Читать книгу El único e incomparable Bob - Katherine Applegate - Страница 13
ОглавлениеLa increíble historia del mejor
amigo del hombre
Antes de que pasara mucho tiempo, Iván y yo nos convertimos en los mejores compañeros.
Somos una pareja poco probable, por supuesto. Iván es callado y sereno, un filósofo, un artista. Desearía poder ser más así. Nunca nadie me ha acusado de ser sensato.
¿De ser temperamental? Por supuesto.
Y no puedo hablar bonito, como Iván. Soy un perro callejero, después de todo. Y me siento orgulloso de serlo.
Aun así, nos conectamos de una manera que nunca he conseguido con los humanos.
¿“El mejor amigo del hombre”? De ninguna manera. ¿“El mejor amigo del gorila”? Puedes apostarlo.
Me parece que la primera vez que escuché esa frase —“El mejor amigo del hombre”— fue mientras veía televisión con Iván.
En algún momento, Iván tuvo un pequeño televisor, y veíamos un montón de cosas juntos. Películas viejas o de vaqueros, caricaturas, lo que se te ocurra. El pobre grandulón se encontraba atrapado en una jaula diminuta y no tenía mucho más que hacer más allá de lanzar sus “bolas de mí” a los boquiabiertos humanos.
Como sea, Iván y yo éramos grandes admiradores de la televisión. Anuncios de comida para gatos. Programas de boliche profesional. Bailando con las estrellas. ¿Qué más se podría pedir?
Una vez vimos un programa especial en el canal de la naturaleza. Se llamaba La increíble historia del mejor amigo del hombre. Todo el programa era sobre perros famosos. Había perros de rescate y perros de terapia y perros de guerra y perros bomberos y perros actores y estos perros y aquellos perros. Y aquí entre nos, la mayoría eran simplemente canes triunfadores.
Luego llegaron a este perro llamado Hach-no-sé-qué. ¿Hach-chico, tal vez? Parece que su dueño murió (sólo para el registro, me opongo a la palabra “dueño”, pero dejemos ese detalle de lado por ahora), y Hach-no-sé-qué se sentó durante más de nueve años en el mismo lugar, en la misma estación de tren, día tras día, esperando a que éste regresara.
La cosa es que el narrador hablaba sin parar sobre este perro, y todo lo que decía eran verdaderas exageraciones: ¡Qué leal! ¡Qué amoroso! ¡Saca los pañuelos! ¡Bla, bla, bla, y más bla, bla, bla! ¡El mejor amigo del hombre!
Y a Hach-no-sé-qué le hicieron su propia estatua. No es broma.
Al perro que se sentó alrededor de nueve años a esperar a un hombre muerto.