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¿A qué se refiere exactamente por «crecimiento y desarrollo» cuando afirma que la meditación integral es una aproximación al crecimiento y el desarrollo?

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La investigación realizada al respecto hasta la fecha ha puesto de relieve la existencia de dos tipos, al menos, de crecimiento y desarrollo… lo que implica que el ser humano se enfrenta a dos tipos muy distintos de compromiso espiritual. Y lo más curioso es que, como el descubrimiento de uno de ellos es relativamente reciente, ningún camino de crecimiento o desarrollo (convencional, espiritual o de cualquier otro tipo) ha incluido, hasta el momento, esas dos importantes dimensiones a las que nos referiremos como «desarrollo» y «despertar». Y el hecho de que ningún enfoque los haya tenido en cuenta a ambos implica que, al centrarse en una sola de esas dimensiones y desdeñar la otra, la humanidad ha estado generando, a lo largo de toda su historia, seres humanos fragmentarios o incompletos.

Con ello queremos decir que la humanidad ha estado produciendo individuos que, si bien se hallaban muy desarrollados (es decir, muy avanzados) en algunas de sus inteligencias múltiples, también estaban muy poco despiertos o iluminados (es decir, que carecían de toda noción de lo que los sufíes denominan «Identidad Suprema» y permite a las personas experimentar que son uno con la realidad, con el universo y con todos los seres). Siga leyendo, pues, por más que estas afirmaciones le parezcan, por el momento, un tanto «lejanas» y verá cómo, con el tiempo, las cosas empiezan a cobrar cierto sentido. ¿No le gustaría, si esa realización de la que estamos hablando fuera posible, participar de ella? Porque una de las cosas que vamos a hacer en este libro es descubrir cómo podemos empezar a entender lo que esta experiencia significa personalmente para usted.

La humanidad, por otro lado, ha estado produciendo individuos que aunque llegaron a despertar o iluminarse, se han mostrado muy inmaduros en muchas de sus capacidades humanas. Por ello precisamente hay personas que, pese a ser «uno con el mundo», se hallan muy poco desarrolladas psicosexualmente (y se aprovechan, en consecuencia, de sus discípulos), muy poco avanzadas moralmente (recordemos que no fueron pocos los nazis, por ejemplo, que se interesaron por la meditación y las prácticas de yoga) o son francamente homófobas, sexistas, racistas, xenófobas, autoritarias, rígidamente jerárquicas, etcétera, con una inmadurez en cuestiones mundanas rayana en la disfuncionalidad… cuando no en la abierta patología.

Jamás hemos contado con una práctica que tuviese seria y simultáneamente en cuenta el desarrollo (es decir, la maduración plena de todas nuestras capacidades o inteligencias múltiples) y el despertar (es decir, la Identidad Suprema). Por ello, necesitamos una práctica que no se limite a crear seres humanos parciales o fragmentarios (que es, hasta ahora, todo lo que hemos hecho), sino que contribuya al alumbramiento de seres humanos totales, completos y auténticamente maduros en todos los dominios de la existencia.

Siendo, como hemos visto, el camino del desarrollo un descubrimiento muy reciente, es muy posible que haya estado practicando un camino espiritual que le parezca pleno y completo y al que considera que no le falta nada.

No sería extraño, si tenemos en cuenta que el ser humano ha tenido experiencias del «despertar» desde la época de los primeros chamanes y hombres-medicina, un pasado que se remonta unos 50 000 años, que su camino espiritual haya sido concebido, en el mejor de los casos, hace un milenio.

El camino del desarrollo, como hemos dicho, fue descubierto hace aproximadamente un siglo. Y es que, al no ser evidentes y fáciles de ver, los estadios del desarrollo resultan inadvertidos independientemente de las horas que pasemos meditando o haciendo introspección. Por eso, al no poder verse mirando sencillamente hacia dentro, ninguno de los grandes sistemas de meditación, por más que hablen, como veremos, de estadios del desarrollo meditativo, no tiene nada que se asemeje a los estadios del desarrollo. Despertar sí, pero desarrollo, no. No existe, en ningún lugar, un camino «completo» que incluya tanto el desarrollo como el despertar.

Los estadios del desarrollo fueron descubiertos por las modernas escuelas occidentales de psicología evolutiva hace aproximadamente un siglo. Hoy en día existen decenas de escuelas del desarrollo basadas en la investigación directa. Pero lo más interesante –y esto es algo a lo que prestaremos mucha atención– es que casi todas esas escuelas mencionan la existencia de entre 6 a 8 grandes estadios del desarrollo. Y ello significa que tenemos mapas del camino del desarrollo que pueden ayudarnos a crecer, desarrollarnos y evolucionar a través de esos diferentes estadios hasta llegar a los más plenos, maduros y elevados imaginables. Aunque lo curioso es que casi ninguno de esos mapas o modelos del desarrollo tiene nada que se asemeje a una iluminación o un despertar a la Identidad Suprema. Las escuelas occidentales nos enseñan, pues, a crecer, pero no nos enseñan a despertar, razón por la cual no hablan de cosas tales como «la Gran Liberación», «el Despertar», «la Identidad Suprema» o «la Iluminación».

La historia de la humanidad ha discurrido, hasta el momento, por uno u otro de estos caminos (el camino del despertar y el camino del desarrollo), pero el «enfoque integral», es decir, el modelo vanguardista que aquí estamos presentando, combina por vez primera ambos caminos y nos proporciona un método realmente profundo y eficaz de avanzar en casi cualquier dimensión concebible. Este enfoque integral puede aplicarse (y, de hecho, se ha aplicado) a casi cualquier disciplina humana. A tenor de lo que afirma la principal revista profesional de este enfoque integral,1 se ha aplicado, hasta el momento, a cerca de sesenta disciplinas humanas diferentes (desde la medicina integral hasta el mundo empresarial integral, la educación integral, el consulting integral, etcétera).

Y quienes son conscientes de ello sostienen de manera casi unánime que, si quieren seguir logrando adeptos, las religiones o espiritualidades futuras deben empezar a incluir, en sus enseñanzas, las dimensiones del desarrollo y del despertar porque, de otro modo, acabarán perdiendo a sus partidarios (que buscan resultados reales). A ello, precisamente, me refiero cuando hablo de «la religión del futuro» aplicada a nuestro desarrollo integral actual.2

Meditación integral

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