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El error del principiante

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Si te pareces a mí, eso significa que eres de los que quieren saberlo absolutamente todo sobre algo antes de probarlo por primera vez. Podrías pasarte los meses siguientes sumergido en información sobre los cristales y aprendiendo todo lo que hay que saber de ellos, pero hasta que intentes trabajar con ellos todo lo que tienes es mera información intelectual. Habrás aprendido mucho, pero no habrás experimentado el poder de los cristales.

Fórmate según vaya surgiendo la curiosidad, por supuesto, pero no lo hagas a expensas de la experimentación. Elige cualquier cristal. Encuentra uno que te atraiga. Métetelo en el bolsillo. Llévalo. Póntelo. Y luego sigue leyendo.


Un cristal en tu mano, una piedra en la de otro

No todo el mundo reacciona ante el mismo cristal de la misma manera.

Por ejemplo, mi marido y yo fuimos a una de mis tiendas de cristales favoritas de Portland. Cuando hablábamos con el encargado de la tienda, este sacó una bandeja de fenaquita, un cristal de vibración muy alta. Yo no me había encontrado antes con la fenaquita y conforme ponía la bandeja ante mí (yo ni siquiera la toqué), sentí que toda mi energía se elevaba y se me subía a la cabeza. A falta de una explicación mejor, puedo decir que era como si estuviera «colocada». Por el contrario, mi marido no sintió nada. ¿Cuál de las dos experiencias fue más válida? Ninguna de las dos, en realidad; simplemente fueron diferentes.

En mis clases hago pasar con frecuencia cristales distintos para que la gente los tenga en la mano y mis alumnos informan de las sensaciones que experimentan. Algunas son parecidas, otras son diferentes. Dos personas pueden trabajar con el mismo cristal y experimentar resultados completamente distintos. Cómo se experimente un cristal depende de las perspectivas, vibraciones, necesidades y creencias propias de cada uno. Es probable que esos factores sean diferentes en otra persona, de manera que esta tendrá una experiencia distinta. Del mismo modo, es posible que tú tengas una necesidad concreta que un cristal puede equilibrar y que un amigo tuyo tenga una necesidad diferente que equilibre ese mismo cristal. Ninguno de vosotros dos ha utilizado el cristal correcta o incorrectamente, sino que acabáis de abordar necesidades distintas con el mismo cristal.


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