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Consideraciones teóricas y acontecimentales previas

¿Cómo hacer un relato de una coyuntura actual en una sociedad que conoce casi en la instantaneidad del momento lo que está pasando? Puede que esta sea una de las preguntas que con mayor frecuencia se hagan los investigadores sociales, y no solo ellos sino cualquier persona o profesional que tenga como trabajo divulgar información o contenidos al público. No es un panorama fácil de explicar, en parte, porque los acontecimientos y la apertura informativa hacen posible que todo el mundo sepa lo que quiere saber in factum a través de las redes sociales. Por defecto, este es el mayor problema que tiene todo el sistema informativo: acercar una infinidad de posibilidades siempre y cuando se quiera saber y se esté dispuesto a pagar por ello. La totalización de esta lógica afecta a tal punto los acontecimientos que el efecto se constituye en causa.

La ilusión de la instantaneidad y la jerarquía de los contenidos “independientes” al momento de elegir lo que es y no es coyuntural en el devenir como actores sociales aislados en el mismo planeta lleva a una situación alarmante en materia política, económica, social y ambiental. La paradoja de la situación actual fue delineada por el físico teórico Stephen Hawking: la humanidad se encuentra en un momento en que es capaz de destruir en su totalidad el planeta con todo lo que está contenido en el mismo, pero no tiene la capacidad tecnológica y científica para huir de él18. En otras palabras, estamos atrapados, o se rectifica lo hecho, o simplemente esperamos la destrucción. Por tal razón, un relato histórico o la divulgación de un contenido o cualquier otra actividad que se dedique a dar forma a lo que pasa, debe tener presente el momento crucial en el que se vive y cualquier coyuntura o relato debe llevar a la concientización no de un problema puntual, sino de un engranaje glocal que pueda posibilitar la salvación o destrucción del planeta. Con esta perspectiva, cualquier forma de realizar un análisis y contenido de lo que está ocurriendo toma un rumbo distinto cada vez que se vuelve al mismo punto, sobre todo porque se descubren nexos no pensados anteriormente. Esta nueva lógica de situar la comprensión del acontecimiento depende de la concientización del acontecer y, sobre todo, del acontecer inmediato, lo que a su vez implica una responsabilidad sobre el futuro que se construye inmediatamente.

El recorrido que se presenta a continuación tendrá en cuenta nociones importantes para la comprensión de lo denominado la instantaneidad del momento. Entre las nociones que tienen mayor importancia está un acercamiento a la historia del tiempo presente como disciplina de la historia, integrada como una historia del acontecimiento (historique des événements) y el porvenir. De otra parte, se hace una profundización del concepto movimiento social desde el enfoque de los nuevos movimientos sociales, tanto en su contenido como en su forma de actuar, además de una mención a las nuevas formas de acción colectiva que integran factores virtuales en lo que se denomina enjambre; también se realiza una reflexión a la integración de los nuevos actores sociales en la era de la psicopolítica y, por último, un análisis de la lógica del procomún que orienta las movilizaciones del siglo XXI.

§ Historia del tiempo presente: acontecimiento y porvenir

Analizar las movilizaciones del año 2011 se relaciona directamente con una historia del tiempo presente. Dicho enfoque está en proceso de formación, en parte, porque requiere entender el porvenir inmediato. Caracterizar la historia del tiempo presente es el resultado de la confluencia de la globalización con el sentimiento de urgencia de un mundo donde las tecnologías de la información y de la comunicación hacen de la inmediatez y de la fugacidad del acontecimiento un resultado difícil de percibir en su complejidad19. Por esta razón, al intentar acercar un estudio de historia presente a la coyuntura de las movilizaciones estudiantiles es necesario tener en cuenta el precedente globalizado desde el cual se hace posible la confluencia de realidades, necesidades y desencantos.

Para la historia del tiempo presente, el registro del acontecimiento y su implicación sobre el presente inmediato es fundamental para la comprensión del mismo. Si bien, el acontecimiento es definible de una manera coloquial, es necesario preguntarse desde una perspectiva teórica: ¿qué es el acontecimiento? Entre los mejores acercamientos al concepto se encuentra el propuesto por el filósofo Slavoj Žižek:

Un acontecimiento es por sí mismo algo traumático, que sucede de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas; un acontecimiento no solo reconfigura el presente y habilita un futuro impensable sin él, sino que redimensiona y articula el pasado que lo precede, para que pueda abrazarlo, encajarlo y explicarlo20.

El acontecimiento no es un ente indescriptible e imperceptible, es una forma de organizar lo real, de dar forma al presente y al futuro, pero más importante aún, de legitimar el acontecer. Es por esta razón, que hacer historia del tiempo presente es una necesidad en nuestros días. La cuestión del tiempo y el desplazamiento entre lo “real” y lo virtual hace indispensable un análisis que vaya más allá de la descripción informativa de los medios masivos de comunicación y explique el popurrí de lo imaginario, lo simbólico y la materialidad.

Las dimensiones que limitan los acontecimientos tal y como se conocen, están divididas entre lo imaginario que es la experiencia directa vivida de la realidad, pero intercalada con los sueños y pesadillas. La dimensión simbólica es el orden invisible que estructura la experiencia de la realidad, es la compleja red de normas que hace posible ver lo que se ve. Y lo real no es la realidad externa sino algo que no puede ser directamente simbolizado. Un encuentro con la realidad de lo real sería tan violento que desestabilizaría el universo entero de significados21.

Esta tríada configura el universo sobre el cual los actores sociales están sobreexpuestos. La presente investigación solo se mueve desde la dimensión simbólica y su proyección y contraproyección en lo imaginario. Se habla de contraproyección porque las movilizaciones sociales, en su mayoría, expresan un sentimiento en contra de las estructuras que hacen posible las sociabilidades establecidas y, además, porque en la gran mayoría de las movilizaciones no está en juego simplemente el desarrollo de lo político y el descontento popular, sino una compleja interrelación de los actores sociales en la proyección del porvenir.

La construcción del porvenir es un tema novedoso en los movimientos sociales, en parte, porque solo hasta hace poco los teóricos sociales se aventuran a hablar del mismo. Existe una variable determinante que es transversal a todos los movimientos, sean o no nuevos, y es que surgen como una medida necesaria frente a una coyuntura que en, primer lugar, pone en jaque la proyección del futuro de cada uno de los actores sociales:

Lo que define al porvenir es el evento, el evento da un contenido al futuro, sobreviene. En este sentido puede suscitar todas las esperanzas o todos los temores […] El porvenir depende de los otros. Es una expresión de solidaridad esencial que une al individuo y la sociedad. Un individuo absolutamente solo es tan inimaginable como insoportable un futuro sin porvenir. Pero, por el contrario, subordinar al individuo a las normas colectivas y su vida futura al porvenir de un grupo entra en el ámbito del totalitarismo. El glorioso porvenir otrora prometido a las masas populares era una idea contradictoria e imposible puesto que implicaba el detenimiento del tiempo y, por consiguiente, la desaparición del futuro, y del individuo22.

Las personas sienten la necesidad de organizarse en movimientos sociales y mostrar su preocupación por un tema que les afecta a ellos mismos o a las personas de su entorno. En la coyuntura de la Mane 2011, estudiantes universitarios de Colombia junto a la población interesada en la educación superior salen a marchar por el temor que representa la pérdida de la calidad de la educación y, sobre todo, ante un imaginario en proyección: las universidades con ánimo de lucro.

§ Acciones colectivas, neomovimientos sociales y el enjambre

Un tema central que configura la investigación es el referente a las acciones colectivas: ¿cuál es la diferencia entre una acción colectiva, un movimiento e incluso, una movilización? Por momentos, las diferencias parecen desdibujarse, pero una clara y sencilla conceptualización puede ser suficiente para aclarar el panorama.

Las acciones colectivas son trabajadas ampliamente por Alberto Melucci. El teórico social explora los ejercicios colectivos partiendo de la dinámica relacional de los actores sociales en un sistema de oportunidades y restricciones. La acción colectiva existe cuando los individuos actúan conjuntamente y crean acciones que irrumpen la cotidianidad organizativamente. Cuando se habla de organizativamente se refiere a términos cognoscitivos, afectivos y relacionales en el campo de las posibilidades y límites que perciben los actores23.

Si bien, la acción colectiva es una dinámica de naturaleza relacional entre actores sociales, la unidad no es una necesidad implícita para que esta se produzca. De hecho, si llegase a existir unidad, esta debe ser abordada como resultado y no como punto de partida:

Entonces los actores colectivos producen la acción colectiva, porque son capaces de definirse a sí mismos y al campo de su acción (relaciones con otros actores, disponibilidad de recursos, oportunidades, limitaciones). La definición que construye el actor no es lineal, sino que es producida por interacción y negociaciones, y algunas veces por diferentes orientaciones opuestas. Los individuos crean un “nosotros” colectivo (más o menos estable e integrado con el tipo de acción) compartiendo tres tipos de orientaciones: aquellas relacionadas con los fines de la acción; aquellas relacionadas con los medios, y finalmente aquellas referidas a las relaciones con el ambiente24.

La orientación de los fines es el sentido que tiene la acción colectiva para el actor. En el caso de las movilizaciones del año 2011 el sentido que tiene es la defensa de una educación superior de calidad para todos los estudiantes del país y el rechazo tajante a una privatización escalada con inversiones de capital privado tanto en la financiación de las universidades como en la apertura de holdings educativos25.

La orientación de los medios se refiere a las posibilidades y límites de la acción. La posibilidad del estudiantado como movimiento en su inicio es mínima. En parte, por relacionar la movilización con términos peyorativos como “mamertismo” y por ser considerada por la población como una pérdida de tiempo. Transformar esa imagen es el trabajo del estudiantado que hace parte de la movilización, lo cual es posible con una renovación tanto del discurso como de las formas de operar en la protesta y la resistencia. Los estudiantes, además, reconocen en el diálogo de lo político la alternativa ideal para establecer un punto de negociación, aun cuando este puede ser también un límite. Los límites de la acción colectiva también son rediseñados en la movilización de los estudiantes al reconocer que, si bien ganan terreno entre la comunidad y en las calles, en la esfera política, es decir, en el Congreso y el Senado, donde se discute la reforma educativa, la mayoría de la bancada apoya esta. El reconocimiento de este límite determina un papel fundamental en la organización estudiantil.

La orientación del ambiente depende del campo en que se lleva a cabo la acción. Tomando como ejemplo las movilizaciones estudiantiles, las posibilidades de aglutinación y divulgación dentro de los campus universitarios con foros, marchas internas y asambleas, y fuera de los campus con marchas y plantones, en su mayoría no son violentas. Aunado a ello, aparece un tercer componente que hace de esta movilización algo innovador: el uso de las herramientas de las tecnologías de la información y de la comunicación para abarcar un target poblacional mayor26. Por este proceder, las movilizaciones de los estudiantes en Colombia comparten similitudes con las realizadas por los estudiantes en Chile o Puerto Rico, creando una red de indignación y movilización que visibiliza la coyuntura como un problema glocal.

Estas tres categorías (fines, medios y ambiente) generan tensiones dentro de la misma acción colectiva, pues no son proporcionales y hacen logísticamente imposible cualquier sentido utópico de unidad. En razón de esto, los actores sociales renegocian los aspectos de su función a la par que se realiza la acción colectiva como un cuerpo aparentemente uniforme:

Cuando se observan fenómenos colectivos, generalmente la atención se enfoca sobre los aspectos más visibles de la acción (acontecimiento, movilizaciones, actos de violencia) sin embargo, estos aspectos visibles son manifestaciones de un proceso que opera en el nivel analítico que acabo de delinear, y que es normalmente ignorado. Los eventos pueden ocurrir, y seguir ocurriendo, porque el actor colectivo logra realizar una cierta integración entre las orientaciones señaladas27.

En términos fenomenológicos, el carácter de una acción colectiva consiste en la pluralidad de dimensiones analíticas. La presencia de varios actores colectivos que comparten espacio y tiempo arroja una variedad de posiciones frente a la coyuntura de quienes están a favor y de quienes están en contra, de lo valeroso y lo no tan digno.

Para lograr analizar la pluralidad de las acciones colectivas, se debe primero categorizar qué tipo de fenómeno colectivo se está investigando. Alberto Melucci establece tres tipos de fenómenos colectivos: 1) algunos fenómenos colectivos implican solidaridad, es decir, la capacidad de reconocerse a sí mismos y ser parte de una unidad social; 2) otros tienen el carácter de agregación, esto es, se les puede reducir al nivel de individuo sin que pierdan sus características y pueden orientarse hacia el exterior más que al interior del grupo donde se necesita una acción colectiva reactiva; 3) están los que implican la presencia de un conflicto, lo cual involucra la oposición entre dos (o más) actores que compiten por los mismos recursos.

La movilización estudiantil del año 2011 en Colombia recoge características de la acción colectiva por agregación. La urgencia de movilizarse ante el temor de una reforma a la educación superior agrega individuos tanto de organizaciones estudiantiles como de personas que nunca han hecho parte de una movilización. Son estudiantes que no necesitan ser descritos como una masa; de hecho, algunos buscan desde acciones anónimas ganar protagonismo y no pretenden crear un movimiento fuerte y consolidado entre ellos, más bien, desean mostrar al exterior una unidad compuesta de perspectivas en torno a un fin: salvar la educación superior. Solo es hasta la segunda mitad del año 2011 que se crea la Mane y la movilización de los estudiantes adquiere la perspectiva de un fenómeno colectivo que intenta ser solidario.

En esta perspectiva teórica cabe entonces plantear estos interrogantes a propósito de la acción colectiva de la Mane: ¿cómo construyen los actores su acción de tal modo que se pueda observar un comportamiento aparentemente unificado?, ¿qué facilita o impide la integración de diferentes orientaciones?, ¿cómo ocurre el involucramiento o deserción de los individuos, si tiene en cuenta la pluralidad de significados de la movilización?28.

Para Melucci, el término “movimiento social” cae en una vulgarización mediática al ser usado indiscriminadamente frente a cualquier acción colectiva. En consecuencia, el autor propone unas pautas para delimitar lo que es un movimiento social:

La definición analítica de movimiento social que propongo abarca tres dimensiones. Ante todo, la acción colectiva debe contener solidaridad, es decir, la capacidad de los actores de reconocerse y de ser reconocidos como parte de una unidad social. La segunda característica es la presencia del conflicto, es decir, una situación en la cual dos adversarios se encuentran en oposición sobre un objeto común, en un campo disputado por ambos. El conflicto, de hecho, presupone adversarios que luchan por algo que reconocen está de por medio entre ellos, y por lo que se hacen precisamente adversarios. La tercera dimensión es la ruptura de los límites de compatibilidad. Significa la acción que sobrepasa el rango de variación que un sistema puede tolerar, sin cambiar su estructura. Los sistemas de relaciones sociales pueden ser muchos y variados, pero lo importante aquí es la existencia de un comportamiento que rompe las fronteras de la compatibilidad, por lo tanto, forzando al sistema a ir más allá del rango de variaciones que su estructura puede tolerar29.

La movilización estudiantil del año 2011 en Colombia solo es un movimiento social cuando aparece la figura de la Mane. Sin embargo, la principal duda para considerar esta acción colectiva como un movimiento es si contiene el principio de solidaridad al que se refiere Melucci. Si bien los estudiantes son reconocidos como una unidad, no es por la movilización en sí misma en el año 2011 sino por el acumulado histórico de las protestas desde la segunda mitad del siglo XX, particularmente aquellas de los años sesenta y setenta30. Esta unidad como target poblacional, es notablemente distinta a la del estudiantado del siglo XXI. Por esto, para el caso de la Mane, es conveniente acudir con cautela al principio de solidaridad. Las otras dos características de esta movilización estudiantil del año 2011 cumplen con lo planteado por Melucci: existe un conflicto por un interés en común que es la educación; este interés enfrenta tanto a la bancada del gobierno –con sus ministerios y medios de comunicación aliados– como al sector del estudiantado conformado por profesores, rectores y otros sectores asociados a la coyuntura. Así mismo, aparece la ruptura de los límites de compatibilidad de las acciones colectivas como un fenómeno que rompe con la monotonía de la cotidianidad hasta ejercer una presión mediática que lleva al gobierno a reversar decisiones sobre la marcha.

Si bien Melucci delimita la definición de movimiento social, el acontecer de los movimientos sociales representa todo un universo de posibilidades, de manera que para el caso de la Mane sea necesario acudir a un filtro cronológico. En razón de esto es necesario tomar como referente la noción de neomovimientos sociales, los cuales aparecen en la década de 1980 en países de Europa y posteriormente se expanden a Latinoamérica con ejemplos muy cercanos como la movilización estudiantil universitaria que encabeza la denominada Séptima Papeleta en Colombia. Estas nuevas formas de movilización omiten el relato antisistémico y la noción de revolución para realinearse con las fuerzas de lo político del Estado.

La Séptima Papeleta es un movimiento estudiantil que logra ejercer toda una presión mediática y social en las elecciones del 11 de marzo de 1990. Esta movilización propone incluir una iniciativa en la que se solicita una reforma constitucional en Colombia. Si bien la papeleta no es contada por la Registraduría Nacional, representa un precedente para que sea reconocida la voluntad popular de un cambio en la Constitución a partir de una Asamblea Constituyente. Entre las acciones colectivas y protestas que promueven los estudiantes, es muy significativa la conocida Marcha del Silencio que propone emular la realizada en Bogotá por Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de 1948 que denunciaría la creciente violencia política en el país.

La Marcha del Silencio de los estudiantes se realiza el 25 de agosto de 1989. Unos veinticinco mil estudiantes se vuelcan sobre las calles de Bogotá para protestar contra la creciente violencia política en el país. El eje central de la misma es un pacto cívico que rechaza de manera tajante las acciones de narcotraficantes y grupos guerrilleros, los cuales siembran terror en calles y campos de Colombia con aparatos explosivos. El movimiento estudiantil de la Séptima Papeleta es el primero en reconocer como vitales a los medios de comunicación en el desarrollo de lo político en Colombia. Además de unir a las universidades tanto públicas como privadas en torno a un objetivo común, esta movilización marca un hito en el país porque está respaldada por un márquetin nunca antes visto en el país. Más que un movimiento social con intereses políticos, los estudiantes recalcan la importancia de un pacto ciudadano lleno de esperanza con el eslogan “todavía podemos salvar a Colombia”. Este referente del procomún es reavivado, dos décadas después, por la movilización de los estudiantes en contra de la reforma a la Ley 30 de Educación Superior en Colombia31.

Esta nueva forma de organización consiste en un pasaje a lo político que no implica instituciones de representación y no acepta funciones delegadas. Pero con esto no se niega a lo político, como en los años sesenta y setenta en los que sectores estudiantiles consideran la lucha revolucionaria como única alternativa para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. En la Séptima Papeleta, en cambio, durante la movilización se reclama una reapropiación para la comunidad. Un proceso, a su vez, que no es solo organizativo sino también pragmático32.

Se habla en términos de lo político para el movimiento de la Séptima Papeleta en el año de 1990, porque este tipo de neomovimientos sociales reconocen en el diálogo una alternativa fundamental para ganar credibilidad y aceptación; rechazan tajantemente las alianzas y estrategias políticas tradicionales que dictaminan el curso clientelista de la política colombiana. La movilización de los estudiantes en el año 2011 reconoce la legitimidad del Estado en el marco de la necesidad de una reforma a la educación superior y rechaza las alianzas políticas tradicionales que no dan las garantías en el Congreso de la República para un debate en el que ganen las ideas; maquinarias políticas como la coalición presidencial y otras alianzas hacen que cualquier reforma o intencionalidad de reforma educativa sea aprobada antes de ser discutida. Por otra parte, los estudiantes no tienen un capital económico que represente un contrapeso al que tiene el Estado, solo son partícipes en la medida que la decisión no sea tomada en el juego político de las alianzas políticas tradicionales cuando se trata de votar un proyecto de ley.

Otra de las particularidades de los neomovimientos sociales es la innovación en los signos y relatos y en las formas de protestar y resistirse. En este caso, la fluida relación y unidad de criterio y acción entre problemas globales –como el extractivismo, el deterioro del medio ambiente o la creciente desigualdad económica en el mundo– y luchas locales expresan la necesidad de cambio para la supervivencia del sistema:

[…] Se trata de una actividad en la que los sujetos sociales refundan la democracia. Hoy no solamente lo democrático, sino también lo político se construyen en y desde las luchas sociales. El sistema político del capitalismo maduro es inerte, su dinámica es parasitaria, su norma es económica. El capitalismo maduro ya no conoce la política democrática, ignora la expresión del interés general, o mejor, la presenta bajo la forma de la generalización burocrática, de la globalidad necesaria y absoluta […] las luchas, por el contrario, muestran un renacimiento de lo político como poder constituyente, como síntesis entre actividad de los sujetos y nuevos objetivos sociales33.

Las movilizaciones sociales estudiantiles no solo sirven como medida pulsional para evidenciar el descontento de una generación, también son reutilizadas como estrategia política publicitaria para reavivar debates y para que los políticos ganen capital con miras hacia las siguientes elecciones. En las movilizaciones del año 2011, por ejemplo, los estudiantes reciben apoyo de los partidos que hacen oposición al gobierno del presidente Juan Manuel Santos Calderón, entre ellos el Polo Democrático Alternativo y algunos miembros del Partido Verde.

El modus operandi de las movilizaciones del año 2011 se enmarca en la lógica de los neomovimientos sociales, similar al de la Séptima Papeleta entre los años de 1989 y 1991. Si bien desde el año de 1991 hasta el año 2011 se produce toda una evolución acontecimental de apoyo o rechazo al neoliberalismo como alternativa política en Colombia, dicho modelo no es solución o se constituye en un paliativo de las acentuadas desigualdades económicas y sociales en Colombia y el mundo, lo cual conlleva a manifestaciones en distintas latitudes del globo.

Parte del éxito de las movilizaciones estudiantiles en los años de 1991 y 2011 es el uso de estrategias de divulgación. Las cuñas publicitarias en la radio y la televisión son la estrategia del movimiento de la Séptima Papeleta, aunque en aquella oportunidad también existe un apoyo de ciertos sectores del oficialismo político ante la intencionalidad de los estudiantes. En el caso de la movilización de la Mane del año 2011 se recurre a una estrategia divulgativa que enfrenta la institucionalidad del gobierno con los medios de comunicación tradicionales y ciertos medios desmonopolizados y alternativos que usan los estudiantes, como son las plataformas de la Internet, entre las que se cuentan YouTube, los blogs y redes sociales como Twitter y Facebook. Tanto en el movimiento de la Séptima Papeleta como en el de la Mane los estudiantes son conscientes de la necesidad de exportar las necesidades y temores no solo al target universitario sino a la opinión pública para buscar apoyo de otros sectores, y en los dos casos los estudiantes son capaces de unir en un mismo diálogo y propósito a universidades privadas y públicas.

El uso de las herramientas de las tecnologías de la información y de la comunicación y la búsqueda de apoyo de las movilizaciones estudiantiles en sectores tradicionalmente ajenos a la problemática de la educación superior remiten a la noción de enjambre, como ya se ha indicado, un nuevo aspecto de la acción social colectiva que aún está por exponerse. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, retoma a McLuhan para reconstruir en El enjambre una preocupación por el comportamiento de las sociedades contemporáneas embotadas, sordas, ciegas y mudas ante el encuentro con la tecnología34. En este momento crítico de la sociedad se produce un crisol de movilizaciones, las cuales más que actuar como las masas entre los decenios de 1940 a 1970, parecen enjambres. Una nueva etapa en la cual, además, no es solo evidencia de un cambio en el modus operandi de las movilizaciones sino de un cambio en la sociedad. Han retoma el postulado de Gustave Le Bon en el análisis de las coyunturas de su contemporaneidad quien consideró que “la era que entramos, será, verdaderamente, la era de las masas”35. Los acontecimientos presenciados por Le Bon, en los que las masas crean sindicatos en el naciente siglo XX, lo llevan a hacer una lectura fatalista del porvenir, en el que la masa suplanta las soberanías y destruye la cultura36. Lejos de ver un futuro distópico, lo que Le Bon percibe es la germinación de una crisis insostenible debido a las precondiciones políticas, culturales y educativas en las cuales se origina el sentimiento de las masas. La revolución digital abre una era del enjambre digital:

Los enjambres digitales no son masas, no tienen características unificadoras; todos son individuos aislados. Las movilizaciones actuales son concentraciones causales de actores sociales, los individuos no desarrollan ningún nosotros, por tal razón no tiene voz, sino una multiplicidad de voces, inclusive apuntando a objetivos distintos, con filtración e inconsistencia en los contenidos. Por eso es percibido como un ruido37.

Han sostiene que los modelos colectivos de estos movimientos son fugaces e inestables, además, actúan de manera carnavalesca, lúdica, pero muy poco vinculante; por tal razón, no desarrollan una energía política38. Las acciones colectivas de los enjambres funcionan más como shitstorms39 o aluviones de críticas insultantes en los que no se cuestionan las relaciones de poder, sino que se recurre al escándalo mediático como mecanismo para ejercer presión.

Estas nuevas formas de movilización son resultantes de dos fuerzas contrapuestas que crea la globalización. Está el orden capitalista de dominación, mejor conocido como imperio global, y la multitud como una composición de singularidades que se comunican entre sí a través de la red. Este postulado es propuesto primeramente por Hardt y Negri con base en el modelo de la lucha de clases40. La clase multitud es la única que tiene la capacidad de realizar acciones en común.

Ahora bien, para Han no es necesario reavivar la lucha de clases para tematizar el antagonismo entre dos fuerzas. De hecho, la multitud es la única clase que existe, a ella pertenecen todos los que hacen parte del sistema capitalista. La creencia de que existe una clase con ínfulas oligárquicas que explota a los demás debe ser estudiada con mayor cuidado; hoy, cada quien se explota a sí mismo. Hoy todos somos explotadores y multitud; por demás, una connotación y dinámica capaz de producir mayor capital que cualquier forma anterior de capitalismo: hoy es posible una explotación sin dominación41. Uno de los principales factores que influyen en esta lógica de autoexplotación y la hace posible, es la transición de seres sociales a sujetos neoliberales en los que el egoísmo y la atomización destruyen cualquier capacidad de pensar en términos de “nosotros”. La erosión de lo comunitario hace cada vez menos probable una acción común, esto explica la continua intención del sistema de finalizar con cualquier representación de lo público –como es la educación superior– bajo la excusa de optimizar y generar rentabilidades.

En el estado social de esta contemporaneidad existe una lógica de autodominación: el máximo aporte de la democracia neoliberal es convertir a cada uno en su propio explotador, pequeños hologramas de capitalistas que buscan generar rentabilidad y capitalizar lo que tienen a mano, en este caso, el sí-mismo. La capitalización del sí-mismo es posible por la educación, esta se convierte en una estrategia de mercadotecnia para autopromocionarse. Los capitales económicos colosales invierten en universidades, programas educativos y cursos de corta y mediana duración como alternativa de “democratizar” el acceso a la capitalización.

Ahora bien, en una sociedad con una creciente desigualdad social es necesario crear alternativas para que las personas que no pueden acceder a la capitalización, puedan hacerlo, no por un espíritu altruista sino por la codicia de capitalizar al máximo, es por ello que aparecen cuotas de endeudamiento flexibles para créditos educativos. La propuesta del sistema capitalista nunca ha sido tan avasalladora como hoy, hasta el punto de generar capital con la idea de futuro; es un capitalismo que está por encima de la misma tensión temporal. Para lograrlo aparecen holdings educativos que venden una educación insuficiente a cuotas, en los que el “cliente” debe cursar para aspirar a un trabajo mal remunerado. Esta educación no concibe ningún tipo de investigación e incrementa la desigualdad educativa.

La desigualdad educativa es el apartheid del siglo XXI, limita la investigación y el desarrollo científico en zonas específicas; desde los países del “primer mundo” se domina no solo la industria, la economía y la geopolítica, sino el conocimiento y los avances tecnológicos. Espacios como Silicon Valley se convierten en la meca de la civilización del siglo XXI, mientras que la investigación en otras latitudes es recortada y condenada a reproducir lo investigado en una ilusión de innovación.

§ Nuevos actores sociales y psicopolítica

Si se habla de una nueva construcción en los movimientos sociales, de una nueva forma de protestas y de organizarse, es posible que también haya una nueva formación de actores sociales. Las innovaciones tecnológicas del siglo XXI modifican al individuo mismo. Vilém Flusser plantea un panorama futurista de los individuos del siglo XXI:

El hombre con sus aparatos digitales vive ya hoy en la “vida sin cosas” de mañana. Es característica de esta nueva vida la atrofia de las manos. Los aparatos digitales hacen que las manos se atrofien. Pero ellos traen también la liberación del peso de la materia. El hombre del futuro ya no necesitará manos. No tendrá que tratar y elaborar porque ya no tendrá que habérselas con cosas materiales, sino solo con informaciones ajenas a la condición de cosas. En el lugar de las manos se introducen los dedos. El nuevo hombre teclea en lugar de actuar. Él solamente querrá jugar y disfrutar. Lo que caracterizará su vida será la musa y no el trabajo. El hombre del futuro no cósico no será un trabajador, un homo faber, sino que será el jugador, el homo ludens42.

Más que una descripción de cómo la cultura de los medios modifica a los seres humanos, el trabajo de Flusser representa toda una radiografía de la generación milénica y sus formas de operar frente a la virtualidad. Al ser humano de Flusser no le interesa actuar, solo quiere jugar y cuando debe hacerlo confunde actuar con teclear. La protesta del siglo XXI tiene doble faceta, por un lado, está la clásica protesta que se toma las calles y muestra la inconformidad con arengas, pancartas y, en algunos casos, enfrentamientos con la fuerza pública. Pero también ejerce presión por medio de iniciativas virtuales como los ataques cibernéticos a páginas gubernamentales ocasionados en la última década y extendidos por todo el mundo. En Colombia estos ataques son visibilizados a partir del año 2011. Actualmente los embates contra el oficialismo no se dan en su mayoría contra instalaciones físicas sino contra portales gubernamentales. Durante el año 2011 es muy común encontrar despliegues en los medios de información en los que se muestra de manera alarmante los ataques a portales institucionales y gubernamentales del Estado colombiano como el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el Ministerio del Interior o la cuenta en Twitter del presidente Juan Manuel Santos Calderón. Grupos como Anonymous43 con ataques de denegación de servicios (DDoS) saturan los servidores44 y es así como ponen en jaque las instituciones del Estado.

Si el año 2011 se configura como un nodo de protestas y movilizaciones es conveniente preguntarse: ¿de dónde sale tanto malestar? Nuevamente, el filósofo Han reflexiona al respecto en Psicopolítica. El problema radica en la ilusión de libertad en contradicción con ideas que comercializan la ilusión en los sujetos de creerse libres para replantearse y reinventarse permanentemente. Esta libertad da lugar a coacciones45 en una sociedad que flexibiliza los deberes y no considera límites, paradójicamente termina aprisionando al sujeto en una jaula de libertad.

Este hiperbolismo de la libertad convierte a los sujetos neoliberales en empresarios del sí mismo, con una obligación continua a triunfar o por lo menos a sobresalir. Tal imposición lleva a que los individuos sean incapaces de relacionarse con otros individuos empresarios del sí mismo. El aislamiento al que se está sometido por la necesidad de autosuperarse y superar a los demás conduce a una ausencia de amistad o relación alguna. Un contrasentido porque ser libre significa estar con amigos46. En otras palabras, la libertad es una cuestión plenamente relacional. No obstante, la obligación de triunfar y consumir explota incluso el concepto de libertad y a todas aquellas prácticas libres como las emociones, el juego y la comunicación.

Esta conceptualización de libertad no es novedosa. De hecho, Karl Marx afirma que “solamente dentro de la comunidad con otros, todo individuo tiene los medios necesarios para desarrollar sus dotes en todos los sentidos; solamente dentro de la comunidad es posible, por tanto, la libertad personal”47. Ser libre es un desarrollo mutuo y esta reciprocidad solo es posible con el desarrollo de interacción política, económica y social.

El afán desaforado de éxitos y consumo auspiciado por la lógica neoliberal hace creer que cualquier forma de fracaso, tómese como ejemplo, la pobreza, el analfabetismo o la inseguridad, es culpa del mismo sujeto. Así mismo, la autoexplotación que esto trae afecta a todas las clases sociales en una sociedad supuestamente sin clases:

Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema. En el régimen de la explotación ajena, por el contrario, es posible que los explotados se solidaricen y juntos se alcen contra el explotador. Precisamente en esta lógica se basa la idea de Marx de la “dictadura del proletariado”. Sin embargo, esta lógica presupone relaciones de dominación represivas. En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo48.

Esto hace logísticamente imposible cualquier revolución social; no hay ningún “nosotros” político, por esta razón, no hay capacidad real para una acción común. Para el sistema neoliberal, los actores sociales son enfermos que deben sus fracasos o problemas a coyunturas personales.

Ahora bien, si existe todo un proceso de aislamiento y pérdida gradual de la libertad relacional de los actores posibles: ¿cómo se pueden explicar las movilizaciones del año 2011 en torno a un objetivo? Una de las razones posibles para explicarlas es el surgimiento de una idea lo suficientemente fuerte e innovadora para unir las personas y reavivar la esperanza de un futuro en común, y esta idea que se desarrolla y va de la mano con los neomovimientos sociales es el procomún.

§ El procomún

El concepto de lo común tiene su origen en las luchas sociales y culturales contra el orden capitalista. Christian Laval y Pierre Dardot analizan en Común, las manifestaciones sociales del siglo XXI con una variable transversal y alternativa al neoliberalismo, la lógica del procomún busca oponerse a la extensión de la propiedad privada en todas las esferas de la sociedad, de la cultura y de la vida49. El término común designa la emergencia de una forma nueva de oponerse al capitalismo, incluso de pensar su superación. Se trata también de dar la espalda al comunismo estatal. El Estado propietario de todos los medios de producción aniquila metódicamente el socialismo. Se trata, pues, para aquellos a quienes no satisface la libertad neoliberal, de abrir otro camino50.

El concepto se remonta al uso del término commons51, por parte de los movimientos altermundistas y ecologistas de la década de 1990, pero tiene un principal desarrollo en coyunturas latinoamericanas como las luchas por el agua en Cochabamba (Bolivia) y las campañas de organizaciones no gubernamentales para blindar el conocimiento como un bien del procomún.

La lucha por el procomún ha salido de la clandestinidad y su discurso antineoliberal retumba en las organizaciones transnacionales, como en el año 2009 en el Foro Social Mundial de Belem, en Brasil, cuando se conoce el Manifiesto por la recuperación de los bienes comunes:

La privatización y la mercantilización de los elementos vitales para la humanidad y para el planeta son más fuertes que nunca. Tras la explotación de los recursos naturales y del trabajo humano, este proceso se acelera y se extiende a los conocimientos, la cultura, la salud, la educación, las comunicaciones y el patrimonio genético. El bienestar de todos y el bienestar de la Tierra se sacrifican en aras del provecho financiero a corto plazo de algunos. Las consecuencias de este proceso son nefastas. Son visibles y conocidas por todos: […] empobrecimiento de la diversidad cultural, reducción del acceso al conocimiento y la educación mediante el establecimiento del sistema de propiedad intelectual sobre los conocimientos, impacto nefasto de la cultura consumista52.

Muy similar a las declaraciones del año 2009, son las realizadas por François Houtard durante el Foro Mundial de las Alternativas, evento al margen de Río+20. En este acercamiento, los bienes comunes no necesitan ser identificados uno por uno, sino que son reagrupados en una metacategoría como Bien Común; esta fórmula inspira los movimientos indianistas latinoamericanos y es una convergencia entre los movimientos sociales y políticos.

Las consideraciones teóricas y fenomenológicas previas sirven para encontrar nexos en los relatos utilizados durante las movilizaciones del año 2011. La necesidad de explicar una historia del tiempo presente, ampliamente cargada de neomovimientos sociales en países como Bolivia, Colombia, Chile o incluso del norte de África, sacude las entrañas del neoliberalismo, mientras nuevos actores sociales que son presionados por normas impuestas por una libertad sin límites, llevan a que cada uno se convierta en su propio explotador. A partir de este momento, ya no hay revolucionarios. El neoliberalismo se encarga de destruir cualquier construcción relacional y desdibuja los patrones de amos y esclavos convirtiendo a todos en ambas cosas. Solo es a partir de la fortaleza de un concepto que nace desde la praxis como lo común –el cual no reconoce ni al neoliberalismo ni al comunismo estatal–, que millones de personas pueden creer de nuevo, uniéndose en un accionar colectivo y reclamar en las calles un porvenir común.

§ Breve revisión histórica de los movimientos sociales en Colombia

En Colombia, el movimiento estudiantil, especialmente el universitario, es reconocido por la sociedad en general. El amplio recorrido histórico y temporal del mismo hace que tenga cierta complejidad al momento de teorizar y tipificar las acciones colectivas del estudiantado. Ante tal reto, historiadores como Mauricio Archila categorizan la protesta estudiantil en seis grandes momentos. El historiador denomina como primeros pasos a las apariciones de los estudiantes entre los años de 1909 y 1929, posteriormente hay una etapa de variabilidad oscilante en los años comprendidos entre 1930 y 1945, sigue un periodo de resistencia democrática entre los años de 1946 y 1957, para llegar a una etapa de radicalización contra el bipartidismo que toma como referente los años entre 1958 y 1974; luego hay una etapa que se orienta hacia un movimiento popular entre los años de 1975 y 1990. Una vez es puesta en práctica la Constitución Política de 1991 se abre de nuevo un espacio para la consolidación de los movimientos sociales y nuevas formas de protesta en Colombia, protegidas y garantizadas en un estado social de derecho.

Cuadro 1. Síntesis de los periodos del movimiento estudiantil colombiano

PeriodoCaracterística
Los primeros pasos(1909-1929)Época en la que se presentan algunas protestas caracterizadas por la inconformidad estudiantil con la enseñanza de tipo escolástica. Los estudiantes son reconocidos como un actor social diferenciado. Los motivos de las protestas giran en torno a un acelerado crecimiento económico y escasas posibilidades de ascenso social lo que refleja una baja tasa de alfabetismo. En 1929 se presenta el primer caso de un estudiante muerto en una protesta.
Visibilidad oscilante(1930-1945)Tras el ascenso liberal al gobierno en el año de 1930, el movimiento estudiantil se proyecta. Algunos dirigentes estudiantiles hacen parte del gabinete del gobierno de López Pumarejo. A pesar de los avances del movimiento estudiantil, el autor demuestra cómo el bipartidismo de la época influye en las movilizaciones y da paso a la violencia
Resistencia democrática(1946-1957)Ascenso conservador al poder con Mariano Ospina Pérez en el cual aumenta la tensión entre los partidos tradicionales, y lleva a la confrontación reflejada en una violencia política en campos y ciudades. En este periodo, las agitaciones estudiantiles son reprimidas por el gobierno a través de las fuerzas militares, desde ese momento, nace una creciente enemistad estudiantil con la fuerza pública
Radicalización contra el bipartidismo(1958-1974)Aunque en el periodo anterior el movimiento estudiantil está inscrito en el bipartidismo, en este periodo se observa una radicalización contra el mismo tras la firma de la paz entre los Partidos Conservador y Liberal con la creación del Frente Nacional. Esto crea un malestar generalizado en la comunidad estudiantil universitaria. A inicios de la década de 1970 toma nuevamente fuerza la idea de la reforma universitaria, lo cual genera tensiones entre los estudiantes y el gobierno, dando como resultado hechos violentos que cobran la vida de algunos estudiantes. Los encuentros estudiantiles permiten la creación de un programa mínimo propuesto por universidades públicas y privadas. Este Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos contiene seis puntos entre los que se resalta la necesidad de financiamiento adecuado para las universidades, siendo este punto de carácter estructural. El autor rescata de este periodo la capacidad estudiantil de movilizarse e incluir además del sector público, el privado, en torno a temas centrales como la educación superior, el desarrollo científico y la democracia
Hacia el movimiento popular(1975-1990)En América Latina a finales de las décadas de 1970 y 1980 se dan cambios históricos tras el abandono del modelo industrializador para dar paso a la apertura económica de corte neoliberal que lleva al aumento de las brechas sociales. El movimiento estudiantil se inscribe en las luchas sociales de los años ochenta, unido a otros sectores subalternos colombianos. Aumentan las protestas que giran en torno a la exigencia de presupuesto adecuado para la dotación física y académica de las universidades. Tras el aumento de las protestas se incrementa la represión y con ello, la violencia, traduciéndose en casos de violaciones de derechos humanos
Crisis y recomposición (1991-2011)Esta etapa inicia con el debilitamiento del horizonte de las izquierdas tras la caída del socialismo. Se retorna a la democracia liberal. En el contexto nacional continúa la guerra interna produciendo una crisis humanitaria nunca antes vista. Con el gobierno de Gaviria se concreta una nueva reforma de la educación superior: la Ley 30 de 1992. A través de esta reforma se define la educación como un servicio público. Posteriormente, con el mandato de Álvaro Uribe, las luchas estudiantiles incrementan. Se presentan protestas contra el referendo que pretende modificar la Constitución, contra los Tratados de Libre Comercio (TLC) y contra el Sistema General de Participaciones comúnmente llamado de “Transferencias del Ejecutivo a las regiones”. Se presenta la militarización de las universidades y la violencia paramilitar contra miembros de las universidades públicas. Tras la entrada del gobierno de Juan Manuel Santos Calderón y su apuesta por la privatización de la educación superior mediante el Proyecto de Ley 112, el movimiento estudiantil se unifica y genera una ola de movilizaciones dentro del marco de lo que se conoce como Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane), obligando al gobierno a retirar el proyecto, lo cual se constituye en un triunfo del movimiento estudiantil

Fuente: ARCHILA, Mauricio. El movimiento estudiantil en Colombia. Una mirada histórica. Revista del Observatorio Social de América Latina. 2012, nro. 31, pp. 73-95.

Por su parte, Álvaro Acevedo Tarazona propone dos grandes diferenciaciones de la movilización estudiantil desde sus inicios en el siglo XX hasta su radicalización en los años sesenta y setenta. La primera etapa comprende entre los años de 1910 y 1957. Este periodo tiene como acontecimiento de primer orden la reforma de Córdoba, Argentina. Para este periodo existe una contextualización común en las realidades latinoamericanas como son los cambios demográficos, el crecimiento económico, la urbanización y el ingreso de la juventud como actor social y como un consumidor que mueve mercados y grandes recursos económicos. Las discusiones de este primer momento pasan por la conceptualización de la autonomía universitaria y la consolidación de los gobiernos universitarios. Entre los principales exponentes de la movilización estudiantil de este periodo en Colombia se destaca Germán Arciniegas en compañía de jóvenes de la Universidad Nacional. De aquí se rememoran importantes sucesos como la manifestación de 1929 que da origen al primer mártir del estudiantado colombiano. Los estudiantes caídos se constituyen en una representación de la lucha estudiantil y en una constante de su enfrentamiento desigual con las fuerzas del Estado, dando pie a una representación legendaria y heroica a la protesta53.

La segunda etapa comprendida entre los años de 1958 y 1977 corresponde a la radicalización estudiantil54. En esta nueva etapa los estudiantes son ambiguamente democráticos, autoritarios o radicales, un comportamiento que se puede considerar causalidad de condiciones internas como las tensiones entre valores tradicionales y nuevos en una sociedad que transita del campo a la ciudad55, o de condiciones externas como los procesos de Guerra Fría y colonialismo que se han gestado como políticas globalizadoras56. En este periodo radical la universidad se construye como un espacio de tensiones donde confluyen intereses políticos, valoraciones culturales, proyectos de sociedad e ideologías, especialmente aquellas de la nueva izquierda con sus múltiples matices o visiones contrapuestas57.

Desde los años veinte hasta principios de la década del setenta del siglo pasado la movilización estudiantil en la universidad colombiana ha defendido la autonomía universitaria y la libertad de cátedra, dos principios que se mantienen aún muy vigentes en las reivindicaciones estudiantiles en lo que ha avanzado el siglo XXI. La composición de los Consejos Superiores es un asunto que interesa a estudiantes, profesores, rectores y sectores externos a la universidad. Dicho interés tiene su raíz en los postulados de la reforma liberal de Córdoba en el año de 1918, momento en el que se piensa como necesaria la modernización de las casas de estudio para sacarlas del anquilosamiento en que se encuentran. Aunque las luchas de los estudiantes colombianos se centran inicialmente en cuestiones gremiales y en la defensa de la libertad de cátedra, la inquietud por conseguir mayor injerencia en las instancias del gobierno y poder universitario politiza e influye en la movilización estudiantil. Hasta los años cincuenta del siglo pasado la relación de los estudiantes con los partidos políticos tradicionales tampoco es óbice para que se reivindique la autonomía universitaria y se proponga un gobierno de los estudiantes y los profesores, actores esenciales de la vida universitaria. La convicción que existe en el fondo de estas pretensiones consiste en asumirse como una especie de vanguardia intelectual que está llamada a organizar y determinar libremente los destinos de las instituciones universitarias.

Luego del giro hacia la nueva izquierda de los principales líderes estudiantiles, el estudiantado asume la necesidad de incidir en el gobierno de las universidades y hace de esta reivindicación una causa de primera línea. Ciertamente, la lucha de los estudiantes por ser mayoría en los Consejos Superiores –junto con los profesores– demanda esfuerzo y requiere organización, no solo para sostener la propuesta en escenarios propiamente estudiantiles sino para diferenciar posiciones respecto a las iniciativas de reforma provenientes de las autoridades universitarias y del propio Ministerio de Educación. La lucha por el cogobierno universitario revela un aspecto poco conocido del movimiento estudiantil de principios de los años setenta: el hecho de que el estudiantado coincida con ciertas autoridades universitarias en la defensa de la autonomía y en la pertinencia de modificar las estructuras de poder en las universidades. Aunque se sabe que no existe consenso entre los estudiantes por la causa del cogobierno debido al lugar que los diferentes grupos políticos le otorgan a la universidad en el proceso de cambio social, lo relevante reside en constatar que su adopción en algunas universidades, pese a su corta duración, es quizás el triunfo más importante de la movilización estudiantil en los años setenta del siglo pasado58.

En el caso de la Universidad Nacional, la principal institución de educación superior de Colombia, la victoria del cogobierno es fugaz59. La reforma orgánica no es aprobada ni reconocida por el Estado. En otros escenarios como la Universidad de Antioquia o la Universidad Industrial de Santander60, en los que también se crean experiencias efímeras de cogobierno en los años setenta del siglo pasado, las acciones emprendidas por los consejos de mayoría estudiantil y profesoral igualmente son fugaces. Así pues, los estudiantes y profesores no pueden ejercer el poder y gobierno pleno universitario que tanto anhelan. Pese a ello, esta causa articula permanentemente lo gremial y lo político en las filas estudiantiles, aunque la partida la gana finalmente el radicalismo de izquierda que antepone como prioritaria la lucha y, en algunos casos, envía jóvenes a los grupos guerrilleros emergentes en Colombia. Por su parte, las autoridades políticas y universitarias, en un contexto de anticomunismo y desconfianza con la movilización popular, cierran las vías para acometer reformas en la estructura de poder de las universidades, imponiendo los llamados “rectores policía”61. A pesar de los limitados alcances, en Colombia hay tres experiencias de cogobierno universitario en los años setenta; un triunfo que se rememora hasta el día de hoy cuando todavía se reivindica la unión de los “estamentos universitarios” para la lucha, evocación que se remonta al Antiguo Régimen y en el que las autoridades universitarias no son elegidas en procesos democráticos.

El triunfo del movimiento estudiantil colombiano frente al Estado en los años setenta –así sea efímero– está cargado de expectativas ante las oportunidades de transformación que se abren para las movilizaciones del siglo XXI. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por mantener la unidad, hoy las diferencias entre las organizaciones estudiantiles impiden concretar el sueño del movimiento estudiantil de tener una universidad pública, gratuita y de calidad. Pese a ello, existen remembranzas a las antiguas formas de movilización. No se puede afirmar que el movimiento estudiantil contemporáneo se construye desde cero. De hecho, las nuevas representaciones de movilización en forma de enjambre, sirven como plataforma para la proyección de líderes y la construcción de una masa indignada que tiene puntos en común pero también divergentes62. Esta dinámica es la principal distinción de los nuevos movimientos sociales, pues construyen desde la diferencia y se proyectan a partir del diálogo.

§ El movimiento estudiantil y las relaciones de género

En términos generales, el género se entiende como “un elemento constitutivo de las relaciones sociales, es una construcción social que supone un conjunto de acuerdos tácitos o explícitos elaborados por una comunidad determinada en un momento histórico determinado”63. Por tal motivo, el interés de las ciencias sociales en caracterizar las relaciones entre hombres y mujeres de manera integral y de identificar las implicaciones políticas, sociales, culturales, económicas y psicológicas, se conoce como Enfoque o Perspectiva de Género, entendida por Irene López64 como una alternativa analítica que incorpora una nueva manera de interpretar los fenómenos sociales que se derivan de las relaciones entre hombres y mujeres.

Los movimientos sociales en general están muy ligados con las tendencias de izquierda. En ellas predomina un pensamiento más liberal que reivindica la lucha de las minorías y tienden a estar vinculadas en la búsqueda por la igualdad y la transformación social. Por ende, se caracterizan por tener una visión más amplia de la participación en procura de la democracia. Es así como el movimiento estudiantil se identifica por su fuerte voluntad transformadora frente a las acciones hegemónicas. Sin embargo, pese a su voluntad, se reproducen prácticas discriminatorias:

La definición de los movimientos sociales y su imaginario social hacen suponer que en estos grupos existe más conciencia y trabajo anti patriarcal que en la sociedad en general, pero, pese a esta voluntad, en los movimientos sociales se reproducen dinámicas discriminatorias. Esta serie de discriminaciones se dan desde el principio, es decir, desde que se escoge el movimiento o grupo donde se va a participar. El trabajo político de las mujeres, como ya se ha mencionado, en su mayoría se aleja de la política formal o del desarrollo de teorías políticas y se acerca más a campañas o a organizaciones específicas65.

Ante esta situación, algunos autores aluden al concepto de estructura profunda del movimiento social para analizar a partir de la descripción de las capas ocultas dentro de un movimiento66, los procesos inconscientes o incluso conscientes pero ocultos, en los que se dan por sentados algunos estereotipos de género.

En lo que se refiere al movimiento estudiantil colombiano, a pesar de que se han dado avances para reconocer una historia en la que prevalecen elementos de su contexto social y político, además de los ejes centrales de lucha, la categoría género no ha sido estudiada en esta expresión de la acción social colectiva. Tradicionalmente la incorporación del enfoque de género al estudio de los movimientos sociales y de la acción colectiva se enmarca en los movimientos sociales de mujeres o feministas. Se carece entonces de estudios que brinden orientaciones frente a las relaciones de poder que se gestan en el interior del movimiento estudiantil. Por tal razón, el análisis de género en el movimiento social estudiantil constituye un tema importante a estudiar.

El rol de la mujer y del hombre en el movimiento estudiantil permite entrever las prácticas y relaciones desiguales de poder en una sociedad en la que coexisten el sexismo, la violencia, la exclusión y el machismo. En cuanto a la división del trabajo, la investigación desarrollada por Eva Alfama67, titulada Género y movimientos sociales, afirma que en este círculo político se reproduce la división sexual del trabajo porque las mujeres se centran en mayor medida, en las cuestiones técnicas, logísticas y organizativas llegando a liderar los ámbitos que corresponden al espacio privado, pues lo visible, público, exterior, representativo y decisorio es una cuestión masculinizada.

La masculinización o feminización de las actividades se da como efecto de una construcción histórica del rol de género que es reproducida en el proceso de socialización de cada ser humano. Por ejemplo, las actividades que requieren el desarrollo de ciertas habilidades comunicativas de manera oral y escrita, que por su naturaleza se relacionan con el manejo de público, son potenciadas en los hombres. En la movilización estudiantil la situación no es diferente, pues “la cara invisible del movimiento, la organización interna, lo ‘privado’, es llevada en mayor grado por mujeres, mientras que la cara visible, la acción y enunciación política, es protagonizada por hombres”68.

Pese a este rol en el que se ha ubicado a las mujeres, existe un grupo reducido de ellas que logra vencer los estereotipos de género y se ubica en espacios de representación y decisión. Estas mujeres se caracterizan por sentirse preparadas para hacerlo, lo cual está determinado por un nivel elevado de capacitación productiva, “aun así, las mujeres tienden a participar menos que los hombres y, en ocasiones, evitan activamente el protagonismo”69. Frente a la participación de las mujeres, Alfama argumenta:

Las mujeres en general no han sido socializadas en la seguridad en sí mismas, la capacidad de articular discursos con un cierto formato y lenguaje, la voluntad de hablar delante de decenas o centenares de personas sin bloquearse, el entrenamiento en asumir los conflictos, la voluntad de no dejarse interrumpir durante el propio discurso, etcétera. Eso explica por qué, a igual nivel de formación, hay más hombres que participan en estos espacios que mujeres; o, dicho de otra forma, porqué muchas mujeres, pese a tener los conocimientos necesarios –mediante la formación y la implicación política– se inhiben de participar en ellos70.

En síntesis, a pesar de la voluntad para abolir las prácticas hegemónicas en el movimiento estudiantil, se presenta una contradicción, la cual debe ser analizada: aunque se acepta la reivindicación de las mujeres, se mantienen ciertas desigualdades. A su vez, “ha ido calando en el ámbito social un discurso reactivo basado en que la igualdad entre hombres y mujeres es una problemática que ya está en buena parte resuelta”71. Es importante reconocer las desigualdades de género en el interior de los movimientos sociales para contribuir a comprender los elementos que propician o limitan la participación de hombres y mujeres.

Además de lo anterior, el análisis de género implica que se determine la conciencia de género que existe dentro del movimiento estudiantil. Es fundamental que a pesar de que ciertas conductas sexistas se reproduzcan, haya cierta “comprensión de que existen diferencias socialmente determinadas entre mujeres y hombres, y que estas diferencias se han construido como objeto de discriminación”72. La conciencia de género desempeña un papel relevante a la hora de democratizar la práctica política. Empero, es una tarea ardua que requiere de ejercicios individuales y colectivos en los que se reflexione acerca de las relaciones sociales de poder entre los géneros en los procesos de organización social.

18 HAWKING, Stephen. This is the most dangerous time for our planet. En: The Guardian. Diciembre 1 de 2016. [En línea]. Recuperado en 2016-12-05. Disponible en: https://www.theguardian.com/commentisfree/2016/dec/01/stephen-hawking-dangerous-time-planet-inequality.

19 FAZIO, Hugo. La historia del tiempo presente: una historia en construcción. Historia Crítica. 1998, nro. 17, p. 47.

20 ŽIŽEK, Slavoj. Acontecimiento. Madrid: Sexto Piso, 2014, p. 107.

21 Ibíd., pp.107-108.

22 AUGÉ, Marc. Futuro. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2012, pp. 6-8.

23 MELUCCI, Alberto. La acción colectiva como constructo social. Estudios Sociológicos. 1991, nro. 26, pp. 357-364.

24 Ibíd., p. 358.

25 Sociedades financieras que poseen la mayoría de acciones y llevan la administración de un conjunto de empresas que se dedican a diversas actividades o servicios.

26 Es una “población objetivo”. Hace relación a un grupo particular de personas que se identifica con un producto, campaña o evento. BUSINESS DATA DICTIONARY. Target population. [En línea]. Recuperado en 2017-01-01. Disponible en: http://www.businessdictionary.com/definition/target-population.html.

27 MELUCCI, Op. cit., p. 359.

28 Ibíd., p. 361.

29 Ibíd., p. 362.

30 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Memorias de una época. El movimiento estudiantil en Colombia en los años sesenta y setenta del siglo XX. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016.

31 GARCÍA, Wilson. Los estudiantes salvaron a Colombia. En: Séptima Papeleta. Octubre 26 de 2008. [En línea]. Recuperado en 2016-12-07. Disponible en: http://septimapapeleta.blogspot.com.co/2008/10/los-estudiantes-salvaron-colombia_26.html.

32 NEGRI, Antonio. Fin del invierno. Buenos Aires: La Isla de la Luna, 2004, p. 23.

33 Ibíd., p. 39.

34 McLUHAN, Marshall. Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano. Barcelona: Paidós, 1996, p. 38.

35 LE BON, Gustave. Psicología de las masas. Madrid: Morata, 1995, p. 20.

36 Ibíd., p. 22.

37 HAN, Byung-Chul. En el enjambre. Barcelona: Herder, 2014, p. 11.

38 Ibíd., p. 13.

39 Entiéndase como linchamiento digital, el cual hace referencia en ese ámbito, a una marea de críticas a menudo insultantes o con intención de humillar que se desencadena a raíz de la publicación de un comentario en redes sociales. fundéuBBVA. Linchamiento digital, mejor que shitstorm. Enero 3 de 2017. [En línea]. Recuperado en 2017-04-10. Disponible en: http://www.fundeu.es/recomendacion/linchamiento-digital-mejor-que-shitstorm/.

40 HARDT, Michael y NEGRI, Antonio. Multitud. Barcelona: De Bolsillo, 2005, p. 124.

41 HAN, Op. cit., p. 14.

42 FLUSSER, Vilém. Medienkultur [cultura de los medios]. Frankfurt: Fischer, 1997.

43 Seudónimo usado por individuos o grupos que realizan ataques cibernéticos contra múltiples consorcios, organizaciones y gobiernos en el mundo. El funcionamiento de los grupos de Anonymous va mucho más allá de una militancia en redes sociales, pues tienen conocimientos intermedios y avanzados de informática, los cuales usan para encriptar las direcciones IP y dar de baja portales web. La ideología del grupo Anonymous se centra en la defensa del procomún y el conocimiento libre; su lema es: “el conocimiento es libre, somos anónimos, somos legión, no perdonamos, no olvidamos. ¡Espéranos!”. Anonymous toma importancia en el año 2011 cuando la policía en países como España, Colombia y Chile, arresta personas supuestamente vinculadas a delitos informáticos.

44 Anonymous vuelve a atacar páginas web colombianas. En: El Espectador: Bogotá. 2, agosto, 2011. [En línea]. Recuperado en 2017-04-10. Disponible en: http://www.elespectador.com/tecnologia/anonymous-vuelve-atacar-paginas-web-colombianas-articulo-288979.

45 HAN, Buyng-Chul. Psicopolítica. Barcelona: Herder, p. 9.

46 “Being free means being with friends”, el filósofo Han realiza un juego de palabras, ya que libertad (free) y amigos (friends) tienen la misma raíz indoeuropea.

47 MARX, Karl. Ideología alemana. Montevideo: Ediciones Pueblos Unidos, 1958, p. 82.

48 HAN, Psicopolítica…, Op. cit., p. 16.

49 LAVAL, Christian y DARDOT, Pierre. Común. Barcelona: Gedisa, 2015, p. 21.

50 Ibíd.

51 Término cuya traducción puede tomarse como “bien común” y que se refiere a aquellos bienes que se producen o heredan directamente a una comunidad. Estos bienes pertenecen al interés de todos los miembros o ciudadanos. RUBINSTEIN, J.C. ¡Viva el común! La construcción de la protosociedad civil y la estructura política castellana. Buenos Aires: Prometeo, 2005.

52 LAVAL y DARDOT, Op. cit., p. 126.

53 ACEVEDO, Álvaro. La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander: concepciones y divergencias en disputa por la autonomía universitaria. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016, pp. 95-109.

54 Ibíd., pp. 112-129.

55 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Memorias de una época: el movimiento estudiantil en Colombia en los años sesenta y setenta del siglo XX. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016.

56 ACEVEDO TARAZONA, Memorias de una época..., Op. cit.

57 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. 1968. Historia de un acontecimiento: utopía y revolución en la universidad colombiana. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2017.

58 ACEVEDO TARAZONA, La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander..., Op. cit., pp. 57-91.

59 Ibíd., pp. 112-129.

60 Ibíd., pp. 131-191.

61 Ibíd., pp. 193-214.

62 ACEVEDO, Álvaro y CORREA, Andrés. Rapsodias de la indignación. Revista Prospectiva. 2016, nro. 22, pp. 93-115. [En línea]. Recuperado en 2017-07-25. Disponible en: http://dx.doi.org/10.25100/prts.v0i22.1238.

63 AYUNTAMIENTO DE SEVILLA, DELEGACIÓN DE LA MUJER. Educar en igualdad. Cuadernillo de prevención de la violencia de género en el alumnado. Cuadernillo para el profesorado. Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla, 2011, p. 74.

64 LÓPEZ, Irene. El enfoque de género en la intervención social. Madrid: Cruz Roja Española, 2007, p. 26.

65 ÁLVAREZ, Pili. Movimientos sociales, relaciones de género y cultura. El caso de los gaztetxes en la CAPV. Zaragoza: Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, 2012. [En línea]. Recuperado en 2015-06-30. Disponible en: http://www.emakunde.euskadi.eus/contenidos/informacion/publicaciones_subvencionadas/es_def/adjuntos/B-3_2011.pdf.

66 BRIDGE. Género y movimientos sociales. Brighton: Instituto de Estudios sobre el Desarrollo, 2013, p. 2. [En línea]. Recuperado en 2015-09-17. Disponible en: http://docs.bridge.ids.ac.uk/vfile/upload/4/document/1311/inBrief%20Spanish.pdf.

67 ALFAMA, Eva, et al. Género y movimientos sociales: la participación de las mujeres en la Plataforma en Defensa del Ebro. Madrid: 2001. [En línea]. Recuperado en 2015-08-03. Disponible en: http://aprendeenlinea.udea.edu.co/lms/moodle/file.php/180/Genero_y_Movimientos_sociales.pdf.

68 ALFAMA, Op. cit., p. 7.

69 ÁLVAREZ, Movimientos sociales…, Op. cit., p. 60.

70 ALFAMA, Op. cit., p. 10.

71 Ibíd., p. 2.

72 CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL DESARROLLO DE LA MUJER. Glosario de género basado principalmente en glosario de la guía para la transversalización de género en el PNUD. Glosario RUTA/FAO 1996 y RUTA 2006. Chile: PNUD, 2006, p. 1. [En línea]. Recuperado en 2015-06-30. Disponible en: http://www.indap.gob.cl/extras/equidad-de-genero/ok/glosario-de-genero.pdf.

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