Читать книгу #Manifestante - Álvaro Acevedo - Страница 4

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Prefacio

La investigación y posterior realización de este libro tiene como fundamento la portada de la revista Time al personaje del año 2011. En ella, una mujer con parte del rostro cubierto y mirada profunda expresa el síntoma de un personaje que sacudió al mundo durante un año: el manifestante. Puede que haya sido con intención o no, pero la revista no eligió a la masa de manifestantes, ni a una horda o movilización poderosa de aquellas que doblegaron regímenes políticos en el norte de África; tampoco eligió una protesta de aquellas que pusieron en jaque a Estados Unidos y naciones de Europa ante su impagable endeudamiento económico. Por el contrario, la portada hizo énfasis en la individualidad de un sujeto casi al borde del anonimato, alguien que marcha en medio de centenares de iguales y quien muy seguramente será devorado por el acontecer.

La riqueza de la imagen va mucho más allá de la propuesta visual de la revista. La individualización del manifestante es una característica única de los movimientos sociales contemporáneos, representa a un sujeto intempestivo que rehúsa ser encasillado y se siente único, así comparta gustos, posturas políticas, temores y pasiones con millones de personas. De alguna manera, la imagen de la revista Time sienta a quien la observa en un diván para ser iniciado en una terapia en la cual se debe buscar un síntoma, uno que exprese con cierta fidelidad la relación del individuo con el mundo; el síntoma es ontológico y no histórico. Por eso, es una sola persona, así la problemática involucre a millones, como el movimiento Occupy en el que se protesta por el abuso de un sistema financiero y la capitalización por endeudamiento del futuro. Al final de la noche, el manifestante está solo con su almohada mirando la oscuridad y pensando que dicha sensación de incompletitud tal vez sea síntoma de un mundo también incompleto, atomizado, en medio de una palabra o de un estado no menos sintomático: la globalización.

El síntoma de una época, de un momento, de una cresta en la temporalidad ya ha sido analizado por Hegel, Karl Marx o Lacan. En términos generales, es concebido como una expresión del inconsciente que irrumpe para dislocar el funcionamiento “normal” del sujeto. El manifestante no pretende seguir con la norma impuesta por el sistema, se siente ahogado, necesita explotar y como él, millones pasan por la misma situación. Ahora bien, cuando el manifestante explota y hace evidente el síntoma, se siente mejor; sin embargo, el malestar no desaparece, en otras palabras, siempre van a existir movilizaciones, protestas y rebeliones, condición esencial del ser en tanto es.

Un revolucionario puede ser entendido como la incompletitud ontológica del sujeto con el mundo; no obstante, el sistema se encarga de hacerle creer que su carencia es un problema personal que puede ser controlado con medicación y resignación, en otras palabras, ser revolucionario es para el sistema una falla del sujeto y no del propio sistema. Esta situación complejiza cualquier intento de rebeldía y revolución. Desde el año de 1968 el sistema deja de ser el problema y las protestas se centran en ahogar los síntomas desde la particularidad. Los movimientos por las luchas sexuales y de género, ambientalistas o cívicos son prueba de ello.

Este libro, más que una investigación dirigida a un público específico, es un llamado a comprender la movilización y la protesta; una invitación para todo aquel que quiera preguntarse por el sentido histórico del devenir revolucionario y considere la importancia de comprender el manifestante y la protesta de la actualidad, y si quiere, aúne fuerzas por una protesta que vaya más allá de una tendencia, una moda, una indignación, y aún si es del caso, se comprometa con el porvenir.

#Manifestante

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