Читать книгу 56 - - Страница 4
PRÓLOGO
ОглавлениеLa Providencia de Dios ha querido que tenga en mis manos esta hermosa obra, y que pueda leerla y gustarla detenidamente.
Confieso que soy el primer beneficiado de tanta sabiduría contenida aquí.
El mismo Dios providente y bueno ha querido que hace muchos años, al menos 35 años nos encontráramos por primera vez con Guillermo y Marta, gracias a mi Mamá Esther que hizo posible ese encuentro y a la fe que el Señor nos ha regalado. El contexto de ese encuentro: la Capilla Santísimo Sacramento y el ser vecinos del mismo barrio, el querido Bº Camus. Hay mucho amor entre Guillermo, Marta y mi familia, Hemos compartido largas conversaciones, con mates, cafés, almuerzos o cenas de por medio.
Fuimos testigos del sufrimiento de Marta, que llevó a cuestas un “martirio neurológico durante 42 años”, nosotros la conocimos cargando su cruz desde hacía varios años.
Marta siempre en paz, sonriendo, alabando a Dios día y noche, llenando de cariño y esperanza a sus hijos y a todos los que íbamos a verla. Guillermo siempre en paz, sereno, fiel y amoroso esposo y padre, custodio incansable de su familia como un verdadero varón creyente. A mi entender, y por lo que he aprendido de la fe, Guillermo y Marta –ahora ella cara a cara con el Señor– son testigos de que Jesucristo vive en medio de nosotros, tanto para mí como para mi familia y la comunidad: discípulos del Señor, modelos de humanidad y de fe.
En esta obra tuve la gracia de descubrir a Guillermo en la profundidad de su pensamiento manifestado en su mirada realista de la vida y del mundo en el que vivimos, y también en su profunda mirada sobre el hombre interior que todos llevamos, en el que están latentes sentimientos, vínculos, dolores, heridas, frustraciones, búsquedas, consuelos, amor, esperanzas, certezas, fe. La profundidad y sencillez del pensamiento de Guillermo, está expresado por medio de un elegante uso de la lengua y de una erudición plasmada en una elocuente y atractiva narración revestida de bellísimas imágenes y metáforas.
En Tomás, el autor representa los diversos vaivenes de la vida cotidiana de todo ser humano. El hombre “es el resultado de una pluralidad de vivencias” que lucha en medio de la “adversidad latente” para salir a la luz y encontrar el sentido profundo de la vida.
En Zazar, Tomás encuentra la cálida acogida y paciente escucha humana y profesional, que lo invita a elegir una mejor calidad de vida, para tener el equilibrio necesario cuando vengan las situaciones desfavorables.
Es necesario como punto de partida –según el autor– la observación de la riqueza de nuestro mundo interior, tomándonos como tarea dicha observación, con absoluta “tolerancia, comprensión y cariño para con nosotros mismos”, aceptando nuestros límites y fragilidades. En dicha mirada iremos descubriendo que, “en realidad no somos dueños de nada”, sino “administradores de todo lo que hemos recibido”. De ahí que, “debemos aprender a no apegarnos a lo que en realidad no nos pertenece y tampoco lamentarnos cuando lo perdemos”.
El autor nos advierte que las condiciones de vida que “impone” el mundo actual al ser humano de hoy, lo conduce consciente o inconscientemente al riesgo de “perder lo esencial de la naturaleza humana”, siendo necesario volver “al verdadero hábitat natural para el que fuimos concebidos”: somos con otros, fuimos creados para la vida, el amor, la verdad, la justicia, la amistad, el perdón, la misericordia. Es parte de nuestro hábitat natural lo espiritual, “pertenecemos más al mundo espiritual que al mundo físico”, teniendo siempre presente que “nuestro verdadero hogar es la eternidad”. Todo ser humano posee en su corazón el deseo de ser felíz, deseo que muchas veces es consciente, pero muchas veces permanece inconsciente en nosotros. En esa búsqueda de la felicidad nos encontramos frecuentemente con nuestro “pequeño omnipotente”, que nos confunde e impide ser felices, quedándonos solo en lo terrenal.
El autor nos enseña a buscar en nuestro interior al “verdadero omnipotente”, a Dios que nos ama así como somos. La virtud de la humildad será necesaria para dejar de lado el vicio de la soberbia del “pequeño omnipotente” que todos de algún modo llevamos adentro. La humildad nos conduce a la docilidad para escuchar las enseñanzas de la Palabra de Dios, y obedecer a Aquel que nos ama, y que nos eligió y amó primero. Esa escucha–obediencia como respuesta, es precisamente la fe. El corazón creyente es agradecido, “cultiva la acción de gracias a Dios por todo lo que le da la vida”, abre su corazón a lo que El le quiera dar, se abandona en adoración delante del Sagrario, evitando “condicionar a Dios” para recién decir “creo”.
Recomiendo la lectura detenida y contemplativa de este libro. Sus páginas logran trasmitir un mensaje muy positivo, válido y actual, que puede ayudarnos a conseguir el tan ansiado equilibrio físico, psíquico y espiritual que todos anhelamos para ser felices.
Con el deseo de que todos descubramos el “yo mi doctor”, concluyo con las sabias enseñanzas que laten una y otra vez en estas preciosas páginas: “todo camino tiene salida y esas salidas imprevistas, suelen a veces, ser más productivas de lo que solemos imaginar”; “mirarnos con delicadeza y paciencia”; “solo somos dueños del esfuerzo y la actitud”; “saber que Dios nos ama”; “quiérase… porque al quererse estará amando lo que Dios amó desde el principio”.
P. LEONARDO VICENTE PONS
SAN JUAN, 8 DE MAYO DE 2021,
FIESTA DE NTRA. SRA DE LUJÁN,
PATRONA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA.