Читать книгу Procesos políticos de América Latina - Leandro Gamallo - Страница 4
ОглавлениеIntroducción
Daniel Vázquez y Julio Aibar
Este volumen es producto del trabajo realizado en el seminario de investigación “Procesos políticos contemporáneos de América Latina” de la Flacso México. En ese marco, cada uno de los capítulos que lo componen fue exhaustivamente comentado y debatido. Se trata de una obra que, si bien reúne textos en los que los autores presentan miradas e inquietudes particulares, es también un trabajo colectivo.
Mientras el aspecto particular se manifiesta en la diversidad de temas que se tratan y en las diferentes perspectivas desde las que se analizan, el interés colectivo se expresa en el reconocimiento del contexto de producción de los documentos —sobre todo en la ponderación de sus principales rasgos—, así como en la posición crítica que asumimos frente al fenómeno político, social y económico denominado neoliberalismo.
Asumir y anunciar desde un inicio nuestra posición crítica respecto al neoliberalismo no busca establecer una empatía inmediata con otros lectores críticos. Con ello queremos dar cuenta de nuestro lugar de enunciación y de una apuesta política específica que, en lugar de eximirnos de buscar y dar explicaciones, nos exige preguntarnos sin rodeos y más sistemáticamente a qué y por qué nos oponemos. Preguntarnos qué es el neoliberalismo nos permite, por un lado, volver sobre algo que conocemos, pero sólo parcialmente y, por el otro, distanciarnos de los dogmatismos que han hecho de ese término el sinónimo de todos los padecimientos, independientemente de la época y el lugar, o, por el contrario, una nueva versión del paraíso.
Comprender mejor el neoliberalismo no sólo nos ayudará a dar cuenta más sólidamente de una conformación política e ideológica, también —y ése es quizá el interés central de los autores aquí reunidos— nos ayudará a reconocer mejor los problemas de nuestra región. Esto es así porque, en primer lugar, muchos de esos problemas fueron causados por el neoliberalismo, pero también porque en éste se expresan, sintonizan o procesan —de un modo no correcto según nuestra apreciación— otros problemas. Creemos que muchas veces la crítica al neoliberalismo abusa en imputarle problemas de otro orden y época. Por ende, ni los ensalzadores ni los críticos del neoliberalismo han ayudado demasiado a conocerlo.
Buena parte de las debilidades, tanto de las lecturas críticas como de las halagadoras, se debe a cómo caracterizan y conciben el neoliberalismo. Curiosamente, cuando estas caracterizaciones y concepciones se enlazan con ciertos efectos que se le atribuyen, conducen frecuentemente a una verdadera paradoja. Por un lado, reducen el fenómeno aludido a una de sus posibles dimensiones (sobre todo la económica); por el otro, le atribuyen una capacidad inconmensurable tanto para impactar como para configurar el conjunto de la vida social y política. Ello da cuenta de que ambas lecturas comparten el supuesto de que la sociedad y la política están absolutamente pautadas por la economía.
Los autores de este volumen pensamos que, efectivamente, el neoliberalismo produjo un fuerte impacto en nuestros países a nivel económico, en la organización estatal y social, y en los modos en que se configuró la democracia. En suma, el neoliberalismo impregnó de tal modo cada una de las capas y ámbitos de la vida social y política en la región que, como ya se dijo, sus alcances y consecuencias son todavía desconocidos. Pero pensamos también que ese impacto fue posible no porque se tratara sólo de un plan o modelo económico, sino de una política integral de configuración de un nuevo orden social. Se trata de un conjunto complejo y cambiante de ideas y prácticas que, además, contiene una cosmovisión en la que se inscribe una concepción de las personas como individuos racionales autointeresados, de un Estado cuyo cometido central —casi excluyente— es garantizar el funcionamiento del libre mercado; que circunscribe a la política las instituciones liberales, reservándoles el destino único de agregar intereses y que define a la democracia como un conjunto de procedimientos destinados a seleccionar a la élite gobernante.
Aunque compartimos con otras lecturas críticas que el neoliberalismo —en la aplicación de sus políticas— requirió y requiere de un fuerte despliegue represivo —cabe recordar al respecto que el gobierno de Pinochet en Chile fue uno de los primeros en aplicar medidas de ese corte—, creemos también que ha intentado desarrollar estrategias de consenso con un distinto grado de éxito en cada país. No se explicaría de otro modo la aceptación de la que aún goza en amplios sectores sociales y políticos en el mundo. Desconocer esta característica puede conducir al engaño. Tampoco debe soslayarse que, aunque aplicó “remedios” que resultaron peores que la enfermedad, el neoliberalismo se nutrió, sintomatizó, expresó y, en algunos casos, procesó problemas crónicos de la región: de articulación Estado-sociedad, de inoperatividad estatal, de retraso tecnológico, de modernización y de representación política, entre otros. Ésa fue la tierra fértil de la que se sustentó su prédica, por ello, pese al rechazo que nos puede provocar, debe llevarnos a retomar y a darle otro sentido a sus principales promesas incumplidas.
Uno de los aspectos principales para hacer de esta obra un trabajo colectivo fue acordar y compartir una caracterización del contexto de producción. Casi un sinsentido si se advierte que ese contexto está absolutamente dado, ya que es ajeno a la evaluación que de aquél se puede hacer. Sin embargo, en nuestro grupo de investigación consideramos que esto no es así, pues el con-texto (entendido como las disposiciones estructurales, pero también como el marco significativo que no sólo propicia y dificulta ciertas prácticas y no otras, sino que además ofrece un conjunto de referencias para la observación y evaluación de éstas) es, al menos parcialmente, una construcción que los diferentes actores participantes de la vida social y política hacen del neoliberalismo. Ello no implica postular que esos actores manipularían o acomodarían la realidad a su antojo; lo que se quiere decir es que las significaciones atribuidas a la vida política y social —en tanto interpretaciones, reconocimiento de antecedentes, establecimiento de causalidades, delimitación de responsabilidades, etc.— son productos y productoras de esa vida social y política. Éstas configuran, por ejemplo, los límites de lo que se pensaría, creería y esperaría, y así recursivamente establecen las pautas de qué se valora, jerarquiza y pondera.
Así entendidas, se convierten en guías para la acción. Esto es muy claro, por ejemplo, en situaciones en que aun cuando se comparte una cierta descripción de hechos y resultados, diferentes actores políticos o académicos imputan causalidades opuestas a esos hechos. Así, para muchos analistas, el sensible incremento de la pobreza extrema que experimentó México en los últimos años es producto de la aplicación de las llamadas “recetas” neoliberales; para otros, en cambio, la causa y explicación de ese incremento se encuentra en la falta de profundidad de tales medidas. Conviene recordar que la lucha política y el debate académico comienzan por intentar definir el contexto, una descripción aceptada de la realidad.
Ahora bien, ¿cuál es la idea compartida de contexto? Básicamente pensamos que vivimos un momento histórico-político particular en que el llamado neoliberalismo, tanto en sus premisas como en sus modalidades y resultados, es seriamente cuestionado. Pese a que el momento actual es parte de un proceso abierto, cuya manifestación es diversa con alcances que todavía desconocemos, creemos que su rasgo característico es que el neoliberalismo, configurado como discurso único en los años noventa, ha dejado de serlo. Esto implica que su capacidad para pautar el conjunto de la práctica política y social se ve profunda, pero también desigualmente deteriorada. Queremos decir con esto que ya no son algunas voces aisladas las que plantean su desacuerdo y que éste ya no es propiedad exclusiva de la izquierda ortodoxa; la diferencia sustantiva respecto de los años noventa es que el neoliberalismo se enfrenta a corrientes, grupos, movimientos y partidos, con amplia fuerza interpelatoria e importante capacidad de contestación y rechazo, que, en algunos casos, aunque cuestionemos sus alcances, han llegado incluso a fundar gobiernos cuya legitimidad e identidad se configuró en ese rechazo.
No es una obviedad reconocer el deterioro del neoliberalismo, pues ese reconocimiento se enfrenta al menos a dos contraargumentos: uno proveniente de la izquierda ortodoxa, la cual considera que los gobiernos autonombrados alternativos mantienen la esencia neoliberal; el otro, de la propia derecha neoliberal, que si bien considera que esos gobiernos son un verdadero retroceso, pronostican su inminente fracaso y su carácter pasajero. Consecuentemente, mientras para la primera el neoliberalismo no está siendo realmente desplazado, sino que atraviesa por un periodo de cambio de fachada; para la segunda, su debilidad es parcial y pasajera, ya que en realidad no hay ninguna alternativa viable a ese modelo.
En este proceso, algunos capítulos de este volumen dan cuenta de la conformación del neoliberalismo como un discurso único y, en ciertos casos, con la intención de conformar un discurso hegemónico. En su exposición, Julio Aibar y Paula Valle de Bethencourt señalan que la caracterización ofrecida por el historiador Loris Zanatta sobre el peronismo, como una expresión política organicista, no es sólo históricamente desacertada, sino que se cimienta en características que definen al discurso único: la de delimitar el campo de lo posible y aceptable, a partir de sus principios y, consecuentemente, la de no reconocer legitimidad alguna a fenómenos que no fundan su práctica en esas mismas premisas. También es propio del discurso único reducir fenómenos complejos a uno de sus posibles rasgos, expresiones o manifestaciones concretas. Esto es, según los autores, lo que hace Zanatta al confundir el fenómeno de la individuación con el de la individualización (una de la posibles expresiones ideológicas de la primera), para después atribuir al liberalismo político las características centrales de la modernidad. A partir de ahí, consecuentemente, toda expresión política no liberal es para Zanatta no moderna, cuando no directamente antimoderna.
Al igual que Aibar y Valle, Jorge Luis Duárez Mendoza y Fernando Munguía Galeana describen los procesos mediante los cuales el neoliberalismo se erigió, desde fines de los noventa, como discurso único en Perú y México, hasta dar sus primeras muestras de deterioro en la segunda mitad de la década pasada. Como señalan estos autores, el otrora modo dominante de percibir, pensar y actuar, se empieza a enfrentar con contestaciones creíbles. En el caso mexicano, en el periodo abierto por Carlos Salinas de Gortari, y en el de Perú, por el gobierno de Alberto Fujimori, se habría construido una primacía tal del neoliberalismo que, dadas sus características, se asemeja a lo que Gramsci y Laclau, entre otros, conceptualizaran como hegemonía. Aclaran además que, pese a la pérdida sustantiva de credibilidad por la que atraviesa el neoliberalismo, no estamos ante su caída libre. El actual es un proceso complejo, con avances y retrocesos, cuyas difusas manifestaciones son, en el caso de Perú, el triunfo de Humala que, independientemente de lo que hiciera en el gobierno, representó a sectores que cuestionaban seriamente al modelo. Y, en el de México, el deterioro estaría representado por la conformación de un nuevo centro político sobre la base del cuestionamiento a las prácticas autoritarias que siguen dando sustento al neoliberalismo.
En algunos capítulos, los autores caracterizan el deterioro del dominio neoliberal con el término “crisis”. Los coordinadores preferimos no plantear la cuestión en esos términos en esta introducción por varias razones: una es que, por el abusivo empleo del término, tanto en la lucha política como en el discurso académico, se ha vuelto muy vago e impreciso; otra es que sus significados aluden frecuentemente a caída inminente, incapacidad para regenerarse o redefinirse, apreciación que deriva con frecuencia de ciertos discursos que en décadas pasadas asumieron grados importantes de determinación histórico-teleológica. Nosotros, en cambio, pensamos que el neoliberalismo no está necesariamente condenado a morir, ya que puede mutar, revitalizarse e incluso radicalizarse.
En resumen, creemos que el actual es un proceso abierto, no predeterminado, cuyas trayectorias y desenlaces serían diversos y que, como todo momento histórico, se presentan constantes avances, retrocesos y redefiniciones en una u otra dirección. Se trata así de un momento que, más allá de la retórica o apreciación de sus principales actores, es extremadamente “impuro”.
Daniel Vázquez y Francisco Cantamutto, así como Agostina Costantino, en sus respectivas colaboraciones, son particularmente ilustrativos tanto de la impureza del proceso, como de la heterogeneidad que lo habita. En “El poder empresarial en Argentina: la negociación de la deuda”, Vázquez y Cantamutto dan cuenta de que, lejos de lo que plantean las propagandas a favor y en contra del gobierno argentino actual, respecto de la negociación de la deuda externa de ese país, ésta no fue un triunfo categórico ante las pretensiones de los organismos multilaterales de crédito (versión oficialista), tampoco una ruptura con el orden internacional que puede llevar al país a su total aislamiento (versión de la oposición). Se trató, según los autores, de un proceso con algunos avances, pero también con muchísimos retrocesos respecto, por ejemplo, de los condicionamientos que poderes fácticos, en particular de ciertos grupos empresariales, imponen a autoridades democráticamente electas.
En esa línea, Agostina Costantino presenta la situación actual del agro argentino, donde se libra una fuerte disputa por la conducción del sector y, probablemente con ello, el surgimiento de una nueva hegemonía. Para la autora, dicha disputa está pautada por la combinación de dos factores fundamentales: por un lado, el sustantivo crecimiento económico de todos los sectores componentes del agro, por el incremento de la exportación de soja; y por el otro, el fortalecimiento relativo de un sector que no era dominante, producto de la devaluación implementada en 2001.
Ambos capítulos dan cuenta no sólo del deterioro del neoliberalismo, sino también de la profundidad de las huellas que dejó y de la sinuosidad que representaría la búsqueda de salidas o redefiniciones.
En cuanto a la posición compartida de crítica al neoliberalismo, cabe aclarar que éste no fue un acuerdo buscado y que en los distintos trabajos se manifiesta de un modo diverso: mientras algunos autores apuntan a la dimensión ideológica, para evidenciar sus potencialidades autoritarias (Aibar y Valle), o para mostrar una visión restrictiva y excluyente del régimen político (Pereyra, Contreras Alcántara); otros denuncian las consecuencias concretas de la ejecución de políticas que aceleraron el deterioro económico (Costantino, Vázquez y Cantamutto), o que debilitaron las capacidades del Estado en tanto actor que puede propiciar una mayor integración social (Gamallo), al tiempo que fortalecieron su capacidad represiva (Velázquez, Pereyra). La diversidad de la crítica quizá se deba no sólo a las distintas miradas de los autores, sino también a que el neoliberalismo no es una conformación homogénea, con un mando central que define metas y modalidades únicas.
Así, mientras Gamallo funda su explicación de los linchamientos en México en el deterioro e incluso abandono del Estado, Velázquez, en una lectura poco convencional pero convincente, que parte de ponderar especialmente los factores que propiciaron el crecimiento exponencial del narcotráfico en México, propone entenderlo no como producto de la debilidad estatal, sino como una nueva forma de construcción de orden social implementado por las élites e instrumentado por medio de una red de alianzas que incluyen esferas sustantivas de los distintos niveles de gobierno.
Por su parte, Guillermo Pereyra, en “El conflicto popular de Oaxaca en 2006. Revuelta y comunidad”, al analizar un conflicto que nace de demandas sectoriales de los maestros, estudia una particular convergencia de modos tradicionales de dominación —el caciquismo—, con el ejercicio de un régimen político que reduce la democracia a un conjunto de reglas para la selección de élites gobernantes. Dicha convergencia es en especial evidente en el rechazo conjunto del caciquismo y de los exponentes de la democracia procedimental, a cualquier expresión de la comunidad.
***
El presente volumen se conforma de ocho capítulos, en los que se analiza esencialmente tres países: México, Argentina y Perú. Si bien estas problemáticas están claramente determinadas en el texto, se trata de situaciones propias de toda América Latina, por lo que cada capítulo sirve para pensar condiciones semejantes en toda la región.
En el primer capítulo, “La formación del orden hegemónico. Límites y aperturas del neoliberalismo en Perú y México”, Jorge Luis Duárez Mendoza y Fernando Munguía Galeana discuten los principales ejes articulatorios en torno a los cuales fue posible la implantación del neoliberalismo en Perú y México, no sólo como proyecto económico, sino en particular como un nuevo orden social hegemónico que desmontó una forma de socialidad estructurada en las décadas precedentes (nacional-popular), imprimiendo así un nuevo sentido. Como todo proyecto histórico emergente, el neoliberalismo echó mano de elementos nacionales (estructura económica, cultura política, régimen político, etc.) para enlazarlos con mecanismos de dominación globalizada que le permitieron asegurarse un equilibrio precario que alcanzó por momentos la forma de un orden hegemónico.
A partir de algunos conceptos de las obras de Antonio Gramsci y Ernesto Laclau, en particular el concepto de hegemonía, Duárez y Munguía analizan la especificidad de este proceso en Perú y México, tratando de destacar lo que puede pensarse como límites del modelo en cuestión, los cuales darían pauta a ciertas aperturas (crisis, como horizonte de visibilidad) que en ambos casos van marcando las principales tendencias sociopolíticas. En Perú, el triunfo de Ollanta Humala, en su segunda candidatura a la presidencia, es sin duda la evidencia de la imposibilidad de la clase dirigente y de la clase dominante de seguir conservando la estabilidad del modelo sin la inclusión de los sectores populares. En México, si bien no se consiguió en 2006 la alternancia política, lo cierto es que desde entonces se está configurando un nuevo centro político sobre la base del cuestionamiento a las prácticas autoritarias que siguen dando sustento al neoliberalismo.
En el segundo capítulo, “El problema del narcotráfico y las formas de ejercer el Estado en México”, Adrián Velázquez se ocupa del contexto de la guerra contra el narco en México como un asunto de élites. Sin la red de alianzas y complicidades que se fueron tejiendo desde la cúpula del poder, señala Velázquez, es imposible concebir la extensión del narcotráfico a todo el país y a todas las esferas de gobierno. Sugiere, por ello, estudiar el surgimiento de la actual guerra contra el narco en su vinculación con el orden social y político en el que emerge. Desde su perspectiva, el problema de seguridad que vive actualmente México resulta de una particular manera de organizar el espacio político nacional. No es, por tanto, síntoma de un Estado fallido, sino la forma misma en la que se ejerce el Estado en México. En palabras de Velázquez:
Respecto a los intereses y objetivos de la obra colectiva de la que es parte, el texto se replantea la relación entre Estado y sociedad en dos dimensiones estrechamente relacionadas. Por un lado, al romper con la interpretación liberal de esta relación y cuestionarse sobre las estrategias de gubernamentalidad por las cuales el Estado es capaz de moldear una sociedad. Por el otro, se discute y se matiza la idea de que el orden neoliberal es pura ausencia de estatalidad. En este sentido se intentará reconstruir las necesarias imbricaciones entre la esfera social y las estrategias de gestión del conflicto puestas en marcha desde el Estado.
En el tercer capítulo, “El conflicto popular de Oaxaca en 2006. Revuelta y comunidad”, Guillermo Pereyra analiza la transformación de un conflicto docente rutinario, en una de las crisis políticas más importantes de las últimas décadas, que culminó también con una de las represiones más fuertes en la historia de Oaxaca a manos de la Policía Federal Preventiva (PFP). En particular, Pereyra se interesa por observar la comunidad expresada a través de la revuelta, en un contexto de articulación del discurso de la “democratización” (alternancia partidaria, ciudadanía responsable, reglas civiles de elección, mecanismos de responsabilidad pública, respeto a los derechos humanos, etc.) con formas autoritarias de ejercicio del poder en los niveles de gobierno federal y estatal. El conflicto oaxaqueño, específicamente el surgimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), permite comprender la dinámica de la comunidad de los ciudadanos sin opciones. En el caso de la APPO, este movimiento combinó la estrategia de la revuelta permanente y un sistema organizativo de consejos y asambleas que se presentaron como una alternativa a la organización autoritaria y caciquil del estado oaxaqueño.
En el cuarto capítulo, “Discurso chacarero y disputas hegemónicas en la pampa argentina”, Agostina Costantino analiza las disputas hegemónicas que se configuraron entre los distintos actores que integran el campo pampeano, después de la devaluación argentina de 2001. Constantino se genera una pregunta fundamental: tomando en consideración el nuevo contexto socioeconómico luego de la devaluación en Argentina, y el aumento en los ingresos para la mayoría de los sujetos sociales rurales, ¿es posible la construcción de una constelación hegemónica en el agro por parte de unos actores sobre otros? La autora discute, además, la pertinencia teórica del uso del concepto “hegemonía” en su aplicación a análisis sectoriales.
En el quinto trabajo, “El poder empresarial en Argentina: la negociación de la deuda”, Daniel Vázquez y Francisco Cantamutto analizan una de las principales decisiones políticas que quedó pendiente tras la elección presidencial del año 2003: la renegociación de la deuda. Ellos señalan que suele considerarse que con la exitosa negociación culminada en 2005 el gobierno argentino fue el que más ganó, no sólo porque volvió con éxito al mercado financiero mundial, sino porque obtuvo mayor autonomía frente al capital financiero, incluyendo al FMI. Añaden luego que parece ser que en realidad el más interesado en una salida negociada de este conflicto era justamente el capital financiero internacional. A partir de ese análisis, concluyen que los poderes fácticos suelen encontrarse en múltiples decisiones políticas y logran presentar sus intereses particulares como si fueran generales o bien público, un hecho común en los regímenes democráticos que ha sido obscurecido por los análisis institucionales.
En “Los linchamientos en México: una tipología posible”, Leandro Gamallo propone un análisis político de los linchamientos, partiendo del enfoque relacional de la acción colectiva. Así, el análisis descriptivo al nivel de la acción le permite la construcción de una tipología y una relación concreta entre la presencia cada vez mayor de un tipo de linchamiento con la crisis estatal en el territorio mexicano.
Por su parte, Javier Contreras Alcántara en “La experiencia democrática en el México contemporáneo: variaciones conceptuales y límites de sentido”, destaca que al terminar la primera década del siglo XXI, México atraviesa una situación paradójica respecto de su democracia: la sociedad demanda un mayor comportamiento democrático de los actores políticos y un mejor rendimiento de la democracia, sin considerar que su participación también es necesaria y que, por ende, es un actor político más allá del simple papel de elector. Para Contreras, tal situación invita a reflexionar acerca de las características que han enmarcado el desarrollo de la democracia en México, no en el sentido de dar cuenta de las reformas políticas que condujeron a la alternancia democrática del año 2000 o de realizar un estudio sobre cultura política, sino aclarar las ideas y situaciones que han sido el escenario de la institucionalización de la democracia, a partir del análisis de la comprensión de ésta y del proceso de institucionalización del régimen priista (1940) hasta llegar a nuestros días. Con el fin de abordar el tema y para comprender el funcionamiento de la democracia en sociedades concretas propone dar cuenta de la constitución del sentido en la creación histórica de la realidad social, bajo la forma del ordenamiento institucional que se denomina régimen democrático. Así, para comprender por qué en algunas sociedades la democracia funciona mejor o por qué los ciudadanos se encuentran más satisfechos con ésta, cabría preguntarse también, ¿cómo ha sido posible el orden democrático vigente de esa sociedad históricamente situada?, ¿cómo se ha pensado la democracia en el transcurso del tiempo?, ¿ante qué problema(s) o situación(es) se ha presentado la democracia, en su forma históricamente situada y contingente, como una solución? Para responder tales preguntas, Contreras emprende una ruta que relaciona el cambio político con el cambio conceptual, ruta con la que se persigue trazar, al menos generalmente, una perspectiva de las formas en que se ha pensado la democracia en México desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad (1940-2010).
Finalmente, en el último capítulo, “Populismo y organicismo: ¿un encuentro natural?”, Julio Aibar y Paula Valle de Bethencourt cuestionan uno de los lugares comunes a los que acuden frecuentemente las lecturas críticas de los populismos: su supuesto carácter organicista. La crítica de Aibar y Valle en realidad toma como base la lectura que el Loris Zanatta ha hecho del peronismo, por considerarla históricamente inexacta y por imputar indebidamente a ese fenómeno político ciertas características supuestamente provenientes de un núcleo ideológico de origen cristiano-populista. Para los autores, opuestamente a lo que Zanatta sostiene, el peronismo fue y es un producto complejo que reconoce diversos antecedentes, ninguno de los cuales es absolutamente determinante en todo momento y circunstancia. Por otra parte, el desempeño político concreto y real del peronismo demuestra que es imposible reducirlo a un único lugar de enunciación y que gran parte de sus acciones se deben más al pragmatismo que al dogmatismo que Zanatta le atribuye.
***
Este libro forma parte de un largo proceso de reflexión iniciado en 2005, cuando se creó el seminario de investigación “Populismo, buen gobierno y justicia social”,[1] en el que interactuamos alumnos e investigadores de diversas instituciones académicas. Más interesante es que a la Flacso México llegan cada año estudiantes de varios países de América Latina, por lo que, en las distintas sesiones de debate del seminario, a lo largo de estos años han asistido investigadores y alumnos de casi todos los países de dicha región.
De 2005 a la fecha hemos publicado tres volúmenes colectivos que perfectamente identifican los intereses analíticos por los que ha transitado este seminario. En el primer volumen, Vox Populi. Populismo y democracia en Latinoamérica (2007), comenzó a esbozarse la pluralidad del grupo, tanto en la óptica de los fenómenos sociales analizados, como en su metodología. En este libro se encuentran, por lo tanto, textos de reflexión puramente teórica, con un alto grado de abstracción y complejidad, que recuperan las discusiones en torno al concepto de populismo en sus confrontaciones con la democracia liberal-procedimental. Son textos que, si bien se escriben desde la teoría política, contienen una importante base empírica que se despliega con mayor puntualidad cuando se analizan los casos de Ecuador, Bolivia, Venezuela y Paraguay.
El segundo volumen, Política y sociedad en México. Entre el desencuentro y la ruptura (2008), lo dedicamos al caso de México utilizando como trasfondo analítico el fenómeno populista, así como las cerradas y debatidas elecciones de 2006. Es un libro dedicado al problema de la construcción nacional y al análisis del discurso en las campañas de 2006, la relación del populismo con la cultura política en el marco de las elecciones mexicanas, y la relación del populismo y la economía en el discurso de Felipe Calderón y de Andrés Manuel López Obrador. Asimismo, contiene trabajos acerca del conflicto en Oaxaca, que tuvo como marco la elección de 2006 y el movimiento de masas.
El tercer volumen, ¿Autoritarismo o democracia? Hugo Chávez y Evo Morales (2009), tiene como tema los procesos políticos contemporáneos en Bolivia y en Venezuela.
En estas tres obras colectivas hay dos líneas de continuidad: la primera se refiere a la forma de plantear la relación entre la democracia y el populismo, la cual es mucho más compleja que el simple antagonismo con el que se le suele identificar, y en la que, más que dos conceptos opuestos (democracia y populismo), se hallan dos elementos entrelazados a partir de las expectativas generadas e incumplidas por la democracia, cuya consecuencia ha sido la aparición de gobiernos populistas. Así, se presenta al populismo como una reacción correctiva frente al desencanto con la democracia realmente existente, la cual se aleja de la idea de soberanía popular, de la participación de las masas y de la recuperación de demandas de justicia sustancial. La segunda línea de continuidad se refiere a la complejidad en la construcción de la cuestión social.
A partir de 2010, en el seminario de investigación consideramos que aunque el análisis de los gobiernos populistas conservaba su relevancia, era necesario ampliar la mirada a otro tipo de procesos políticos que nos permitirían revisar la nueva conformación política y social de Latinoamérica. Así, sin extraviarnos en la forma de pensar las interacciones en la construcción de lo político y lo social, decidimos ensanchar el espectro y cambiar el nombre del seminario a “Procesos políticos contemporáneos de Latinoamérica” <http://ppcal.flacso.edu.mx/>. El primer producto de esta nueva etapa se encuentra en sus manos, esperamos que les sea útil para pensar a nuestra América Latina.
Si este libro ayuda, aunque sea mínimamente, a conocer mejor al neoliberalismo y, consecuentemente, a nuestra región, habremos cumplido con nuestras aspiraciones.
[1] El seminario sesiona desde septiembre de 2005 en las instalaciones de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede México (Flacso México). Los integrantes del seminario realizamos reuniones quincenales y algunos simposios intensivos de carácter semanal donde se discuten documentos que se publican en revistas o en libros, tesis de maestría y doctorado, o como ponencias que se presentan en conferencias y congresos nacionales e internacionales.