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ОглавлениеLA TRANSFORMACIÓN DE LA PSICOTERAPIA
El Liber Novus es de fundamental importancia para entender la aparición del nuevo modelo de psicoterapia de Jung. En 1912, en Transformaciones y símbolos de la libido, consideró la presencia de fantasías mitológicas −como las que están presentes en el Liber Novus− como signos de que se destrababan los niveles filogenéticos de lo inconsciente, y como un indicativo de esquizofrenia. Por vía de su autoexperimentación, corrigió radicalmente esta posición: lo que ahora consideraba crítico no era la presencia de ningún contenido particular, sino la actitud del individuo hacia él y, en particular, el hecho de si ese individuo puede hacer encajar un material de ese tipo en su cosmovisión. Esto explica por qué comentó, en su epílogo al Liber Novus, que, para el observador superficial, la obra parecería una locura, y de eso mismo pudo haberse tratado si hubiese fallado en contener y comprender las experiencias. (201) En el capítulo 15 del Liber Secundus presenta una crítica a la psiquiatría contemporánea, en la que subraya su incapacidad para diferenciar la experiencia religiosa o locura divina de la psicopatología. Si bien el contenido de las visiones o fantasías no poseía valor de diagnóstico, sostuvo que, de todas formas, era esencial observarlas cuidadosamente. (202)
Jung desarrolló nuevos conceptos respecto de los objetivos y los métodos de la psicoterapia a partir de sus experiencias. Desde sus comienzos hasta el final del siglo XIX, la psicoterapia se había ocupado principalmente del tratamiento de desórdenes nerviosos funcionales, o neurosis, como llegaron a ser conocidas. De la Primera Guerra Mundial en adelante, Jung reformuló la práctica de la psicoterapia, que ya no sólo se ocupaba del tratamiento de la psicopatología, sino que se convirtió en una disciplina para permitir el más elevado desarrollo del individuo, al fomentar el proceso de individuación. Esto tuvo consecuencias de gran alcance tanto para el desarrollo de la psicología analítica como para la psicoterapia en su totalidad.
Para demostrar la validez de los conceptos derivados en el Liber Novus, Jung intentó mostrar que el proceso desarrollado en él no era único y que los conceptos que desplegaba allí eran aplicables a los demás. Para poder estudiar las producciones de sus pacientes, compuso una gran colección con sus pinturas. Para que no se desprendiesen de sus imágenes, generalmente les pedía a los pacientes que hicieran una copia para él. (203)
Durante este período, continuó instruyendo a sus pacientes sobre cómo inducir visiones en estado de vigilia. En 1926, Christiana Morgan acudió a Jung por análisis. Ella se había visto atraída por sus ideas al leer Tipos psicológicos, y se dirigió a él para que la ayudase con sus problemas con las relaciones y con sus depresiones. En una sesión de 1926, Morgan tomó nota del consejo que le dio Jung sobre cómo producir visiones:
Bien, usted verá, éstas son muy vagas como para que yo sea capaz de decir algo al respecto. Ellas son sólo el comienzo. Al principio, usted sólo utiliza la retina del ojo para poder objetivar. Entonces, en lugar de conservar la imagen o forzarla a irse, usted sólo debe mirarla. Ahora, cuando mira esas imágenes, usted debe aferrarse a ellas y ver hacia dónde la llevan −cómo cambian−. Debe intentar introducirse usted misma en la imagen −para convertirse en uno de los actores−. Cuando yo empecé a hacer esto, veía paisajes. Entonces aprendí cómo colocarme a mí mismo dentro del paisaje, y las figuras querían hablar conmigo y yo les respondía… La gente dice: tiene un temperamento artístico. Pero era sólo que mi inconsciente me estaba balanceando. Ya aprendí a actuar su drama tan bien como el drama de la vida exterior y por eso ahora nada puede lastimarme. He escrito 1000 páginas de material surgido de lo inconsciente. (Contó la visión de un gigante que se convertía en un huevo). (204)
Jung les describía, en detalle, sus propios experimentos a sus pacientes, y les daba instrucciones de seguir su ejemplo. Su rol era el de supervisarlos al experimentar con sus propios flujos de imágenes. Morgan tomó nota de lo que Jung decía:
Ahora siento que debería decirle algo respecto de estas fantasías… Parecen ser más bien tenues y estar llenas de repeticiones de los mismos motivos. No hay en ellas calor y fuego suficiente. Deberían ser más ardientes… Debe permanecer en ellas por más tiempo, esto significa que usted debe ser su propio yo crítico consciente en ellas −imponiendo sus propios juicios y críticas−… Puedo explicarle lo que quiero decir contándole mi propia experiencia. Estaba escribiendo en mi libro y de pronto vi a un hombre de pie, mirando por encima de mi hombro. Uno de los puntos dorados de mi libro levantó vuelo y le pegó en un ojo. Me preguntó si se lo sacaría. Le dije que no −no a menos que me dijese quién era−. Él me dijo que no lo haría. Verá, yo sabía eso. Si hubiese hecho lo que me pedía, entonces se hubiese hundido en lo inconsciente y yo me hubiese perdido el propósito de todo aquello, es decir: por qué había aparecido desde lo inconsciente. Finalmente me dijo que me contaría el significado de ciertos jeroglíficos que se me habían aparecido unos días atrás. Una vez que lo hubo hecho, le quité la cosa de su ojo y se desvaneció. (205)
Jung llegó tan lejos como para sugerirles a sus pacientes que preparasen sus propios Libros Rojos. Morgan lo recuerda diciendo:
Debo aconsejarle que lo plasme tan bellamente como pueda −en algún libro hermosamente encuadernado−. Parecerá como si usted estuviese banalizando las visiones, pero necesita hacerlo, así se liberará de su poder. Si lo hace con esos ojos, por ejemplo, dejarán de atraerla. Nunca debe intentar hacer que las visiones vuelvan. Piense acerca de ello en su imaginación y trate de pintarlo. Entonces, cuando estas cosas se vuelcan en algún libro precioso, usted puede tomarlo y recorrer sus páginas, y para usted esta será su iglesia −su catedral−, el lugar silencioso de su espíritu donde encontrará la renovación. Si alguien le dice que es morboso o neurótico y usted le presta atención, entonces perderá su alma, porque en ese libro está su alma. (206)
En una carta a J. A. Gilbert de 1929 le comentó su procedimiento:
A veces encuentro que es de gran ayuda para poder manejar un caso darle al paciente coraje para expresar sus contenidos particulares, ya sea en la forma de escritura o de dibujo y pintura. Hay tantas intuiciones incomprensibles en esos casos, fragmentos de fantasía que emergen de lo inconsciente, para las cuales casi no hay lenguaje adecuado. Yo dejo que mis pacientes encuentren su propia expresión simbólica, su ‘mitología’. (207)
EL SANTUARIO DE FILEMÓN
En la década de 1920 el interés de Jung se vio desplazado cada vez más de la transcripción del Liber Novus y la elaboración de su mitología en los Libros negros, al trabajo en su torre en Bollingen. En 1920 adquirió algo de tierra en la orilla superior del Lago de Zürich en Bollingen. Antes él y su familia pasaban a veces sus vacaciones acampando alrededor del Lago de Zürich. Sintió la necesidad de representar en piedra sus pensamientos más íntimos y construir una morada completamente primitiva: “Las palabras y el papel, sin embargo, no me parecen lo suficientemente reales; algunas veces necesito algo más”. (208) Tenía que hacer una confesión en piedra. La torre era una ‘representación de individuación’. A través de los años, pintó murales y realizó tallas en las paredes. La torre puede ser vista como una continuación tridimensional del Liber Novus: su ‘Liber Quartus’. Al final del Liber Secundus, Jung escribió: “Debo ponerme al día con un trozo de la Edad Media −dentro de mí−. Sólo hemos finalizado la Edad Media de otros. Debo comenzar temprano, en ese período en el que se extinguieron los ermitaños”. (209) Significativamente, la torre estaba deliberadamente construida con una estructural de la Edad Media, sin comodidades modernas. La torre era una obra en curso, en evolución. Talló esta inscripción en la pared: ‘Philemonis sacrum − Fausti poenitentia’ (Santuario de Filemón − Penitencia de Fausto). (Uno de los murales en la torre es un retrato de Filemón.) El 6 de abril de 1929 Jung le escribió a Richard Wilhelm: “¡Por qué no hay claustros mundanos para los hombres que deben vivir fuera de los tiempos!” (210)
El 9 de enero de 1923, murió la madre de Jung. Entre el 23 y el 24 de diciembre de 1923, tuvo el siguiente sueño:
Estoy en el servicio militar. Marchando con un batallón. En un bosque cerca de Ossigen me encuentro con excavaciones en una encrucijada: una figura de piedra de un metro de alto de una rana o un sapo sin cabeza. Detrás se sienta un chico con cabeza de sapo. Luego el busto de un hombre con un ancla clavada en la región de su corazón, un romano. Un segundo busto de alrededor de 1640, el mismo motivo. Luego cuerpos momificados. Finalmente llega una calesa al estilo del siglo XVII. En él se sienta un muerto, pero que aún está vivo. Ella vuelve su cabeza, cuando me dirijo a ella con un ‘Señorita’; soy consciente que ‘Señorita’ es un título de nobleza. (211)
Unos pocos años después, comprendió el significado de este sueño. El 4 de diciembre de 1926 señaló:
Recién ahora veo que el sueño del 23/24 de diciembre de 1923 significa la muerte del anima (‘Ella no sabe que está muerta’). Esto coincide con al muerte de mi madre… Desde la muerte de mi madre el A. [Anima] está enmudecida. ¡Significativo! (212)
Unos pocos años después, tuvo unos pocos diálogos más con su alma, pero su confrontación con el anima efectivamente había llegado a un cierre a esta altura. El 2 de enero de 1927 tiene un sueño que transcurre en Liverpool:
Estoy con más jóvenes suizos bajo los muelles en Liverpool. Es una oscura noche lluviosa, con humo y niebla. Caminamos hacia la parte superior de la ciudad, que se halla sobre una meseta. Llegamos a un pequeño lago circular en un jardín ubicado en la zona central. En medio de aquel hay una isla. Los hombres hablan de un suizo que vive aquí en una ciudad tan llena de hollín, oscura y sucia. Pero yo veo que en la isla se alza un árbol de magnolia cubierto con flores rojas iluminadas por un sol eterno, y pienso: “Ahora sé por qué este compañero suizo vive aquí. Aparentemente él también sabe por qué”. Veo un mapa de la ciudad: [Ilustración]. (213)
Jung pintó entonces un mándala basado en este mapa. (214) Le concedió gran significado a este sueño, y comentó más tarde:
Este sueño representaba mi situación en ese momento. Aún puedo ver los pilotos grisáceo-amarillentos brillando con la humedad de la lluvia. Todo era extremadamente desagradable, negro y opaco, tal como yo me sentía entonces. Pero había tenido una visión de la belleza que no es de esta tierra, y esa era la razón de por qué yo era capaz de seguir viviendo... Vi que la meta había sido alcanzada aquí. El medio es la meta y no se puede ir más allá. A través de este sueño comprendí que el sí-mismo es el principio y el arquetipo de orientación y sentido. (215)
Jung agregó que él mismo era el suizo. El ‘yo’ no era el sí-mismo, pero desde allí se podía ver el milagro divino. La pequeña luz se parecía a la gran luz. A partir de entonces dejó de pintar mándalas. El sueño expresó el proceso de desarrollo inconsciente, que no era lineal, y lo halló completamente satisfactorio. Se sentía absolutamente solo en esa época, preocupado con algo grande que los demás no entendían. En el sueño, sólo vio el árbol. Mientras estaban en la oscuridad, el árbol parecía radiante. De no haber tenido tal visión, su vida habría perdido sentido. (216)
La comprensión consistió en que el sí-mismo era la meta de la individuación y que el proceso de individuación no era lineal, sino que consistía en la circunvalación del sí-mismo. Esta comprensión le dio fuerza; de lo contrario, la experiencia los hubiese vuelto locos a él o a aquellos alrededor de él. (217) Sentía que los dibujos de mándalas le mostraban el sí-mismo ‘en su función salvadora’ y que esto constituía su salvación. La tarea ahora era la de consolidar esas percepciones tanto en la vida como en la ciencia.
En su revisión de 1926 de La psicología de los procesos inconscientes, resaltó la importancia de la transición de la mitad de la vida. Sostuvo que la primera mitad de la vida puede ser caracterizada como la fase natural, en la cual el objetivo primario consiste en establecerse en el mundo, obtener un ingreso y formar una familia. La segunda mitad de la vida puede ser caracterizada como la fase cultural, la cual involucra una reevaluación de anteriores valores. La meta en este período es la conservación de los valores previos junto con el reconocimiento de sus opuestos. Esto significa que los individuos deben desplegar los aspectos no desarrollados y desatendidos de su personalidad. (218) El proceso de individuación es concebido ahora como el patrón general del desarrollo humano. Jung sostenía que en la sociedad contemporánea falta una guía para esta transición, y consideraba a su psicología como aquello que llenaba esa laguna. Además de en la psicología analítica, las formulaciones de Jung han tenido un impacto en el campo de la Psicología del desarrollo del adulto. Claramente su experiencia de crisis conformó el molde de este concepto de los requisitos de las dos mitades de la vida. El Liber Novus describe la reevaluación de sus valores previos y su intento de desarrollar los aspectos descuidados de su personalidad. De este modo formó la base de su comprensión de cómo la transición de la mediana edad puede ser transitada exitosamente.
En 1928 publicó un libro breve, Las relaciones entre el yo y lo inconsciente, que es una ampliación de su artículo de 1916, “La estructura de lo inconsciente”. Aquí, se explayó sobre el ‘drama interior’ del proceso de transformación, agregándole una sección que se ocupa en detalle del proceso de individuación. Señaló que luego de que uno lidie con los productos de la imaginación de la esfera personal, se encuentra con fantasías pertenecientes a la esfera impersonal. Estas no son simplemente arbitrarias, sino que convergen hacia un objetivo. Por lo tanto estas últimas fantasías pueden ser descritas como procesos de iniciación, su analogía más cercana. Se requiere una participación activa para que este proceso tenga lugar: “si la consciencia participa de forma activa, si vive cada etapa del proceso…. cada una de las imágenes que venga a continuación se asociará a la última de las etapas así conquistadas, y el proceso emprenderá de este modo un rumbo que apunta a una determinada meta.” (219)
Luego de la asimilación de lo inconsciente personal, la diferenciación de la persona y la superación del estado de semejanza divina, el siguiente estadio es el de la integración del anima para el hombre y el animus para la mujer. Jung sostenía que, así como es esencial para el hombre distinguir entre aquello que es y cómo aparece ante los demás, es igualmente esencial tomar consciencia de ‘sus relaciones invisibles con lo inconsciente’ y así diferenciarse a sí mismo del anima. Señaló que cuando el anima es inconsciente, se proyecta. Para un niño, la primera portadora de la imagen del alma es la madre, y luego de eso, la mujer que despierta sus sentimientos como hombre. Es necesario objetivar el anima y plantearle preguntas, a través del diálogo interno o la imaginación activa. Todos, sostenía, tienen esta habilidad de sostener diálogos con sí mismos. La imaginación activa sería, de este modo, una de las formas del diálogo interno, un tipo de pensamiento dramatizado. Es crítico distanciarse de los pensamientos que surgen y superar la presunción de que ha sido uno mismo el que los ha producido. (220) Lo que es más esencial es no interpretar o entender las fantasías, sino experimentarlas. Esto representa un giro respecto de su énfasis sobre la formulación creativa y la comprensión, propuestas en su artículo sobre la función trascendente. Sostuvo que uno debe tratar sus fantasías de forma completamente literal mientras uno se encuentre involucrado en ellas, pero simbólicamente cuando las interpreta. (221) Esta es una descripción directa del procedimiento de Jung en los Libros negros. El propósito de tal discusión es objetivar los efectos del anima y tomar consciencia de los contenidos que le subyacen, integrándolos así a la consciencia. Cuando uno se ha familiarizado con los procesos inconscientes reflejados en el anima, entonces ella se transforma en una función de la relación entre el consciente y lo inconsciente, en lugar de ser un complejo autónomo. Nuevamente, este proceso de integración del anima es el tema del Liber Novus y de los Libros negros (esto también insiste en que las fantasías en el Liber Novus deben ser leídas simbólicamente y no literalmente. Sacar declaraciones de ellos fuera de contexto y citarlos literalmente representaría un serio error). Jung advirtió que este proceso tiene tres consecuencias:
La primera de ellas consiste en una expansión de los límites de la consciencia a resultas de la conscienciación de un sinnúmero de contenidos inconscientes; la segunda, en un desmantelamiento progresivo del dominio que sobre la consciencia ejerce lo inconsciente; y la tercera, en la verificación de un cambio de la personalidad. (222)
Luego de que se ha alcanzado la integración del anima, se es confrontado con otra figura denominada ‘personalidad mana’. Jung sostiene que cuando el anima pierde su ‘mana’ o poder, el hombre que la asimiló debe haberlo adquirido, y así se transforma en una ‘personalidad mana’, un ser de voluntad y sabiduría superiores. Sin embargo, esta figura es “un dominante de lo inconsciente colectivo, el conocido arquetipo del hombre poderoso, el héroe, el caudillo, el mago, el hechicero y santo, el señor de hombres y espíritus y el amigo de Dios.” (223) Así, al integrar el anima y conseguir su poder, uno inevitablemente se identifica con la figura del mago, y acomete la tarea de diferenciarse de él. Jung agrega que, para la mujer, la figura correspondiente es la de la Gran Madre. Si uno declina el reclamar para sí la victoria sobre el anima, cesa la posesión por parte de la figura del mago, y uno comprende que el mana corresponde realmente al ‘punto medio de la personalidad’, esto es, el sí-mismo. La asimilación de los contenidos de la personalidad mana conduce al sí-mismo. La descripción de Jung del encuentro con la personalidad mana, tanto de la identificación como de la posterior desidentificación con ella, se corresponde con su encuentro con Filemón en el Liber Novus. Respecto del sí-mismo, Jung escribió: “podría darse a esa entidad el nombre de ‘Dios en nosotros’. En apariencia, los comienzos de nuestra entera vida anímica tienen su origen inextricable en este punto, y todas las supremas y ultimísimas metas parecen tener en él su fin.” (224) La descripción de Jung del sí-mismo transmite el significado de su comprensión al seguir su sueño sobre Liverpool:
El sí-mismo podría ser descrito como una suerte de compensación al conflicto entre el interior y el exterior… el sí-mismo es también la meta de la vida, pues es la expresión más completa de esa combinación del destino que llamamos individuo… Se alcanza la meta de la individuación con la sensación del sí-mismo como algo irracional, un ente indefinible al que el yo no se opone ni está sometido, sino del que depende y en torno al que gira en cierto modo como la Tierra alrededor del Sol. (225)
LA CONFRONTACIÓN CON EL MUNDO
¿Por qué dejó de trabajar Jung en el Liber Novus? En su epílogo, escrito en 1959, dijo:
Mi conocimiento de la alquimia en 1930 me alejó de ello. El comienzo del fin aconteció en 1928, cuando [Richard] Wilhelm me envió el texto de La Flor de Oro, un tratado de alquimia. Allí, los contenidos de este libro hallaron su camino a la realidad y no pude continuar trabajando en él. (226)
Hay otra pintura terminada en el Liber Novus. En 1928 Jung pintó un mándala de un castillo dorado (Página 163). Luego de pintarlo, le pareció que había algo chino respecto de ese mándala. Poco después, Richard Wilhelm le envió el texto de El secreto de la Flor de Oro, solicitándole que escribiese un comentario sobre él. Jung quedó impactado por el texto y por la sincronización:
…el texto me trajo la insospechada confirmación de mis ideas sobre el mándala y la circunvalación del centro. Éste fue el primer evento que rompió con mi soledad. Pude establecer lazos con algo y con alguien. (227)
La importancia de esta confirmación se demuestra en las líneas que escribió debajo de la pintura del Palacio Amarillo. (228) Jung estaba impactado por las correspondencias entre la imaginería y los conceptos de este texto y sus propias pinturas y fantasías. El 25 de mayo de 1929, le escribió a Wilhelm: “El destino parece habernos dado el rol de los dos pilares que soportan el puente entre Oriente y Occidente”. (229) Únicamente más tarde comprendió que era importante la naturaleza alquímica del texto. (230) Trabajó en su comentario durante 1929. El 10 de septiembre de 1929, le escribió al Wilhelm: “Estoy estremecido por este texto, que se halla tan cerca de nuestro inconsciente”. (231)
El comentario de Jung sobre El secreto de la Flor de Oro constituye un punto de inflexión. Fue su primera exposición pública acerca del significado del mándala. Por primera vez Jung presenta anónimamente tres de sus propias pinturas del Liber Novus como ejemplos de mándalas europeos y los comenta. (232) Le escribió a Wilhelm el 28 de octubre de 1929 respecto de los mándalas en el volumen: “Las imágenes se amplifican unas a las otras y dan precisamente a través de su diversidad una imagen excelente del esfuerzo del espíritu inconsciente europeo por comprender la escatología oriental”. (233) Esta conexión entre el ‘espíritu inconsciente europeo’ y la escatología oriental se convierte en uno de los principales temas en la obra de Jung en la década de 1930. Esa conexión la exploró a través de posteriores colaboraciones con los indólogos Wilhelm Hauer y Heinrich Zimmer. (234) Al mismo tiempo, la forma de trabajo era crucial: en lugar de revelar todos los detalles de su propio experimento, o los de sus pacientes, Jung utilizó los paralelos con el texto chino como una manera indirecta de hablar acerca de ello, de forma muy similar a como había comenzado a hacer en el capítulo 5 de Tipos psicológicos. Este método alegórico se convirtió entonces en su forma preferida. En lugar de escribir directamente sobre sus experiencias, comentaba los desarrollos análogos en prácticas esotéricas y, sobre todo, en alquimia medieval.
Poco después Jung dejó abruptamente de trabajar en el Liber Novus. La última imagen de página completa fue dejada sin terminar y dejó de transcribir el texto. Él recordaba luego que, cuando alcanzó este punto central o Tao, comenzó su confrontación con el mundo, y comenzó a dar muchas conferencias. (235) Así llegó a su fin la ‘confrontación con lo inconsciente’ y comenzó la ‘confrontación con el mundo’. Jung agregó que tomó estas actividades como una forma de compensación por los años de preocupaciones interiores. (236)
EL ESTUDIO COMPARATIVO DEL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN
Jung se había familiarizado con textos de alquimia alrededor de 1910. En 1912, Théodore Flournoy había presentado una interpretación psicológica de la alquimia en sus conferencias en la Universidad de Ginebra y, en 1914, Herbert Silberer publicó un extenso trabajo sobre el tema. (237) La aproximación de Jung a la alquimia siguió el trabajo de Flournoy y Silberer, al considerar la alquimia desde una perspectiva psicológica. Su comprensión de ella estaba basada en dos tesis principales: primero, que al meditar sobre los textos y materiales en sus laboratorios, los alquimistas estaban, en realidad, practicando una forma de imaginación activa. Segundo, que el simbolismo en los textos alquímicos se corresponde con el del proceso de individuación en el cual Jung y sus pacientes se habían embarcado.
En la década de 1930, la actividad de Jung varió desde el trabajo sobre sus fantasías en los Libros negros a sus compilaciones de textos alquímicos. En ellas, presentó una colección enciclopédica de extractos de la literatura alquímica y obras relacionadas, para la que elaboró un índice temático y analítico. Estas recopilaciones formaron la base de sus escritos sobre la psicología de la alquimia.
Luego de 1930, Jung hizo a un lado el Liber Novus. Aunque había dejado de trabajar directamente en él, aún permanecía en el centro de su actividad. En su trabajo terapéutico, continuaba intentando fomentar desarrollos similares en sus pacientes y establecer cuáles aspectos de su propia experiencia eran singulares y cuáles tenían cierta generalidad y aplicabilidad a los demás. En sus investigaciones simbólicas, Jung estaba interesado en los paralelos en la imaginería y las nociones que poblaban el Liber Novus. La pregunta que lo orientaba era la siguiente: ¿existe algo similar al proceso de imaginación que pueda ser hallado en todas las culturas? Si es así, ¿cuáles son los elementos comunes y cuáles los diferenciales? En esta perspectiva, el trabajo de Jung luego de 1930 puede ser considerado como una amplificación extendida de los contenidos del Liber Novus, y un intento de traducir sus contenidos a una forma que resultara aceptable a la perspectiva contemporánea. Algunas de las declaraciones hechas en el Liber Novus se corresponden estrechamente con las posiciones que Jung articularía luego en sus obras publicadas, y representan sus primeras formulaciones. (238) Por otro lado, gran parte de esa producción no halló su publicación en la Obra completa, o fue presentada de forma esquemática, o a través de alegorías y alusiones indirectas. De este modo el Liber Novus permite una clarificación, hasta entonces insospechada, de los aspectos más difíciles de la Obra Completa de Jung. Simplemente no se está en posición de comprender la génesis de las últimas obras de Jung, ni de entender completamente qué estaba tratando de lograr, sin estudiar el Liber Novus. Al mismo tiempo, la Obra completa puede ser considerada, en parte, un comentario indirecto del Liber Novus. Cada uno explica al otro.
Jung vio esta ‘confrontación con lo inconsciente’ como la fuente de su trabajo posterior. Recordó que toda su obra y todo lo que posteriormente logró provinieron de estas imaginaciones. Había expresado las cosas tan bien como le había sido posible, en un lenguaje torpe e impotente. Frecuentemente sentía como si ‘gigantescos bloques de piedra se estuviesen derrumbando sobre [él]. Una tormenta tras otra’. Se sorprendió de que eso no lo hubiese destruido tal como había hecho con otros, tales como Schreber. (239)
Cuando fue consultado por Kurt Wolff en 1957 acerca de la relación entre sus trabajos académicos y sus notas biográficas sobre sueños y fantasías, Jung respondió:
Ésa fue la materia prima que me obligó a trabajar en ello y mi obra es un intento más o menos exitoso de incorporar esta materia incandescente en la cosmovisión de mi época. Las primeras imaginaciones y sueños fueron como el basalto ígneo-líquido, a partir de ellos se cristalizó la roca sobre la cual yo pude trabajar. (240)
Agregó que “me costó, por decirlo así, 45 años enlazar las cosas que alguna vez experimenté y volcarlas en el recipiente de mi trabajo científico”. (241)
En palabras del propio Jung, se podría considerar que el Liber Novus contiene, entre otras cosas, un reporte de las etapas de su proceso de individuación. En las siguientes obras trató de indicar los elementos comunes esquemáticos, generales con los cuales pudo hallar paralelos en sus pacientes y en la investigación comparativa. Las obras posteriores presentan, así, un esquema del esqueleto, un bosquejo básico, pero dejan fuera el cuerpo principal de los detalles. Jung describió El libro rojo retrospectivamente como un intento de formular las cosas en términos de revelación. Había esperado que esto lo liberase, pero no fue así. Se dio cuenta entonces de que no tenía regreso al lado humano y a la ciencia. Tenía que extraer conclusiones de diversas intuiciones. La elaboración del material en El libro rojo fue vital, pero también debía comprender las obligaciones éticas. Había pagado con su vida y su ciencia. (242)
En 1930 comenzó una serie de seminarios sobre las fantasías de Christiana Morgan en el Club Psicológico en Zürich, que pueden ser vistos, en parte, como un comentario indirecto sobre el Liber Novus. Para demostrar la validez empírica de los conceptos que había derivado a partir de este último, debía mostrar que los procesos descritos allí no eran únicos.
Con sus seminarios sobre el Kundalini Yoga, en 1932, Jung comenzó un estudio comparativo de prácticas esotéricas, enfocándose en los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, los Yoga Sutras de Patanjali, las prácticas meditativas budistas y la alquimia medieval, sobre las que expuso en una extensa serie de conferencias en el Escuela Politécnica Federal (ETH). (243) La comprensión crítica que permitía estas conexiones y comparaciones era la percepción de Jung de que todas estas prácticas estaban basadas en diferentes formas de imaginación activa −y que todas ellas tienen por meta la transformación de la personalidad−, lo que Jung entendía como proceso de individuación. De este modo, las conferencias ETH de Jung proporcionaron una historia comparativa de la imaginación activa, práctica que constituye la base del Liber Novus.
En 1934 publicó la primera descripción extendida de un caso en la que hacía foco en el proceso de individuación. Se trataba de Kristine Mann, que había pintado una extensa serie de mándalas. Jung se refirió a su propia labor:
Yo, evidentemente, he aplicado en mí mismo este método y puedo confirmar que se pueden pintar, en efecto, cuadros complicados cuyo verdadero contenido no se sospecha en absoluto. Mientras se pinta, el cuadro prácticamente se va desarrollando por sí solo y a menudo en sentido contrario a la intención consciente. (244)
Señaló que el trabajo presente llenaba una brecha en las descripciones de sus métodos terapéuticos, ya que había escrito poco acerca de la imaginación activa. Había utilizado el método desde 1916, pero sólo lo había bosquejado en Las relaciones entre el yo y lo inconsciente, de 1928, y había mencionado el mándala por primera vez en 1929, en su comentario sobre El secreto de la Flor de Oro:
Por lo menos a lo largo de trece años he mantenido ocultos los resultados de este método para no sugestionar a nadie pues quería cerciorarme de que esas cosas –sobre todo los mándalas– surgen de modo verdaderamente espontáneo y no les son sugeridas a los pacientes por mi propia imaginación. (245)
Gracias a sus estudios históricos, se convenció a sí mismo de que los mándalas habían sido producidos en todo tiempo y lugar. También señaló que eran producidos por los pacientes de psicoterapeutas que no eran alumnos de él. Esto también sugería una consideración que podría haberlo conducido a no publicar el Liber Novus: el persuadirse a sí mismo y a sus críticos de que los desarrollos de sus pacientes y, especialmente, de sus imágenes de mándalas, no se debían simplemente a la sugestión. Sostuvo que el mándala representaba uno de los mejores ejemplos de la universalidad de un arquetipo. En 1936 indicó además que él mismo había utilizado el método de la imaginación activa a lo largo de un gran período de tiempo y que había observado muchos símbolos que había sido capaz de verificar sólo años más tarde en textos que él no había conocido en ese entonces. (246) Sin embargo, si se tiene una intención probatoria, el propio material de Jung, dada la amplitud de sus conocimientos, no podría haber sido un ejemplo particularmente convincente de su tesis de que las imágenes de lo inconsciente colectivo emergen espontáneamente sin conocimientos previos.
En el Liber Novus, Jung articuló su comprensión de las transformaciones históricas del cristianismo y la historicidad de las formaciones simbólicas. Tomó este tema en sus escritos sobre la psicología de la alquimia y sobre la psicología de los dogmas cristianos, y sobre todo en Respuesta a Job. Como hemos visto, Jung opinaba que sus visiones anteriores a la guerra habían sido profecías que lo habían llevado a la composición del Liber Novus. En 1952, en el contexto de su colaboración con el premio Nobel de Física Wolfgang Pauli, Jung sostuvo que existía un principio de ordenación acausal que subyace a esas ‘coincidencias significativas’, que él denominó sincronicidad. (247) Afirmó que, bajo ciertas circunstancias, la constelación de un arquetipo conducía a una relativización del tiempo y el espacio, lo que explicaba cómo podían ocurrir tales eventos. Este fue un intento de expandir la comprensión científica para dar cabida a acontecimientos del orden de sus visiones de 1913 y 1914.
Es importante señalar que la relación del Liber Novus con los escritos académicos no siguió una traducción ni una elaboración directa punto por punto. Ya en 1916 Jung trató de llevar algunos de los resultados de sus experimentos a un lenguaje académico, mientras continuaba con la elaboración de sus fantasías. Sería bueno considerar el Liber Novus y los Libros negros como los representantes de una obra privada que corre paralela y juntamente con su obra académica pública; mientras que esta última se nutría y era en cierto modo extraída de la primera, ambas permanecieron distintas. Luego de dejar de trabajar en el Liber Novus, continuó elaborando su obra privada −su propia mitología− en su obra en la torre y en sus tallados de piedra y pinturas. Aquí, el Liber Novus funcionó como un centro generador, y un buen número de sus pinturas y sus tallados se relacionan con él. En psicoterapia, Jung trató de permitirles a sus pacientes recobrar el sentido del significado de la vida a través de la facilitación y la supervisión de sus propias autoexperimentación y creación simbólica. Al mismo tiempo, intentó elaborar una psicología científica general.
LA PUBLICACIÓN DEL LIBER NOVUS
Mientras Jung dejaba de trabajar directamente en el Liber Novus, subsistía el problema de qué hacer con él, y el tema de su eventual publicación permaneció abierto. El 10 de abril de 1942, Jung respondió a Mary Mellon respecto de la publicación de los Sermones: “Respecto de la publicación de los Siete Sermones quisiera que esperase por un tiempo. Tengo en mente agregarle cierto material, aunque he dudado durante años sobre hacerlo. Pero en una ocasión tal se podría correr el riesgo”. (248) En 1944 tuvo un ataque al corazón y no pudo concretar este plan.
En 1952, Lucy Heyer presentó un proyecto para una biografía de Jung. Ante la sugerencia de Olga Froebe y la insistencia del propio Jung, Cary Baynes comenzó a colaborar con Heyer en el proyecto. Cary Baynes consideró escribir una biografía de Jung basada en el Liber Novus. (249) Para decepción de Jung, se retiró del proyecto. Luego de varios años de entrevistas con Heyer, Jung dio por terminado el intento biográfico en 1955, porque estaba insatisfecho con su progreso. En 1956, Kurt Wolff propuso otra posible biografía, que se convertiría en Recuerdos, sueños, pensamientos. (250) En algún momento, Jung le dio a Aniela Jaffé una copia del borrador del Liber Novus, que había sido hecho por Toni Wolff. Jung autorizó a Jaffé a citar el Liber Novus y los Libros negros en Recuerdos, sueños, pensamientos. En sus entrevistas con Aniela Jaffé, Jung discutió el Liber Novus y su autoexperimentación. Desafortunadamente, ella no reprodujo todos sus comentarios.
El 31 de octubre de 1957 Jaffé le escribió a Jack Barret de la Fundación Bollingen respecto del Liber Novus y le informó que Jung había sugerido que ese libro y los Libros negros fuesen entregados a la biblioteca de la Universidad de Basilea, con una restricción de 50 años, 80 años o más, ya que ‘odiaba la idea de que alguien pudiese leer este material sin conocer las relaciones con su vida, etc’. Ella agregó que había decidido no utilizar mucho de este material en Recuerdos. (251) En un manuscrito temprano de Recuerdos, Jaffé había incluido una transcripción del borrador mecanografiado de la mayor parte del Liber Primus. (252) Pero fue omitido del manuscrito final, y no realizó citas del Liber Novus o los Libros negros. En la edición alemana de Recuerdos, Jaffé incluyó el epílogo de Jung al Liber Novus como un apéndice. Las disposiciones flexibles de Jung en materia de acceso al Liber Novus eran similares a los que dio en la misma época en lo concerniente a la publicación de su correspondencia con Freud. (253)
El 12 de octubre de 1957, Jung le contó a Jaffé que nunca había terminado El libro rojo. (254) De acuerdo con Jaffé, en la primavera del año 1959, Jung, luego de un tiempo de mala salud, retomó el Liber Novus, para completar la última imagen sin terminar. Una vez más, tomó las transcripciones del manuscrito en el volumen caligráfico. Jaffé señaló: “Sin embargo, aún no podía o no quería completarlo. Me dijo que tenía que ver con la muerte”. (255) La transcripción caligráfica se interrumpe a mitad de frase, y Jung agregó un epílogo, que también se interrumpe a mitad de frase. La posdata y la discusión de Jung de su donación a un archivo sugieren que Jung era consciente que la obra sería estudiada en algún momento. Luego de la muerte de Jung el Liber Novus permaneció con su familia, de acuerdo con su voluntad.
En su conferencia de 1971 en Eranos, ‘Las fases creativas en la vida de Jung’, Jaffé citó dos pasajes del borrador del Liber Novus, y aclaró: “Jung puso una copia del manuscrito a mi disposición con el permiso de citarlo si surgía la ocasión”. (256) Esta es la única vez que lo hizo. Las pinturas del Liber Novus también fueron mostradas en un documental de la BBC sobre Jung narrado por Laurens van der Post en 1972. Esto despertó un gran interés en él. En 1975, tras la muy aclamada publicación de las Cartas Freud/Jung, William McGuire, que representaba a la editorial de la Universidad de Princeton, le escribió al abogado de los herederos, Hans Karrer, con una propuesta de publicación para el Liber Novus y una colección de fotografías de los tallados en piedra, pinturas y la torre de Jung. Propuso una edición facsimilar, posiblemente sin el texto. Escribió que “no tenemos noticias del número de páginas, la cantidad relativa de texto e imágenes y el contenido e interés de la obra”. (257) Nadie en la editorial había visto o leído realmente el libro o sabía mucho al respecto. Esta propuesta fue rechazada.
En 1975, fueron expuestas en una exhibición algunas reproducciones del volumen caligráfico del Liber Novus, al conmemorar el centenario de Jung en Zürich. En 1977, nueve pinturas del Liber Novus fueron publicadas por Jaffé en C. G. Jung – Bild und Wort [C. G. Jung – Imagen y Palabra] y en 1989 algunas otras imágenes relacionadas fueron publicadas por Gerhard Wehr en su biografía ilustrada de Jung. (258)
En 1984, el Liber Novus fue fotografiado profesionalmente y se prepararon cinco ediciones facsimilares, que fueron otorgadas a las cinco familias directamente descendentes de Jung. En 1992, la familia de Jung, que había apoyado la publicación de la Obra completa en alemán (finalizada en 1995), comenzó un examen de los materiales inéditos de Jung. Como resultado de mis investigaciones, hallé una transcripción y además una transcripción parcial del Liber Novus y las presenté a los herederos de Jung en 1997. Alrededor de la misma época, Marie-Louise von Franz les presentó otra transcripción a los herederos. Fui convocado a dar informes sobre el tema y la conveniencia de su publicación, y a realizar una presentación general sobre el asunto. Sobre la base de esos reportes y esas charlas, los herederos decidieron, en mayo de 2000, liberar la obra para su publicación.
El trabajo sobre el Liber Novus estaba en el centro de la autoexperimentación de Jung. Es nada menos que el libro central de su obra. Con su publicación, se está ahora en la posición de estudiar lo que allí se llevó a cabo a partir de documentación primaria en contraposición a la fantasía, la habladuría y la especulación que constituyen demasiado de lo que se escribe sobre Jung, y comprender la génesis y la configuración del trabajo posterior de Jung. Por casi cien años, simplemente no ha sido posible tal lectura, y la enorme cantidad de bibliografía sobre la vida y obra de Jung que ha aparecido no ha tenido acceso a la fuente documental más importante. Esta publicación marca una cesura y abre la posibilidad de una nueva era en la comprensión del trabajo de Jung. Abre una ventana única sobre la forma en que recuperó su alma y, al hacerlo, construyó una psicología. Esta introducción no finaliza con una conclusión, sino con la promesa de un nuevo comienzo.