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1 Análisis del rendimiento deportivo y del sistema de entrenamiento como requisito para un rendimiento óptimo

1.1 El rendimiento deportivo

1.1.1 Objetivos principales del entrenamiento

Los objetivos principales del entrenamiento son básicamente los siguientes: influir de modo sistemático sobre los estados de rendimiento deportivo visibles en el individuo, exhibir rendimientos deportivos y / o conseguir los mayores éxitos individuales, en particular en la competición deportiva. Así, el entrenamiento puede efectuarse en distintos ámbitos de actuación, partiendo de distintos niveles de rendimiento y de dedicación según los individuos. De acuerdo con esto, el entrenamiento puede tener lugar en el deporte de alta competición, el de tiempo libre (con o sin competición) o el deporte para la salud y el mantenimiento, así como en el ámbito escolar. Puede ser realizado por deportistas de alto nivel mundial, o por personas de rendimiento medio o bajo. El individuo puede realizar una sesión de entrenamiento durante varias horas al día o sólo una vez a la semana; puede llegar hasta el límite de sus reservas frente a la fatiga o esforzarse sólo levemente.


El programa de entrenamiento que se ha de llevar a cabo resulta de la diferencia entre los objetivos de entrenamiento que se pretende alcanzar y el estado de rendimiento individual ya alcanzado. El entrenamiento realizado, dependiendo del potencial genético individual, determina el modo en que el estado de rendimiento deportivo evoluciona, y con ello el nivel de dicho rendimiento o el éxito que se puede alcanzar en la actividad deportiva.

Desde un punto de vista general, el entrenamiento deportivo tiene como propósito influir sobre el estado de rendimiento deportivo, dirigiéndolo hacia un objetivo. Este influjo se ejerce a través de determinadas cargas, que provocan las correspondientes reacciones de adaptación (apartado 3.1.5). Con ello se puede, por ejemplo, desarrollar en torno a un objetivo un cierto moldeado de destrezas, ya sean de fuerza, resistencia o flexibilidad. En cualquier caso, incluso las cargas de entrenamiento realizadas con la vista puesta en un objetivo ejercen un influjo en el bienestar psico-físico global. Y los efectos que en un sistema (la esfera deportiva) favorecen el rendimiento pueden incidir negativamente sobre otro sistema (el ámbito escolar), disminuyendo el rendimiento. Esto quiere decir que el entrenamiento deportivo modifica, aun en los casos en que su objetivo se dirige a una sola faceta de rendimiento, la capacidad de rendimiento psico-física compleja, el bienestar en cuanto a la salud y la situación emocional. Por otra parte, las actividades que tienen lugar fuera del deporte presentan también efectos retroactivos sobre la evolución del estado de rendimiento deportivo. Así pues, en la planificación y realización del entrenamiento deportivo se ha de procurar que sus efectos positivos no vayan asociados a otros negativos que puedan perjudicar la evolución personal o llevarla en una dirección no deseada por los deportistas o de la que no sean conscientes.

El análisis de los rendimientos deportivos y la deducción, a partir de éste, de estrategias de entrenamiento, no deberían realizarse tomando en consideración sólo el ámbito concreto de la actividad deportiva, sino también el total de la actividad humana. A los entrenadores, profesores de Educación Física y preparadores físicos les corresponde la delicada e importante misión de propiciar que los deportistas bajo su tutela desarrollen una personalidad de adultos maduros. Así, entre los objetivos directores del entrenamiento –junto con el influjo deliberado sobre el estado de rendimiento deportivo– se encuentra la toma de conciencia y la reflexión crítica sobre las condiciones en que se desenvuelve el sistema de entrenamiento y rendimiento y sobre las relaciones de éste con la actividad y las exigencias de otros ámbitos de la vida social.

1.1.2 Definición y análisis del rendimiento deportivo

Si uno acomete la tarea de definir el rendimiento deportivo, se da cuenta en primer lugar de que, tanto en la lengua cotidiana como en la terminología científica, el concepto de rendimiento se aplica a diferentes hechos de la realidad. Parece existir, no obstante, un amplio acuerdo en considerar como rendimiento deportivo el resultado de una acción o actividad deportiva. En este sentido, se consideran como rendimientos tanto los tiempos de 10,15 o 13,5 segundos obtenidos en una carrera de 100 metros lisos como los 9,8 o 7,2 puntos para un ejercicio de barra fija o la victoria por 4-3 de un equipo de fútbol. A menudo se requiere también, para atribuir a una actividad deportiva la condición de rendimiento, que ésta satisfaga unos criterios de bondad convenidos o reconocidos, es decir, que los participantes la consideren “buena”, o bien que se asocie la ejecución de un rendimiento con un esfuerzo subjetivo. En este sentido, un salto de longitud de 5,50 m se podría considerar como rendimiento en el contexto de una liga escolar, mientras que el mismo resultado, conseguido en el calentamiento previo a un Campeonato Juvenil, no sería valorado como rendimiento. Por ello, el rendimiento como resultado de la actividad deportiva se puede definir y utilizar como concepto desprovisto de valoración y como concepto valorativo.

A veces, el rendimiento deportivo no se considera sólo el resultado de una actividad, sino que en su valoración y en la definición de su concepto se incluyen también el método y el esfuerzo individual que han conducido a este resultado, es decir, el proceso de rendir. En este sentido escribe, por ejemplo, GABLER (1988, 19): “Se entiende (aquí) por rendimiento deportivo, de un lado la realización de una actividad deportiva asociada con el propio esfuerzo, de otro el resultado de estas actividades”. En THIESS / SCHNABEL (1987, 109), GROSSER (1986, 14), y también en WAGNER (1928, 7), se pueden encontrar delimitaciones conceptuales parecidas en cuanto al contenido.

Las diferencias a la hora de definir el rendimiento deportivo se pueden tal vez explicar por el hecho de que el concepto de rendimiento ocupa un lugar fundamental tanto en las ciencias naturales como en las sociales, y su definición cambia según los puntos de vista divergentes de cada una de estas ciencias. Como ejemplo de una definición no valorativa mencionemos aquí la de la Mecánica; según ésta, el rendimiento es el trabajo realizado en un determinado periodo de tiempo, es decir:



o, por la definición de trabajo como producto de fuerza y espacio, la siguiente fórmula equivalente:


Una delimitación conceptual no valorativa es también corriente en Fisiología. Ésta se basa fundamentalmente en la definición de la Mecánica. HOLLMANN /GETTINGER (1980, 117) distinguen, desde el punto de vista de la medicina deportiva, varias magnitudes o parámetros del rendimiento: (1) la magnitud mecánica, (2) el consumo aerobio de energía por unidad de tiempo y (3) el consumo anaerobio de energía por unidad de tiempo. Insistiendo en esta relación entre el rendimiento y la energía, se puede definir el primero como la transferencia de energía por unidad de tiempo (OREAR 1982, 100).

La Psicología define el rendimiento en general como la cantidad de trabajo resuelto correctamente por un individuo en un tiempo determinado, o como la cantidad y calidad de respuestas producidas (MARSCHNER, 1976, II/1, 421 entre otras). En Pedagogía, sin embargo, está muy extendida una definición valorativa del rendimiento como unidad de producción y resultado. Como ejemplo se puede citar la definición de KLAFKI (1974, 90): el rendimiento es, según él, “resultado y realización de una actividad, asociada con un esfuerzo y, dado el caso, superación de uno mismo; dicha actividad está avalada por unos criterios de bondad que la colectividad le concede, y es por tanto valorada positivamente”. No obstante, WULF (1974, 382 y ss.), entre otros, señala la discrepancia existente entre las distintas acepciones del concepto rendimiento que se utilizan en pedagogía. Menciona cuatro usos diferentes del concepto de rendimiento: (1) en el sentido de las exigencias que se plantean, (2) para denominar el proceso por el cual las exigencias se cumplen o no se cumplen, (3) para caracterizar los resultados de un proceso de rendimiento y (4) para valorar el producto de una actividad.

En relación con los problemas de análisis y pronóstico de resultados que se plantean en la ciencia, la metodología y la práctica del entrenamiento, y con la tarea de análisis del entrenamiento y sus efectos (que se ha de delimitar con claridad respecto a los antedichos problemas), se considera conveniente restringir la definición de rendimiento deportivo al resultado de la acción. No obstante, se ha de considerar, particularmente en el deporte de competición, que el resultado de una actividad deportiva tiene dos dimensiones: “el lugar que se otorga dentro de una jerarquía a un individuo o a un equipo entre los participantes en una competición y la magnitud que se otorga a las actividades motrices de una persona o grupo, según las reglas de la competición”. Proponemos, pues, cubrir la primera dimensión del resultado con el concepto de éxito deportivo y la segunda con el de rendimiento deportivo (CARL, 1983, 26). De aquí podemos obtener la siguiente delimitación conceptual:

DEFINICIÓN:

El rendimiento deportivo es el resultado de una actividad deportiva que, especialmente dentro del deporte de competición, cristaliza en una magnitud otorgada a dicha actividad motriz según reglas previamente establecidas.

Con vistas a los análisis y decisiones sobre la actividad de entrenamiento y a la exhibición del rendimiento, que más adelante habremos de deducir sistemática e individualmente, es necesario tomar en consideración, junto con las categorías de resultado “éxito deportivo” y “rendimiento deportivo”, las categorías del “rendir” (realización del rendimiento) y sobre todo el entramado de relaciones que existe entre estas categorías a la hora de dirigir un entrenamiento (en terminología especializada se suele hablar hoy de dirigir y planificar un entrenamiento, o más sencillamente de dirección del entrenamiento).

De los distintos tipos de actividades deportivas motrices se origina necesariamente una gran variedad de rendimientos deportivos, que en parte no son comparables unos con otros. Esto conlleva una gran variedad de propuestas para sistematizar estos rendimientos deportivos, o bien la actividad motriz que los caracteriza. Para la metodología del entrenamiento indicaremos a continuación las distinciones más relevantes.

El rendimiento deportivo puede describirse según el tipo de cálculo. En el deporte de competición RÖBLITZ (1970, 67) distingue cuatro grupos: (1) rendimientos que se miden según el espacio, el tiempo y el peso, y son por ello objetivables de forma absoluta; (2) rendimientos que son referidos a una tabla de puntuación establecida con anterioridad; (3) rendimientos cuyo criterio es la superación de un contrario, y (4) rendimientos de impacto o blanco, sobre todo en el ámbito de los juegos deportivos.

En segundo lugar, los rendimientos deportivos se pueden diferenciar según el tipo de habilidades motrices que permiten alcanzarlos. En tercer lugar, con la ayuda de parámetros condicionales como el rendimiento muscular se pueden distinguir estos rendimientos frente a valores de capacidad aerobia, velocidad de reacción o capacidad de aceleración, entre otros.

Los análisis del éxito deportivo son necesarios para determinar la posición de un deportista individual o de un grupo en comparación con sus rivales; contienen básicamente desplazamientos en el orden jerárquico y / o la magnitud de las diferencias de rendimiento entre los individuos.

Los análisis del rendimiento deportivo se efectúan sobre todo con la finalidad de, en primer término, mostrar evoluciones del rendimiento y, en segundo, obtener perfiles de exigencia para distintos niveles de rendimiento (valores ideales del entrenamiento). Además, estos análisis engloban la división del rendimiento complejo en determinaciones parciales y la descripción de las condiciones previas del rendimiento.

1.1.3 Condiciones del rendimiento

Para deducir unas estrategias que permitan obtener éxitos deportivos, esto es, altos rendimientos deportivos, y para tomar decisiones durante el entrenamiento es necesario conocer las condiciones que son requisito previo y a la vez causa de su realización. Éstas han de ser consideradas desde distintos planos de sistematización. En un primer nivel, parece oportuno distinguir entre variables de condiciones personales y no personales, que se pueden seguir diferenciando individualmente en los niveles inferiores. La figura 2 enumera sinópticamente las condiciones del rendimiento que es preciso considerar, sin mostrar el entramado de relaciones existente entre ellas.


Figura 2: Condiciones de los rendimientos deportivos.

Las condiciones personales son supuestos personales previos del rendimiento deportivo, marcados por una predisposición y unas influencias del entorno. Su situación es en parte modificable mediante entrenamiento. Sin embargo, cada una de las variables de que constan se encuentra también predeterminada y fijada por la dotación genética o las influencias del ambiente a las que se ha estado sometido. La elaboración de reglas de entrenamiento presupone el conocimiento de la entrenabilidad de cada una de las condiciones. Es muy habitual, tanto en la praxis como en la metodología del entrenamiento, clasificar las condiciones personales en el plano del comportamiento directamente observable en capacidades relativas a la condición física, la técnica de movimiento y la táctica deportiva. También se suele diferenciar dentro de cada una de estas categorías con vistas a enfatizar determinados puntos durante la práctica del entrenamiento. Un rasgo esencial de las condiciones de rendimiento personales directamente observables es que su dependencia mutua es relativamente grande. Es decir, las consideraciones de tipo analítico-causal sobre la relación que existe entre la capacidad de rendimiento compleja y los rasgos de comportamiento directamente observables sólo son posibles con ciertas restricciones.

Para los análisis causales, pronósticos de rendimiento o de talento, y para las decisiones individuales de la dirección y regulación del entrenamiento, es conveniente tener en cuenta las condiciones de rendimiento personales indirectamente observables, que son relativamente independientes entre sí, en particular las cuatro que aparecen en la figura 2 dentro de sistemas del organismo, pues su forma y estado funcional determinan la capacidad de rendimiento corporal (y especialmente la deportiva) del individuo. Además, presentan una interacción con los estados psíquicos, que son los que originan la disposición para el rendimiento. Asimismo, se puede ver en la figura 2 que, en el caso de las condiciones personales directamente observables, una por una, se trata siempre de componentes psico-físicos complejos, mientras que las indirectamente observables desempeñan siempre funciones específicas. El nivel global de las componentes personales que determinan un rendimiento deportivo se denomina en la metodología del entrenamiento estado de rendimiento deportivo.

Ahora bien, el rendimiento alcanzado o alcanzable por un deportista individual o por un grupo de ellos no sólo depende de su eventual estado de rendimiento, sino que también, como se muestra en la fig. 2, se ve determinado por condiciones que pertenecen al entorno de los deportistas. Entre éstas que aquí anotamos como condiciones no personales (CARL, 1983, 28; MECHLING, 1989, 240 y ss.), se pueden distinguir condiciones materiales y sociales. Las condiciones materiales ejercen un influjo directo sobre el rendimiento deportivo alcanzable y no son susceptibles de ser influidas por el entrenamiento, pero sí son en parte modificables o aprovechables conscientemente. Conscientemente modificables son, por ejemplo, los aparatos utilizados, como por ejemplo los esquís en un descenso, el equipamiento deportivo, como el traje del saltador, etc.

Las condiciones sociales ejercen, en parte, una influencia directa sobre el rendimiento, como por ejemplo las indicaciones tácticas del entrenador en el tiempo muerto de un partido de voleibol, o el apoyo que el equipo ciclista presta a su jefe de filas durante la carrera. Por el contrario, en otros casos la influencia sobre el rendimiento deportivo alcanzable es sólo indirecta. Ejemplos de esto son la colaboración de los padres en apoyo del compromiso de sus hijos con el deporte, la disponibilidad constante de entrenadores cualificados o el necesario apoyo económico a los deportistas de alta competición, que les permite aprovechar el tiempo de que disponen para el entrenamiento en vez de dedicarlo a la actividad laboral. En estos casos, al hablar de las condiciones sociales, no se trata de condiciones de rendimiento en sentido estricto, sino más bien de condiciones externas del entrenamiento que favorecen el rendimiento.

1.1.4 El sistema de rendimiento

Como ya se ha formulado en el anterior apartado, el nivel global de los componentes personales que determinan un rendimiento deportivo se denomina estado de rendimiento deportivo. Escogemos esta magnitud disponible como concepto principal para describir las magnitudes que sirven como objetivo a la hora de desarrollar el rendimiento.

DEFINICIÓN:

El estado del rendimiento deportivo resulta del nivel actual (que se tenga en cada momento) de los componentes personales del rendimiento (factores influyentes), cuyo grado de incidencia se muestra en el resultado de una tarea.

El objetivo del entrenamiento es, en cada momento, un determinado estado del rendimiento deportivo. Detrás de dicho estado se encuentran una serie de condiciones y procesos, que están en relación cambiante unos con otros y conforman un sistema –un sistema de rendimiento–. Para esta noción, en la metodología del entrenamiento se utilizó casi siempre hasta ahora el concepto “estructura del rendimiento”. Pero como el concepto de sistema caracteriza precisamente aquellas relaciones cuya descripción intentamos aquí, utilizaremos el concepto “sistema de rendimiento”. Un sistema designa, según DORSCH (1970, 406), “un conglomerado de varios procesos individuales, que interactúan unos con otros de acuerdo con leyes determinadas, esto es, son dinámicamente dependientes unos de otros, en el sentido de que se consigue un efecto común”.

DEFINICIÓN:

El sistema de rendimiento caracteriza la organización y verificación del estado del rendimiento deportivo; dicho estado surge de los factores influyentes que determinan el rendimiento (componentes) y de sus mutuas relaciones cambiantes.

1.1.4.1 Modelo para la explicación del sistema de rendimiento

Para representar los factores influyentes que determinan el estado del rendimiento y las relaciones cambiantes que se establecen entre dichos factores, se pueden utilizar distintos procedimientos. Una posibilidad aparece en la fig. 2. Para la representación del sistema de rendimiento hemos utilizado un modelo que distingue los factores influyentes en el plano del contenido técnico del entrenamiento de aquéllos situados en el ámbito de la personalidad global (figs. 3 y 4). En el centro de este modelo se encuentra la personalidad del deportista, que modifica los efectos del entrenamiento con sus rasgos característicos como motivaciones, experiencias, herencia genética y fase evolutiva alcanzada en cada momento. La personalidad subjetiviza los factores influyentes del estado de rendimiento y los pone en relación con el conjunto de la actividad (fig. 3). Estos factores influyentes sólo se pueden observar en último término a través de su acción global y su realización individual a través de la personalidad del deportista.


Figura 3: La personalidad del deportista con los rasgos relevantes para el rendimiento.

En el plano técnico y de contenido del entrenamiento existen tres grupos de factores influyentes que determinan el proceso del entrenamiento y la definición de sus objetivos:

El desarrollo de la condición física, o sea, de las capacidades relativas a la forma física del individuo. Su grado de incidencia depende de los procesos de adaptación en la musculatura y en el sistema circulatorio, y de las posibilidades energéticas que de éstos resultan.

La adquisición de la coordinación, o sea, de las capacidades coordinativas y el aprendizaje de las técnicas deportivas. Su nivel es el resultado de los procesos de adaptación y aprendizaje, que se reflejan en rendimientos y disponibilidad de la memoria y en predisposiciones del sistema nervioso central (SNC).

La adquisición de capacidades tácticas y capacidades cognitivas. Éstas son el resultado de rendimientos inteligentes, producidos por la capacidad de pensamiento de las estructuras cerebrales más elevadas.


Figura 4: Modelo del sistema de rendimiento del estado de rendimiento deportivo, con sus factores influyentes.

Las capacidades condicionales, coordinativas, el nivel de conocimiento de las técnicas deportivas y también la capacidad táctica y los rendimientos cognitivos dependen en último término de las cualidades psíquicas, como la motivación y la disposición para el rendimiento, actitudes, formas de pensamiento y voluntad. Así, los procesos psíquicos condicionan todos los demás factores influyentes del estado de rendimiento.

1.1.4.2 Sobre el carácter holístico del estado de rendimiento deportivo

El estado de rendimiento deportivo no puede ser mejor o peor que la acción conjunta de los factores influyentes del sistema del rendimiento o de su particular grado de incidencia. Como se muestra esquemáticamente en las figuras 3 y 4, las capacidades de la condición física y el nivel de destreza en las técnicas deportivas cooperan aquí del mismo modo que las capacidades cognitivas y tácticas, los componentes psíquicos, y no en menor grado la herencia genética y las experiencias generales de la vida. El “deportista de gran calidad biológica y genética” tendría, ante las actuales exigencias del deporte de rendimiento, tan pocas oportunidades de éxito como el “atleta problema”, inestable psíquicamente, o el “campeón del mundo del entrenamiento”, que no es capaz de convertir sus rendimientos alcanzados en el entrenamiento en resultados de competición.

Todos estos factores influyentes y condicionantes se aglutinan formando un todo que la personalidad elabora y desarrolla. Tener una personalidad presupone un determinado grado de independencia, conciencia de sí mismo, capacidad de automotivación, capacidades creativas, voluntad de mantenerse activo y una actitud dialogante en sintonía con el entorno social. Un individuo es una personalidad cuando aparece ante su entorno social comportándose de forma independiente, creadora y activa. Dado que la personalidad del deportista, con sus rasgos característicos (fig. 3), es el soporte de los demás factores influyentes, que se adquieren en su mayor parte mediante el entrenamiento, este último se ha de entender siempre como un proceso educativo que apela a dichos rasgos de la personalidad, les plantea un desafío y los conduce activamente a un punto de resolución. A los entrenadores, profesores de Educación Física y preparadores físicos que “cuiden” de jóvenes en sus entrenamientos nunca se les llamará la atención suficientemente sobre este punto (MARTIN, 1977, 24 y ss.).

1.2 El sistema de entrenamiento

El entrenamiento deportivo ya se ha definido en el capítulo introductorio como un proceso complejo de la actividad de los deportistas y entrenadores, destinado a producir una evolución planificada de determinados estados del rendimiento deportivo, con vistas a la obtención de diversos objetivos. Este proceso no sólo se ha de entender desde un punto de vista estricto, como ejecución del entrenamiento. El entrenamiento se ha de concebir ante todo como un sistema global con la exigencia de una sistematización y planificación, como un sistema de entrenamiento que, orientado a un objetivo común, consta de un conjunto de procesos individuales y de medidas que, de acuerdo con las leyes de la evolución del rendimiento deportivo, interactúan entre sí en relación cambiante y que dependen dinámicamente unos de otros. Este apartado tratará de la siguiente cuestión: ¿qué decisiones exige un sistema de entrenamiento orientado a la evolución de determinados estados del rendimiento deportivo? Como el capítulo 5 se dedica extensamente al sistema de entrenamiento, este apartado ofrecerá una introducción a modo de vista panorámica del tema.

1.2.1 Dirección y regulación del entrenamiento

Un rasgo esencial de un sistema de entrenamiento deportivo lo constituyen una dirección y regulación constantes. Por estos conceptos entendemos la adopción selectiva de todas las medidas necesarias para conseguir el estado del rendimiento deportivo deseado, o sea, los éxitos o rendimientos deportivos definidos (CARL, 1983; THIESS / SCHNABEL, 1987 entre otros). Esto quiere decir que el entrenamiento se planifica y se lleva a cabo de acuerdo con sus objetivos directores, los efectos que resultan de él se observan y se diagnostican, lo ya realizado se documenta y se valora, y los resultados, tanto de las observaciones sobre el rendimiento como de las valoraciones del entrenamiento, se utilizan de nuevo retroactivamente, de modo que puedan corregir el plan y con ello la realización del entrenamiento de acuerdo con los objetivos establecidos. Para este circuito de normas (circuito regulador), en la metodología del entrenamiento deportivo se ha acuñado el concepto de dirección del entrenamiento (fig. 5).

1.2.1.1 Objetivos directores superiores

El sistema del entrenamiento deportivo en su globalidad está encaminado a garantizar una realización efectiva del entrenamiento de acuerdo con sus objetivos directores. Un distintivo importante de todo proceso de entrenamiento deportivo es la orientación hacia objetivos directores superiores, que constituyen, en tanto que decisiones básicas a largo plazo, el marco de premisas para todas las decisiones técnicas y de contenido del entrenamiento que de ellos se derivan. En general, el entrenamiento deportivo puede estar dirigido hacia (1) la obtención de un determinado estado de rendimiento deportivo, (2) componentes aislados (factores influyentes) de este estado o (3) la exhibición del rendimiento deportivo, esto es, la consecución de éxitos deportivos. El grado del nivel individual al que se aspira es una de las decisiones básicas más importantes del entrenamiento deportivo, de la cual derivan las distintas decisiones técnicas para la organización y en particular para la realización del entrenamiento. Si bien la orientación irrenunciable hacia premisas objetivables de rango superior tiene vigencia para el entrenamiento deportivo en su conjunto, el éxito o el fracaso en tareas de actuación específicas está determinado ante todo por las decisiones técnicas para la realización del entrenamiento, es decir, por decisiones metodológicas y de contenidos en la práctica del entrenamiento.


Figura 5: Circuito regulador del sistema de entrenamiento (CARL, 1989, 219).

1.2.1.2 Carga de entrenamiento

La medida más importante en la dirección y control del entrenamiento es el establecimiento de la carga de entrenamiento para cada individuo de acuerdo con las normas reconocidas de la metodología del entrenamiento y con las reacciones individuales ante esfuerzos determinados. (En el apartado 3.1.4 tratamos con detalle la problemática relación entre exigencias de carga y desgaste.) De momento vamos a designar como carga de entrenamiento el conjunto de formas de entrenamiento realizadas por un deportista. Para una caracterización más precisa del concepto de carga, parece oportuno distinguir, a modo de introducción, entre magnitudes de descripción cualitativas y cuantitativas (CARL, 1983, 36 y ss.; WERCHOSCANSKI, 1988, 93 entre otros). Las magnitudes de descripción cualitativas de la carga son los diferentes contenidos del entrenamiento, realización y grado de dificultad de las capacidades deportivo-motrices, técnicas, el orden en el cual se realizan las diferentes formas de ejercicio dentro de la disposición global de una unidad de entrenamiento. Magnitudes de descripción cuantitativas de la carga son los siguientes componentes: frecuencia del entrenamiento (= número de sesiones de entrenamiento) en la semana; duración del entrenamiento, esto es, la duración de cada una de las sesiones, o la duración global del entrenamiento dentro de un ciclo, y dosificación de la exigencia de esfuerzo en la sesión de entrenamiento, que se puede explicar más detalladamente como ámbito, intensidad, duración y densidad de la carga. Con la ayuda de estos parámetros, es posible cuantificar la actividad de entrenamiento con una gran precisión.

Es oportuno precisar que en la metodología del entrenamiento existen diferentes puntos de vista para definir la carga. En contra de nuestra propuesta de describirla como una magnitud independiente de la persona, otros autores proponen, por ejemplo, definirla como un “proceso de confrontación del deportista con las exigencias físicas y psíquicas que se le plantean…” (THIESS / SCHNABEL, 1987), abarcando así en una sola noción las dos vertientes de “conjunto de esfuerzos realizados en el entrenamiento” y “dependiendo de éstas, reacción individual del deportista”. En lugar de esto proponemos, tomando prestado el concepto utilizado en psicología del trabajo, designar y definir la primera vertiente como carga y la segunda como desgaste de entrenamiento. Desgastes de entrenamiento son las distintas reacciones psicofísicas de un individuo ante esfuerzos realizados en el entrenamiento. Los desgastes como consecuencia de esfuerzos del entrenamiento significan siempre alteraciones del estado de equilibrio homeostático (NITSCH, 1976, 16). Dependiendo de la calidad y la cantidad de esta alteración, se puede llegar (1) al restablecimiento del estado de equilibrio originario, y con ello a un mantenimiento constante del estado de rendimiento; (2) a alteraciones duraderas de la regulación, y con ello a estados de sobreentrenamiento (apartado 5.4.3), y a un descenso de nivel del estado de rendimiento, o bien (3) a la estabilización de un estado de equilibrio en un nivel más alto, es decir, a procesos de adaptación. Estas adaptaciones pueden afectar a los estados psíquicos o a los sistemas del organismo. Puede tratarse, por tanto, de una modificación de procesos perceptivo-decisionales, de adaptaciones en los principales sistemas de recepción y elaboración de información o de modificaciones funcionales o formales de los sistemas energéticos y musculares.

A la hora de diagnosticar y analizar las causas de estos procesos de adaptación subsisten, por el momento, considerables dificultades, pues los efectos del entrenamiento pueden hacerse visibles en distintos momentos, y las cargas de entrenamiento realizadas en momentos distintos y con objetivos también diferentes pueden influirse mutuamente en sus efectos. Desde el punto de vista del método, parece oportuno distinguir tres tipos de efectos de entrenamiento: (1) efectos inmediatos (p. ej., los aprendizajes básicos de una técnica deportiva), (2) efectos retardados (p. ej., entrenamiento de fuerza) y (3) efectos acumulados (p. ej., mejora de la fuerza-resistencia en remo, como consecuencia de un entrenamiento específico, aerobio, de resistencia, y de otro entrenamiento específico de fuerza máxima).

A la vista de los efectos del entrenamiento se puede, ciertamente, distinguir analíticamente entre reacciones físicas y psíquicas en cuanto a la forma de desgaste o fatiga del entrenamiento. No obstante, hay que considerar también que uno no se siente desgastado sólo física o psíquicamente, sino que se ve afectado y reacciona siempre desde la globalidad de la persona.

En el marco de la dirección y del control del entrenamiento, el desgaste presenta una doble función. Por una parte, constituye un parámetro para comprender la reacción inmediata ante las cargas realizadas; sirve, pues, para la valoración de la eficacia individual del entrenamiento y es por ello una magnitud de control y corrección a la hora de fijar el esfuerzo del entrenamiento individual. Por otra, es también una magnitud directora del entrenamiento. Al determinar el grado de desgaste subjetivo previsto para cada unidad de entrenamiento, de acuerdo con los postulados de la metodología del entrenamiento, se ha de asegurar la obtención de reacciones de adaptación óptimas, dado el mutuo influjo de las unidades individuales en los ciclos de entrenamiento (particularmente en los microciclos), de modo que los estímulos planteados no sean ni muy escasos (y con ello ineficaces) ni muy elevados (y produzcan, por tanto, sobreentrenamiento). En este sentido, el desgaste tiene la función de una línea directriz y, por tanto, de un objetivo parcial del entrenamiento.

1.2.1.3 Planificación del entrenamiento

Una primera categoría en el esquema de la dirección y control del entrenamiento es la planificación. De ella nos ocuparemos detalladamente en el apartado 5.3.

Con el concepto de planificación del entrenamiento designamos, muy en general, la anticipación mental del programa del entrenamiento. La planificación se refiere, por tanto, especialmente a la realización del entrenamiento. Sus decisiones, orientadas hacia los objetivos del entrenamiento, afectan principalmente a la configuración metódologica y de contenidos, tomando en consideración tanto los principios generales y las experiencias de la metodología como las particularidades individuales del estado y la evolución del rendimiento. Engloba también las condiciones sociales y materiales en las que entrenan los deportistas, así como sus objetivos extradeportivos, en particular en el mundo académico y en el trabajo. Dependiendo de la concepción y la perspectiva individuales que sirvan de base al entrenamiento, se ha hecho habitual, por lo menos en el deporte de competición, distinguir entre tres tipos de planes de entrenamiento: a largo plazo (de varios años), a medio plazo (concebidos para la temporada anual de entrenamiento y los grandes ciclos de varios meses) y a corto plazo (para una semana).

Los planes a largo plazo apuntan al establecimiento de la estrategia global del entrenamiento, los de medio plazo se realizan para asegurar una adaptación prolongada al entrenamiento y los de corto plazo han de garantizar el mejor transcurso organizativo de la actividad diaria, en especial el ajuste de la carga de entrenamiento. La planificación del entrenamiento es la tarea originaria de los entrenadores. Con vistas a conseguir los objetivos educativos del entrenamiento, esto es, la madurez del deportista, los entrenadores comentarán cada vez más su planificación con sus discípulos a medida que avance el proceso del entrenamiento, y en casos extremos delegarán en ellos la tarea de la planificación.

1.2.2 Categorías decisionales en la planificación y realización del entrenamiento

La categoría más importante del circuito regulador del entrenamiento es la ejecución del entrenamiento. Designaremos como ejecución del entrenamiento las medidas puestas en práctica por los deportistas, a menudo con el apoyo del entrenador y el preparador físico, para alcanzar los objetivos del entrenamiento previamente establecidos. Las decisiones de la realización, en un cierto paralelismo con modelos de la enseñanza, se refieren al establecimiento de los objetivos parciales, a la organización, los contenidos y los métodos del entrenamiento, y apuntan a un esfuerzo que dé lugar a unos resultados óptimos de todo el proceso. La tabla 1 resume las categorías decisionales más importantes a las que se hará alusión en lo sucesivo.

Tabla 1: Categorías y variables decisionales de la planificación y realización del entrenamiento.


1.2.2.1 Objetivos parciales

Designaremos como objetivos parciales los valores ideales de la ejecución del entrenamiento referidos a periodos de tiempo breves y medios. Estos objetivos establecen la orientación y la periodización de los efectos del entrenamiento planificados y buscados. En relación con la orientación, los objetivos parciales se pueden referir a la modificación del estado complejo del rendimiento deportivo, o bien a componentes aislados de dicho estado del rendimiento. Pueden indicar el rumbo de procesos de entrenamiento, orientados principalmente a un aprendizaje motriz relativamente aislado, a adaptaciones funcionales o morfológicas del organismo o a la unión de estos procesos de aprendizaje y adaptación, por ejemplo con vistas a influir selectivamente sobre el rendimiento competitivo complejo. En metodología del entrenamiento se ha hecho habitual, basándose en la orientación primaria que sigue la evolución del rendimiento, delimitar los tipos de entrenamiento unos frente a otros, de modo que en la práctica se ha llegado a imponer la siguiente clasificación:

Entrenamiento técnico

Entrenamiento de la condición física

Entrenamiento táctico

Entrenamiento complejo o próximo a la competición

El lapso de tiempo en el que deben aparecer los síntomas de adaptación tiene, en su condición de objetivo parcial, una importancia decisiva a la hora de dosificar la carga de entrenamiento. Basándonos en datos deducidos de los objetivos parciales podemos ver claramente la estructura de los ciclos de entrenamiento a corto y a medio plazo, y la de cada una de las unidades.

1.2.2.2 Estructuración del entrenamiento

Tras las decisiones sobre los objetivos, se hacen necesarias, en primer lugar, las referentes a la estructuración del entrenamiento (tabla 1), esto es, a la división del proceso en ciclos de diferente duración y con unos objetivos, ya sean únicos y específicos o bien repetidos cíclicamente. Al menos desde HARRE (1971) se considera la configuración cíclica como principio básico de la actividad de entrenamiento. Paralelamente, las decisiones sobre la estructuración se refieren a la división del proceso del entrenamiento a largo plazo, desde su inicio hasta la consecución del objetivo principal del entrenamiento, en etapas sucesivas de varios años; asimismo, se refieren a la distribución de la temporada anual en macrociclos. Estos macrociclos se dividen en periodos de entrenamiento de varios meses, llamados mesociclos, llegándose, con la división de estos periodos de varios meses en secciones semanales, los llamados microciclos, a cada una de las unidades de entrenamiento (apartado 5.2).

1.2.2.3 Organización del entrenamiento

Otro componente parcial de la eficacia de una actividad de entrenamiento es una organización transparente. Las medidas organizativas tienen lugar en tres ámbitos. En primer lugar, la ejecución del entrenamiento: en este apartado figuran el acceso a instalaciones que ofrezcan las condiciones óptimas para conseguir los objetivos deseados; la configuración del grupo de entrenamiento, teniendo en cuenta su tamaño y capacidad de rendimiento y la disponibilidad de un número suficiente de entrenadores y preparadores, así como de los aparatos necesarios para la realización del entrenamiento, el material del entrenamiento.

En segundo lugar, los medios auxiliares para la dirección y regulación del entrenamiento. Aquí figuran la disponibilidad y la aplicación organizada de planes suficientemente precisos, el instrumental para el diagnóstico del rendimiento, aparatos para el control del entrenamiento y la observación de la competición, y esquemas para evaluar el entrenamiento y la competición.

En tercer lugar, la búsqueda y selección de talentos: para garantizar la mejora continua del rendimiento en deporte de alta competición se ha de llevar a cabo una serie de medidas regulares de búsqueda y selección de talentos. Para ello hace falta, entre otras cosas, establecer un calendario regular de citas para procesos de búsqueda y selección, y establecer acuerdos con socios colaboradores, como p. ej. escuelas, asociaciones deportivas o prensa (capítulo 6).

1.2.2.4 Contenidos del entrenamiento

Las decisiones provisionales sobre los objetivos parciales, la estructuración y la organización del entrenamiento constituyen el marco de condiciones para las siguientes decisiones de contenido y método, que son las que determinan básicamente los efectos del entrenamiento. Las decisiones sobre el contenido afectan al “¿qué?”, las de método al “¿cómo?” del entrenamiento. Como en metodología no existe una unanimidad terminológica para designar estas nociones de la decisión, parece oportuno comentar aquí las principales divergencias entre las versiones y establecer en consecuencia fijaciones conceptuales unívocas; han de delimitarse ante todo los conceptos de contenido, instrumentos, forma y método de entrenamiento (CARL / KAYSER, 1976; para una exposición general véase también KURZ, 1988). Así, CARL / KAYSER (1983, 430) definen como contenido del entrenamiento “las actividades (en particular los ejercicios deportivos) durante el entrenamiento”. Una noción casi idéntica a ésta la atribuyen THIESS / SCHNABEL (1987, 164/165) a los instrumentos del entrenamiento; por el contrario, CARL (1983, 422) considera como instrumentos “todos los aparatos utilizados en la realización del entrenamiento…”. En lo sucesivo entenderemos los contenidos como actividades durante el entrenamiento y los instrumentos como medios auxiliares, particularmente los aparatos.

DEFINICIÓN:

El contenido del entrenamiento es el tipo de actividad que se produce durante el entrenamiento; mediante su realización se intentará conseguir determinados objetivos.

Los contenidos esenciales del entrenamiento son formas de ejercicios y tareas cognitivas específicas, como esquemas tácticos, con cuya realización los deportistas modifican su estado de rendimiento, pero también figuran aquí las competiciones secundarias y de control. Además, podría mencionarse entre los contenidos las medidas fisioterapéuticas e higiénicas que se llevan a cabo para desarrollar el estado de rendimiento, así como la inevitable nutrición específica o su sustitución mediante fármacos (véase CARL, 1983, 33 y ss.); sin embargo, se las designará de aquí en adelante como medidas de apoyo del entrenamiento.

Instrumentos de entrenamiento será el nombre que demos a todos los aparatos utilizados durante la realización del entrenamiento que sirven al desarrollo planificado de la capacidad de rendimiento (véase CARL, 1983, 421). Instrumentos de entrenamiento son, por ejemplo, todos los aparatos deportivos, auxiliares y de medición que sirven para apoyar los procesos de aprendizaje o para mejorar la motivación, en particular los aparatos de simulación y de información instantánea y los medios audiovisuales.

Siguiendo asimismo a CARL / KAYSER (1976), llamaremos forma de entrenamiento a la actividad de los deportistas especificada mediante tareas precisas en cuanto al contenido y al método de entrenamiento. La realización activa suele tener lugar, por tanto, con las más variadas formas de entrenamiento.

1.2.2.5 Métodos de entrenamiento

Aunque describimos uno por uno los métodos de entrenamiento para cada tipo de entrenamiento, esto es, entrenamiento destinado a la técnica, la fuerza, la velocidad, la resistencia, la flexibilidad, la táctica y el mantenimento de la forma deportiva, vamos a exponer más detalladamente unos cuantos principios de validez general para las decisiones de tipo metodológico.

Desde un punto de vista didáctico, se suele aceptar que las decisiones sobre los objetivos tienen prioridad sobre las que conciernen a los contenidos y a los métodos, con lo cual no se cuestiona el entramado de implicaciones mutuas existente entre objetivos, contenidos y métodos. Pero las decisiones sobre el método, dado que determinan el “cómo” del entrenamiento, tienen una importancia básica en su realización, esto es, en la praxis que se ha de llevar a cabo. Pertenece, pues, al procedimiento metodológico la forma en que los entrenadores “enseñan” cosas a sus deportistas, es decir, elaboran contenidos para su transmisión, personalizan la dosificación de las cargas, controlan secuencias motrices, corrigen e implantan procedimientos de retroalimentación, utilizan instrumentos (medios de comunicación) para apoyar y reproducir rendimientos de entrenamiento y evalúan los rendimientos obtenidos tanto en el aprendizaje de la técnica como en el entrenamiento de la fuerza y de la velocidad.

También la forma en que los deportistas viven subjetivamente su entrenamiento y la medida en que lo consideran útil y efectivo dependen a menudo de cómo se procedió desde el punto de vista metodológico. Igualmente, los entrenadores y profesores de Educación Física deberían saber que la valoración de su “competencia como especialistas” por parte de sus discípulos depende en gran medida de cómo diseñen el entrenamiento, es decir, de cómo sean capaces de actuar desde el punto de vista metodológico.

El procedimiento metodológico conlleva asimismo como resultado que las experiencias de entrenamiento acumuladas y los efectos conseguidos sean unos y no otros. Así, dicho procedimiento tiene, en el marco de la realización, una relevancia “íntima” tanto para entrenadores como para deportistas. Razón suficiente para ocuparnos más en profundidad de los principios que sirven de base a las decisiones metodológicas.

DEFINICIÓN:

Los métodos de entrenamiento son procedimientos planificados de transmisión y configuración de contenidos, dentro de unas formas de entrenamiento dirigidas a un objetivo.

La realización del entrenamiento “en sentido estricto” tiene lugar a través de formas de entrenamiento. Como se desprende de la definición anterior, resultan de la unión e interacción de aquello “que” se lleva a cabo en el plano del contenido y la forma “como” estos contenidos son asimilados. De esta fusión entre contenidos y métodos obtenemos, por ejemplo en el entrenamiento de la fuerza, ejercicios de entrenamiento como el press de banca, con una exigencia de carga compuesta de volumen, intensidad y densidad del esfuerzo, pero también con una forma de realización establecida, por ejemplo, unos movimientos iniciales explosivos y un retorno lento al punto inicial. O bien en el trabajo técnico, por ejemplo, donde combinamos, para obtener formas de entrenamiento, una determinada destreza como –pongamos por caso– un balanceo propio de las técnicas de eslálom (contenidos) con determinadas intensidades de movimiento, repeticiones, grados articulares, modificación de la dirección y diferentes inclinaciones de la pendiente (métodos).

La configuración metodológica de los contenidos de una forma de entrenamiento–sobre todo a través de la dosificación de las exigencias de carga–, junto con las condiciones de realización, constituyen el núcleo de la decisión metodológica en sentido estricto. No representan, sin embargo, el único plano de decisión. Decisiones metodológicas, en sentido amplio, se pueden tomar en cinco niveles (tabla 2).

El punto de partida para configurar una unidad de entrenamiento es la decisión sobre el esquema idóneo. Éste resulta del objetivo parcial que se pretenda alcanzar y del tipo de entrenamiento que de éste se deduzca. Mencionemos dos ejemplos: para el partido del próximo sábado hay que diseñar modelos de situación como córners y tiros libres sobre el esquema táctico de defensa del equipo contrario (objetivo parcial del entrenamiento). Para ello, en primer lugar, se muestran estas situaciones sobre la pizarra y se discuten en una sesión táctica, teórica y práctica (tipos de entrenamiento); después, se ejercitan en la práctica bajo las condiciones de defensa propuestas. Otra posibilidad, en un segundo ejemplo: en un equipo de biatlón hace falta mejorar la velocidad y la puntería en el tiro en bipedestación (objetivo parcial) bajo la presión de una carga elevada (frecuencia cardíaca elevada). Para ello se corre (a pie) series breves de 1.200 m y se dispara cinco veces de pie en un tiempo establecido. Este tipo de entrenamiento se denomina entrenamiento complejo. La decisión sobre el esquema precede a las decisiones sobre la realización (en sentido estricto).

Tabla 2: Decisiones de tipo metodológico y sus rasgos de realización.

Planos de la decisión metodológica Rasgos de realización
Esquema del entrenamiento Tipos de entrenamiento deducidos a partir de los objetivos directores
Realización del entrenamiento en sentido estricto Serie de formas de entrenamiento con exigencias de carga y condiciones de realización
Transcurso organizativo del entrenamiento Formas sociales, construcción de los aparatos, elección y preparación del terreno, ayudas / apoyos, medios de comunicación
Formas de actuación del entrenador Informaciones, correcciones, medidas de retroalimentación, observaciones, lugares de observación, evaluaciones
Evaluaciones del entrenamiento Medir / controlar / observar - evaluar - interpretar (dirección del entrenamiento en la propia unidad de entrenamiento)

El transcurso organizativo del entrenamiento es el siguiente ámbito de decisión. Aquí se determinan la forma y manera con las que transcurrirá el entrenamiento; así, en nuestro ejemplo del biatlón, el entrenador decidió que la carrera y los tiros se realizaran por parejas. Se organiza el uso que se da a los aparatos, como podría ocurrir trabajando la potencia de salto dentro de un polideportivo; medidas de seguridad, como en el caso del tiro en biatlón; el reparto de calles en la piscina según el rendimiento y cualidades técnicas de los miembros de un equipo de natación; las ayudas y apoyos en el entrenamiento técnico con los aparatos de gimnasia; el uso de los medicamentos, y muchos otros aspectos. El transcurso organizativo óptimo es decisivo para que una unidad de entrenamiento “funcione”.

La siguiente decisión metodológica (tabla 2) se toma sobre las formas de actuación del entrenador que se consideren pertinentes. Por “formas de actuación” entendemos la correcta participación, en el plano metodológico, de los entrenadores, sus informaciones, correcciones, pero también su localización física, por ejemplo cuando se trabaja la resistencia, practicando esquí de fondo sobre el terreno, en el trampolín de bajada del salto de esquí, etc. Formas de actuación del entrenador son aquellas actividades que conducen a la realización del entrenamiento de una manera idónea. Es necesario planificarlas si no se quiere que la praxis se diluya en manos del azar y la improvisación.

Como quinto plano de decisión metodológica (tabla 2) hemos de describir la evaluación del entrenamiento. Este concepto comprende todas las medidas que se toman con vistas al control y a la observación de resultados, a su evaluación e interpretación. La eficacia de una unidad de entrenamiento y la carga óptima, principalmente en el ámbito de la intensidad, dependen en gran medida de las evaluaciones que se hayan “incorporado” en el transcurso del entrenamiento. En los ejemplos mencionados del fútbol y el biatlón podemos imaginar unas cuantas posibilidades de evaluación: el entrenador comenta tras cada situación modelo practicada los fallos de posición u otras posibles variantes (retroalimentación), o bien tras el entrenamiento expone en la pizarra un resumen de éste en su totalidad, adelantándose al inminente partido. En el entrenamiento de biatlón se corre con pulsómetros y los resultados se evalúan tras la carrera. De pie en posición de tiro se muestra inmediatamente al deportista el impacto obtenido en la diana. Evaluación continua significa también dirección constante dentro de una unidad de entrenamiento. El instrumental que se utilice para ello puede ser tan variado como la propia actividad metodológica.

Por otra parte, sería posible designar como elemento metodológico las distintas formas de interacción entre los participantes, en el sentido del entrenamiento como actividad “social” entre deportistas y entrenadores. Pero, dado que las intenciones de estos “socios colaboradores” no se suelen limitar al entrenamiento en sentido estricto y están, en consecuencia, sometidas a múltiples condicionamientos, una decisión en este terreno no sería analizable desde una perspectiva exclusivamente metodológica más que en contadas ocasiones, y, por tanto, como decisión exclusivamente metodológica sería muy fácil de malinterpretar.

1.2.3 Principios generales del entrenamiento deportivo

Como principios del entrenamiento vamos a definir una serie de instrucciones jerárquicamente superiores para la actividad del entrenamiento deportivo. Se trata, pues, más bien de una base general de orientación y menos de una línea concreta de actividad. Estos principios dirigen la acción de entrenadores y deportistas a la hora de elaborar los esquemas de la actividad. Así, se refieren menos a operaciones concretas que a rasgos básicos de tipos de actividad (SCHNABEL / MÜLLER, 1988, 97).

De acuerdo con el esquema de dirección y regulación que aquí nos sirve de base, los principios del entrenamiento pueden referirse a las distintas categorías de la actividad, esto es, la planificación, la realización, los controles y la evaluación del entrenamiento, y englobar también la exhibición de rendimientos. Pueden regir la actividad en su conjunto, campos de actividad concretos, como por ejemplo el entrenamiento juvenil, o distintos tipos de entrenamiento, como por ejemplo el de la técnica; pueden también ser válidos para los distintos grupos de personas que toman parte en el entrenamiento.

Los principios, en tanto que indicaciones para la actividad, pueden ser imposición de normas, que se hacen eco de convenciones y compromisos sociales, como por ejemplo el “principio de mantenimiento y conservación de la salud”. También pueden derivarse de hipótesis de la actividad a partir de leyes científicas o de experiencias prácticas del entrenamiento. Como normas que son, los principios que se aplican se mantienen en la medida en que son deseados por la colectividad. Los que se deducen a partir de leyes o de experiencias no pueden ser “verdaderos” ni “falsos”, sino sólo “más o menos eficaces”. La conveniencia de su aplicación resulta de su grado de eficacia en la praxis del entrenamiento.

El concepto de principio debería distinguirse del de regla de entrenamiento. Ambos aluden a instrucciones para la actividad, si bien SCHNABEL / MÜLLER (1988/2, 99), entre otros, indican que en metodología se utilizan a veces sin la unicidad necesaria. Al igual que estos autores, daremos por sentado, en lo sucesivo, que los principios tienen un grado de generalidad mayor que las reglas; las reglas sirven para interpretar y concretar los principios. En un esquema de actividad amplio tienen básicamente la función de un hilo conductor para decisiones más concretas, que atañen a la realización del entrenamiento. En los siguientes capítulos, que tratan del entrenamiento técnico, táctico y de la condición física, seguiremos intentando formular reglas de entrenamiento acreditadas como indicadores de actuación, sobre la base de conocimientos científicos y experiencias prácticas.

Existen ya unas cuantas recopilaciones de principios del entrenamiento, publicadas como líneas directrices para deducir y fundamentar esquemas de entrenamiento. Se podrían mencionar, por ejemplo, los trabajos de DESCHKA (1961), HARRE (1971), BAUERSFELD / SCHRÖTER (1979) y MATWEJEV (1981); en época más reciente destacan los de SCHNABEL / MÜLLER (1988) y MÜLLER (1988a y 1988b), que exponen detalladamente los problemas de la definición de los principios del entrenamiento. Hasta ahora no se ha conseguido elaborar un esquema de los principios generales del entrenamiento aceptado por la mayoría de los especialistas. Esto parece deberse tanto a diferentes concepciones sobre la importancia del entrenamiento deportivo en la vida social como a un estado de los conocimientos aún incompleto acerca del propio sistema del entrenamiento.

En lo sucesivo se ha intentado enumerar esquemáticamente los principios generales importantes. Nos hemos mantenido muy fieles a los autores arriba citados; no obstante, hemos completado los principios que ellos mencionan con unas cuantas instrucciones prácticas, tanto específicas como generales, y no solamente dirigidas al ámbito del entrenamiento deportivo.

Dentro de los principios generales parece oportuno establecer una diferenciación en tres clases:

Principios pedagógicos generales, que, aparte del entrenamiento, tienen validez en diferentes procesos de la actividad pedagógica.

— Principios de la estructuración y de la organización del entrenamiento.

— Principios de la configuración metodológica y de los contenidos del entrenamiento.

1.2.3.1 Principios pedagógicos del entrenamiento

Principio del condicionamiento social de las decisiones sobre la actividad. En este tipo de decisiones habrá que tener en cuenta el marco de condiciones vigentes para el conjunto de la sociedad.

Principio de la primacía de la evolución personal sobre la evolución del rendimiento deportivo. Las decisiones acerca de la actividad deportiva deben estar en armonía con los objetivos del desarrollo equilibrado de la personalidad.

Principio de la racionalidad de la actividad de entrenamiento. La actividad y sus condicionamientos contextuales deben mantenerse siempre en el plano de la conciencia para que se conviertan en procesos conscientes.

Principio del mantenimiento y reforzamiento de la salud. Las decisiones se han de tomar de modo que no conlleven peligros para la salud de los deportistas; han de servir, en la medida de lo posible, para reforzar la salud.

Principio de la orientación de las tareas de entrenamiento hacia las necesidades e intereses de los deportistas. La actividad se ha de orientar a las necesidades e intereses de los deportistas (para las necesidades de los niños véase, entre otros, KURZ [1988).

Principio de la adecuación de la actividad a la edad evolutiva. Las decisiones sobre la actividad han de orientarse según el estado de desarrollo individual de quien se entrena. En los adolescentes se han de aprovechar unas condiciones especialmente favorables en cada una de sus etapas de desarrollo.

Principio del aumento de la propia responsabilidad de los deportistas. Las concepciones y decisiones sobre la actividad han de aplicarse de modo que fomenten cada vez más la propia responsabilidad de los deportistas. Es necesario proceder, por tanto, sobre la base de un amplio diálogo entre deportistas y entrenadores.

Principio de la presentación clara y la factibilidad de las decisiones sobre la actividad. A los participantes hay que presentarles estas decisiones de forma clara y transparente, y ellos han de ser capaces de cumplirlas no sólo en lo que atañe a su realización, sino también teniendo en cuenta su significación.

1.2.3.2 Principios para la organización y planificación del entrenamiento

Principio de la mutua sintonía de las decisiones sobre el entrenamiento. Por lo general, las decisiones necesitan una armonización entre las distintas tareas, que en parte divergen unas de otras; estas discrepancias resultan, sobre todo, de exigencias de rendimiento específicas, de particularidades del desarrollo y de necesidades individuales.

Principio de la eficacia. La actividad deportiva ha de conseguir siempre el mayor grado de eficacia posible con vistas a los objetivos de rendimiento planteados.

Principio de la planificación. Los procesos a largo plazo, como por ejemplo los que se diseñan para los deportistas de elite, se deben subdividir en etapas de varios años relativamente independientes unas de otras; para cada una de éstas hay que plantear objetivos específicos y puntos relevantes en los planos metódologicos y de contenidos.

Principio de la especificidad. Los procesos de entrenamiento han de dirigirse siempre a objetivos con algún atractivo, que se puedan alcanzar en periodos de tiempo abarcables.

Principio de la armonización entre la evolución del rendimiento general y el específico. En todas las etapas evolutivas se ha de mantener una relación armónica entre los medios de entrenamiento generales y los propios de cada modalidad deportiva, de acuerdo con los objetivos de cada momento. De esta forma se asegura la continuidad evolutiva, o sea, el mantenimiento de la capacidad de rendimiento tanto general como propia de la modalidad (BAUERSFELD / SCHRÖTER, 1979, 38).

Principio del incremento progresivo de la carga de entrenamiento. Para aprovechar plenamente el potencial de rendimiento genético de un atleta, con vistas a las exigencias propias de su modalidad deportiva, y para alcanzar un estado de rendimiento óptimo, se hace necesaria una especialización creciente en los contenidos y en los métodos de entrenamiento, sobre la base de una formación deportiva básica y general (MÜLLER, 1988, 105 y s.).

Principio de la individualización. Para conseguir los mayores rendimientos individuales posibles, la actividad física, orientada según normas y regularidades generales, ha de referirse cada vez más a los supuestos y a las formas de comportamiento individuales a medida que avanza el proceso de entrenamiento, y ha de dirigirse cada vez más a trabajar los puntos fuertes del individuo (BAUERSFELD / SCHRÖTER, 1979, 35; y MÜLLER, 1988,106).

Principio de la dirección y regulación permanentes del entrenamiento. Para conseguir un objetivo de rendimiento deseado en el plazo de tiempo previsto, las decisiones tomadas se tienen que adecuar continuamente a las tareas comprometidas a largo plazo, sobre la base de unas comparaciones constantes (diagnóstico del rendimiento) entre el estado de rendimiento planificado con antelación y el conseguido realmente.

1.2.3.3 Principios para la estructuración metódologica y de contenidos del entrenamiento

Principio globalizador entre los contenidos condicionales, técnico-coordinativomotores y táctico-deportivos. Para impulsar constantemente la evolución del estado de rendimiento deportivo, se ha de tener en cuenta que los parámetros del rendimiento que atañen a la condición física y a la coordinación, la técnica de movimientos y la táctica se condicionan mutuamente y han de evolucionar por ello siempre en mutua sintonía.

Principio de la complejidad de los efectos del entrenamiento. A la hora de tomar las decisiones hay que tener en cuenta que determinadas formas de entrenamiento nunca actúan aisladamente sobre condiciones de rendimiento particulares, sino siempre sobre el estado complejo de rendimiento.

Principio de la especificidad de la adecuación entre el entrenamiento y la competición. Con el paso de los años de entrenamiento y la mejora del estado de rendimiento, las formas de entrenamiento orientadas a la adaptación se han de escoger cada vez más de acuerdo con las condiciones de la competición.

Principio de la creación de fundamentos orientativos óptimos para realizar planificadamente la actividad. Para mejorar los efectos del entrenamiento, especialmente en sus vertientes técnica y táctica, es necesario crear unos fundamentos orientativos óptimos como base para una recepción, elaboración y almacenamiento eficaces de la información.

Principio de la dinamización psico-física óptima. Se ha de procurar, sobre todo en los ejercicios de coordinación y de técnica, alcanzar un estado óptimo de dinamización psico-física del deportista (MÜLLER, 1988b, 176).

Principio de la calidad de ejecución óptima en los ejercicios. Se ha de conservar siempre la mejor calidad de ejecución posible en los entrenamientos de técnica y de coordinación (MÜLLER, 1988, 176 y s.).

Principio de la carga de entrenamiento creciente. Para conseguir la mejora constante del estado de rendimiento deportivo, hay que procurar que la carga sea incrementada sistemáticamente (HARRE, 1982, 93 y ss.).

Principio de la continuidad. Para mantener a alto nivel o mejorar el estado de rendimiento deportivo se han de evitar las pausas prolongadas en el entrenamiento (HARRE, 1982, 97 y ss.).

Principio de la condición cíclica de la actividad de entrenamiento. Al organizar el entrenamiento deportivo se ha de atender al hecho de que dentro de cada ciclo, y dentro de una serie de ciclos de entrenamiento, se pueden plantear objetivos diferentes y realizar formas de entrenamiento modificadas. Se ha de procurar especialmente que varíen los estados de fatiga con los procesos de recuperación del entrenamiento.

Manual de metodología del entrenamiento deportivo

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