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PREFACIO

1

Es usual que las memorias se escriban en primera persona del singular y que se ciñan a la vida de quien las escribe y a lo sucedido. Este texto se acomoda parcialmente a tal género porque, además de recuerdos personales, contiene crónica histórica, novela de formación y artificio literario. Está escrito en segunda persona creando una tensión entre quien lleva la voz narrativa y quien vivió. La vida se vive en presente, en forma secuencial, cada instante una sola vez, siempre hacia delante y no se puede modificar lo ya vivido. Quien lleva la voz narrativa y es responsable de la escritura, por el contrario, siempre puede corregir y organizar secuencias buscando efectos estéticos o intereses particulares. Puede, además, callar, sobrepujar, seleccionar o complementar. Por eso, más que el relato de una vida, ofrecemos aquí una reflexión sobre los procesos de escritura y sobre la profesión de escritor. En el trasfondo, como elemento imprescindible de la vida de las personas, esbozamos la realidad histórica colombiana de buena parte del siglo XX y algunos años del XXI.

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Este texto es producto de otros textos. Cada uno ha servido de inspiración al siguiente en un proceso de maduración, diríamos de sublimación, eliminando detalles, fechas, historias intercaladas. Apreciaciones que fueron evidentes resultan equivocadas a la luz de hechos posteriores y requieren corrección. Nunca es posible decirlo todo respecto de una persona; hay que seleccionar. Los seres humanos carecemos de unidad; solo la comportan los de ficción.

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Este texto se justifica, también, como mecanismo para recordar y comprender. En un poema de juventud, Jorge Luis Borges dijo: “Es triste que el recuerdo incluya todo / Y más aún si es bochornoso el recuerdo” (“Los Llanos”, 1925).

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Por los años de la Segunda Guerra Mundial, Medellín era una ciudad de provincia de costumbres pacíficas, aferrada a principios morales excluyentes y represivos y bastante incomunicada del resto del país y del mundo. Una burguesía emprendedora, sin embargo, se esmeraba por mantenerla conectada con lo que sucedía en el exterior. Las fuerzas tradicionales se oponían a las del progreso y la evolución era lenta. Siete décadas después, el país había ingresado plenamente a la modernidad y a la globalización, pero por la vía más cruenta, la del nacotráfico y el terrorismo.

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Para facilitar la lectura hemos dividido el material en tres bloques o “libros”: “La Huida” cubre, aproximadamente, de 1942 a 1977; “Morada al norte”, de 1978 a 1985; “A la salida del Golfo”, de 1986 al presente.

Memoria de la escritura

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