Читать книгу Resumen del libro "Confesiones personales de un publicitario" - Luis Bassat - Страница 5
Confesiones de un creativo
ОглавлениеCuando contaba doce o trece años, Bassat vio una película que le dejó fascinado: Trece por docena (Cheaper by The Dozen), con Clifton Webb como actor principal. En ella, el protagonista trabaja como controlador en una empresa de automóviles y aplica en casa, con su mujer y sus doce hijos, los mismos principios que le permiten mejorar los procesos de fabricación en la empresa. Piensa, acertadamente, que todo es mejorable si se encuentra la manera de hacerlo. En la escena más memorable de la película, el protagonista se abrocha el chaleco de arriba abajo mientras su mujer le cronometra. Emplea siete segundos. Entonces se lo desabrocha y vuelve a empezar, pero esta vez de abajo arriba y, sorprendentemente, sólo tarda cinco segundos y medio.
Aquella noche, Luis volvió a casa decidido a hacer, de mayor, lo que había visto en la película: buscar mejores formas de hacer las cosas. El largometraje le había demostrado que no era una utopía.
Cierto día, sus padres decidieron trasladarle a uno de los dormitorios interiores y que su hermano pequeño se quedara en el dormitorio contiguo al de ellos. Aunque por ello se sintiera feliz y mayor, Luis añoraba la vista a la calle. Y un día se preguntó por qué no podía haber edificios donde todas las habitaciones dieran al exterior. Con un papel, un lápiz y un compás dibujó un edificio cilíndrico, con el ascensor en medio y la escalera alrededor del ascensor. En cada planta había dos viviendas, como en su casa, y se accedía a todas las habitaciones por un pasillo semicircular. Todas eran exteriores, incluidos los baños y la cocina, con lo que el problema quedaba resuelto. Entonces bajó a la calle y contó cuántos edificios había en la manzana. De nuevo en casa, y excitado por el posible descubrimiento, dibujó una manzana del Ensanche barcelonés en la que colocó tantos edificios cilíndricos como edificios había entre medianeras. Todos cabían.
Al acabar el colegio, Bassat hizo un año de derecho y cuatro de económicas, sin que ni una carrera ni otra despertaran su interés, hasta que, en la Escuela de Ingenieros, descubrió un curso de postgrado en el que se enseñaba marketing, publicidad, investigación de mercado, psicología comercial y otras disciplinas afines.
Consiguió que le admitieran. Leyó Confesiones de un publicitario de David Oglivy y otros dieciséis libros más sobre publicidad, todos los que había publicados por entonces en castellano, y se reencontró a sí mismo como estudiante. En ese período recibió dos ofertas de trabajo, pero prefirió empezar a su manera y abrir su primera agencia de publicidad, lo que le permitió compaginar durante cuarenta años la responsabilidad empresarial con la creativa.
Según Bassat, la creatividad no es más que hacer algo de forma original y distinta a como se ha hecho hasta entonces, y conseguir que el resultado sea mejor que el que se obtenía con la antigua forma de hacerlo. Todos llevamos un creativo dentro. Sólo que unos lo desarrollan más que otros, seguramente, los que más lo necesitan. Como dijo Mahatma Gandhi: “Un estómago vacío es uno de los secretos de la creatividad”.