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CAPÍTULO I

“El compadrazgo”, reciprocidad de favores en la clase media urbana de Chile[*]

RESUMEN

El “compadrazgo” de la clase media urbana en Chile es un contrato diádico informal entre parientes o amigos, que comporta un intercambio de favores y de amistad: esta institución no debe confundirse con el compadrazgo ritual católico. La reciprocidad de favores es función de la distancia social, y es posible enumerar reglas tácticas, actitudes, tipos de participantes y de favores, dentro de un marco teórico de la antropología económica sustantiva. Se analiza en este trabajo, la función del “compadrazgo” en relación a la historia de la clase media, especialmente en su papel económico y político de clase mediadora entre la élite y la clase obrera. Se propone que la participación en el sistema de “compadrazgo” se considere un criterio crucial para la membresía dentro de la clase media chilena.

INTRODUCCIÓN

La clase media chilena tuvo un desarrollo histórico muy diferente al de las clases medias europeas. En Chile fueron transformaciones políticas y económicas del siglo XIX, tales como la independencia nacional y el impacto del desarrollo comercial y minero sobre una economía agraria, las que produjeron las condiciones para el auge de una clase media aún antes de la etapa de industrialización.

La clase media chilena se impuso después de la Guerra del Pacífico (1879-1883), que produjo la anexión de las ricas provincias salitreras y cupreras del Norte. Las décadas de prosperidad con el monopolio mundial del salitre, permitieron a la clase media chilena desarrollarse hasta lograr escalar el poder con la elección presidencial de Arturo Alessandri en 1920. Sin embargo, el momento del triunfo coincidió con la pérdida de la hegemonía chilena del salitre, debido al descubrimiento de los nitratos sintéticos, dejando a la clase media sin su principal sustento económico y obligándola a impulsar la industrialización del país desde el gobierno. Durante las décadas de 1920 a 1950 la clase media creó una burocracia poderosa y bien organizada, que sirvió inicialmente para fortalecer las iniciativas del desarrollo económico, pero que luego se convirtió en un baluarte de privilegios y en un mecanismo para perpetuar el goce del poder administrativo por parte de un grupo social bien definido. Este grupo llegó a concebir su rol político, ya no tanto como avanzada de la industrialización del país, sino más bien como mediador y estabilizador entre la clase alta (terratenientes, industriales, banqueros y hombres de negocios) y la clase obrera.[1]

¿Quiénes constituyen el grupo social que se autoidentifica como «clase media» en Chile? Desde un punto de vista económico comporta a los empleados públicos y en general, a todos aquellos que no hacen trabajo manual, ni son dueños de los medios de producción. Contando los grupos periféricos que se mencionarán más adelante, esta clase media comprendía en 1958 el 45 por ciento de la población de Santiago.[2] Desde el punto de vista cultural, la clase media chilena comparte típicamente los rasgos siguientes:

a) Rechaza el trabajo manual (a diferencia de la clase baja);

b) Es heterogénea en origen, ingreso, educación, etcétera (a diferencia de la clase alta);

c) No tiene ahorros y su situación económica es siempre precaria;

d) Mantiene y valora ciertas apariencias de un nivel de vida “decente”, aunque ello signifique vivir endeudado;

e) Posee educación más allá del nivel primario;[3]

f) Usa el “compadrazgo”, un sistema de reciprocidad de favores.

En este trabajo propondremos la participación en el sistema de “compadrazgo” como un criterio distinto de pertenencia a la clase media chilena.

Se han producido dos grupos de transición entre la clase alta y la clase media. Estos grupos intermedios tienen diferentes orígenes: el primero se compone de hijos de familias de clase alta que han ingresado a la administración pública o a las profesiones liberales. El segundo se compone de familias de comerciantes y dueños de pequeñas industrias, frecuentemente inmigrantes, que van ascendiendo en la escala económica y que han adquirido aspiraciones de clase alta. Existe otro grupo limítrofe de origen obrero, que ha logrado incorporarse a la clase media a través de la educación y el consecuente acceso a empleos públicos o privado. En ambos extremos de la clase media el número de casos intermedios tiende a aumentar haciendo de la clase media un grupo abierto que continúa creciendo en base a contribuciones heterogéneas de las clases alta y baja de la inmigración extranjera.

El miembro típico de la clase media no posee ni medios de producción, ni trabaja con sus manos. Su rol económico se limita a la administración, la política y las profesiones liberales, y el Estado es su principal empleador. Los escasos puestos burocráticos disponibles se llenan a través de apadrinamiento político y social.[4] En otras palabras, un recurso esencial con que cuentan los miembros de la clase media es su red de conexiones sociales y familiares. Éste es el contexto sociológico de la institución de reciprocidad que discutiremos a continuación.[5]

1. EL “COMPADRAZGO” CHILENO: DEFINICIÓN

Entre los miembros de la clase media urbana chilena (hombres y mujeres) el “compadrazgo” es un sistema de reciprocidad que consiste en el intercambio continuo de favores que se dan, se reciben y se motivan dentro del marco de una ideología de amistad. Estos favores suelen ser burocráticos y generalmente consisten en un trato preferencial dado a alguna persona a costa de los derechos y prioridades de terceras personas. De ahí que el término popular “compadrazgo” represente un eufemismo para esta institución que no debe confundirse con la institución ritual católica del mismo nombre.

Según un informante, el “compadrazgo” es una forma de ayuda que se emplea “para obtener algo con más facilidad y en menos tiempo”; y agrega: “los objetivos generalmente son legales aunque la forma de lograrlos, puede no serlo. Estos favores se dan y se reciben en un espíritu de amistad y sin sentimientos de culpa. Sin embargo, la persona que hace el favor, siempre está consciente de los beneficios futuros que le pueda traer a él o a algún pariente o amigo suyo”. El siguiente ejemplo (citado por otro informante) podrá aclarar los rasgos esenciales del “compadrazgo”.

Un juez que llamaremos A tenía una hija que se encontraba buscando trabajo. Por intermedio de su “compadre” y amigo, el abogado B, la hija logró obtener un empleo en el comercio del señor C, hermano del abogado B. Varios años después, el Sr. C. quiso obtener el divorcio. Como en Chile no hay divorcio sino únicamente nulidad, el éxito del trámite legal depende en gran parte de la buena voluntad del juez. En esta contingencia el juez A, reciprocando el favor que había recibido años antes, logró que el caso fuera recibido ante un juez favorable al divorcio y además dio consejos al Sr. C acerca de los arreglos monetarios involucrados en la separación. Desde luego no hubo ningún intercambio de dinero en todo este episodio.

De acuerdo a este ejemplo, el “compadrazgo” chileno; es un contrato diádico tácito, o cadena de tales contratos, entre personas ligadas por amigos comunes que actúan de intermediarios. En el presente caso el favor fue devuelto directamente por A a C, pero el intermediario B continúa siendo parte de la relación de amistad. Importa anotar que el favor inicial se otorga sin ningún pensamiento de devolución específica; parecería más bien que la obligación de reciprocidad se depositara en una especie de cuenta de ahorros de servicios convertibles a futuro, según se presente la necesidad.

2. TIPOS DE FAVORES

A continuación se detallarán algunos ejemplos de servicios que pueden obtenerse a través del “compadrazgo”:

Empleos

La siguiente frase atribuida al Presidente Ibáñez (1956-1962) refleja un concepto del “compadrazgo”: “Entre un pariente y un amigo, prefiero al pariente; entre un amigo y un desconocido, prefiero al amigo”. Este dicho se refiere a cargos públicos; en especial los cargos más bajos de la burocracia administrativa tienen pocos requisitos y gran demanda entre un segmento importante de la clase media baja, y se obtienen frecuentemente mediante el “compadrazgo”. En una situación de escasez de empleos y con el peligro de perder estatus si se recurre al trabajo manual, no es de extrañarse que el “compadre” se convierta en un recurso económico primordial.

La búsqueda de empleos comienza con la revisión mental de todas las relaciones personales con que se cuenta, hasta localizar a algún amigo que tenga relación con la oficina de nombramientos en el servicio dado. Similarmente, en la búsqueda de candidatos para llenar una plaza se suele revisar la lista de parientes y amigos, hasta encontrar a la persona adecuada. En todo caso, la recomendación personal es esencial y representa un favor importante para un postulante. Podríamos considerar el “compadrazgo” como el principal mecanismo en el otorgamiento de empleos, ya que hasta las personas de más altas calificaciones prefieren contar con el apoyo de un “compadre” y no confiarse exclusivamente en sus méritos al optar por un cargo determinado.

Los favores burocráticos representan el uso más frecuente del “compadrazgo”. Tales favores incluyen el otorgamiento de certificados, licencias, permisos, pasaportes, y otros tipos numerosos de documentos cuya obtención normalmente requeriría una considerable pérdida de tiempo y trámites molestos. Estos favores pueden ser de muy diversa índole e incluyen la obtención de permisos de importación, de facilidades aduanales, exenciones del servicio militar y la obtención de préstamos.

Escuelas

Existe en Chile una gran demanda por vacantes en escuelas públicas y privadas de alta reputación. Los padres de clase media son muy conscientes del valor que significa una buena educación para un hijo, ya que los compañeros de escuela representan conexiones sociales importantes y duraderas. Cualquier fuente de amistad adquiere gran importancia como forma de extender el área de interacción social más allá del círculo inmediato de la familia. Tal es que un compañero de colegio goza durante toda la vida de un estatus especial que incluye un trato preferencial: este tipo de relaciones suelen rebasar las barreras de clase, de sexo y de origen nacional. Por estos motivos, un colegio deseable será el que proporcione a un niño de clase media el tipo de amistades influyentes que podrán serle de utilidad durante el curso de su vida. Un amigo que ayudará al niño a obtener el ingreso en una de estas escuelas, se hará acreedor de gratitud y proporcionará un favor muy estimado.

Similarmente, las presentaciones sociales a personas influyentes, prestigiosas o potencialmente útiles se considerará como un favor muy especial.

Política

El “compadrazgo” juega un papel muy importante en la política chilena, al punto que varios informantes afirman que el sistema de partidos chileno se basa en gran medida en el “compadrazgo”. Hay conocidos políticos que emergieron a la vida pública gracias a su grupo de seguidores personales. La conversión eventual de favores personales en poder político será materia de una discusión posterior.

3. FAVORES QUE NO SE PUEDEN CONSEGUIR MEDIANTE EL “COMPADRAZGO”

Según un informante, no pueden conseguirse “todos aquellos favores que van contra la ideología de la amistad y de la decencia. Pretender conseguir favores sexuales de una mujer después de haberle hecho un favor se consideraría un comportamiento muy grosero. Toda actividad que vaya en contra de los estándares de la clase media tales como robar, matar, aprovecharse de mujeres o de personas indefensas y en general todo acto que vaya en contra de la dignidad y la caballerosidad”. Tales actos destruirían la idea de la amistad degradándola a complicidad. El “compadrazgo” posee un código moral propio que limita los favores posibles como también las retribuciones. Aunque algunos de los favores descritos más arriba podrían parecer ilegales o contrarios a los estándares de la clase media, debemos anotar que una actividad que implique hacer trampas al gobierno (“hacer leso al fisco”) no se consideraría un crimen moralmente despreciable. Existe también gran tolerancia a las actividades de intriga y rivalidad institucional interna entre grupos, aun cuando tales actividades puedan afectar los cargos y reputaciones de terceros. Esta problemática se discutirá más adelante en relación al problema de los valores.

Desde luego, la lista de favores que se puedan obtener a través del “compadrazgo” depende de la condición de tener al amigo adecuado en el lugar preciso y en el momento necesario. Ningún miembro de la clase media está en la posición de poder utilizar el “compadrazgo” invariablemente en cualquier situación que se presente. Lo importante entonces, es tener el mayor numero posible de amigos y relaciones colocados en una variedad de cargos. Esto produce la tendencia o hábito mental de buscar siempre un “compadre” antes de emprender un asunto, aun de los más triviales.

4. REGLAS DE RECIPROCIDAD

Las sanciones sociales que se aplican a la reciprocidad en el “compadrazgo” suelen ser más fuertes que muchos contratos escritos u obligaciones legales. Según la expresión de un informante, “el no retribuir un favor es tan deshonesto como el adquirir un objeto sin pagar; nunca se olvida cuando alguien ha aceptado un favor importante y luego olvida retribuirlo; sin embargo, ocurre muy raras veces”. El principio tácito del “compadrazgo” está contenido en el dicho “hoy por ti, mañana por mí”.

A pesar de su importancia, el elemento de reciprocidad no se menciona abiertamente. Por otra parte, cuando una persona nunca está en situación de reciprocar, deja de recibir favores. La persona experimentada en el “compadrazgo” tratará de pedir favores con moderación, ya que de lo contrario acumulará obligaciones que tendría que pagar en cualquier momento. La presión moral para satisfacer este tipo de solicitudes reciprocas es muy fuerte aun cuando su cumplimiento pueda acarrear grandes sacrificios personales: esto se atribuye a una tradición de caballerosidad. Una relación establecida de “compadrazgo”, no perdurará a menos que ambos socios intercambien favores de vez en cuando. Si se quiere mantener la relación es necesario activarla periódicamente aunque sea con pequeños favores. Al solicitarlos se le quiere demostrar al amigo que siempre se está dispuesto a hacerle un servicio en cualquier momento.

La reciprocidad no incluye regalos tangibles, y excluye en forma específica cualquier pago en dinero y otras compensaciones materiales. Ofrecer tales compensaciones sería considerado como una ofensa personal entre iguales. Al solicitar la devolución de un favor anterior, se acostumbra mantener ciertas reglas de cortesía que evitan molestias mutuas. Por ejemplo, la solicitud de un favor se insinúa o se sugiere bajo la forma de un consejo, para darle al amigo la oportunidad de proponer el servicio deseado en sus propios términos y como si proviniera de él. Se evitará pedir favores que puedan arriesgar la posición del “compadre” o exponerlo al ridículo. Sin embargo, muchos favores caen en categorías moralmente indefinidas y no es fácil saber hasta qué punto pueda infringirse algún escrúpulo o principio del amigo. Como dijo un informante: “hay favores que no se hacen por ningún motivo, ni siquiera por amistad”.

En resumen, el problema de calcular las posibilidades de reciprocidad en una relación de “compadrazgo” requiere mucho tacto y criterio. El “compadre” cuyos recursos y conexiones son inferiores a los propios no debe ser exigido más allá de sus recursos pero siempre debe dársele la oportunidad de reciprocar. De lo contrario su orgullo le impedirá solicitar nuevos favores hasta que el “compadre” no haya cobrado los favores anteriores. Por otra parte, a un compadre poderoso no se le debe molestar con solicitudes triviales: sus servicios deben ser adecuados a su rango.

Estas reglas de reciprocidad están sujetas a variaciones dependiendo del grado de confianza, o distancia social que existe entre los “compadres”. Entre parientes muy cercanos el intercambio de favores es natural y no hay problemas de reciprocidad o de etiqueta. Algo semejante ocurre entre amigos muy íntimos. Hay favores que se piden más fácilmente a un amigo cercano que a un pariente. En este respecto resulta interesante anotar que los niños chilenos de clase media y alta usan el apelativo “tío” o “tía” para los amigos de sus padres. En esta forma se otorga al amigo un estatus honorario de pariente.

En todos los casos se considera esencial que exista su sentimiento de amistad y de simpatía mutua para una relación de “compadrazgo”. De todas maneras la categoría de “amigo” contiene muchas gradaciones de distancia social. A un amigo íntimo se le piden consejos de índole personal que no se consultarían con un amigo más reciente o menos cercano. A medida que aumenta la distancia social se refuerza también la obligación de reciprocar, hasta llegar a un nivel de alejamiento social en el que se exige abiertamente el pago o la devolución del favor.

5. ¿QUIÉNES SON LOS “COMPADRES”?

El “compadrazgo” es esencialmente una relación personal entre individuos que se consideran de igual nivel social. Según un informante los “compadres” se recluían entre “parientes, miembros de un mismo partido político, amigos, conocidos de un mismo nivel social, amigos de amigos, compañeros de trabajo, miembros de una logia masónica, o en general, gente que comparte las mismas aspiraciones intelectuales, una misma ideología política, o intereses similares en la vida”. Esta enumeración comprende a personas que se consideran iguales en el plano de la ideología de amistad de la clase media.

Cabe preguntarse entonces por qué se limita el “compadrazgo” a la clase media chilena. Esto se entenderá mejor si se comparan los tipos de servicios que cada clase social puede ofrecer y las expectativas de retribución que cada favor trae consigo. La clase media está en posición de ofrecer “favores”, es decir servicios de naturaleza burocrática, comercial o profesional que no son parte de sus deberes normales. Un miembro de la clase obrera no podrá retribuir con el mismo tipo de favores ya que su trabajo manual es todo lo que puede ofrecer. La clase alta, por su parte, aunque posee numerosos recursos que la clase media estaría interesada en adquirir no está dispuesta a intercambio ya que ello implicaría bajarse de categoría y reconocer una igualdad social con la clase media. En cambio el sector intermedio de la clase media alta, contiene miembros originalmente de clase alta que sí están dispuestos a reconocer tal igualdad social.

En consecuencia, al relacionarse dos individuos de diferentes niveles sociales, el intercambio puede tomar formas diferentes en que faltan los elementos de reciprocidad unida con amistad que caracterizan el “compadrazgo”. Estas situaciones pueden describirse mediante modelos simplificados de intercambio. La Figura 1 representa el modelo ideal, es decir el modelo de intercambio de servicios de acuerdo a la ideología oficialmente reconocida de la libre empresa y de la igualdad de oportunidad para cualquier miembro de la sociedad. Este modelo no incluye la existencia de intercambio de favores ya que cada ciudadano teóricamente debe obtener un trato imparcial de acuerdo a sus derechos y retribuirlo de acuerdo a sus obligaciones. El modelo real (Figura 2), es bastante diferente, ya que revela el hecho que la pretendida simetría social postulada por el modelo ideal no existe en la realidad. La posición real de la clase obrera no le permite hacer favores, mientras que la elevada posición de la clase alta no le permite entablar una relación social efectiva con las clases inferiores. Para un individuo de la clase media el acceso a favores de naturaleza burocrática, política y profesional, como también la posibilidad de interacción en un plano de igualdad, sólo se presenta con otro miembro de la clase media.[6]

La existencia del soborno implica la ausencia de cualquier tipo de relación personal, o de la mera posibilidad de tener amigos en común. Los casos de soborno o de cohecho se limitan principalmente a ciertos contactos entre la clase alta y la clase media, o también, entre distintos miembros de la clase media siempre que no lleguen a conocerse mutuamente. Este último caso se presenta por ejemplo, en la obtención de permisos de salida del país por intermedio de ciertas agencias de turismo, en que el cliente nunca llega a tener conocimiento personal de los arreglos que se hacen entre la agencia y el funcionario público que otorga el permiso.


Figura 1: Modelo ideal para el intercambio de servicios entre un miembro de la clase inedia (ego) y otro individuo perteneciente a cualquiera de las tres clases sociales chilenas. El pago por un servicio asume la forma de un sueldo, o de honorarios profesionales.

La institución de “compadrazgo” puede interpretarse como una expresión de solidaridad para la supervivencia del grupo social. La clase media carece de medios de producción y no realiza trabajo manual. Su principal recurso consiste en el control de la administración pública y privada, y en la manipulación del proceso administrativo que es necesario para el beneficio de sus miembros. Para ello se requiere de un sistema tácito de ayuda mutua. Este sistema tiene ciertas similitudes con el nepotismo. Sin embargo, el número de los parientes y compadres rituales es insuficiente para satisfacer las necesidades que tiene el individuo de aumentar su radio de acción social. El miembro de la clase media debe encontrar el mayor número de amigos con colocaciones estratégicas en los distintos niveles de la administración pública y privada: es absolutamente necesario, entonces, extender la red de parientes incorporándole a amigos, parientes de amigos, y amigos de amigos. Así cada miembro de la clase media ocupa el centro de una red extensa de relaciones personales interconectada por lazos de parentesco y amistad (Figura 3).


Figura 2: Un modelo para el intercambio de favores (servicios no incluidos en el desempeño normal de sus funciones. El intercambio equilibrado (compadrazgo) se produce solamente cuando ambas son miembros de la clase media.

6. VALORES Y ACTITUDES

La mayoría de los informantes revela cierta ambivalencia con respecto a sus relaciones de “compadrazgo”, y suelen manifestar incomodidad y reticencia al discutir los beneficios personales obtenidos, especialmente cuando son de tipo financiero, político o legal. Por una parte se confiesan libremente los favores de tipo burocrático; por otra, los beneficios más importantes obtenidos a través del “compadrazgo” se mencionan con cierto embarazo y con explicaciones atenuantes. La mayoría de los informantes está de acuerdo con que el “compadrazgo” no debería existir en una sociedad ideal, pero hay importantes diferencias individuales en el grado del rechazo. Algunos racionalizan el uso del “compadrazgo” como una respuesta a la situación de escasez en que debe vivir la clase media, y hacen notar que esta institución desarrolla rasgos positivos de amistad y cooperación entre las personas. En general se considera la ideología de la amistad y la ayuda desinteresada como un rasgo positivo y digno de ser preservado; por otra parte se reconoce también que el “compadrazgo” implica injusticias para terceras personas y aun para la sociedad en general. Esta ambivalencia de actitudes se basa, aparentemente, en un conflicto, latente entre la ideología de solidaridad de clase basada en amistad y reciprocidad, y la ideología se refleja, entre la ideología liberal de la libre empresa.


Figura 3: Mecanismo para extender la red social a través de la amistad. Un amigo común (AC) sirve para poner en contacto social para fines de compadrazgo a ego con ALTER, que no se conocían. A de A - amigo de amigo, es decir, un amigo de AC que no ha sido presentado a EGO.

Esta última ideología se refleja, entre otras, en el Código Civil (1885) cuya influencia en Sudamérica puede compararse a la del Código Napoleónico y que ha subsistido con cambios mínimos hasta el día de hoy. El Código Civil expresa los valores liberales de la élite basados en la tradición de la libre empresa. La clase media, por muy profundo que sea su respeto a la ley no puede identificarse enteramente con este tipo de valores. Su historia demuestra que ha apoyado el intervencionismo estatal en la economía, aun cuando luego entregó los frutos del desarrollo industrial a la empresa privada. En un nivel personal, la actitud de la clase media es el resultado:

–del profundo respeto al aparato legal y administrativo de la nación, de cuya manutención depende su sustento;

–de su tendencia a anteponer las lealtades personales y de grupo a los intereses impersonales del Estado.

Esta ambivalencia se refleja en la historia de la clase media. Su acceso al poder político, su rol en la creación de una burocracia poderosa que sirve de instrumento para la industrialización, su implantación de la legislación social, educación pública, vivienda y otros programas de seguridad social, que benefician a la clase media, pudieron llevarse a cabo dentro del marco político liberal. Aunque se otorga un reconocimiento verbal a la ideología de la libre competencia basada en el mérito individual, el comportamiento real la contradice constantemente. La amistad y la solidaridad de grupo generalmente toman precedencia sobre el mérito individual. Naturalmente los perdedores suelen sentirse amagados en sus derechos teóricos y se les consiente el derecho a protestar («derecho a pataleo»). Sin embargo un despliegue excesivo de resentimiento no sólo sería inútil, sino ridículo y de mal gusto. Una protesta que alega que el mérito debe tomar precedencia sobre las conexiones sociales se interpreta como evidencia de envidia. La actitud ideal del perdedor fue definida por un maestro en la siguiente forma: ‹›cuando no consigo un puesto porque otra persona tuvo mejores conexiones que yo, no me amargo por eso: pienso que con los años yo también tendré amigos que estarán en posición de ayudarme en la vida». En el fondo la competencia se considera como un mal necesario que se debe a la escasez de recursos, pero no se valoriza como una forma de probar el valor del individuo. La lucha por la vida es competitiva, pero tiende a pelearse en grupos y no individualmente. Por esto, el hecho de perder no afecta la valoración propia del individuo, como pudiera ser el caso si el éxito dependiera exclusivamente del mérito.

La ideología de amistad es igualitaria: «cualquiera puede tener amigos». Una consecuencia interesante del igualitarismo es la forma chilena de envidia institucionalizada llamada «chaqueteo», o sea el acto de figurativamente sujetar de la chaqueta al individuo que está subiendo. Los líderes ambiciosos y competitivos son sujetados para evitar que suban muy rápidamente por sus propios méritos: han de deber su éxito al consentimiento de sus iguales. Las armas del chaqueteo son principalmente unas bromas irónicas conocidas como «tallas», que representan la forma conocida y característica del humor chileno. Esta forma amistosa de agresión verbal debe ser contestada con una broma similar dirigida al agresor. Los individuos ambiciosos y serios suelen ser víctimas favoritas de las «tallas» y pueden llegar a ser tildados de arribistas a menos que renuncien a sus tendencias competitivas.

La ideología chilena de la amistad se cultiva desde la infancia y se refuerza toda la vida. A los niños se les anima a jugar y a visitarse con los niños de los vecinos, compañeros de la escuela, parientes e hijos de los amigos de la casa. Durante la adolescencia comparten sus confidencias con amigos íntimos y una vez adultos suelen compartir cada incidente de la vida en compañía de amigos. La familia de clase media chilena normalmente posee una vida social intensa, hospitalaria e informal en que los amigos llegan a la casa sin aviso previo. Tener muchos amigos no sólo es causa de placer sino también fuente de prestigio y popularidad.

Los chilenos que residen en el extranjero tienden a criticar los valores competitivos de clase media propios de las sociedades industriales, que en su opinión crean una existencia egoísta y aburrida. Ellos extrañan a sus amigos y el estímulo de hacer valer sus recursos personales en contra del sistema, dentro de un contexto estimulante de solidaridad de grupo. A los amigos chilenos se les atribuyen cualidades «humanas» sobresalientes que incluyen la disposición de ayudar al amigo en casos de necesidad. Un buen amigo es generoso en el sentido más amplio; debe compartir lo bueno y lo malo, sus experiencias y sus sentimientos privados y encontrarse siempre en la mejor disposición de hacer favores. En las palabras de Gouldner «existe un altruismo en el egoísmo que es posible gracias a la reciprocidad».[7]

El grado de ambivalencia sobre el “compadrazgo” puede depender de ciertas diferencias dentro de la clase media. En general, el rechazo al “compadrazgo” parece ser más explícito en la clase media superior (hijos de clase alta y de inmigrantes europeos de clase media). Un informante de este grupo calificó el “compadrazgo” como “una institución vergonzosa” aunque posteriormente confesó que la utilizaba para evitar restricciones burocráticas ya que el no hacerlo equivaldría a “suicidio”. La ideología liberal de la competencia y del mérito personal parece encontrarse más arraigada entre este grupo superior que prefiere las posibilidades de ascenso social a la solidaridad de grupo. Sin embargo, ellos también aceptan el “compadrazgo” como un hecho.

En conclusión, las actitudes y los valores propios del “compadrazgo” revelan un conflicto subyacente entre la ideología liberal de competencia y progreso basados en el mérito individual, (el espíritu de la ley) y la ideología de solidaridad de grupo.

7. DISCUSIÓN TEÓRICA

Desde el punto de vista de la antropología económica se analizan los modos de transacción e intercambio de recursos, trabajo, bienes y servicios en una sociedad, en base a tres patrones recurrentes básicos: reciprocidad, redistribución e intercambio de mercados. Cada una de las modalidades está contenida en instituciones específicas insertadas en las relaciones sociales.[8] El “compadrazgo” chileno es una institución de reciprocidad, no tanto bajo la forma de intercambio balanceado de un favor contra otro, sino más bien como una relación de distancia social variable que se asocia a intercambios de favores variables. Este intercambio de favores indican, además, la calidad de miembros de la clase media chilena.


Figura 4: Diagrama de distancia social, desde el punto de vista de EGO, de clase media. El “compadrazgo” opera en el plano horizontal; la distancia social en este plano fluctúa según relaciones de compadrazgo. La distancia social vertical permanece relativamente invariable y tiende a impedir el “compadrazgo”.

Sahlins ha propuesto el siguiente modelo de variedades de reciprocidad: “En un extremo del espectro tenemos la ayuda voluntaria, la dádiva menuda de la relación familiar, de la amistad y de las relaciones entre vecinos, ‘dádiva pura’ para usar el término de Malinowski y que no admite ninguna estipulación abierta de reciprocidad. En el polo opuesto tenemos la expropiación interesada, sea por astucia o por fuerza. Estos extremos son notablemente positivos y negativos en un sentido moral. Los intervalos entre ellos no son solamente grados de equilibrio material en el intercambio, sino también intervalos de sociabilidad. La distancia entre los polos de reciprocidad, es entre otras cosas, la distancia social”.[9]

Las relaciones de “compadrazgo” chileno constituyen en primer lugar un espectro de reciprocidades institucionalizado en una sociedad urbana moderna. La Figura 4 representa el continuo de distancia social desde el punto de vista de una persona chilena de clase media. “El compadrazgo”, es decir, el intercambio recíproco de favores inducido por amistad, ocurre solamente en el eje horizontal que representa la membresía en la clase media. Las denominaciones que tipifican la distancia social dentro de la clase media (“amigos íntimos”, “amigo”, “conocidos”, etcétera) son categorías del ego que sirven para clasificar sus relaciones. Un individuo puede pasar de una categoría a otra: los conocidos se vuelven amigos, amigos cercanos y hasta parientes a través del matrimonio. Por otra parte, las relaciones de parentesco o de amistad también pueden enfriarse o romperse totalmente. Este tipo de movilidad horizontal difiere claramente del modelo tribal propuesto por Sahlins, en que un individuo es clasificado como miembro de la “familia”, “linaje”, “villorio”, etcétera. Una de las diferencias entre la situación tribal y el “compadrazgo” urbano reside en el criterio de clasificación de confianza, menos tangible y menos permanente.

Consideraremos ahora el tipo de servicios que se intercambian en la institución de “compadrazgo”. Aquí las posibilidades son tan variadas que resulta difícil establecer categorías generales. Sin embargo, existe una escala mental de favores que ego utiliza al encarar la necesidad de resolver un problema particular. El uso del “compadrazgo” para resolver problemas implica la operación de parear el diagrama de distancia social con el tipo de favor que se solicita (Figura 5), de manera que la estrategia de ego (¿cuál es el amigo más apropiado para solicitar el favor?) se encuentra claramente influida por la distancia social, tal como lo propone Sahlins.

Además, no hay una correlación puramente estática entre el tipo de reciprocidad y la distancia social; existe además entre ellos una influencia mutua. Si la distancia social determina el tipo de favor solicitado, esa misma solicitud y su correspondiente resultado podrán cambiar la posición de los dos amigos en la escala de distancia social: un conocido se vuelve amigo íntimo en la escala de distancia social: un conocido se vuelve amigo íntimo al prestar un servicio particularmente valioso. Por otra parte un amigo puede volverse un simple conocido a raíz de su incumplimiento de las expectativas que correspondían a su posición inicial en la escala de distancia social.


Figura 5: Diagrama de pareo o calce de favores con la distancia social. Un favor importante normalmente se solicita de una persona de mucha confianza. En cambio, un favor de menos importancia podría solicitarse hasta de un desconocido, bastando que exista un amigo común.

La movilidad horizontal en la clase media chilena depende pues del flujo de transacciones recíprocas dentro de la red social. La revisión de la distancia social es un proceso continuo. En la situación tribal analizada por Sahlins, la institución de reciprocidad estaba incrustada en una estructura social relativamente estática: la cercanía residencial y de parentesco determinaba el tipo, la frecuencia y los términos del intercambio. En las sociedades primitivas el parentesco es «el principio organizador o el idioma de la mayoría de las relaciones sociales y de grupos».[10] Por otra parte, en la clase media chilena el principio organizador es la distancia social (confianza) y su idioma es el de la amistad en un contexto urbano y moderno.

Además de la diferenciación de distancia social horizontal (intraclase) debemos considerar también la distancia social vertical (interclase). Una verdadera reciprocidad de amistad y favores (“compadrazgo”) se practica solamente entre iguales del mismo nivel social. Si hay intercambio de favores entre individuos de diferentes clases sociales el modo de intercambio es cualitativamente diferente y refleja diferencias de poder y posición.[11] Según si el servicio es del miembro de la clase baja o de la clase alta, observamos dos nuevas formas institucionalizadas de intercambio que discutiremos más adelante:

–redistribución según se observa en un tipo de cacique político;

–intercambio de mercado, por ejemplo el cohecho o el soborno.

En el primer caso los favores se intercambian por votos políticos; y en el segundo caso contra dinero.

Debido a la transición gradual entre la clase media y las clases sociales adyacentes, es posible observar transiciones paralelas entre el “compadrazgo” y otras relaciones y modo de intercambio. El siguiente ejemplo fue aportado por un alto funcionario del sistema de educación superior.

Cierta vez tuve necesidad de pedir un favor a una modesta secretaria en una oficina pública. El favor consistía en obtener una copia inmediata de cierto documento que normalmente me hubiera costado varias semanas obtener. La secretaria consintió y yo discretamente le ofrecí alguna compensación. Por supuesto que hubiera sido totalmente improcedente ofrecerle dinero abiertamente; sin embargo, yo tenía la mejor disposición de pagarle, imagínese mi sorpresa cuando la señorita sugirió que la invitara a cenar. Se trataba de una muchacha muy simple, pero naturalmente no era el caso de disculparme. A la noche siguiente apareció ella con una amiga; los tres fuimos a un buen restaurante y mis acompañantes ordenaron una gran comida, probablemente la mejor que nunca habían comido.

Este ejemplo –por cierto representa un caso poco común– sugiere las siguientes conclusiones:

–el funcionario ofreció una compensación inmediata ya que estimaba que la distancia social entre él y la secretaria era demasiado grande en un sentido vertical para entablar una relación de “compadrazgo”;

–por el hecho de rechazar un pago en dinero la muchacha se colocó al mismo nivel social que el funcionario;

–aceptó sin embargo un pago material, pero el pago fue retrasado en un día y consistió en una invitación personal.

De este modo la reciprocidad se ceñía en apariencia a la ideología de amistad de la clase media. Por supuesto que el consumo del pago terminó automáticamente la relación entre el funcionario y la secretaria.

En conclusión, el sistema de intercambio de favores y amistad llamado “compadrazgo” es muy generalizado en la clase media y es muy sensible a las diferencias de posición social. Sus requisitos incluyen una igualdad social, más la ocupación de situaciones a un nivel compatible para intercambiar favores. Proponemos por lo tanto que la participación en el “compadrazgo” constituye un indicador de membresía en la clase media chilena.

8. REDISTRIBUCIÓN Y POLÍTICA

Petras[12] ha demostrado que la crisis del salitre en la década de 1920 causó una burocratización prematura de Chile. La clase media se concentró en el poder administrativo como un medio para perpetuar su existencia. Su expresión política más relevante constituyó el Partido Radical (fundado en 1843), partido que dominó la política chilena durante el periodo de 1920 a 1950. Inicialmente este partido promovió el desarrollo económico mediante la implementación de tarifas proteccionistas y otros medios legales que crearon un clima económico favorable para el auge de nuevas élites urbanas. Sin embargo, la industrialización de Chile acabó por retrasarse considerablemente. Hacia 1950 la tasa de desarrollo se estancó y “la clase de los empleados y de las profesiones liberales usó su influencia para incrementar las filas de la administración pública… a costa de nuevas inversiones del capital del Estado”.[13]

La influencia política de la clase media parece estar relacionada con ciertas formas características de intercambio. Muchos informantes afirmaron que el sistema chileno de partidos en general, y del Partido Radical en particular, se basaba en gran parte en el “compadrazgo”. A grandes rasgos el mecanismo es el siguiente. Un funcionario político usa su situación en la burocracia para hacer numerosos favores a sus amigos: exenciones de multas de tránsito, permisos municipales, empleos en la burocracia provincial, pensiones y fondos de retiro, etcétera. Eventualmente aumenta el número de tales “clientes” y el alcance de sus relaciones recíprocas hasta abarcar a personas que pueden reciprocar solamente con gratitud y adhesión política. Esta situación de intercambio desequilibrado conduce a la adquisición de poder, debido a la posibilidad de beneficiarse políticamente con los favores dispensados en el pasado. El funcionario político acaba por convertir favores en votos. Este proceso es gradual y en apariencia se asemeja una conversión de reciprocidad diádica a relación de redistribución: el apoyo político entregado colectivamente al político, significa poder que a su vez es convertible en recursos (dinero, empleos, contratos, favores burocráticos, influencia), recursos que pueden luego redistribuirse entre sus partidarios.

Resulta significativo anotar que este tipo de políticos siempre han surgido de la clase media. La redistribución comienza entre la clase media a medida que la distancia social horizontal rebasa el círculo de amigos y conocidos del candidato, y eventualmente abarca también a personas de clase baja, especialmente obreros y técnicos en el empleo publico o municipal. Existen conocidos ejemplos de caciques políticos, semejantes a aquellos descritos por Sahlins[14] que han logrado consolidar un grupo independiente de partidarios a través de este sistema. Éstos no representan el único tipo de políticos que surgen en Chile, y se han vuelto menos comunes ahora que la política chilena se encuentra dominada por partidos de ideología bien definida. Sin embargo, la historia de los gobiernos de clase media podría analizarse desde del punto de vista de una redistribución de beneficios sociales y económicos a la clase media y baja. A escala organizacional los grandes partidos de dase media representan centros de redistribución de beneficios sociales. Los caricaturistas políticos solían retratar el Partido Radical como una gigantesca olla de comida, rodeada de partidarios armados con cucharones.

9. “COMPADRAZGO” E INTERCAMBIO DE MERCADO

Yendo al extremo opuesto, un miembro de la clase media puede también vender sus favores impersonalmente a cambio de dinero, a personas de clase alta cuya distancia social es muy grande. En tales casos cualquier relación personal o de amistad se considera imposible. La aceptación del soborno implica un reconocimiento de inferioridad de clase, puesto que excluye la posibilidad de tener amigos en común o de ofrecer algún tipo de reciprocidad.

El soborno es esencialmente una forma de intercambio de mercado: un beneficio material mutuo se obtiene mediante “un contrato libre e informal”.[15] Aquí también existen etapas de transición entre “compadrazgo” y soborno, correspondientes a otras tantas diferencias de distancia social. Por ejemplo entre un industrial y un inspector de impuestos puede existir un “arreglo”, que consistirá en que este último pasa de vez en cuando a seleccionar una pieza de mercadería a su gusto: Nunca se le enviará una cuenta por este tipo de “adquisiciones”. Hay funcionarios públicos complacientes que reciben tarjetas de visita, con la invitación verbal de pasar a llevarse alguna mercadería con un descuento especial. Finalmente, ha aumentado…

[*] Me es grato expresar mis agradecimientos a los doctores James Anderson, Nelson H.H. Grabum, Guillermo de la Peña, François Lartigue, Ángel Palerm y Alfonso Villa Rojas por sus comentarios y sugerencias. Mi esposo el doctor Cinna Lomnitz colaboró con el diseño de las ilustraciones. Agradezco el permiso otorgado por el doctor George Dalton para publicar esta versión española de un trabajo publicado originalmente en el libro “Studies of Economic Anthropology” editado por el doctor Dalton para la Asociación Americana de Antropología (1971).

[1] James Petras: Negociadores Políticos en Chile, Monthly Review, enero-febrero, 1970, p. 123. Vega, Julio: “La clase media en Chile”; materiales para el estudio de la clase media en América Latina, Unión Panamericana, Washington, 1950, pp. 90-91. Ruiz Urbina, Antonio et al.: Estratificación y movilidad sociales en Chile, Centro Latinoamericano de Investigaciones de Ciencias Sociales, vol. 17, Brasil, 1961, pp. 16-17.

[2] Briones, Guillermo: “La estructura social y la participación política”, Revista Interamericana de Ciencias Sociales, 1963, p. 336.

[3] Vega, op. cit., pp. 86-87. Johnson, J.J.: “The Political Role of the Latin American Middle Sectors”, Anuals of the American Academy of Political and Social Science, 1961, p. 22. Gillin, John, “Some Signposts for Policy”, Social Change in Latin American Today, Vintage Books, N.Y., 1960. pp. 22-23. Petras, op. cit., pp. 107-111.

[4] UNESCO: Social Development in Latin America in the Post-Nar Period, E/C/N 12/650-1964, Mar del Plata, Argentina, mayo, 1963, pp. 104.

[5] La autora se considera un miembro de la clase media chilena. Los datos iniciales sobre el “compadrazgo” provenían de un grupo de alrededor de 29 estudiantes chilenos en la Universidad de California, entrevistados en Beckeley en 1966. El trabajo de campo fue completado en Santiago durante el periodo 1967-68 incluyendo entrevistas abiertas, no estructuradas, con muchos amigos y conocidos, además de observación participante del “compadrazgo” en una gran variedad de situaciones. Sería interesante investigar las modificaciones que se han producido en las formas del “compadrazgo” y de las relaciones de intercambio entre clases a raíz de los cambios políticos ocurridos en 1970, cuando subió al poder una coalición de partidos de izquierda.

[6] Es probable que existan sistemas de reciprocidad de favores similares al “compadrazgo” tanto en la clase alta, como en la clase obrera. Sin embargo, este tema rebasa los objetivos de este trabajo.

[7] Alvin M. Gouldner: The Norm of Reciprocity, American Sociological Review, vol. 25, 1960, pp. 173.

[8] Karl Polanyi: Trade and Market in the Early Empires, Karl Polanyi, Conrad Arensberg y Harry M. Pearson (Eds.), The Free Press N.Y. 1957; p. 250.

[9] Marshall D. Sahlins: “On the Sociology of Primitive Exchange”, The Relevance of Models for Social Antropology: A.S.A. Monograph 1; Michael Banton (ed.), Tavistock Pub., 1985, p. 144.

[10] Sahlins, op. cit., p. 150.

[11] Peter Blau: Exchange and Power in Social Life, John Wiley and Sons Inc., N.Y., 1964, p. 22.

[12] Petras, op. cit., p. 15.

[13] Félix, 1961; en Petras, op. cit., p. 317.

[14] M.D. Sahlins: “Poor Man, Rich Man, Big Man, Chief: Political Types in Melanesia and Polynesia”, Comparative Studies in Sociology and History, vol. 5, 1964, pp. 285-300.

[15] Bohannan, Paul: Social Antropology, Holt, Rinehart and Winston, N.Y., 1963, p. 231.

Redes sociales, cultura y poder

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