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Introducción

Tratar un cráneo, ¿una utopía?

¿Cómo tratar un cráneo? La densidad y compacidad de esta parte del cuerpo convierten este tipo de preguntas en algo muy delicado y problemático. Sin embargo, este libro sobre las cadenas fisiológicas se propone como objetivo responder a esta pregunta.

Hace varias décadas que mi trabajo se centra en la esfera craneana. Mis estudios, mi práctica y mis investigaciones me han conducido unas veces al escepticismo, y otras al entusiasmo, a la crítica y a la puesta en cuestión.

Al principio, seguí el modelo explicativo propuesto por la osteopatía craneana. Lo estudié con respeto, lo practiqué con rigor y determinación. Pero, en cuanto adquirí una experiencia profunda e íntegra, experimenté la necesidad de poner en cuestión dicho modelo.

Durante varios años he enseñado a cientos de colegas. La enseñanza de la osteopatía craneana me ha obligado a profundizar, aclarar y poner en duda ciertas proposiciones defendidas por los doctores Sutherland y Magoun. Desde entonces, mis obras L’Ostéopathie crânienne y Ophtalmologie et ostéopathie han sido escritas según el siguiente razonamiento: sacar la enseñanza de la osteopatía craneana de la rutina de un estilo esotérico y cerrado para intentar proporcionar a mis colegas el máximo de información, a la vez que permitir que esta práctica se afirmara y liberara.

Las consecuencias de estos trabajos han sido muy positivas. En efecto, ahora parece evidente que esta teoría debe cuestionarse.

De no ser así, ¿cómo explicar que la osteopatía craneana que se enseña desde comienzos del siglo XX no haya obtenido un amplio reconocimiento en Estados Unidos? Planteemos la pregunta de forma más clara todavía: ¿por qué no es reconocida en el ámbito científico? La respuesta es sencilla: porque la teoría no está a la altura de la práctica.

Por mi parte, he constatado muchas veces que después de tratamientos craneanos con resultados muy interesantes, clínicamente objetivables, los médicos correspondientes me pedían que explicara cómo enfocaba mi tratamiento. En cuanto hablaba de “movilidad de los huesos del cráneo”, de “respiración del mecanismo respiratorio primario”, sentía que la autoridad que tenía ante mis colegas en lo que se refería a mis tratamientos se transformaba en escepticismo cuando pasaba al plano teórico. Por el contrario, cuantas menos explicaciones daba, más mágicos parecían los resultados, lo que era igualmente inaceptable.

A la inversa, en los cursos a los que mis colegas hicieron el esfuerzo de venir y que estuvieron dispuestos a seguir, algunas veces algunos se mostraban más entusiastas y crédulos que críticos; sin que mi intención fuera ésa, se adherían a mis proposiciones sin examinarlas más a fondo. Sin embargo, hay que desconfiar de esos estados de ánimo, ya que favorecen un condicionamiento mental inconsciente que, de no tener cuidado, puede rayar en el sectarismo.

Por desgracia, en esas condiciones no es sorprendente que las sectas intenten utilizar estas formas de Medicina, en cuyo seno se valora algunas veces la creencia en detrimento del espíritu crítico.

Así pues, el método de cualquier tratamiento se ha de basar en el respeto absoluto por la anatomía y la fisiología. En ese marco es necesario favorecer la libertad de análisis e investigación y hacerse preguntas constantemente. Son éstos factores indispensables para avanzar en la búsqueda de la verdad. Quien se dedique a la docencia debe preparar a sus alumnos para que vayan más lejos que él. El hecho de cuestionar la propia enseñanza forma parte de lo que yo llamaría el “contrato de verdad” que exige cualquier investigación completa. Ahora bien, ese camino no es fácil, puesto que los colegas no nos perdonan que nos salgamos de su camino y de sus certezas.

Conforme a esta exigencia de crítica y libertad, he evolucionado de forma bastante independiente, y, de forma progresiva, esta evolución me ha obligado a volver a mis raíces, las cadenas musculares.

A primera vista, las cadenas musculares no parecen ser una vía para el análisis y el tratamiento del cráneo. Sin embargo, todas las cadenas musculares, visceral y neurovascular ascienden hasta el cráneo o parten de él. Realizar un tratamiento de las cadenas desde los pies hasta la base del cráneo no equivale a un tratamiento global. Este tratamiento continuará siendo un tratamiento “decapitado”.

Las cadenas musculares son circuitos anatómicos, autopistas por donde circulan las fuerzas organizadoras del cuerpo. La cuestión que se plantea a partir de ahí es la siguiente: ¿merece la pena seguir nuestro análisis, nuestro tratamiento de las cadenas en el cráneo? La respuesta a esta cuestión es afirmativa según este mismo razonamiento, puesto que la influen- cia de las cadenas musculares se continúa en la caja craneana por circuitos anatómicos. Veremos cómo la lectura anatómica confirma este principio.

Pero, ¿qué será del método que yo propongo? Éste no se basa en la “movilidad”, sino sencillamente en posturas que permiten relajar las suturas, las tensiones intraóseas y las membranas. La exposición posterior de las diferentes maniobras prácticas permitirá ver con mayor claridad su originalidad y su especificidad.

Sea como sea, si por ahora no están convencidos de la pertinencia de este proyecto, ¿por qué no aceptan simplemente pensar en esta hipótesis como tal?, ¿es realmente utópica?

En el trabajo que sigue expondré todas mis reflexiones. Pido toda su atención: sus reflexiones, correcciones y críticas me permitirán corregir mis eventuales errores y contribuirán a que avancemos juntos. En efecto, si bien mi sinceridad es total, mis razonamientos no son infalibles... Siéntanse libres de reflexionar, de cuestionar mis ideas y teorías por radicales que sean sus preguntas, sin dejar nunca de profesar un profundo respeto por los hombres que nos han abierto el camino.

Las cadenas fisiológicas (Tomo V)

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