Читать книгу La melancolía en la antigüedad - Álvaro Pizarro Herrmann - Страница 9

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Introducción

El significado de la melancolía en la Antigüedad clásica posee un grado de vaguedad y oscuridad que no se puede desconocer. La confusión no se debe solamente a que los primeros autores que aludieron a ella nunca la definieron, sino que además pareciera que su propia naturaleza no permite aprehenderla completamente. Por eso todavía no sabemos si es una especie de estado anímico que presentan algunos hombres, o si bien pertenece a una extraña clase de enfermedad mental que muchas veces se exterioriza con síntomas físicos. Dicha ambigüedad ya se encuentra en los primeros testimonios del término. No tengo la pretensión de desentrañar esta confusión; tal vez sea una tarea imposible e innecesaria, o, visto desde otra perspectiva, sería como profanar su secreto. El objetivo es más modesto: consiste en examinar el concepto de melancolía a partir de su evolución semántica, es decir, se la estudia comenzando con los primeros testimonios que se encuentran hasta Aristóteles, autor en el que se descubre su desarrollo más acabado, aunque no definitivo, en el pensamiento antiguo. Bajo esa perspectiva, la novedad del presente estudio reside esencialmente en el método filológico empleado, sin embargo, si logra la trascendencia anhelada es un afán que, como debe ser, únicamente al lector interesado le corresponde juzgar.

El primer capítulo delimita la etimología del compuesto “melancolía” , e investiga además sus primeros antecedentes que se remontan a Homero. En el poeta el adjetivo “negro” ya posee una acepción doble: significa “oscuro” y también “sombrío”; y el sustantivo “bilis” indica la “cólera”. Entrado el siglo V a. C. figura por primera vez la idea un “temperamento melancólico”, mediante el verbo que expresa la noción de un hombre con el “humor negro” o un modo de ser “colérico”. Los orígenes precisos del vocablo melancolía deben rastrearse en primer lugar en el Corpus Hippocraticum (CH), donde se asocia fundamentalmente a un estado anómalo del hombre. A pesar de lo que se acaba de apuntar, la idea de la melancolía en el CH sigue siendo bastante compleja, y se ha realizado una serie de investigaciones para intentar captar su verdadero significado2. Ciertamente los tratados más antiguos de la colección hipocrática la consideran como una clase de enfermedad, y a veces conserva el sentido concreto de una coloración patológica de la bilis (Eijk 1990: 33). En segundo lugar, es en el Problema XXX del Pseudo-Aristóteles donde se esboza por primera vez en la historia la idea del “tipo melancólico” o del hombre que es capaz de oscilar entre estados que van desde la depresión a la locura.

Desde la perspectiva del desarrollo histórico del vocablo, el sustantivo melancolía no figura en ninguno de los fragmentos de los presocráticos, lo que evidencia que es un compuesto relativamente tardío. El primer autor que emplea el verbo es Aristófanes con el sentido de “estar loco”, pero no posee todavía connotaciones ligadas a una enfermedad “mental” o “física”, más bien abarca la idea del hombre “sin juicio” en su manera de conducirse. Luego Platón le otorga al adjetivo “melancólico” un nuevo uso, pues adopta la acepción de “ignorante” o alguien que es incapaz de aprender.

El segundo capítulo profundiza en el concepto de melancolía en el CH. En los tratados hipocráticos se la concibió como una enfermedad, a diferencia de Aristófanes y Platón. Sin embargo, no se encuentra en ninguna de sus obras una imagen clara y precisa de esta patología, pues únicamente se la describe a partir de ciertos síntomas “mentales” y “físicos” que afectan al hombre que presenta una “inclinación” hacia la melancolía. Ayuda a entender esta falta de definición de la enfermedad el hecho de que en el siglo V a. C. la melancolía era un término semejante al de la “locura” . En el lenguaje de la psicopatología contemporánea se puede hablar de una especie de “enfermedad de los nervios”, descripción que todavía continúa siendo bastante imprecisa.

La evidencia muestra que en los tratados del CH la melancolía se entiende como un grupo de males variables que afectan al individuo de distinta manera. Aquí se la estudia considerando un esquema que revela la existencia de ciertos hombres que pueden inclinarse a la enfermedad de la melancolía fundamentalmente por tres causas: 1) según su fisiognómica; 2) conforme al humor de la bilis negra; 3) de acuerdo con la estación del año.

En primer lugar, la fisiognómica o conocimiento del carácter del hombre por sus rasgos físicos, confirma la idea de que en el CH se halla un esbozo de la idea del “tipo melancólico” –aunque no se desarrolla plenamente–, que se caracteriza por ciertas cualidades corporales y mentales como: exceso de vello o calvicie, temblor, tartamudez, afonía, manía o depresión, deseo de quitarse la vida, etc. Los síntomas más importantes de la melancolía a nivel existencial son la misantropía, la depresión y, por último, la locura desenfrenada que puede conducir hasta la muerte. En ese sentido la comprensión que tiene la psiquiatría moderna sobre la melancolía no está tan alejada de la antigua, como podría pensarse. De hecho, Dörr (2007: 38) considera que tanto en Hipócrates como en los filósofos de la Grecia clásica la melancolía consistía en una “condición de aquellas personas que sufrían de oscilaciones de ánimo tanto hacia la euforia (manía) como hacia la depresión”. Si bien la observación del psiquiatra en términos generales es correcta, no debe olvidarse que ni en el CH ni en Aristóteles se definió a la melancolía, solamente se describieron sus “síntomas”. En el manual del DSM IV (1995: 323) se relaciona con una psicosis circular o trastorno ciclotímico, esto es, una variación aguda en el ánimo que comprende fases hipomaníacas y depresivas.

En segundo lugar, conforme a la bilis negra, la melancolía es una afección que se distingue –en algunos casos del CH– por el tono negro de la bilis, de modo que posee una raíz humoral. Teóricamente, los melancólicos se vinculan al tipo constitucional en el que impera la bilis negra, sin embargo, no existe ninguna relación causal entre la bilis negra y las perturbaciones psíquicas, lo que desvirtúa la falacia esgrimida desde la Antigüedad de que los melancólicos son perturbados por un exceso de bilis negra. El asunto no es tan simple como se verá más adelante. Además tampoco es pertinente buscar explicaciones causales –similares a las de la psiquiatría moderna que señala, por ejemplo, que los bajos niveles de serotonina en el cerebro pueden dar lugar a trastornos de ansiedad, sueño y depresión–, porque los autores del CH jamás se plantearon el problema desde esa perspectiva, a diferencia del Problema XXX.

Por último, la melancolía también fue explicada en función de la estación del año. Por lo general, se presenta en el período otoñal, fase del año en que los melancólicos tienden a la depresión. En unos pocos ejemplos se vincula a la primavera, ambiente propicio para que se desarrollen estados maníacos en el hombre atrabiliario.

El tercer capítulo examina en primer lugar el concepto de bilis negra en Aristóteles, y en segundo lugar intenta precisar quiénes son los “melancólicos” según su visión. La concepción de la bilis negra en el Estagirita por lo general no es favorable en sus tratados auténticos –no así en el Problema XXX–, ya que constituye básicamente lo que llama un “residuo” o “materia sobrante”. A pesar de esto, cumple una función en la forma de ser del sujeto melancólico, particularmente en algunos de sus tratados éticos y biológicos y, sin duda, en el Problema XXX. Es así que al tornarse fría o cálida afecta el “carácter del hombre” . Si es fría y se encuentra en abundancia lo más seguro es que aparezca una afección depresiva; en cambio, si está muy caliente y en exceso en el cuerpo se debe esperar la enfermedad de la locura. Otra propiedad de la bilis negra es su cualidad “pneumática” o “ventosa” que influye en el libertinaje del melancólico, puesto que la superabundancia de aire ayuda a la rigidez del pene, al orgasmo y, en definitiva, al goce. Asimismo, dada su condición ventosa, la bilis negra se emparenta con el vino tinto, que también ostenta un aspecto aéreo por la espuma o burbujas que genera al ser movido. De ahí que la índole etérea del vino sea similar a la del melancólico. Una última propiedad del humor negro es su “carencia de mixtura” , lo que suscita “intemperancia” en los melancólicos. La falta de mezcla de la bilis negra se expresa igualmente en su esencia mudable o anómala, que repercute en que estos individuos sean “inconstantes” , justamente porque la potencia de la bilis negra es inestable en la medida que tiene la capacidad de cambiar de un momento a otro en fría o cálida.

En la segunda parte de este capítulo se desarrolla el tema de los melancólicos en Aristóteles. En varios lugares de sus tratados el Estagirita trata con un grupo de seres humanos a los que llama “melancólicos” , sin embargo, no ofrece una definición de la “melancolía” , y ni siquiera usa el término. Solamente se dedica a describir a los melancólicos ocasionalmente, a veces de manera psicológica o fisiológica, en dos tipos de tratados: los éticos y los biológicos. Es exclusivamente en el Problema XXX, atribuido al Pseudo-Aristóteles, donde se aprecia por primera vez una función significativa de la melancolía. Ahora bien, y como Aristóteles no proporciona una definición de la melancolía ni del melancólico, para descubrir las características del hombre melancólico es posible seleccionar los adjetivos que lo califican, es decir, estudiar su campo semántico o contexto en que el término entra en relación con otro. Dicho método permite, a diferencia de los demás estudios sobre el tema, distinguir con mayor precisión cuáles son las características de semejantes personas, y la razón por la que se comportan de manera diferente al resto de los hombres. De hecho, el melancólico puede ser exaltado o taciturno, pero también “genial”.

El cuarto capítulo se divide en dos secciones sobre los Problemas: 1) tema y autenticidad; 2) nota sobre la traducción.

En el quinto capítulo el criterio para elaborar la traducción del Problema XXX es el de la máxima fidelidad al texto griego, sin forzar el español. En ese sentido debo agregar dos cosas: 1) la puntuación de la traducción por lo general coincide con la del original; 2) las notas al texto español aportan datos generales sobre la obra.

2 Véase bibliografía.

La melancolía en la antigüedad

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