Читать книгу El marido integral - Lou Priolo - Страница 10

Capítulo Tres
Así que,
¿de qué tenemos
que hablar?

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¿Alguna vez has tenido una conversación rara con alguien y haz terminado siendo conmovido por algo que él o ella dijo? Yo sí. Hace algunos años el ministro de música de la Iglesia donde asistía me envolvió en una discusión (de hecho era más como un discurso) acerca de porqué la Iglesia necesitaba un nuevo sistema de sonido. Nunca entendí porqué estaba tratando de persuadirme pues yo no tenía la autoridad ni la capacidad de ayudarlo. Sin embargo, durante el curso de la plática él dijo algo que tuvo un profundo impacto en mi vida.

Sus palabras exactas fueron estas, “Si nosotros los cristianos estamos en algún un negocio, es el de la comunicación.” Mientras hablaba, supe que estaba en lo correcto. Cuando la conversación terminó, no pude sacar de mi mente su tesis. Entre más pensaba en esto y estudiaba mi Biblia, más me daba cuenta de cuán verdadero fue lo que expresó. Mientras meditaba en varios pasajes de las Escrituras que apoyaban esta declaración, me sorprendió descubrir cuántas formas hay en las que los cristianos deben usar efectivamente la comunicación.

Considera, por un momento, la gran comisión, “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15). Predicar es una palabra de comunicación. O, considera Mateo 28:19, “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñando a guardar todo lo que os he mandado…” Enseñar es una forma de comunicación que es en esencia hacer discípulos. Después está Efesios 4:15, “sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.” Cuando la verdad es comunicada en amor, hace posible que el creyente crezca y madure en Cristo.

Salomón escribió muchos proverbios acerca de la comunicación. Quizá el verso más completo se encuentra en el capítulo 18, verso 21, “La muerte y la vida están en poder de la lengua.. .” La potencia de tus palabras es im-pactante. Son más poderosas de lo que probablemente te imagines. Con tu lengua puedes matar o puedes sanar.15 Puedes salvar o puedes destruir. Salomón continua, (18:21b) “… y los que la aman comerán su fruto.” Esto es, si haces uso (amor) del poder de la lengua, verás sus resultados (comerás su fruto). Si usas tu lengua con fines egoístas, terminarás lastimando a la gente. Si por otra parte, usas tu lengua para edificar a la gente puedes influenciarlos grandemente, y experimentarás una tremenda satisfacción. Proverbios 18:20 declara: “Con el fruto de su boca el hombre sacia su vientre, con el producto de sus labios se saciará.”

Toma como ejemplo mi trabajo. Soy un consejero. Como un consejero bíblico, tengo el gozo de regularmente ver la vida de las personas radicalmente transformadas. Las personas cambian en muchas maneras significativas como resultado del consejo que doy. Desde luego, no soy la persona que las cambia- el Espíritu Santo hace esto. Sin embargo, existe algo que hago desde la perspectiva humana para facilitar esos cambios. ¿Qué es eso? Hago preguntas, escucho y hablo. Me comunico. Le explico a la gente qué es lo que la Biblia dice acerca de sus problemas. Uso las Escrituras para enseñar, para convencer, para corregir, e instruir en justicia (2 Tim. 3:17), y de alguna manera el Espíritu de Dios usa Su Palabra para cambiar vidas, transformándolas, confortándolas a la imagen de Cristo. Enseñar, convencer, corregir e instruir en justicia, todo esto involucra comunicación. Es cierto, las palabras son poderosas - especialmente las palabras de Dios habladas por Sus ministros para Sus propósitos.

¿Sabías que a ti como cristiano te han sido dados más de cuarenta mandamientos de comunicación en las epístolas del Nuevo Testamento? Piensa en eso. Sin incluir los evangelios, el libro de los Hechos, Apocalipsis ni el Antiguo Testamento te han sido dados más de cuarenta imperativos de comunicación. Cuando uso la palabra “imperativo,” estoy excluyendo todos los buenos y malos ejemplos de comunicación, todos los principios y enseñanzas sobre la comunicación que no son mandamientos directos, y todos los puntos de vista complementarios que quizá sean adquiridos a través del diligente estudio de la Biblia. Lo que estoy incluyendo únicamente son los imperativos directos del Nuevo Testamento que requieren que te comuniques o no te comuniques de una manera específica. No me he tomado el tiempo para hacerlo pero, si pudieran ser contados, habría cientos de versículos bíblicos que tratan con la comunicación de alguna u otra manera.

¡Es verdad! si tú como cristiano estás en algún negocio, es en el de la comunicación.

Revelación e Intimidad

¿Recuerdas que en el capítulo uno vimos la relación que existe entre revelación e intimidad? Revisemos esto brevemente y ampliémoslo. De no ser por la Biblia (La revelación de Dios al hombre), no podrías saber lo suficiente acerca de Él para ser salvo - mucho menos para tener una relación intima con Él. Tú puedes saber de saber por la revelación16 general que Dios existe, pero se necesitas la revelación17 especial (La Biblia) para saber cómo ser salvo, cómo glorificarlo y cómo disfrutar de una comunión íntima con Él. En la medida que Dios se te revela a Sí mismo, podrás tener una relación con Él. En la medida que no entiendas Su revelación, tu intimidad con Dios será afectada adversamente. La revelación es un prerrequisito para tener una relación.

El mismo principio funciona para todas las relaciones (cf. Juan 15:15). En la medida que dos personas se revelan a sí mismas mutuamente, experimentarán una relación íntima. Puesto que el matrimonio (ser una sola carne) es la más íntima de las relaciones personales, la medida en que te revelas a ti mismo a tu cónyuge debe exceder la medida en la que te revelas a cualquier otra persona (excepto al Señor, quien te conoce más íntimamente que tú mismo; cf. Salmo 139:1-6). Hablando en términos prácticos, eso significa que tu intimidad y la revelación de ti mismo a tu cónyuge debe ser mayor que la que tengas o le des a tu amigo más cercano, a tus padres o a tus hijos.

Leemos en Génesis 2:24-25, “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban. ” La “desnudez” de Adán y Eva no se refiere primordialmente a su falta de ropa, sino más bien a la total apertura y franqueza que disfrutaban el uno con el otro antes de que el pecado entrara en sus vidas. Es nuestro pecado (especialmente el orgullo) el que nos impide ser sinceros y sencillos como lo eran Adán y Eva antes de la caída. El propósito de Dios es que los esposos y esposas cristianos estén gradualmente más y más “desnudos y sin vergüenza” el uno delante del otro, como lo estaban nuestros primeros padres en el Jardín.

Creando un Ambiente Confortable

Si bien es necesario que te sientas cómodo revelándote a tu esposa, es también importante que crees un ambiente en el que a ella también le sea cómodo revelarse. Una de las mejores maneras para hacer que ella se sienta cómoda, es demostrarle que tú no solamente puedes comunicarte efectivamente con ella, pero que de hecho disfrutas hacerlo. Es algo como el sexo. Las relaciones sexuales en el matrimonio usualmente son más agradables para un esposo cuando él siente que su esposa no sólo es capaz de agradar-lo, pero obviamente también disfruta de la experiencia sexual. Tu esposa probablemente disfrute revelarse a ti más cuando siente que tú disfrutas el proceso del intercambio verbal.

“Pero la verdad es que yo realmente no disfruto hablar con mi esposa, ¡especialmente en la noche cuando estoy cansado después de haber hablado todo el día! Frecuentemente hablo por una razón - porque tengo que hacerlo. Para mí la comunicación es un medio para un fin: Los medios para completar un asunto. Para mi esposa, la comunicación parece ser un medio en sí mismo. No lo entiendo, ¡y ciertamente no lo disfruto!”

Como alguien que tiene que hablar durante todo el día, puedo apreciar esos sentimientos, pero puedes aprender a disfrutar el proceso de la comunicación con tu esposa de la misma manera que puedes aprender a disfrutar otras responsabilidades bíblicas. El truco está en empezar a hacerlo ya sea que lo disfrutes o no.

Cuando comencé a escribir este segmento del libro lo hice en medio de una de las pruebas más difíciles de mi vida. Realmente, hace 90 minutos no tenía deseos de sentarme a trabajar en este proyecto. Lo que quería hacer era poner mi mente en neutro. Es más, momentos antes de empezar, Kim y yo tuvimos un conflicto en el cual violé algunos de los mismos principios bíblicos que intento explicar en este capítulo y en el próximo. Tuve que pedirle que me perdonara antes de empezar a escribir. Pero en este momento estoy disfrutando la oportunidad para ministrarte a través de las páginas de este libro. Mis sentimientos, en otras palabras, cambiaron momentos después de empezar a escribir. Mientras más practiques con tu esposa la comunicación bíblica serás más competente para comunicarte y aprenderás a disfrutar más esos momentos de comunicación íntima con ella.

Hacer preguntas (de lo cual hablamos en el capitulo anterior) no es la única manera de “sacar” de tu esposa las cosas más profundas de su corazón. Otra opción es incitarla a hablar de las cosas que le interesan. Seguramente has escuchado que se dice que una de las mejores maneras para “ganar amigos e influenciar a las personas” es hablar en términos de lo que les interesa.18 Considera Filipenses 2:4, “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.” Tu motivación para obedecer este versículo, desde luego, no debe ser para de ganar amigos e influenciar a las personas, sino más bien el de glorificar a Dios y ministrar a otros. Sin embargo, la gente se siente atraida hacia quienes desinteresadamente y sacrificialmente están dispuestos a invertir tiempo y esfuerzo hablando de temas que no son de interés para ellos mismos.

En una ocasión me senté junto a un meteorólogo en el banquete de una universidad. Por dos horas estimulé su cerebro para que hablara sobre el pronóstico del tiempo. Probablemente le hice todas las preguntas que tenía acerca del clima. Cuando pasó la tarde, me extendió su mano y me dijo, “No recuerdo cuando fue la última vez que disfrute hablando con alguien tan interesante como tú.” ¿Yo, interesante? Pasamos el cinco por ciento de nuestra charla hablando acerca de mí y el noventa y cinco por ciento acerca del tiempo. Aún así fui percibido como interesante.

Cuando estás dispuesto a hablar con tu esposa acerca de las cosas que a ella le interesan (no importa cuán trivial o poco interesantes sean para ti), estarás demostrando un amor sacrificial como el de Cristo que le facilitará ser abierta contigo en la comunicación. Aquí hay una lista de sugerencias con posibles temas de interés para que comiences.

1. Doctrina Bíblica

¿Qué tan cómoda se sienta tu esposa preguntando acerca de la Biblia? Es tu responsabilidad ayudarla a encontrar respuestas a sus preguntas sobre las Escrituras y cómo aplicarla a su vida. Refiriéndose a esto Pablo dice, “Y si quieren aprender algo, que pregunten a sus propios maridos en casa.” (1 Cor. 14:35a). Aunque tu esposa tenga más conocimiento bíblico que tú, tu debes estar dispuesto a ayudarla con cualquier pregunta que ella tenga. Quizá debes pasar tiempo extra en la Biblia o pregunta a tus líderes espirituales para que te ayuden. En otras palabras, cuando ella te pregunte algo para lo cual no tienes respuesta, no sólo digas, “no lo sé.” Más bien dile que te vas a tomar el tiempo y el esfuerzo necesario para poder responderle.

2. Nuestra casa

¿Te das cuenta que tu casa es la “base de operaciones” para el ministerio de tu esposa? “Asimismo, las ancianas deben ser… que enseñen a las jóvenes… [a ser]… hacendosas en el hogar… para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” Piensa en esto. Es en casa donde ella realiza las sus dos más importantes ministerios: ser tu ayuda (Gen. 2:18) y ser la madre de tus hijos (1 Tim. 2:15). Es en casa donde ella también ofrece hospitalidad a la familia y amigos y la prepara comida y otros regalos que llenan la necesidad de otras personas. La condición y apariencia de tu casa es probablemente más importante para ella de lo que te imaginas. Así como el ambiente donde laboras puede afectar positivamente o negativamente tu desempeño y actitud laboral, así el ambiente de tu casa puede influenciar significativamente la actitud y efectividad del ministerio de tu esposa.

3. Nuestros Hijos

Las instrucciones neo-testamentarias respecto a las responsabilidades paternales son usualmente dadas en referencia al padre (cf. Gal. 4:2; Ef. 6:4; Col. 3:21; 1 Tes. 2:11; Heb. 12:7). Pero esto no implica que la madre no sea parte integral del proceso de disciplina; solamente establece que el padre, como administrador de la familia, debe cuidar que la instrucción y la disciplina para con a los hijos sea “en el Señor.” Tus hijos (sus fuerzas, debilidades, necesidades, deseos, responsabilidades, instrucción y opciones disciplinarias) deben ser frecuentemente el tema de discusión entre tu esposa19 y tú. Es uno que ella casi invariablemente encuentra interesante. ¿Qué tan interesante es este tema para ti?

4. Tu trabajo

Las actividades y eventos rutinariamente que ocurren diariamente en tu trabajo quizá le interesen a tu esposa más de lo que imaginas. Puesto que ella es tu ayuda (Gen. 2:18), quizá hará mejor su papel si conoce exactamente lo que haces y sabe con más precisión tienes que enfrentar cada día. “Pero cuando vengo del trabajo la última cosa de lo que quiero hablar es de las cosas difíciles que pasan en el trabajo.”

Aunque puedo identificarme con esos pensamientos, debo recordarte que ella es tu ayuda, y como tal, el Señor puede estar esperando usarla para ministrar tus necesidades de alguna manera. El a no puede ministrarte efectivamente si tú no le cuentas qué es lo que está pasando en tu vida. Si verdaderamente estás tan agotado para discutir tu día cuando vienes a casa del trabajo, quizá quieras considerar decirle a tu esposa lo que le he dicho a mi esposa Kim varias veces, “Mi amor, realmente no estoy de humor en este momento para recordar ese escenario, pero si es importante para ti, podemos hablar de esto después de la cena”

5. Su familia (tu segunda familia)

La Biblia tiene mucho más que decir sobres las relaciones con tu segunda familia de lo que te imaginas. Algunas controversias de este tipo son mencionadas en las Escrituras. Está la de Esaú y sus esposas contra Isaac y Rebeca: “Cuando Esaú tenía cuarenta años se caso con Judit, hija de Beeri hitita, y con Basemat hija de Elón hitita; y ellas hicieron la vida insoportable para Isaac y Rebeca.” (Gen. 26:34,35). Otro conflicto del que leemos es el que hubo entre Jacob y Labán en Génesis 29. Después está la ardiente disputa entre Sansón y su suegro quién le dio su esposa a alguien más (Jueces 15). Y por supuesto, no hay que olvidar que David y Saúl fueron segunda familia también.

Más importante, el verso bíblico más fundamental relativo al matrimonio (el cual explica donde se originan los conflictos maritales) es Gen. 2:24. “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” Los problemas del matrimonio ultimadamente vienen cuando se falla en dejar (problemas con tu segunda familia), se falla en unirse y se falla en ser una sola carne. Si quieres evitar serios problemas en tu matrimonio, no evites hablar bíblicamente sobre tu segunda familia. Tampoco olvides que los hermanos y hermanas de tu esposa son tu segunda familia también.

6. Sus Amigos

¿Te importan las amistades que tu esposa elige como sus amigos? ¿Sabes quiénes son sus amigos? ¿O te molestas, como le sucede a muchos hombres, cuando ella empieza a hablar de ellos? Muchos capítulos pueden ser escritos acerca de los beneficios y peligros de desarrollar amistades en el contexto del matrimonio. Lo que puedo hacer aquí no es más que abrirte el apetito esperando que eso te mueva a estudiar lo que dice la Biblia sobre este fascinante tema.

Los amigos de tu esposa pueden influenciarla para bien o para mal. He sido un consejero bíblico de tiempo completo por trece años. En toda mi experiencia como consejero, no recuerdo haber observado a alguna pareja cristiana atravesar por un divorcio20 no bíblico (i. e pecaminoso) sin que el cónyuge que lo inició haya sido fuertemente influenciado por una “tercera” persona. A veces las influencias vienen a través de la familia, otras a través del lugar donde trabajas, pero comúnmente vienen por un amigo (ya sea del mismo o del sexo opuesto). Vez tras vez la Biblia habla del poder de la influencia (i.e., 1 Reyes 11:3,4; 21:25; Prov. 22:24-25; 29:12; 1 Cor. 5:6-8; 15:33; Gal. 3:1; Heb. 12:5). Las personas pueden influir sobre nuestros pensamientos, valores, motivos, deseos, estados de ánimo, decisiones, lenguaje, e incluso apariencia. ¿Sabes hasta que punto tu esposa ha sido influenciada por aquellos que son cercanos a ella? ¡Debes saberlo si quieres protegerla! Pero probablemente no lo sepas si no estás dispuesto a hablar con ella sobre sus amigos.

Quizá uno de los versos de la Biblia que con más frecuencia son mal citados respecto al poder de la influencia es 1 Corintios 15:33, “las malas compañías corrompen las buenas costumbres.” Dije “mal citado” porque la primera parte del verso es usualmente omitido. ¿Puedes recordar las primeras cuatro palabras de este verso? Estas son, “No os dejéis engañar.” “No os dejéis engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres. ” El prefacio de estas pequeñas cuatro palabras es significativo porque es una advertencia. Pablo en efecto está diciendo, “¡Ten cuidado!, ¡No seas mal influenciado!” Las amistades incorrectas pueden influenciarte a pecar tan sutilmente que si no tienes la guardia alta, no te darás cuenta de cuanto has sido influenciado. El principio que aconsejo tomar en cuanta a quienes están desarrollando amistades con personas de carácter cuestionable es el siguiente: si no hay evidencia de que estás influenciando a esa persona para bien (para Cristo), debes asumir que tú estás sido influenciado para mal (por el mundo, la carne y/o el Diablo).

¿Sobre qué bases tú y tu esposa desarrollan amistades con otros? ¿Es sobre la base de cómo ellos pueden ministrarle a ustedes? O mejor aún ¿Sobre la base de cómo pueden ustedes ministrarle a ellos? Aunque es maravilloso tener amigos especiales que nos ministras, deberíamos también estar dispuestos a desarrollar amistades basándonos en cómo podemos ministrar a otros (cf. Fil. 2:3,4).

Otra razón más para que inviertas tiempo en discutir el tema de las amistades de tu esposa con ella es que puedas animarla a ministrar a las amistades (especialmente no-creyentes) e influenciarlas para Cristo. Mientras tu esposa ministre e influencie a sus amistades sucederá una de dos cosas. O será una influencia positiva para sus amistades y esto los llevará a una relación más cercana con Cristo, o su testimonio será una ofensa para ellos y ellos mismos se separarán de ella (Lucas 6:22,23) eliminando así el peligro de una influencia negativa.

En el capítulo 11 hablaré sobre el tema de la influencia de una manera más detallada, pero por ahora déjame darte un pensamiento final para que lo medites: Puesto que tú y tu esposa son una sola carne, tú debes de ser su más íntimo amigo. Si no estás interesado o disponible para hablar con ella acerca de lo que hay en su corazón, ella muy probablemente irá a otros buscando consuelo y consejos.

7. Sus ministerios (dentro y fuera de la casa)

“La vida es un ministerio.”¿Es esa tu filosofía? Debería serlo porque es bíblico (Mt. 6:26-28; Gal. 5:13; 1 Tes. 1:9). Fuimos creados para glorificar a Dios adorándolo a Él y ministrando a otros (1 Cor. 10:31). Tu ministerio involucra ser el líder de tu esposa, criar a tus hijos en la disciplina e instrucción del Señor, y servir en y a través de tu iglesia local. Lo mismo es verdad acerca de tu esposa creyente. La primera prioridad de ella21 después de su comunión con el Señor a través de la Palabra y de la oración, es ser tu ayuda. Después debe ministrar a los hijos con los que el Señor los haya bendecido. Luego su área más importante de ministerio es hacia otros dentro y fuera de la iglesia. Dios la ha bendecido con dones y habilidades los cuales debe de usar para la gloria de Dios (cf. Mt. 25:14-30; Rom. 12:6-8; 1 Cor. 12:4-6; Ef. 4:7-12). Parte de tu trabajo es ayudarla a descubrir y usar efectivamente esos dones de una manera práctica. Pero para que esto se lleve a cabo es indispensable la comunicación. No seas egoísta con el tiempo de tu esposa. Si ella está cumpliendo fielmente sus responsabilidades domesticas bíblicas, ten cuidado de no privarla de las bendiciones del servicio cristiano. Recuerda que ella será recompensada en esta vida y en la otra por el servicio hecho a Cristo con motivos puros (cf. Mt. 10:41,42; 1 Cor. 3:8; 4:5). El tiempo, esfuerzo, pensamiento y dinero que inviertas ayudándola a identificar e implementar las posibles ministeriales serán gratificados temporal y eternamente para ambos.

8. Sus metas para el futuro

Tú esposa, como cualquier otra esposa y madre tiene varias metas (esperanzas, sueños, deseos y expectativas) para ella, su matrimonio, y sus hijos. Probablemente ella se llena de goza y satisfacción no sólo cuando las anticipa, pero también cuando las puede compartir con entusiasmo con alguien a quien le interese oírlas. Sus metas quizás sean personales (bajar 9 kilos, aprender a montar un caballo, o aprenderse ciertos pasajes de memoria de la Escritura). En sus metas puedes estar involucrado tú y tus hijos u otras personas (ir de vacaciones a una ciudad romántica en Europa, desarrollar el interés mutuo en una actividad recreativa, recortar el tiempo familiar que pasan viendo televisión y pasar más tiempo en la Palabra, o invitar a más ministros a la casa mostrando hospitalidad). Una de las maneras en que puedes agradar a tu esposa (1 Cor. 7:32) y “Gozar de la vida con la mujer que amas, todos los días de tu vida fugaz” (Ecl. 9:9) es compartir con ella el entusiasmo por construir y completar algunos de esos sueños especiales.

9. Maneras específicas en las cuales puedes ser un mejor esposo y padre.

¿Cuándo fue la última vez que tomaste nota de cómo estás llevando a cabo tus papeles de padre y de esposo? ¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste a tu esposa que evaluara la forma en que estás desempeñándote en estas áreas? Dios demanda que constantemente evaluemos nuestro andar cristiano (1 Cor. 11:27-31; 2 Cor. 13:5; Gal. 6:3-5). Me gustaría sugerirte un proyecto para que lo pruebes cuando creas que tu capacidad para comunicarte ha avanzado lo suficiente como para hacerlo exitosamente. Comienza (después de que hayas completado la lectura completa del libro) haciendo una lista de algunas maneras en las que recuerdes haber fallado en estas áreas. Aquí podrías detenerte e ir al Apéndice C, “Maneras Comunes en las Cuales los Esposos Pecan Contra Sus esposas.” Cuando hagas tu lista no seas impreciso y abstracto, sino concreto y especifico. No digas simplemente, “No he sido considerado contigo.” Más bien di: “No he sido considerado contigo en que constantemente dejo mi ropa tirada en el cuarto y espero que después tú la recojas.” o “No he sido considerado contigo en que después de afeitarme por las mañanas dejo mis vellos en el lavabo los cuales al secarse se pegan a la porcelana y yo espero que tú los recojas.”

Después de hacer esta lista reúnete con tu esposa, explicándole que necesitas 90 minutos de su atención para que te ayude a ser un mejor esposo y padre. Empieza esa reunión con una oración y una porción de la Escritura. Después comienza a confesar tus pecados a tu esposa. Cuando hayas terminado de leerle la lista, pídele que te perdone. (¡Ahora empieza lo diverti-do!) Una vez que te haya perdonado, entrégale la lista y pídele que agregue otras cosas en las que ella piense que has pecado en su contra. Finalmente, pídele que enumere la lista (tanto de las cosas que tu identificaste como la de las que ella agregó), haciendo una lista maestra con todo incluido. ¡Esta lista les proveerá horas de estimulante conversación!

10. Cosas que haces que le molestan

Si alguna vez sientes que no tienes un tema de conversación que le interese a tu esposa prueba ese. Está garantizado para proveerte horas fascinantes de conversación. De hecho, estarás contento de saber que ella te lo más fácil pues será quien más hable.

“Todo esto se oye muy bien, pero ¿no estás asumiendo que mi esposa y yo tenemos una buena comunicación? Sinceramente, a como está nuestra comunicación ¡estaría muerto de miedo con solo intentar discutir estos temas con mi cónyuge!”

Entonces tendré que darte un pequeño curso intensivo básico de comunicación bíblica. La clase empezará tan pronto estés listo para cambiar de página al próximo capítulo.

Temas para Discutir 1. Doctrina Bíblica 2. Nuestra casa 3. Nuestros hijos 4. Tu trabajo 5. Su familia (tu segunda familia) 6. Sus amigos 7. Sus ministerios (dentro y fuera de la casa) 8. Sus metas para el futuro 9. Maneras específicas en las cuales puedo ser un mejor esposo y padre 10. Cosas que haces que le molestan Agrega a esta lista los tópicos que vayan surgiendo…
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