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Capítulo 1 Cassie

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—¡Mira! ¡Por ahí! —gritó una voz.

Mi cabeza se levantó al sonido del agua salpicando. Una sombra se movió, cargando algo grande. Froté mis ojos borrosos, por las lágrimas o el alcohol, no lo sabía.

—¡Son ellos! —gritó Mandi.

Un resplandor azul parpadeó alrededor del cuello de la sombra.

—¡Cody!

Me puse de pie, corriendo hacia él. Ya se había formado una multitud cuando llegue ahí. El llanto de Bianca se podía oír por encima de los susurros de la multitud. —Nic, ¡despierta! ¡Nic!

Mandi y yo nos abrimos paso entre la multitud. Nic yacía de espaldas, pálido e inmóvil.

Mis ojos se movieron ansiosamente hacia Cody. Su pelo estaba pegado a su frente. El agua corría por su cuerpo empapado. Su cara no tenía expresión. Cuando sus ojos azules se encontraron con los míos, una sensación fría me golpeó en lo más profundo del estómago. Algo estaba mal. Antes de que pudiese decir nada, Mandi me apartó del camino y comenzó a ladrar órdenes.

—Le hare RCP. Cody, conduce hasta la casa del Sr. Wilson y llama al 911. Es lo más cercano. Cassie, ve con él y enséñale dónde es.

—Sabes RCP? —pregunté.

—No. Pero alguien tiene que hacer algo.

—¿Cómo sabes qué hacer? —La vi arrodillarse junto a Nic.

—Vi a Gopher dando RCP en un episodio de “El Crucero del Amor” —Ella quedó suspendida sobre Nic por un momento, dudando. Luego miró furiosamente a Cody—. ¿Por qué sigues aquí? ¡Ve! ¡Muévete!

El labio de Cody se crispó, y yo tarde en reaccionar. Froté mis ojos, preguntándome cuanto alcohol había en el ponche que había tomado. Él no podía estar riéndose en una situación como ésta. ¿O sí?

Mandi colocó sus manos sobre Nic, presionando sobre su pecho muscular. —Vamos Nic. Despierta.

Ella pellizcó su nariz, cerrando sus fosas nasales. Luego tomando una respiración profunda, ella colocó sus labios sobre los de él.

—Oh por Dios. Despierta, Nic —Sollozó Bianca.

Mandi levantó su cabeza, falta de aire. —No mueras, Marcelli —gruñó.

Justo mientras ella le cubría la boca, de repente los brazos de Nic se envolvieron alrededor de ella, tirando de su cuerpo sobre el suyo. Los brazos de Mandi se agitaron cuando su mano tejió debajo de su cabello, manteniendo su cabeza en su lugar mientras la besaba. La multitud gritó y silbó.

—Ve a por ello, Marcelli!

—¡Eres el hombre!

—Nic, ¡idiota! —Bianca pateó su pierna y se fue enojada con un par de sus amigas animadoras.

Mire a Cody, y su cara se rompió en una sonrisa.

¡Esa rata! Estaba muy preocupada. Pensé que lo habíamos perdido y todo lo que él podía hacer era pararse ahí viéndose todo sexy con la ropa mojada pegada a su cuerpo. Parte de mi quería darle un pedazo de mi mente, y la otra parte quería reírse del alivio.

Y una pequeñita parte de mi quería saltarle encima.

—Me alegro que estés bien —Dije finalmente cuando fui hacia él —Pero tan rápido como Nic deje ir a Mandi, es hombre muerto.

—Sí, se lo advertí, pero quiso hacerlo de todas maneras.

—Es probable que ella venga por ti luego.

—No estoy seguro de eso —Dejó caer su vista hacia abajo, viendo los pequeños puños de Mandi volando mientras golpeaba a Nic.

Y luego sucedió algo milagroso. Ella tejió sus dedos en su cabello oscuro, profundizando el beso mientras finalmente se rendía al apuesto mariscal de campo. Se veían tan lindos. Era obvio por la manera en la que estuvo actuando toda la semana, que Mandi se estaba enamorando. Sip, ella se estaba enamorando totalmente de él.

Cuando Nic finalmente dejó de besarla, Mandi se veía aturdida. Sus piernas parecían inestables cuando él la ayudo a parase. Nic corrió su cabello hacia atrás, sus ojos bloqueados con los de ella.

—Te falta una pluma.

Mientras Nic buscaba en el suelo, la cara de Mandi se retorció, tensionando su mandíbula. Casi podía ver el vapor saliendo de sus oidos. Ella no dijo una palabra cuando él encontró la pluma. Había un misterioso silencio. Era la calma antes de que llegara el huracán Mandi.

<Corre, Nic. Corre>

—Entonces, ¿eso significa que saldrás conmigo? —preguntó, colocando la pluma en su vincha, sus ojos centellando—. Supongo que lo harás...viendo cómo me salvaste la vida y eso.

Su boca se abrió y se cerró como si ella no supiera qué decir. Y si no fuese por la suavidad que vi en sus ojos cuando lo miró, hubiese pensado que ella realmente pensaba lo que dijo a continuación.

—Muerdeme, Marcelli —Giró sobre sus talones y volvió hacia el auto.

Nic se volvió hacia mí con una sonrisa increíble. —Ah, progreso —Luego trotó detrás de ella, gritando —¡Te recogeré mañana a las ocho!

Sacudí mi cabeza. Mandi y Nic estaban hechos el uno para el otro.

Todos comenzaron a irse ahora que la escena había terminado, dejándonos solos a Cody y a mí. Mirando a sus ojos, mi estómago entró en caída libre. Sus pestañas estaban mojadas, haciéndolas más oscuras, delineando la intensidad de los ojos azules escondiendo un secreto que deseaba ser contado.

Mi corazón palpitó sobre mi pecho, volviéndose más rápido con cada minuto que pasaba. Mis ojos cayeron sobre sus labios. Ellos se separaron ligeramente, mientras su respiración se volvía frenética.

—¿Estás bien? —Una gota de agua se deslizó por su mejilla. Sin pensarlo, me acerqué, quitándosela. De alguna manera, encontré mi mano sosteniendo tiernamente su mejilla sin afeitar, hipnotizada por la expresión de su bella cara.

Luego de un momento, su mentón tembló y se estremeció.

—Estas frío —Me saqué mi sweater, entregándoselo.

Él sacudió su cabeza. —Quédatelo. Lo mojaré.

—No te preocupes por eso —Tomé su mano, mi estómago revoloteó otra vez, y coloqué mi suéter en ella—. Puedes devolvermelo después.

—Gracias, Cassie —Su voz era baja y ronca.

Pensé que me desmayaría por la manera en que su sexy voz acarició mi nombre. Lo había escuchado decirlo una docena de veces, pero esta vez era diferente. Tal vez Mandi tenía razón. Tal vez no estaba saliendo con Lynette.

Mi corazón tronó cuando él se inclinó más cerca. Su dedo acarició el ojo de tigre que colgaba de mi cuello. Sonrió. —Lo estás usando.

—Si —Mi voz era jadeante —Lo uso todos los días. Me recuerda a… —Tragué densamente —ti.

Su mano se movió hacia mi cuello, acariciándolo. —Cassie, yo... Yo desearía...

—¡Cassie! ¡Vamos! —chilló Mandi.

¡Hija de una galleta! Salté, sorprendida por la serie de ruidosos bocinazos y luces que parpadeaban desde su auto.

—¡Ya voy! —Mandi debía de estar realmente fuera de sí. Ella nunca había sonado así antes. —Lo siento, Cody. ¿Qué ibas a decir?

Cody dejó caer su mano, poniéndola en uno de los bolsillos de sus vaqueros azules. —Nada. Solo que estoy contento de que hayas vuelto. Es bueno verte otra vez.

Gruñí. El momento había pasado.

—¡Cassie!

—¡Ya voy! —Juro que voy a matar a Mandi —Tengo que irme. Mandi está teniendo uno de sus ataques de histeria.

Se rió. —Nic va a tener sus manos llenas con ella, ¿no es así?

—Puedes apostarlo —Me reí, pero mi corazón no estaba en ello. ¿Cómo podía haberlo entendido tan mal? Tal vez fue solo una ilusión. Cody quería que seamos amigos y eso era todo.

En el camino a casa, mi cabeza latía mientras Mandi farfullaba, fingiendo estar irritada por haber sido estafada a otra cita con Nic. Sabía que estaba totalmente emocionada por la cita, no importa cuán desesperadamente quisiese esconderlo. Iba y venía entre estar feliz por ella y celosa de que tuviera a alguien dispuesto a arriesgar su ira sólo por tener un beso de ella.

¿Y yo? Bueno, mi amistad con Cody seguía siendo sólida. Tal vez podía aprender a ser feliz solo con eso.

Juramento Vaquero: Parte Dos

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