Читать книгу Un jerónimo de duda - Kato Molinari - Страница 8

Tribunal

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Yo hablaba de lo que no sabía

(el contagio, qué va).

Es decir que por fin había encontrado mi nivel.

Todo esto nada tenía que ver con

el ventrudo señor que pretendía pretenderme ni

con la mujer policía que, de tan envidiosa, se

había vuelto adicta al afecto.

Pero yo hablaba, hablaba,

levantaba la voz, me reía,

me burlaba, sobre todo me burlaba.

Desde su portarretratos Bergson me observaba y

movía la cabeza.

Simon de Beauvoir no tuvo empacho en

amonestarme:

-Vous êtes imprudente et avec cette conduite

ne faites que mettre en question votre

condition de femme face à la réalité! C’est

sotte, entièremente sotte!

-El mal corre- acotó suavecito Audiberti para

consolarme.

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