Читать книгу La canción del arrozal - Lafcadio Hearn - Страница 8

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“Hay momentos de la vida en que verdades a las que apenas nos habíamos asomado —creencias alcanzadas vagamente a través de múltiples procesos de razonamiento— de pronto asumen un carácter vívido de convicción emocional. Me pasó el otro día, en la costa de Suruga. Mientras descansaba debajo de los pinos que bordean la playa, algo en el calor vital y la paz luminosa de ese momento del día —una especie de rapto conmovedor de viento y luz— reavivaron de pronto una antigua creencia mía: la creencia de que todos los seres somos uno. Me sentí uno con la brisa y con el avance de las olas, con cada movimiento de sombras y cada destello del sol, con el azul del cielo y del mar, con el imponente silencio verde de la tierra. Me convencí, de un modo nuevo y maravilloso, de que no pudo haber nunca un principio, de que no podrá haber nunca un final. Sin embargo, las ideas no eran nuevas: la novedad de la experiencia residía en la intensidad con la que se presentaban, haciéndome sentir que las veloces libélulas, los largos y grises grillos de arena, las cigarras estridentes sobre mi cabeza y los pequeños cangrejos rojos moviéndose entre las raíces de los pinos, eran todos ellos hermanos. Entendí, como nunca antes, que ese misterio que es mi alma había resucitado en toda forma de existencia pasada, y continuaría observando el sol por otros millones de veranos, a través de los ojos de otras innumerables formas de existencia futura”.

por Lafcadio Hearn, “Gaki” (extracto)

en Kottō: Being Japanese Curious with Sundry Cobwebs, 1902

La canción del arrozal

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