58A] dios de Platón? «Y dijo dios: creemos al hombre a nuestra imagen y semejanza; y mande sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los rebaños y sobre la tierra y sobre todos los reptiles que reptan sobre la tierra. Y creó dios al hombre y lo creó a imagen de dios; y los hizo macho y hembra diciendo: creced y multiplicaos y llenad la tierra y [58B] sed dueños de ella; que manden sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre todos los rebaños y sobre toda la tierra» 15 .

Escucha ahora las palabras que Platón atribuye al creador del universo: «Dioses de dioses, de cuyas obras creador y padre soy yo y que serán indisolubles mientras yo quiera. Todo lo que ha sido atado puede ser desatado, mientras que querer desatar lo que está bien trabado y está bien es propio de un ser malvado. Por ello, puesto que habéis nacido, no sois inmortales ni indisolubles en absoluto; sin embargo, no seréis disueltos ni os tocará el lote de la muerte, porque habéis obtenido mi voluntad, que es mayor y más soberana [58C] que las ataduras de aquellos que os ataron cuando nacisteis. Ahora aprended lo que os digo a las claras: quedan aún tres razas mortales sin nacer y hasta que no nazcan el cielo estará incompleto, pues sin ellas no tendrá en sí todas las razas de seres vivos; cuando gracias a mí hayan nacido y participen de la vida podrán ser iguales a los dioses. Así, para que sean mortales y este universo sea realmente universal, dedicaos según vuestra naturaleza a la creación de seres vivos, imitando el poder que yo mostré en vuestro nacimiento. Y la [58D] parte de ellos que conviene que tenga el mismo nombre de los inmortales, llamada divina y que dirige en ellos a los que quieren siempre seguir la justicia y a vosotros, yo, que la he sembrado y originado, os la entregaré. Por lo demás, vosotros, entretejiendo lo mortal con lo inmortal, fabricad seres vivos y engendradlos dándoles alimento, aumentadlos y, cuando mueran, recibidlos de nuevo» 16 .

Pero para que no penséis que esto es sólo un sueño, [65A] aprended su significado. Platón llama dioses a los visibles, [65B] el sol y la luna, las estrellas y el cielo, pero éstos sólo son imágenes de los dioses invisibles; el sol que se muestra a nuestros ojos es la imagen del sol inteligible y que no se muestra y, a su vez, la luna que aparece a nuestros ojos y cada una de las estrellas son las imágenes de los inteligibles. Pues Platón conoce a esos dioses inteligibles e invisibles, inmanentes y coexistentes, que han sido engendrados y proceden [65C] del propio creador. Por ello naturalmente dice en Platón el creador «dioses» refiriéndose a los invisibles, y «de dioses», evidentemente los visibles. Él es el común creador de ambos, el que modeló el cielo, la tierra, el mar y las estrellas, y el que engendró en los inteligibles los arquetipos de este mundo.

Observa, pues, que lo que sigue también está bien dicho, pues dice: «quedan aún tres razas mortales», evidentemente la de los hombres, la de los animales y la de las plantas; cada una de ellas ha sido definida de forma particular, y dice: «Si cada una de ellas existiese gracias a mí, sería totalmente [65D] necesario que fuese inmortal». Pues para los dioses inteligibles y para el mundo aparente no hay ninguna otra causa de inmortalidad que no sea el existir por obra del creador. Y cuando dice: «Todo cuanto es inmortal es necesario que a esos seres se lo haya dado el creador», se refiere al alma racional. «En lo demás —dice— vosotros tejéis lo mortal con [65E] lo inmortal»: es evidente que los dioses creadores, tomando de su padre su capacidad creadora, engendraron sobre la tierra los seres vivos mortales. Pues si no hubiera ninguna diferencia entre el cielo y el hombre y, por Zeus, los animales y, finalmente, entre los animales terrestres y los pececillos que nadan en el mar, hubiera sido necesario que el creador de todo hubiese sido uno y el mismo. Pero si existe un gran espacio intermedio entre los inmortales y los mortales, que no es mayor por ningún añadido, ni disminuye por pérdida, [66A] ni se mezcla con lo mortal y perecedero, conviene que la causa de unos seres sean unos dioses y de los otros seres otros dioses. Por tanto, ya que parece que Moisés no ha tratado [99E] totalmente sobre el creador permanente de este universo, comparemos una con otra la opinión de los hebreos y la de nuestros padres sobre estos pueblos.

Moisés dice que el creador del universo eligió al pueblo hebreo, y a él sólo hace caso y en él piensa y de él sólo tiene cuidado. De los demás pueblos, de qué manera o por qué dioses son regidos, no hace la más mínima mención, a menos que alguien admita que les asignó el sol y la luna 17 . Pero [100A] sobre este tema volveré un poco más adelante. Sólo mostraré que él es el dios de Israel sólo y de Judea, y que los hebreos son su pueblo elegido lo afirma el propio Moisés y los profetas posteriores, y Jesús el Nazareno, y también el más extraordinario mago y embaucador que jamás haya existido en lugar alguno, Pablo 18 . Escuchad sus palabras y, en primer lugar, las de Moisés: «Tú dirás al faraón: Israel es mi hijo primogénito. Y dije: Deja marchar a mi pueblo para que me [100B] rinda culto. Pero tú no quisiste dejarlo marchar» 19 . Y poco después: «Y le dicen: El dios de los hebreos nos ha convocado. Caminaremos hacia el desierto durante tres días para sacrificar al señor dios nuestro» 20 . Y poco después de nuevo de la misma forma: «El señor dios de los hebreos me ha enviado a ti diciéndome: Deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto en el desierto» 21 .

Pero que sólo de los judíos se preocupó dios desde el [106A] principio y que este pueblo fue elegido como su lote, no sólo lo dicen Moisés y Jesús, sino que también parece haberlo [106B] dicho Pablo, aunque lo de Pablo es digno de admiración. En efecto, según las circunstancias, cambió sus opiniones respecto a dios igual que los pólipos cambian de color según las rocas 22 , unas veces manteniendo que sólo los judíos son el lote de dios, mientras que, por otro lado, intenta atraerse a los griegos a su partida diciendo: «No sólo es el dios de los judíos, sino también el de los gentiles, sí, también el de los gentiles» 23 . Es justo, pues, preguntar a Pablo, [106C] si dios no lo es sólo de los judíos, sino también de los gentiles, ¿por qué envió a los judíos la gracia profética en abundancia, Moisés, la unción y los profetas, y la ley, y las paradojas y portentos de sus mitos? Pues puedes oírles gritar: «El hombre comió pan de los ángeles» 24 . Y finalmente también les envió a Jesús; en cambio a nosotros ni profetas, ni unción, ni maestro, ni heraldo que anunciase su amor a la humanidad que algún día, sin duda, también recaería sobre [106D] nosotros. En cambio, despreció durante miríadas, o si preferís miles de años, mientras rendían culto en tal ignorancia a los ídolos, como los llamáis, a los hombres que habitan desde la salida a la puesta del sol y desde la Osa hasta mediodía, excepto a una pequeña tribu que hace menos de dos mil años se estableció en una parte de Palestina. Pero si es el dios de todos nosotros y, asimismo, el creador de todo, ¿por qué nos [106C] despreció? 25 . Conviene, pues, creer que el dios de los hebreos no es el creador de todo el universo y que no ejerce su autoridad sobre todas las cosas, sino que más bien hay que creer, como dije, que está restringido y tiene un imperio limitado [106DE] junto con los demás dioses. Además, ¿os vamos a hacer caso porque vosotros o uno de vuestra raza imaginó el dios del universo hasta una simple noción? ¿No es todo esto parcialidad? Un dios celoso, pero, ¿por qué es celoso 26 y castiga sobre los hijos los pecados de los padres 27 ?

[115D] Ahora observad nuestras creencias comparadas con éstas. Los nuestros afirman que el creador es el padre y el rey común de todo, y que lo demás ha sido repartido por él a los dioses nacionales de los pueblos y protectores de ciudades 28 , cada uno de los cuales gobierna su propio lote de acuerdo con su propia naturaleza. Puesto que en el padre todo es perfecto y todo es uno, mientras que en los dioses parciales [115E] domina una fuerza u otra, Ares gobierna los pueblos belicosos, Atenea los belicosos con inteligencia, Hermes los que son más inteligentes que osados, y de acuerdo con la esencia propia de los dioses propios se rigen los pueblos gobernados por ellos. Y si la experiencia no atestigua nuestras palabras, sean una ficción nuestras creencias y una convicción extemporánea y alábense las vuestras; pero si, por el [116A] contrario, lo que nosotros decimos está atestiguado desde siempre por la experiencia y ésta no parece estar de acuerdo en absoluto con vuestras palabras, ¿por qué mantenéis semejante porfía?

Dígaseme, pues, cuál es la causa de que los celtas y los germanos sean valerosos, los griegos y los romanos en general políticos y humanitarios y, al mismo tiempo, firmes y belicosos, los egipcios más inteligentes e ingeniosos, inhábiles para la guerra y afeminados los sirios y, al mismo tiempo, inteligentes, exaltados, vanos y buenos para aprender. Pues si de esta diversidad en los pueblos nadie ve causa [116B] alguna, sino que afirma que suceden espontáneamente, ¿cómo cree aún que el mundo está regido por una provincia? Y si alguno sostiene que existen causas de estas diferencias, que me lo diga en nombre del propio creador y me lo enseñe. En efecto, es bien evidente en cuanto a las leyes que la [131B] naturaleza humana las estableció de acuerdo consigo misma, las políticas y humanitarias por aquellos que se educaron de manera especialmente humanitaria, las crueles e inhumanas [131C] por aquellos que tenían y poseían un carácter de naturaleza opuesta. Porque los legisladores, mediante su dirección, han añadido poco a las naturalezas y disposiciones de los hombres. Así, los escitas no recibieron a Anacarsis cuando estaba poseído del frenesí báquico 29 ; tampoco podrías encontrar hombres entre los pueblos occidentales, con muy pocas excepciones, bien dispuestos para la filosofía o para la geometría o para alguna de estas disciplinas, pese a que la hegemonía romana domina desde hace ya tanto tiempo. Pero los que están sobremanera dotados por naturaleza disfrutan sólo con la dialéctica y la retórica, sin ocuparse de [131D] ningún otro estudio. Tan dura parece ser la naturaleza. ¿Cuál es, pues, la diferencia de los pueblos en sus caracteres y leyes?

[134D] Moisés dio una causa completamente fabulosa de la falta [134E] de semejanza de las lenguas. En efecto, dijo que los hijos de los hombres se reunieron y quisieron construir una ciudad y dentro de ella una gran torre y que dios dijo que debía descender y confundir sus lenguas; y para que nadie piense que digo esto por calumniar, leamos lo que sigue, que está sacado del libro de Moisés: «Y dijeron: Ea, construyamos una ciudad y una torre cuyo techo llegará hasta el cielo y démosle un nombre antes de dispersamos sobre la faz de toda la tierra; y descendió el Señor para ver la ciudad y la torre que habían construido los hijos de los hombres y dijo el [135A] Señor: Mira, uno solo es el pueblo y uno solo el lenguaje de todos, y han empezado a hacer eso y ahora nada les apartará de lo que intentan hacer; ea, descendamos allí y confundamos su lengua para que cada uno no entienda el lenguaje de su vecino; y el Señor nuestro dios los dispersó sobre la faz de la tierra entera y dejaron de construir la ciudad y la torre» 30 . Y estimáis que nosotros debemos creer en esto mientras que vosotros no creéis en las palabras de Homero sobre los Alóadas, que pensaron colocar tres montañas, una encima de otra, «para que el cielo pudiera escalarse» 31 ; pues yo afirmo que este relato es tan fantástico como [135B] el de Moisés; vosotros, sin embargo, admitiendo éste, ¿por qué, por los dioses, rechazáis el mito de Homero? Pues creo que ante unos hombres ignorantes debe callar el hecho de que, aunque todos los hombres de la tierra entera se valieran de una sola habla y lenguaje, no podrían construir una torre que llegase hasta el cielo, aunque convirtieran la tierra entera en ladrillos. Pues necesitarían innumerables ladrillos de [135C] tamaño igual a la tierra entera hasta conseguir llegar a la órbita lunar. Supongamos que todos los hombres se reunieran y se valieran de una sola lengua y habla y que convirtiesen toda la tierra en ladrillos y tallasen piedras. ¿Cuándo llegarán al cielo, aunque los colocaran en fila más finos que un hilo y los extendiesen? 32 . Así, creyendo como auténtico este relato, que es claramente un mito, y sosteniendo la opinión de que dios está asustado de los homicidios de los hombres y que precisamente por eso ha descendido para confundir sus lenguas, ¿todavía os atrevéis a presumir de vuestro conocimiento [135D] de dios?

Pero quiero volver sobre el hecho de cómo dios confundió [137E] sus lenguas. Moisés ha dicho que la causa fue que temió que hiciesen algo contra él si construían un paso para ellos hasta el cielo, teniendo la misma lengua y la misma intención. Pero sobre cómo lo hizo Moisés no dice nada, [138A] tan sólo que descendió del cielo, puesto que no podía hacerlo desde allá arriba, según parece, sin descender a la tierra. Sobre la diferencia en caracteres y costumbres, ni Moisés ni ningún otro ha aclarado nada. Y, sin embargo, la diferencia entre los hombres en costumbres y constituciones de los pueblos es en total mayor que la diferencia de lenguas. Pues ¿qué griego afirma que hay que casarse con [138B] su hermana, con su hija o con su madre? Y, sin embargo, eso está bien visto entre los persas. ¿Para qué voy a tener que tratar punto por punto describiendo el amor a la libertad y la falta de disciplina de los germanos, la docilidad y educación de los sirios, de los persas, de los partos y, en una palabra, de todos los bárbaros que habitan oriente y mediodía y de todas las tierras que aman monarquías todavía más despóticas? Así pues, si estas diferencias se han hecho cada vez más grandes y más importantes sin intervención de una providencia mayor y más divina, ¿para qué vamos a esforzarnos inútilmente y a rendir culto a quien no vela en absoluto [138C] por nosotros? En efecto, él no se ocupa ni de nuestras vidas, ni de nuestros caracteres ni de nuestras costumbres, ni de nuestro buen gobierno ni de nuestras instituciones políticas, ¿y todavía conviene que reciba honores de nuestra parte? En absoluto. Ya veis a qué absurdo tan grande llega vuestra doctrina. Pues de los bienes que se contemplan en la vida humana, son los primeros los relativos al alma y siguen después los relativos al cuerpo. Si despreció nuestros bienes [138D] del alma, y tampoco se preocupó de nuestras condiciones naturales, ni nos envió maestros o legisladores igual que a los hebreos como Moisés y los profetas posteriores a él, ¿de qué tenemos que estarle realmente agradecidos?

[141C] Pero ved si dios no nos ha dado quizá también a nosotros dioses que vosotros desconocéis y buenos jefes en nada inferiores al que es honrado desde el principio por los hebreos de Judea, el único país sobre el que escogió velar, [141D] según dijo Moisés y sus seguidores hasta nuestros días. Si el honrado por los hebreos fuese el creador inmediato del universo, nosotros pensaríamos de él todavía mejor, pues nos ha dado bienes mayores que aquéllos respecto al alma y a lo exterior, sobre los cuales hablaremos un poco más adelante, y nos envió también a nosotros legisladores nada inferiores a Moisés, si es que no fueron la mayoría muy superiores.

Así pues, como decíamos, si un dios nacional que preside [143A] cada nación, y bajo su autoridad un mensajero, una divinidad y un héroe y un género particular de almas que [143B] obedece y trabaja para los dioses superiores, no estableció la diferencia que hay en las leyes y caracteres, que se nos muestre cómo se originó por otro agente. Porque no basta con decir: «Dios dijo y se hizo», pues las naturalezas de lo creado deben estar de acuerdo con las órdenes de dios. Diré más claramente lo que quiero decir: ¿ordenó dios que el fuego subiera, por casualidad, y que la tierra bajase? Para que la orden de dios se cumpliese, ¿no es necesario que el fuego sea ligero y la tierra pese? Pues lo mismo sucede con las demás cosas..., y de la misma manera con lo divino. La razón es que la raza humana es fatal y perecedera. [143C] Y por ello es natural que sus obras sean también perecederas, cambiantes y totalmente alterables; pero, al ser dios eterno, sus órdenes deben ser también eternas y, al ser así, son las naturalezas de las cosas o están de acuerdo con la naturaleza de las cosas. Pues ¿cómo podría la naturaleza competir con las órdenes de dios? ¿Cómo podría caer fuera [143D] de acuerdo? Así pues, si ordenó que las lenguas se confundiesen y no concordasen unas con otras, de la misma forma obró con los regímenes políticos de los pueblos, y no solamente por una orden los hizo así ni nos preparó para estas diferencias. Pues era preciso que previamente existieran naturalezas diferentes en los pueblos que iban a ser diferentes. Esto se ve, en efecto, si uno se fija en qué diferentes son los cuerpos de los germanos y de los escitas [143E] comparados con los libios y etíopes. ¿Se trata de una simple orden, y ni el clima ni el país cooperan con los dioses para determinar el color de su piel?

[146A] Además, Moisés veló esto conscientemente y no atribuyó la confusión de las lenguas sólo a dios, pues afirma 33 que [146B] dios no descendió solo, sino que con él descendieron no uno solo, sino varios, pero no dijo quiénes eran; pero es evidente que suponía que los que descendieron eran semejantes a dios. Por tanto, si en la confusión de las lenguas no bajó solo el Señor, sino otros con él, es evidente que en la confusión de los caracteres no sólo el Señor, sino que sería razonable suponer que los que junto con él confundieron las lenguas son también los responsables de esta división.

[148B] ¿Por qué, pues, me he extendido tanto en este tema cuando no era mi intención tratarlo largamente? Porque si el creador inmediato del universo fuese el que anuncia Moisés, nosotros tenemos opiniones mejores sobre él, al suponer que es el amo común de todo y que hay otros dioses nacionales que están subordinados a él y son como delegados del rey, administrando [148C] cada uno de forma diferente su provincia. Y no hacemos de él un rival partidista de los dioses que le están subordinados. Pero si Moisés honró a un dios partidista y le atribuyó, por el contrario, la hegemonía del universo, es mejor reconocer, como nosotros creemos, al dios del universo, sin dejar de reconocer a aquel dios, que honrar a quien ha obtenido la hegemonía en una mínima parte en vez de al creador de todas las cosas.

[152B] Es sorprendente la ley de Moisés, el famoso decálogo: «No robarás, no matarás, no levantarás falsos testimonios». [152C] Que se escriban con las mismas palabras cada uno de los mandamientos que Moisés dice que escribió el propio dios: «Yo soy el señor tu dios que te he sacado de la tierra de Egipto» 34 . Y tras éste el segundo: «No tendrás más dioses que yo; no te fabricarás imágenes» 35 . Y añade la causa: «Pues yo soy el señor dios tuyo, un dios celoso que transmite los pecados de los padres a sus hijos hasta la tercera generación». «No tomarás el nombre del señor tu dios en vano.» «Acuérdate del sábado.» «Honra a tu padre y a tu madre.» «No cometerás adulterio.» «No matarás.» «No robarás.» «No harás falsos testimonios.» «No codiciarás los bienes de tu vecino» 36 .

¿Qué nación hay, por los dioses, aparte del «No venerarás [152D] a otros dioses» y del «Acuérdate del sábado», que no crea que hay que guardar los otros mandamientos, así como que existe un castigo para quienes los infringen, a veces más duro y a veces semejante a los decretados por Moisés y también a veces más humanos?

Pero el precepto «No venerarás a otros dioses» lo dice [155C] de dios junto con una gran acusación: «Soy un dios celoso», dice; y de nuevo en otro lugar: «Nuestro dios es un fuego [155D] consumidor» 37 . Pero, ¿si un hombre es celoso y envidioso te parece digno de censura y, en cambio, consideras divino que dios sea llamado celoso? ¿Y es razonable mentir acerca de dios en un asunto tan evidente? Pues si es celoso, contra su voluntad todos los dioses son venerados y todos los restantes pueblos veneran a sus dioses. Entonces, ¿cómo es que no los rechaza siendo tan celoso y no queriendo que se venere a otros dioses sino sólo a él? ¿Ni siquiera era capaz de eso, o no deseaba desde el principio impedir que los demás [155E] dioses también fuesen venerados? Pero la primera explicación es impía, decir que no pudo; y la segunda está de acuerdo con nuestras propias obras. Desechad esas tonterías y no arrastréis sobre vosotros mismos tamaña blasfemia. [159E] Pues si quiere que ningún dios sea venerado, ¿por qué veneráis a ese hijo bastardo suyo y que nunca juzgó ni consideró como propio? Y esto os lo voy a demostrar fácilmente. Vosotros, no sé por qué, le habéis asignado un supuesto hijo...

[160D] No parece en absoluto dios enfadado ni resentido, ni irritado, ni que pronuncie un juramento, ni que se incline a una u otra opinión rápidamente, ni que cambie de idea, como nos cuenta Moisés en el episodio de Fineas. Si alguno de vosotros ha leído los Números sabe lo que digo. Puesto que Fineas tomó con su propia mano al hombre consagrado a Beelfegor junto con la mujer que lo persuadió, y lo mató, y con una herida vergonzosa y dolorosísima a través del vientre, dice Moisés, golpeó a la mujer, y representa a dios [160E] diciendo: «Fineas, hijo de Eleazar, hijo de Aarón el sacerdote, ha hecho cesar mi cólera sobre los hijos de Israel al sentir mis propios celos entre ellos; y no he destruido a los hijos de Israel en mis celos» 38 . ¿Qué hay más infundado que la causa por la que dios es falsamente representado como [161A] irritado por el escritor de este pasaje? ¿Qué hay más irracional si diez o quince, sean incluso cien, pues no van a decir que eran mil, pongamos tantos como se atrevieron a transgredir cualquiera de las leyes establecidas por dios...? ¿Era necesario destruir por un millar seiscientos millares? Me parece que en todo caso hubiera sido mejor salvar junto con mil hombres excelentes a uno solo malvado que destruir a los mil junto con ese uno...

Pues si la ira de uno solo de los héroes o de un demon no notable es difícil de soportar para las regiones y ciudades enteras, ¿quién podría soportar la de un dios tan grande irritado contra los démones, los ángeles o los hombres? Merece [168B] la pena, sin embargo, compararlo con la dulzura de Licurgo o con la resignación de Solón, o con la mesura y humanidad [168C] de los romanos hacia los que han cometido algún delito. Cuánto mejores son sin duda las nuestras que las suyas [171D] observadlo por lo siguiente. Los filósofos nos ordenan imitar a los dioses en la medida de lo posible, y esta imitación está en la contemplación de los seres. Que esto se produce [171E] sin pasión y se basa en la liberación de la pasión, creo que es evidente, aunque yo no lo diga; pues en la medida en que nos mantenemos libres de pasión, dispuestos a la contemplación de los seres, en esa medida nos hacemos iguales a dios. En cambio, ¿cuál es la imitación de dios celebrada entre los hebreos? La ira, la cólera y un celo salvaje. Pues dice: «Fineas apartó mi cólera de los hijos de Israel al sentir mis celos entre ellos». Parece, en efecto, que dios, tras encontrar a alguien que comparte su irritación y su dolor, desecha su irritación. Con estas y otras expresiones semejantes sobre dios aparece Moisés hablando en no pocos lugares de [172A] la escritura.

Que no sólo de los hebreos se preocupó dios, sino que, [176AB] cuidándose de todos los pueblos, no otorgó en cambio a aquéllos nada importante ni grande, mientras que a nosotros nos concedió cosas mucho mejores y superiores, observadlo a partir de lo siguiente. También los egipcios pueden decir, contando entre ellos nombres de no pocos sabios, que tienen muchos sucesores de Hermes, me refiero a Hermes el tercero que visitó Egipto 39 , y los caldeos y los asirios de Oanes y Belo 40 , y los griegos de innumerables sucesores de Quirón 41 , [176C] pues a partir de él todos los griegos nacieron con aptitudes naturales para los misterios y la teología, en tanto que los hebreos parecen venerar sólo lo suyo propio...

[178A] Pero, ¿os ha concedido el principio de alguna ciencia o [178B] algún saber filosófico? ¿De qué tipo? Pues la teoría de los cuerpos celestes ha sido completada entre los griegos, tras haberse realizado las primeras observaciones entre los bárbaros de Babilonia. La referente a la geometría tuvo su origen a partir de la medida de la tierra en Egipto y ha crecido hasta su actual magnitud. Lo referente a los números empezó con los comerciantes fenicios hasta que adquirió el aspecto de una ciencia entre los griegos. Estas tres ciencias los griegos las reunieron, incluyendo la música, en una sola, al integrar la astronomía con la geometría y al adaptar a ambas la aritmética comprendiendo lo armonioso de ellas. A continuación establecieron los límites de su propia música, tras haber descubierto un acuerdo infalible, o que estaba muy cerca de serlo, de las leyes de la armonía respecto al sentido del oído.

[184B] ¿Acaso necesito citar sus nombres uno a uno o disciplina a disciplina? ¿Citar a hombres como Platón, Sócrates, Arístides, Cimón, Tales, Licurgo, Agesilao, Arquidamo, o más bien la estirpe de filósofos, de generales, de artesanos, de legisladores? Porque se encontraría que nuestros generales más malvados y perversos se comportaron con más [184C] moderación hacia los que les habían infligido mayores males que Moisés hacia los que en nada le habían ofendido. [190C] Así pues, ¿de qué monarquía os debo informar? ¿Acaso de la de Perseo, de la de Ayante o de la de Minos el cretense, que limpió el mar de piratas rechazando y expulsando a los bárbaros hasta Siria y Sicilia, adelantando en ambas direcciones los límites de su imperio, y que reinó no sólo sobre las islas, sino también sobre las costas? Y dividiendo con su hermano Radamanto no la tierra, sino el cuidado de los hombres, él mismo, tomándolas de Zeus, establecía las leyes mientras dejaba a aquél completar el papel de Juez... 42 .

Pero una vez que, fundada la ciudad 43 , la asediaron muchas [193C] guerras, y se impuso y derrotó a todos y, al crecer más, por los mismos peligros necesitó una seguridad mayor, de nuevo Zeus le envió a Numa 44 , el mayor filósofo. Este hombre era el excelente Numa, que pasaba su vida en los bosques desiertos siempre en comunicación con los dioses de acuerdo con sus puros pensamientos...; él fue quien estableció [193D] la mayoría de las leyes referentes al culto. Esto procedía [194B] sin duda de una posesión e inspiración divinas de la Sibila y de otros que rindieron oráculos en aquel tiempo en la lengua patria, y es evidente que fue Zeus quien se lo concedió a la ciudad. En cuanto al escudo que cayó del cielo 45 y la cabeza que apareció en la colina 46 , de donde, según creo, tomó el nombre la sede del gran Zeus, ¿los contaremos entre los [194C] primeros regalos o entre los secundarios? Además, desgraciados, guardada entre nosotros aquella arma caída del cielo que nos envió el gran Zeus o el padre Ares dándonos no una palabra de garantía, sino un hecho de que protegería con su escudo para siempre nuestra ciudad, habéis dejado de prosternaros ante ella y reverenciarla, prostemándoos ante el leño de la cruz y haciendo un símbolo de su señal en la frente [194D] e inscribiéndola en la parte delantera de vuestras casas.

¿Acaso podría alguien con razón odiar a los más inteligentes de los vuestros o compadeceros de los más estúpidos que, al acompañaros, han llegado a tal abismo, de forma que abandonando a los dioses eternos se han pasado [197C] al cadáver de los judíos?... Pues paso por alto los misterios de la Madre de los dioses y alabo a Mario...

[198BC] Pues la inspiración que llega de los dioses a los hombres es rara y ocurre en unos pocos y no es fácil que cualquier hombre participe de ella ni que lo haga en cualquier momento. Así, la inspiración profética ha abandonado sin duda a los hebreos y tampoco se ha mantenido hasta el presente entre los egipcios. Y parece que los oráculos autóctonos han callado cediendo al paso del tiempo 47 . Comprendiendo lo cual, nuestro filántropo señor y padre Zeus, para que no estuviéramos privados completamente de la [198D] comunión con los dioses, nos concedió mediante las artes sagradas una observación por medio de la cual tendremos para nuestras necesidades la ayuda suficiente.

[200A] Por poco se me olvidaba el más importante de los dones de Helios y de Zeus, pero naturalmente lo guardé para el final. Pues no es propio sólo de nosotros, sino que creo que es común a nuestros parientes, los griegos. En efecto, Zeus engendró de sí mismo entre los inteligibles a Asclepio y lo mostró sobre la tierra por medio de la vida de Helios generador. Cuando hizo su camino desde el cielo hasta la tierra, se apareció en los alrededores de Epidauro simplemente en forma humana y, a partir de entonces, multiplicándose en [200B] sus salidas, levantaba sobre la tierra entera su diestra salvadora. Llegó a Pérgamo, a Jonia, después a Tarento y finalmente llegó a Roma. Marchó a Cos y de allí a Egas y luego está presente en cualquier sitio de la tierra y del mar. No visita a cada uno de nosotros en particular y, sin embargo, endereza las almas que yacen en el error y los cuerpos que están debilitados 48 .

Pero, ¿de qué cosa semejante pueden jactarse los hebreos [201E] que les haya sido concedida por dios, obedeciendo a los cuales vosotros habéis desertado de nosotros? Si al menos hubierais hecho caso a sus doctrinas no estaríais totalmente enfermos, sino que, aunque peor que antes cuando estabais con nosotros, al menos seríais soportables y llevaderos. Pues veneraríais a un solo dios, en vez de a muchos, y no a un hombre, mejor dicho, a muchos hombres desgraciados. Y utilizando una ley dura, cruel y que contiene mucho [202A] de salvaje y bárbaro, en vez de las nuestras, moderadas y filantrópicas, seríais peores en otras cosas, pero al menos seríais más limpios y puros en el culto. Ahora, en cambio, os ha sucedido como a las sanguijuelas, que succionan la sangre peor y abandonan la más pura. Y Jesús, que convenció [191D] vuestra peor parte, tiene renombre desde hace poco más de trescientos años, aunque durante el tiempo que vivió no [191E] hizo nada digno de fama, a no ser que alguien crea que curar a los lisiados y ciegos y expulsar mediante exorcismos a los poseídos por el demonio en las aldeas de Betsaida y [205E] Betania sea propio de grandes obras 49 . Pues de su pureza ni habéis guardado recuerdo; en cambio, imitáis la cólera y la [206A] crueldad de los judíos volcando los templos y los altares, y habéis degollado no sólo a los que de los nuestros permanecían en las creencias tradicionales, sino también, de entre los que padecen vuestro mismo error, a los heréticos que no plañen el cadáver 50 de la misma manera que vosotros. Pero eso es más bien vuestra propia obra, pues de ninguna manera Jesús os transmitió esas órdenes, ni tampoco Pablo. La causa de ello es que nunca esperaron que vosotros llegarais jamás a tal grado de poder; pues se contentaban con engañar a las criadas y a los esclavos 51 y, por medio de ellos, a mujeres [206B] y hombres como Cornelio 52 y Sergio 53 . Si uno solo de ellos aparece recordado por los escritores de aquel tiempo —pues aquello sucedió en la época de Tiberio o en la de Claudio—, pensad que miento en todo.

[209D] Pero no sé de dónde como inspirado dije esto; volviendo donde estábamos, a saber, ¿por qué habéis desertado hacia los judíos, mostrándoos desagradecidos con nuestros dioses? ¿Acaso porque los dioses concedieron a Roma reinar y a los judíos ser libres por poco tiempo, mas estar sometidos siempre a esclavitud y vivir como extranjeros? Mira a Abraham: [209E] ¿no fue un extranjero en tierra extraña? Y Jacob, ¿no fue esclavo primero entre los sirios, a continuación entre los palestinos y en su vejez entre los egipcios? ¿No afirma Moisés que los sacó de la casa de la esclavitud, de Egipto, con el brazo levantado? 54 . Y, tras establecerse en Palestina, ¿no cambiaron su fortuna más veces que cambió su color el camaleón, según dicen quienes lo han visto, unas veces sometiéndose a los jueces y otras esclavizados por pueblos extranjeros? Y cuando fueron gobernados por un rey, pero déjese ahora cómo lo fueron, pues ni dios voluntariamente les concedió ser gobernados por un rey, como dice la escritura 55 , sino obligado por ellos y tras explicar claramente que [210A] desde luego serían gobernados malamente por los reyes. Por lo demás, habitaron su propia tierra y la cultivaron poco más de trescientos años. Desde entonces, primero fueron esclavos de los asirios, después de los medos, finalmente de los persas y ahora de nosotros mismos. Y el por vosotros pregonado [213A] Jesús era uno de los súbditos del César. Y si no me creéis, dentro de poco os lo demostraré o, mejor, quede ya dicho. Afirmáis, sin embargo, que él se registró en el censo con su padre y su madre en el gobierno de Cirenio.

Pero, cuando se hizo hombre, ¿de qué beneficios fue [213B] causante para sus propios familiares? No quisieron, dicen, obedecer a Jesús. ¿Y qué? ¿Y cómo obedeció a Moisés ese pueblo de duro corazón 56 y cuello de piedra 57 ? Pero Jesús, el que dirige los espíritus y marcha sobre el mar y expulsa los demonios y, como decís vosotros, creó el cielo y la tierra —porque ninguno de sus discípulos se atrevió a decir esto [213C] de él más que Juan tan sólo, y ni siquiera con claridad y netamente, pero al menos admítase que lo ha dicho—, ¿no pudo cambiar las disposiciones de sus amigos y parientes para su salvación?

[218A] También esto lo trataré un poco más adelante cuando comencemos a examinar particularmente las obras milagrosas y su puesta en escena en los evangelios. Pero ahora respondedme a esto: ¿qué es mejor, ser libres continuamente y gobernar la mayor parte de la tierra y del mar durante dos mil años completos, o ser esclavo y vivir a las órdenes ajeñas? [218B] Nadie es tan desvergonzado que prefiera lo segundo. Pero, ¿pensará alguien que vencer en la guerra es peor que ser vencido? ¿Quién es tan estúpido? Si esto que decimos es cierto mostradme un solo general como Alejandro, uno solo como César, entre los hebreos. No existe entre vosotros. Sin embargo, por los dioses, sé muy bien que insulto a esos [218C] hombres, pero los recordé porque eran famosos. En efecto, los que son inferiores a ellos son desconocidos por la mayoría, pero cada uno de ellos, sin embargo, es más admirable que todos los nacidos entre los hebreos.

[221E] Pero la constitución de la ciudad, el tipo de tribunales, la administración de las ciudades y la belleza de las leyes, el progreso en los estudios y el cultivo de las artes liberales, [222A] ¿no son entre los hebreos penosos y bárbaros? Y, sin embargo, el malvado Eusebio se empeña en que también hay algunos hexámetros entre ellos 58 , y se jacta de que la lógica era una ocupación entre los hebreos porque ha escuchado su nombre entre los griegos. ¿Qué clase de medicina se mostró entre los hebreos como entre los griegos la de Hipócrates y algunas otras escuelas tras aquél? ¿El sapientísimo Salomón [224C] es comparable a Focílides, Teognis o Isócrates entre los griegos? ¿De dónde? Pues si comparases las exhortaciones [224D] de Isócrates a los proverbios de aquél encontrarías, lo sé muy bien, que el hijo de Teodoro es superior al sapientísimo rey. Pero éste, dicen, también practicó la teúrgia. ¿Y qué? ¿No es cierto que ese Salomón adoró también a nuestros dioses, según dicen 59 , engañado por su mujer? ¡Qué gran virtud! ¡Qué gran riqueza de sabiduría! No se impuso al placer, y palabras de mujer lo extraviaron; pues si fue engañado por una mujer no llaméis a ese hombre sabio. Pero si creéis que es sabio, no creáis que fue engañado por una mujer, sino que, convencido por su propio juicio e inteligencia y por la enseñanza del dios que se le apareció, adoró también a los demás dioses. Pues la envidia y los celos no [224E] llegan hasta los hombres mejores, de la misma forma que están lejos de los ángeles y de los dioses. Pero vosotros os volvéis a poderes parciales, que si alguno llamase demónicos no se equivocaría, pues en ellos están el orgullo y la vanagloria, mientras que entre los dioses no existe nada semejante.

¿Por qué roéis vosotros en las enseñanzas de los griegos, [229C] si la lectura de vuestras escrituras os es suficiente? Y, sin embargo, mejor sería apartar a los hombres de aquéllas que de la comida de los sacrificios. Pues de aquélla, como dice Pablo 60 , no recibe ningún daño quien la toma, pero la conciencia del hermano que ve podría escandalizarse 61 según vosotros, sapientísimos y orgullosísimos. Por medio de [229D] esas enseñanzas se apartó del ateísmo todo lo que entre vosotros la naturaleza produjo de noble. Pues cualquiera que poseyó una parte, aunque pequeña, de buena naturaleza, ése rápidamente abandonó vuestro ateísmo 62 . Más vale, pues, apartar a los hombres de esas enseñanzas y no de las víctimas de los sacrificios. Pero también sabéis vosotros, según creo, la diferencia respecto a la inteligencia de vuestras escrituras comparadas con las nuestras, y cómo gracias a las vuestras nadie se hizo un hombre excelente, mejor dicho, ni siquiera bueno, mientras que gracias a las nuestras todo hombre podría superarse a sí mismo aunque esté totalmente [229E] desprovisto de cualidades naturales. Pero un hombre bien dotado por naturaleza y que ha recibido la educación de nuestras enseñanzas es sencillamente un don de los dioses a los hombres, ya se aplique a la luz del conocimiento, o interprete un tipo de constitución, o ponga en fuga a numerosos enemigos, o recorra una gran extensión de tierra o de mar y por ello se muestre como un hombre heroico...

La prueba de ello es evidente: escoged hijos de todos [230A] vosotros y preparadlos en vuestras escrituras; si al llegar a la edad varonil alguno parece mejor que los esclavos, pensad que digo tonterías y que tengo la bilis negra. Además, sois tan desgraciados e insensatos que consideráis divinos aquellos tratados por los que nadie podría hacerse más sensato ni más valiente ni mejor que sí mismo; en cambio, aquellos por los que es posible adquirir la valentía, la inteligencia y la justicia, ésos los devolvéis a Satanás y a los que adoran a Satanás.

[235B] Cura Asclepio nuestros cuerpos, educan nuestras almas las Musas junto con Asclepio, Apolo y Hemes elocuente, Ares y Enio luchan a nuestro lado en lo referente a la guerra, en cuanto a las artes Hefesto las distribuye y reparte, y todo ello Atenea, la virgen sin madre, junto con Zeus lo preside. Observad, pues, si en cada una de estas cosas no somos [235C] superiores a vosotros, me refiero a las artes, la sabiduría y la inteligencia. Tanto si observas las artes utilitarias o bien las imitativas a causa de lo bello, como la estatutaria, la pintura o la administración de una casa, la medicina que procede de Asclepio, cuyos oráculos están por toda la tierra y de los que nos conceden los dioses participar eternamente. Por ejemplo, Asclepio me ha curado muchas veces prescribiéndome remedios cuando estaba enfermo y de ello es testigo Zeus. Por tanto, si no adscribiéndonos al espíritu de apostasía [235D] estamos mejor en lo que se refiere al alma, al cuerpo y a los asuntos externos, ¿por qué abandonando estas enseñanzas os habéis pasado a aquéllas?

¿Y con qué motivo, si os mantenéis fieles a los tratados [238A] hebreos, no amáis la ley que les ha dado dios, abandonando [238B] las costumbres patrias y entregándoos a lo que proclamaron los profetas, y os habéis alejado más de las enseñanzas de los hebreos que de las nuestras? Porque si alguien quiere examinar la verdad respecto a vosotros, encontrará que vuestra impiedad es una mezcla de la audacia de los judíos y de la indiferencia y de la vulgaridad de los gentiles 63 . Pues habiendo tomado de ambos no lo más bello, sino lo peor, habéis hecho una franja 64 bordada de males. Pues los hebreos poseen leyes estrictas referente al culto, y sus rituales [238C] y preceptos son innumerables y requieren la vida y la profesión sacerdotal. Al prohibir el legislador rendir culto a todos los dioses salvo a uno solamente, cuya «porción es Jacob e Israel su parte de tierra de la herencia» 65 , no dijo sólo esto, sino que añadió, según creo: «No injuriarás a los dioses» 66 ; pero la maldad y audacia de sus sucesores, que quería arrancar del pueblo toda reverencia, pensó que la blasfemia acompañara a la falta de culto, que es lo único que vosotros habéis sacado de allí, porque de lo demás nada teneis [238D] parecido a los judíos. Así pues, de las novedades de los judíos habéis arrancado el blasfemar contra los dioses honrados entre nosotros; de nuestro culto, en cambio, habéis abandonado la reverencia a toda naturaleza superior y el amor de las costumbres patrias, y solamente habéis adquirido el comer todo como «verduras de forraje» 67 . Y, si hay que decir la verdad, os vanagloriáis de sobrepasar nuestra [238E] vulgaridad —esto creo que sucede en todos los pueblos y es muy natural— y creéis adaptar vuestras costumbres a las vidas de los hombres comunes, pastores, publicanos, bailarines y proxenetas.

[245A] Que no sólo los de ahora, sino también los del principio, que fueron los primeros en recibir la palabra de Pablo, fueron hombres resulta evidente a partir de lo que el propio Pablo [245B] atestigua al escribirles. Pues no era tan desvergonzado, creo, que no se diese cuenta al escribir a aquellos hombres sobre tamaños reproches, aunque había escrito otros tantos elogios de ellos, de los que, aunque hubieran sido ciertos, hubiera tenido que enrojecer, pero, si hubieran sido falsos e inventados, hubiera debido sepultarlos para escapar a la impresión de comportarse con adulación libertina y halagos impropios de hombre libre; lo que escribe Pablo a los mismos que le oyeron es esto: «No os engañéis; ni los idólatras, [245C] ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que comparten su lecho con hombres, ni ladrones, ni los ambiciosos, ni los borrachos, ni los injuriosos, ni los saqueadores heredarán el reino de dios. Y no ignoráis, hermanos, que también vosotros sois así. Pero os habéis purificado, os habéis santificado en el nombre de Jesucristo» 68 . ¿Ves cómo afirma que esos hombres han nacido así, pero se han santificado y purificado, siendo suficiente el agua para poder lavar y limpiar lo que ha penetrado hasta el alma? ¿Y la lepra del leproso no [245D] se la quitará el bautismo, ni las úlceras, ni las pústulas, ni las verrugas, ni la disentería, ni la hidropesía, ni el panadizo, ningún defecto del cuerpo sea pequeño o grande? ¿No arrancará los adulterios, las rapiñas y, en una palabra, todas las infracciones del alma? 69 ...

Ya que afirman que se diferencian de los actuales judíos, [253A] pero que son israelitas, hablando con exactitud según sus profetas, y obedecen especialmente a Moisés y a los [253B] profetas que tras él se dieron en Judea, veamos en qué concuerdan especialmente con ellos. Debemos comenzar por lo referente a Moisés, el cual precisamente, dicen, vaticinó el futuro nacimiento de Jesús. Así pues, Moisés no una sola vez, ni dos, ni tres, sino muchas veces estima que hay que honrar a un solo dios, al que nombra por encima de todos, y a ningún otro dios en absoluto; nombra a ángeles, señores y, [253C] sin embargo, también a más dioses, pero elige al primero y no concibe ningún otro en segundo lugar, ni semejante ni desemejante, aunque vosotros lo habéis fabricado. Y si por casualidad existe entre vosotros sobre estos temas una sola manifestación de Moisés, es justo que la pronunciéis. Pues aquello de «Un profeta entre vosotros levantará el señor dios nuestro de vuestros hermanos como yo; le escucharéis» 70 no se refiere precisamente al que nació de María. Y [253D] si alguien por vuestra causa lo concediese, Moisés dice que será semejante a él y no a dios, será un profeta con él y procedente de los hombres, pero no de dios. Y aquello de «No faltará de Judea el cetro ni el báculo de sus pies» 71 no se dice especialmente referido a él, sino a la casa real de David que terminó ciertamente con el rey Sedequías. Y, en efecto, la escritura tiene un doble sentido al decir «hasta que llegue lo que está reservado para él», pero vosotros lo habéis malinterpretado como «hasta que llegue aquel a quien le está [253E] reservado». Que nada de esto corresponde a Jesús es evidente, porque él no procede de Judá. ¿Cómo podría proceder si, según vosotros, no ha nacido de José, sino del Espíritu Santo? Pues al hacer la genealogía remontáis a José hasta Judá, y ni siquiera eso pudisteis inventarlo bien. Pues Mateo y Lucas se refutan al estar en desacuerdo uno con otro sobre [261E] esta genealogía 72 . Pero sobre ello, ya que vamos a examinar escrupulosamente la verdad en el segundo libro 73 , pasamos por alto. Pero admitamos que es cetro de Judá, no «dios nacido de dios», según lo que vosotros decís, ni que «todo nació por él, y sin él ni una sola cosa nació» 74 . Pero también en Números se dice: «Surgirá una estrella de Jacob y un hombre de Israel» 75 . Que esto corresponde a David y a sus sucesores es totalmente evidente, pues David fue hijo de Isaí 76 .

Así que, si a partir de estos textos intentáis demostrar algo, mostradme una sola frase sacada de allí de donde yo he sacado muchas. Que ha creído en un solo dios, en el de Israel, lo dice en Deuteronomio: «Para que sepas que el Señor tu dios [262B] es él un solo dios y no hay otro dios excepto él» 77 , y todavía añade: «Y reflexiona en tu espíritu que el señor tu dios [262B] es el dios que está arriba en el cielo y abajo en la tierra y no hay otro dios excepto él» 78 . Y en otra ocasión: «Escucha, Israel, el señor nuestro dios es un solo señor» 79 . Y de nuevo: «Ved que yo soy y que no hay otro dios excepto yo» 80 . Así pues, esto dice Moisés insistiendo en que existe un solo dios, pero ésos quizá dirán: tampoco nosotros decimos que haya dos o tres; pero yo demostraré que también dicen eso tomando por testigo a Juan cuando dice: «En el principio fue la palabra y la palabra estaba junto a dios y la palabra era dios» 81 . ¿Ves que se dice que estaba junto a dios? Ya sea el que nació [262C] de María, ya sea algún otro —para que al tiempo responda también a Fotino 82 —, eso ahora en nada se diferencia; os dejo por supuesto la batalla a vosotros; sin embargo, basta con atestiguar que dice «junto a dios» y «en el principio», pues ¿cómo concuerda esto con la doctrina de Moisés?

Pero concuerda, dicen, con las de Isaías; en efecto, dice Isaías: «La virgen concebirá en su vientre y parirá un hijo» 83 . [262D] Sea esto dicho referido a un dios, sin embargo de ninguna manera ha sido dicho; pues no era virgen quien estaba casada y antes de concebir se había acostado con su esposo; concédase que se dice de ella, ¿dice Isaías de alguna forma que será parido dios por una virgen? Pero vosotros, ¿por qué no paráis de llamar a María madre de dios si en ningún lugar dice Isaías que el nacido de la virgen sea «el hijo unigénito de dios» 84 y «primogénito de toda la creación» 85 ? Pero lo dicho por Juan, «Todo nació por él y sin él no nació ni una sola cosa» 86 , ¿puede alguno mostrarlo en las palabras de [262E] los profetas? En cambio, lo que nosotros mostramos de eso mismo escuchadlo inmediatamente: «Señor dios nuestro, poséenos, fuera de ti no conocemos ningún otro» 87 . Ezequías el rey ha sido representado por ellos suplicando: «Señor dios de Israel, que te sientas entre los querubines, tú [276E] sólo eres dios» 88 . ¿No deja ningún lugar para el segundo dios? Pero si la palabra es, según vosotros, dios que procede de dios y nació de la substancia del padre, ¿por qué decís que la virgen es madre de dios? ¿Cómo podría parir a un dios siendo humana según vosotros? Y, además, cuando dios dice claramente: «Yo soy y no es posible salvarse fuera [277A] de mí» 89 , ¿vosotros os atrevéis a llamar salvador 90 al que procede de él?

[290B] Que Moisés llama dioses a los ángeles, escuchadlo con sus propias palabras: «Viendo los hijos de dios que las hijas de los hombres eran bellas, tomaron para sí mujeres de todas las que eligieron» 91 . Y un poco más abajo: «Y tras [290C] aquello los hijos de dios entraron en las hijas de los hombres y engendraron para ellos; aquellos eran los gigantes, famosos desde la eternidad» 92 . Que se refiere a los ángeles es evidente y no se desprende de nada externo, sino que es claro a partir de lo que dice, que de ellos nacieron no hombres, sino gigantes. Pues está claro que si creía que los hombres [290D] eran sus padres, pero no de una naturaleza mejor y más fuerte, no habría dicho que de ellas nacieron los gigantes; pues me parece que demuestra que la raza de los gigantes está compuesta de una mezcla de mortal e inmortal. Al llamar él a muchos hijos de dios y no hombres, sino ángeles, ¿no habría descubierto a los hombres, si lo hubiera sabido, a dios palabra unigénita, o al hijo de dios, o como lo llaméis? ¿Porque no lo creía importante dice sobre Israel: «Israel es [290E] mi hijo primogénito» 93 ? ¿Por qué no dijo eso Moisés sobre Jesús? Enseñaba un solo y único dios, pero muchos hijos suyos se habían dividido los pueblos. Pero ni conocía desde el principio ni enseñó explícitamente que la palabra fuese hijo primogénito de dios, o dios, o cualquier otra denominación falsamente atribuida por vosotros más tarde. Habéis oído al propio Moisés y a los demás profetas. Pues Moisés dice [291A] muchas expresiones de este tipo y en muchos lugares: «Al señor tu dios temerás y a él sólo adorarás» 94 . ¿Cómo, pues, se representa a Jesús en los evangelios ordenando: «Marchad y enseñad a todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del padre y del hijo y del espíritu santo» 95 , si no iba a adorarle también a él? Y de acuerdo con esto vosotros pensáis y consideráis dios junto con el padre al hijo...

Y escucha de nuevo cuanto dice sobre los dioses apotropaicos: «Y tomará de entre las cabras dos chivos por el [299B] pecado y un camero para el holocausto. Y Aarón acercará el tercero por el pecado y aplacará por él y por su casa. Y tomará los dos chivos y los colocará delante del señor junto a la puerta del tabernáculo de la alianza. Y Aarón colocará encima de los dos chivos un lote para el señor y un lote para el que aleja las plagas» 96 , de forma que se les expulse como chivo expiatorio y se les abandone en el desierto. Así pues, el [299C] enviado con el expiatorio es enviado así. Y del otro chivo dice: «Y degollará el chivo del pecado del pueblo delante del señor, y llevará su sangre dentro del velo, y regará con la sangre sobre el escalón del lugar de sacrificio, y aplacará el santuario de las impurezas de los hijos de Israel y de las [305B] injusticias de todos sus pecados» 97 . Así pues, que Moisés conocía los tipos de sacrificios es evidente, sin duda, por lo dicho. Que no como vosotros creyó que eran impuros, escuchadlo de nuevo con sus propias palabras: «El alma que coma de la carne del sacrificio de salvación, que es del señor, con su impureza sobre ella, perecerá aquel alma fuera de su pueblo» 98 . Tan prudente es el propio Moisés acerca de la comida de los sacrificios.

[305D] Conviene recordar lo que antes dije, por cuya causa he dicho también esto. Pues ¿por qué, separándoos de nosotros, no respetáis la ley de los judíos ni observáis lo que dijo Moisés? Alguno de cualquier forma dirá mirando irritado: tampoco los judíos sacrifican. Pero yo mismo le refutaré, que tiene la vista floja: en primer lugar, que nada de las demás cosas legisladas por los judíos las tenéis vosotros en observancia; en segundo lugar, que los judíos sacrifican en [306A] sus propias casas, y todavía hoy comen todo consagrado y suplican antes de sacrificar y entregan el hombro derecho como primicia a los sacerdotes, pero, como están privados de su templo o, como ellos tienen costumbre de decir, de su lugar sagrado 99 , se privan de comer las primicias de los sacrificios ofrecidas a dios. Pero vosotros, que habéis inventado un nuevo sacrificio, al no necesitar Jerusalén, ¿por qué no sacrificáis? Sin duda esto que os he dicho está de más, [306B] puesto que dije lo mismo al principio, cuando quería demostrar que los judíos estaban de acuerdo con los gentiles, salvo en creer que existe un solo dios. Pues esto es propio de ellos, pero extraño a nosotros, puesto que en lo demás tenemos en común los templos, los santuarios, los lugares de sacrificio, las purificaciones y algunas prescripciones, sobre las cuales o no nos diferenciamos en absoluto, o nos diferenciamos poco unos de otros... 100 .

¿Por qué en la dieta no sois tan puros como los judíos, [314C] sino que afirmáis que hay que comer todo como «verduras de forraje», confiando en Pedro que dicen que afirmó: «Lo que dios purificó no lo manches tú» 101 ? ¿Qué prueba hay de esto, de que lo que antiguamente dios consideró manchado, en cambio ahora lo ha hecho puro? Moisés, al dar las ñormas [314D] sobre los tetrápodos, afirma que cualquier animal de patas hendidas, pezuñas y rumiante es puro y los que no sean así son impuros 102 . Por tanto, si el cerdo, desde la visión de Pedro, ahora se ha dado a rumiar, obedezcámosle; pues sería verdaderamente prodigioso que tras la visión de Pedro se hubiese dado a ello. Pero si mintió al decir que vio, para hablar como vosotros, una revelación en la casa del curtidor, [314E] ¿por qué creeremos con tanta rapidez en cosas tan importantes? ¿Qué cosa difícil os ordenó Moisés si prohibió comer además de cerdo animales alados y marinos, declarando que esto además de aquello ha sido desechado por dios y mostrado impuro?

[319D] Pero, ¿por qué me extiendo tanto con sus doctrinas cuando es posible ver si tienen alguna fuerza? Pues dicen que dios sobre la primera ley puso la segunda. En efecto, aquélla nació en un momento determinado y en un tiempo limitado, mientras que la última fue revelada porque la de Moisés estaba limitada por tiempo y lugar. Que esto que afirman es falso lo demostraré con claridad, aduciendo no sólo diez, sino infinitos testimonios de las obras de Moisés [319E] en donde afirma que la ley es eterna. Escuchad ahora el Éxodo: «Y habrá un día memorable para vosotros y lo festejaréis como fiesta del señor en vuestras generaciones; lo festejaréis por una ley eterna; desde el primer día borraréis la levadura de vuestras casas» 103 ... Muchos otros pasajes similares quedan todavía de los que se deduce que la ley de Moisés es eterna, pero que yo rehúso citar por su abundancia; en cambio, demostradme vosotros dónde está dicho lo que después atrevidamente se encuentra en Pablo, que «el [320B] fin de la ley es Cristo» 104 . ¿Dónde anunció dios a los hebreos otra ley junto a la existente? En ninguna parte está, ni tampoco una rectificación de la existente. Escucha, en efecto, otra vez a Moisés: «No añadiréis nada a la palabra que yo os recomiendo y no quitaréis nada de ella. Guardad los mandamientos del señor vuestro dios que yo os recomiendo hoy» 105 y «Maldito todo el que no observe todos ellos» 106 . En cambio, vosotros habéis dado poca importancia al suprimir o añadir a lo que está escrito en la ley, y transgredirla completamente es más varonil y, en cualquier caso, de más [320C] elevación de alma, mirando no a la verdad, sino a lo que es persuasivo para todos...

Sois tan desventurados que ni siquiera guardáis las enseñanzas [327A] que os han transmitido los apóstoles y han sido forzadas, empeorándolas y haciéndolas más impías por sus sucesores. Porque ni Pablo se atrevió a decir que Jesús era dios, ni tampoco Mateo, ni Lucas, ni Marcos. Pero el buen [327B] Juan, al darse cuenta de que mucha gente en muchas ciudades de griegos e itálicos había sido ya presa de esta enfermedad 107 y al escuchar, según creo, que las tumbas de Pedro y de Pablo eran objeto de culto —en secreto, desde luego, pero él, sin embargo, lo escuchó—, fue el primero que se atrevió a decirlo y, tras hablar un poco de Juan el bautista, al volver de nuevo a la palabra por él proclamada dice: «Y la palabra se hizo carne y residió entre nosotros» 108 , pero el cómo no lo dice por vergüenza. En ningún lugar, sin embargo, [327C] la llama ni Jesús ni Cristo, mientras que la denomina dios y palabra, pero, como introduciéndose suave y secretamente en nuestros oídos, afirma que Juan el bautista dio testimonio, con su martirio, de Cristo Jesús, que es naturalmente [333B] quien es preciso creer que es dios palabra. Que esto lo dice Juan acerca de Jesús Cristo ni yo mismo lo niego. Sin embargo, algunos impíos creen que uno es Jesús Cristo [333C] y otro diferente la palabra proclamada por Juan. No es así, sin embargo. Pues de quien Juan dice que es dios palabra, ése es el que dice que fue reconocido por Juan el bautista como Cristo Jesús. Examinad, pues, qué prudentemente, con suavidad y a escondidas introduce en la acción el colofón de la impiedad, qué malvado y engañoso que, de nuevo, se desnuda al añadir: «Nadie ha visto jamás a dios; el hijo unigénito, el que está en el regazo del padre, él nos lo explicó» 109 . [333D] Entonces, ¿el dios palabra que se hizo carne es el hijo unigénito, el que está en el seno del padre? Y si es él, según creo, lo contemplasteis finalmente también vosotros como dios, pues «residió entre nosotros y contemplasteis su gloria» 110 . ¿Por qué, pues, añades que nadie ha visto jamás a dios? Pues vosotros habéis contemplado si no a dios padre, al menos a dios palabra. Pero si el hijo unigénito es uno y otro el dios palabra, como yo he oído a algunos de vuestra secta, parece que ni Juan se atrevió a decirlo.

[335B] Pero este mal tuvo su origen en Juan; cuanto vosotros a continuación habéis inventado, añadiendo al antiguo cadáver muchos cadáveres recientes 111 , ¿quién podría horrorizarse [335C] lo suficiente? Todo lo habéis llenado de sepulcros y tumbas, aunque en ninguna parte está dicho entre vosotros que os arrastréis entre las tumbas y las rodeéis de honores. Habéis llegado a tal extremo de maldad que creéis que no debéis escuchar sobre este tema ni siquiera las palabras de Jesús de Nazaret. Escuchad, pues, lo que dice aquél sobre las tumbas: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas que os parecéis a sepulcros blanqueados! Por fuera el sepulcro parece hermoso, pero por dentro está lleno de huesos de cadáveres y de toda inmundicia» 112 . Si, pues, Jesús dijo que [335D] los sepulcros están llenos de inmundicia, ¿cómo vosotros invocáis sobre ellos a dios?...

Estando así las cosas, ¿por qué vosotros os arrastráis [339E] entre los sepulcros? ¿Queréis escuchar la causa? No sería yo quien la diría, sino el profeta Isaías: «En los sepulcros y en las cuevas yacen a causa de los sueños» 113 . Examinad, pues, [340A] qué antigua era entre los judíos la práctica de la hechicería, que dormían en los sepulcros por los sueños. Y es natural que también vuestros apóstoles, tras la muerte de su maestro, lo practicasen y os lo transmitiesen desde el principio a los primeros creyentes, y más hábilmente que vosotros practicaron ellos la hechicería y mostraron abiertamente a los que vinieron tras ellos los lugares donde practicaban esa hechicería y horror.

Pero vosotros, lo que desde el principio dios desechó, [343C] tanto por medio de Moisés como de los profetas, lo practicáis y os habéis negado en cambio a llevar víctimas al altar y a sacrificar, pues, dicen, el fuego no descenderá a consumir los sacrificios como cuando Moisés. Una sola vez ocurrió [343D] esto en la época de Moisés 114 y de nuevo mucho tiempo después en el de Elías el tesbita 115 . Que el propio Moisés cree que es necesario introducir fuego, y todavía antes que él el patriarca Abraham, lo demostraré en pocas palabras...

[346E] Y no sólo esto, sino que también, cuando los hijos de [347A] Adán dieron las primicias a dios, dice la escritura: «Y fijó su atención dios sobre Abel y sus ofrendas, pero de Caín y sus sacrificios no hizo caso, y dañó profundamente a Caín, y abatió su rostro, y dijo el señor dios a Caín: ‘¿Por qué te has puesto tan dolido y por qué se abatió tu rostro? ¿No habrías pecado si hubieras hecho la ofrenda correctamente, pero no la hubieras escogido correctamente?’» 116 . ¿Deseáis escuchar cuáles eran sus ofrendas? «Y sucedió al acabar el día que Caín llevó de los frutos de la tierra un sacrificio al señor y Abel también llevó de sus corderos antes paridos y lustrosos» 117 . [347B] Sí, dicen, no en el sacrificio, sino en la elección, reprochó a Caín diciendo: «¿No habrías pecado si hubieras hecho la ofrenda correctamente, pero no la hubieras escogido correctamente?». Esto fue lo que me dijo uno de vuestros más sabios obispos, pues se engañaba a sí mismo, en primer lugar, y luego a los demás. Pues al preguntarle de qué manera era reprochable la elección, no pudo explicarlo ni darme [347C] una fría explicación, y al verle en un aprieto dije: «Eso mismo que tú dices lo reprochó dios correctamente, pues la disposición era la misma en ambos, porque ambos pensaron que era necesario ofrecer regalos y sacrificios a dios, pero en la elección uno alcanzó el objetivo y el otro se equivocó. ¿Cómo y de qué manera? En efecto, puesto que de los seres que hay en la tierra unos son animados y otros inanimados, son más estimables los animados que los inanimados para dios, que vive y que es causa de la vida, porque participan de la vida y de un alma más individual; por eso dios se alegró con quien le ofreció un sacrificio perfecto».

Ahora debo volver a recapacitar sobre ellos. ¿Por qué, [351A] pues, no circuncidáis? «Pablo —dicen— dijo que a Abraham, cuando tuvo fe, se le dio la circuncisión del corazón, pero no la del cuerpo 118 . Sin embargo, no habló respecto al cuerpo y hay que prestar fe a las palabras no impías proclamadas por él y por Pedro.» Escucha de nuevo que dios dice que dio a Abraham la circuncisión del cuerpo como alianza y símbolo: «Y esta alianza que guardarás entre tú y yo y tu [351B] descendencia en vuestras generaciones. Y circuncidaréis la carne de vuestros prepucios y será como símbolo de la alianza entre tú y yo y entre tu descendencia y yo» 119 ... Así que cuando ordenó 120 sin género de dudas que convenía guardar la ley y asignó un castigo a los que transgrediesen un solo precepto, vosotros, que habéis transgredido todos en conjunto, ¿qué tipo de defensa encontraréis? Pues o Jesús habló con falsedad, o bien vosotros no habéis guardado la ley en absoluto. «La circuncisión será de tu carne», dice [351D] Moisés 121 . Pero sin escucharle dicen: «Nuestros corazones [354A] circuncidamos.» En absoluto, pues nadie entre vosotros es malvado, nadie perverso; así que os circuncidáis los corazones. «Guardar el ácimo y la pascua no podemos —dicen— porque por nosotros Cristo fue sacrificado una sola vez». Muy bien, ¿entonces os prohibió comer el pan ácimo? Sin [354B] embargo, por los dioses, soy uno de los que eluden celebrar la fiesta con los judíos, pero siempre he reverenciado al dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que, siendo ellos mismos caldeos, de una raza sagrada y teúrgica, aprendieron la circuncisión cuando habitaron como extranjeros entre los egipcios y veneraron a un dios que, para mí y para los que le reverencian como le reverenció Abraham, es benévolo, puesto que es muy grande y poderoso, pero no tiene nada que ver [354C] con vosotros. Pues ni imitáis a Abraham erigiéndole altares, ni construyendo lugares de sacrificio, ni dándole culto como [356C] aquél con sacrificios. En efecto, Abraham sacrificaba, como nosotros, siempre y continuamente. Y se valía de la adivinación por medio de las estrellas fugaces; seguramente también es griego ese procedimiento; pero la mayoría de las veces adivinaba por el vuelo de los pájaros. Incluso tenía un [356D] administrador de su casa entendido en símbolos 122 . Y si alguno de vosotros desconfía, las propias palabras dichas por Moisés sobre ello se lo demostrarán claramente: «Tras decir esto, la palabra del Señor surgió en Abraham diciéndole en una visión nocturna: No temas, Abraham, yo te protejo como un escudo; tu salario será muy grande. Y dice Abraham: Señor, ¿qué me darás? Yo me muero sin hijos y el hijo de Masek, mi criada, me heredará. Y al instante la voz de dios sobrevino diciéndole: No te heredará ése, sino el que saldrá [356E] de ti, ése te heredará. Lo condujo fuera y le dijo: Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas si eres capaz de contarlas todas; y dijo: Así será tu simiente. Y creyó Abraham a dios, y eso fue considerado por él como un acto de justicia» 123 .

Decidme entonces, ¿por qué lo condujo fuera y le mostró [357A] las estrellas el que trataba con él, ángel o dios? ¿Es que no conocía estando dentro cuál es la multitud de estrellas siempre visibles y resplandecientes durante la noche? Me parece que lo hizo queriendo mostrarle las fugaces, para ofrecerle como prueba evidente de sus palabras el voto del cielo que todo lo cumple y sanciona. Y para que nadie suponga [358C] que semejante interpretación es forzada, lo convenceré añadiendo lo que está a continuación del pasaje. A continuación está escrito: «Y le dijo: Yo soy el dios que te sacó del país de los caldeos para darte esa tierra en heredad; y dijo: Dueño y Señor, ¿en qué conoceré que la heredaré? Y [358D] le dijo: Tómame una novilla de tres años y una cabra de tres años y un camero de tres años y una tórtola y una paloma; y lo tomó todo esto y los dividió por la mitad y puso cada trozo uno enfrente de otro, pero no dividió las aves, y las aves bajaron sobre los trozos cortados en dos, y en medio de ellos se sentó Abraham».

¿Veis que la profecía del ángel o dios aparecido está reforzada por la adivinación por el vuelo de los pájaros, no, como entre vosotros, completada secundariamente la adivinación sino con sacrificios? Y dice que con el vuelo de las [358E] aves mostró que la profecía era segura. Y Abraham acepta la fe y añade que la fe sin verdad parece ser una necedad y estupidez. Pero la verdad no es posible verla a partir de una simple palabra, sino que es necesario que alguna señal evidente acompañe a las palabras, lo que dará fe, una vez acaecido, de la profecía hecha para el futuro...

Una sola excusa de vuestra indolencia os queda en esto, [351D] que no está permitido sacrificar fuera de Jerusalén, aunque Elías sacrificó en el monte Carmelo y no en la ciudad sagrada 124 . [324CD]


FRAGMENTOS

[1 ] Tales cosas sucedieron a menudo y suceden, y ¿cómo podrían ser señales del fin? 125 .

[2 ] Moisés, tras ayunar cuarenta días, recibió la ley 126 , pero Elías, tras ayunar otros tantos, consiguió ver con sus propios ojos a dios 127 . Y Jesús, ¿qué obtuvo tras un ayuno semejante?

[3 ] ¿Y cómo subió Jesús hasta el pináculo del templo cuando estaba en el desierto? 128 .

[4 ] Pero Jesús suplica las mismas cosas que un hombre miserable incapaz de soportar llevaderamente su desgracia y, siendo dios, es vigorizado por un ángel. ¿Quién te anunció, Lucas, lo del ángel si es que eso sucedió? Los que estaban presentes cuando suplicaba no pudieron verlo: estaban dormidos, en efecto. Por eso, al venir de su rezo, los encontró dormidos de dolor y dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y rezad», y lo que sigue; y luego: «Y cuando todavía estaba diciendo esto he aquí una gran multitud y Judas» 129 . Por eso no escribió Juan, porque ni siquiera lo vio.

Escuchad un bello y político consejo: «Vended vuestros [5 ] bienes y dádselos a los pobres; haceos bolsas que no envejezcan» 130 . ¿Quién puede decir algo más político que esta orden? Porque si todos le obedecieseis, ¿quién sería el comprador? ¿Quién alaba esta enseñanza que, si se impusiera, no se mantendría ni una ciudad, ni un pueblo, ni una sola casa? Pues si todo hubiera sido vendido, ¿cómo podría existir una casa o familia digna? Además, que, al ser vendido al mismo tiempo todo lo que existe en la ciudad, no podrían encontrarse comerciantes es algo evidente, aunque no se diga.

¿Cómo levanta el pecado la palabra de dios, causante [6 ] para muchos de parricidios y para otros muchos de matar a sus hijos 131 , obligados los hombres o a socorrer sus tradiciones y adherirse a la piedad heredada desde siempre, o bien a admitir esta novedad? ¿Por qué, pues, no es cierto que Moisés, que vino a quitar los pecados, se encontró que los aumentaba? 132 .

Lo que escribió de Israel lo aplicó Mateo 133 evangelista [7 ] a Jesús para burlarse de la simplicidad de aquellos de los gentiles que creían.


1 Haírēsis en griego. La palabra significa también, en el lenguaje cristiano, «herejía». Juliano la emplea con toda intención.

2 O bien, «apostatando». Creemos que se trata de un nuevo rasgo irónico.

3 Tema presente en PORFIRIO , cf. fr. 1. HARNACK . Cirilo dice, en su primer libro, que los cristianos no se han alejado de Moisés, que fue el primer filósofo en el tiempo, mientras que los llamados sabios griegos «no hacen sino tomar las enseñanzas de Moisés y revestirlas con sus propias palabras». Los afanes que derrama para demostrar la anterioridad de Moisés sobre los griegos vienen de la apologética cristiana, de Taciano, Clemente y Eusebio. Los filósofos llegaron a conclusiones erróneas, finaliza, y los que alcanzaron alguna verdad fue aprendiéndola de Moisés, como Platón y Pitágoras durante su estancia en Egipto.

4 Cf. JÁMBLICO , Mist. de Egipto I 3: «Nuestra naturaleza tiene en su fondo el conocimiento innato de los dioses, superior a toda crítica y opción y anterior al razonamiento y la demostración».

5 Perséfone, que sería después esposa de Hades.

6 Génesis 2, 18.

7 Tema antiguo en la polémica antijudía como puede verse en FILÓN , De opif. mundi I 38.

8 Génesis 3, 22.

9 Método usual del neoplatonismo y que Juliano utiliza ampliamente, como hemos visto en sus discursos Contra el cínico Heraclio y A la Madre de los dioses . Esa interpretación podría referirse a la explicación gnóstica, dada la presencia aquí juntos de tres temas bien conocidos por la exégesis gnóstica: la ignorancia, la envidia divina y la serpiente como bienhechora. Cf. BROX , «Gnostische Argumente bei Jul. Apost.», Jahrb. Ant. und Christ . X (1967), 181-186.

10 La comparación de la cosmogonía del Génesis con la del Timeo platónico viene ya de CELSO , VI 49 y VII 42.

11 O bien «ídolos» en sentido cristiano: nueva ironía de Juliano.

12 Números 12, 8.

13 Génesis 1 ss.

14 PLAT ., Timeo 28b-30b.

15 Génesis 26 ss.

16 PLAT ., Tim . 41a ss., con algunas variaciones.

17 Deuteronomio 4, 19.

18 Dos adjetivos que recuerdan muy de cerca las andanadas de PORFIRIO , fr. 4, contra Pablo: valiéndose de artes mágicas se habría dedicado a sacar dinero a mujeres ricas y crédulas.

19 Éxodo 4, 22.

20 Ibid . 4, 23.

21 Ibid . 5, 3.

22 Proverbio ya utilizado en Misopogon 349d.

23 Romanos 3, 29.

24 Salmos 78, 25.

25 Cf. GIGON , La cultura antigua ..., pág. 155. El tema se encuentra en CELSO , IV 7, y está basado en la crítica de Aristóteles y Epicuro contra el demiurgo platónico (cf. CIC ., Luc . 119 y De natur. deor . I 21).

26 Tema utilizado por CELSO , VIII 21.

27 Éxodo 20, 5.

28 Ya en CELSO , V 25.

29 HERÓDOTO , IV 76.

30 Génesis 11, 4 ss.

31 HOM ., Od . XI 316. Ya utilizado por Juliano en su primer Elogio del emperador Constancio 22 (cf. la nota correspondiente).

32 Tema ya utilizado por Celso.

33 Génesis 11, 7.

34 Éxodo 20, 2.

35 Ibid . 20, 4.

36 Ibid . 20, 13-17.

37 Deuteronomio 4, 24.

38 Números 25, 11.

39 Hermes trismegisto, autor de diversos escritos esotéricos.

40 Oanes es un dios babilonio que, según la tradición, les enseñó las artes de la civilización. Belo es la versión griega del dios asirio llamado Baal en la Biblia .

41 Centauro maestro de Aquiles.

42 Cf. JULIANO , Sobre la realeza 82b.

43 Roma.

44 El legendario rey Numa Pompilio.

45 Escudo del que dependía el poder de Roma. (Cf. LIVIO , I 20, y VIRG ., En . VIII 664.)

46 En los trabajos del templo de Júpiter en la colina del Capitolio se encontró una cabeza, caput —de donde el nombre de la colina—, que fue considerada un presagio favorable (cf. LIVIO , I 55).

47 El oráculo de Delfos, el más famoso de todos, había ido perdiendo importancia desde la época helenística y estaba casi totalmente abandonado desde la época de Constantino. Los oráculos fueron substituidos por la astrología y la teúrgia progresivamente.

48 Cf. CELSO , III 22 y 24, aunque da menos importancia que Juliano a Asclepio, situándolo junto con Heracles y los Dioscuros.

49 CELSO (III 26-33) negaba que los milagros fueran suficientes para probar la divinidad de Cristo, aduciendo otros ejemplos de la antigüedad.

50 Jesús.

51 Cf. CELSO , III 50 y 55.

52 Hechos 10.

53 Ibid . 13, 6 ss.

54 Éxodo 6, 6.

55 1 Samuel 8.

56 Ezequiel 3, 7.

57 Lithotráchēlos «cuello de piedra» es un hápax y parece, a la vista del compuesto anterior, una reminiscencia incorrecta del término cristiano al que sustituiría: «de duro corazón» (Hechos 7, 51, etc.). Cf. BARTELINK , «L’emp. Jul. et le vocabulaire chrétien», Virg. Christ . XI (1957), 41.

58 EUSEBIO DE CESAREA , Prep, evang . XI 5, 5.

59 1 Reyes 11, 4.

60 Corintios 8, 7 ss.

61 Nuevo uso irónico de una palabra netamente cristiana.

62 El mismo argumento aparecía en el decreto sobre las escuelas, que apartaba a los maestros cristianos, pero permitía la asistencia de alumnos de esta religión.

63 Cf., al principio, 46b.

64 Se refiere a la franja o fleco que remataba los bordes de la toga.

65 Deuteronomio 32, 9.

66 Éxodo 22, 28.

67 Génesis 9, 3.

68 1 Corintios 6, 9 ss.

69 Cf. el final de los Césares , donde se expresa la misma idea sobre el bautismo.

70 Hechos 3, 22.

71 Génesis 49, 10.

72 MATEO , 1, 1 ss., y LUCAS , 3, 23 ss.

73 Sólo quedan brevísimos fragmentos de la refutación de Cirilo de este segundo libro de Juliano.

74 JUAN , 1, 3.

75 Números 24, 17.

76 Rut 4, 22.

77 Deuteronomio 4, 35.

78 Ibid . 4, 39.

79 Ibid . 6, 4.

80 Ibid . 32, 39.

81 JUAN , 1, 1.

82 Obispo de Sirmium que negó la divinidad de Cristo (cf. la carta 90 que le dirigió Juliano).

83 Isaías 7, 14.

84 JUAN , 1, 18.

85 Colosenses 1, 15.

86 JUAN , 1, 3.

87 Isaías 26, 13.

88 Isaías 37, 16.

89 Paráfrasis de Deuteronomio 32, 39.

90 Porque salvador, sōtḗr , era en griego epíteto propio de Asclepio y también de Helios-Mitra (cf. cartas 11 y 13).

91 Génesis 6, 2.

92 Ibid . 6, 4.

93 Éxodo 4, 22.

94 Deuteronomio , 6, 13.

95 MATEO , 28, 19.

96 Paráfrasis de Levítico 16, 5 ss.

97 Ibid . 16, 15.

98 Ibid . 7, 20.

99 Cf. en la Introducción General el intento de Juliano de restaurar el templo de Jerusalén.

100 Cf. cartas 89b, 295c ss.

101 Hechos 10, 15.

102 Levítico 11, 3.

103 Éxodo 12, 14 ss.

104 Romanos 10, 4.

105 Deuteronomio 4, 2.

106 Ibid . 27, 26.

107 Carta a Libanio, 401c, y Contra el cínico Heraclio 229d.

108 JUAN , 1, 14.

109 Id., 1, 18.

110 Id., 1, 19.

111 Los mártires.

112 MATEO , 23, 27.

113 Isaías 65, 4.

114 Levílico 9, 24.

115 1 Reyes 18, 38.

116 Génesis 4, 4 ss.

117 Ibid . 4, 3.

118 Romanos 4, 11.

119 Génesis 17, 10.

120 Jesús.

121 Génesis 17, 13.

122 Eleazar (Génesis 24, 2 ss.).

123 Ibid . 15, 1 ss.

124 1 Reyes 18, 19.

125 MATEO , 24, 3 ss.

126 Éxodo 31, 18.

127 1 Reyes 19, 9.

128 MATEO , 4, 5.

129 LUCAS , 22, 42 ss.

130 Id., 12, 33.

131 MATEO , 10, 21.

132 Levílico 16.

133 MATEO , 2, 15, referido a Oseas 11, 1.

Contra los galileos. Cartas y fragmentos. Testimonios. Leyes

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