Читать книгу Y ahora... ¿quién podrá defendernos? - Álvaro Rojas - Страница 10
ОглавлениеCapítulo 2 Un cambio a la conciencia
¿Soy yo?
¿Cómo me doy cuenta que soy yo?
¿Qué tengo que cambiar?
El cambio de conciencia inicia con un autodescubrimiento de nosotros mismos, de saber si somos quienes tenemos qué cambiar o es la empresa quien debe hacerlo. Y para ello, debemos responder estas 3 simples pero complejas preguntas. Este es el ejercicio de creación de conciencia.
Las respuestas de ello, nos permitirán entender nuestra propia identidad y cómo hacer conciencia de los cambios que tenemos frente a nosotros.
Si soy yo quien debe cambiar, lo siguiente es determinar ¿cuánto debo cambiar o debo adaptar de mí? Si, por el contrario, los cambios inician en la empresa debo preguntarme ¿si van a desaparecer los trabajos en la empresa o más bien van a haber nuevas oportunidades?
Al analizar estas respuestas movilizamos la información dentro nosotros y comenzamos a hacer conciencia de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros.
Despertar nuestra propia curiosidad ante estas preguntas es el punto de partida para establecer el origen del cambio.
Para nadie es un secreto que los seres humanos siempre hemos vivido en un entorno marcado por las leyes de la naturaleza, tan estudiadas y entendidas desde tiempos remotos por el filósofo griego Heráclito:
“nada permanece igual indefinidamente, todo está en constante cambio”
A pesar de todo cambio, los seres vivos en general podemos vernos alterados por todos ellos, al punto de hacer peligrar nuestra supervivencia, por lo que la naturaleza nos ha dotado de una característica fundamental y es la adaptación a estos cambios.
Pero pese a que el cambio es algo natural, los seres humanos lo odiamos, no nos gusta; es de hecho una de nuestras mayores debilidades, pero al mismo tiempo, una de nuestras mayores fortalezas es la adaptación.
En definitiva, somos capaces de acoplarnos muy bien a los cambios y nadie está exento de ello.
Entre los años 2008 y 2009 estaba en la Dirección de Alimentos y Bebidas, y nos tocó vivir modificaciones radicales del mercado con la crisis inmobiliaria.
Fue una época de grandes cambios y tensiones comerciales. En el hotel dirigíamos un restaurante japonés tradicional y muy reconocido en la cuidad, estaba arraigado sobre costumbres ancestrales que fueron quedándose en el pasado a medida que los vientos de transformación inundaban los mercados con los clientes más exigentes que deseaban ambientes frescos e innovadores.
Por supuesto, el mercado de los restaurantes no escapaba de esta realidad, por lo que el restaurante requería cambios que tenían qué hacerse; donde lo más importante era conservar la poca clientela que nos dejaba la crisis, manteniendo la misma calidad en la comida y servicio.
Ante esta situación tuvimos que realizar ajustes sustanciales, en cuanto a presupuesto y la aplicación de nuevas estrategias, como lo estaban haciendo la mayoría de las empresas.
El restaurante cerraba a las 3:00 y 6:00 de la tarde, entre el almuerzo y la cena, además era el espacio de descanso de los trabajadores.
Ese era el único espacio de tiempo para conversar con el equipo y no desaproveché la oportunidad.
Me acerqué a ellos para explicarles todos los cambios que aplicarían de allí en adelante, a fin de hacer frente a la crisis.
Claro, confrontar las reacciones del personal cara a cara, sumado a las transformaciones del restaurante, no era sencillo, porque tal como mencioné, el ser humano es reacio a los cambios por naturaleza y las personas no aceptamos con agrado estas transiciones impuestas. Pero con la mejor disposición que pudiera tener, les expliqué la necesidad de renovarnos sobre la vertiginosa transformación que estaban viviendo los mercados para aquel momento. De a poco fueron aceptando mis palabras y con el tiempo, los cambios ya no eran tales, lo que resultó extraordinario al principio pasó a ser ordinario y cotidiano.
Al final de la reunión uno de los 3 chefs orientales del restaurante, que en realidad era el que tenía más años de servicio en el local, me llevó a su oficina y me mostró algo que jamás olvidaré y que, de hecho, me acompaña en mi transitar diario por la vida.
Abrió una gaveta y extrajo un pequeño recorte de un periódico escrito en japonés y me lo entregó.
Decía:
Supongo que mi asombro era evidente. No entendía nada, porque el mensaje estaba en japonés.
Al ver mi cara de poco entender me dijo:
—Siempre guardo este recorte conmigo y en la cultura japonesa significa “crisis” () que es igual a “kiki” y está compuesta por los caracteres que es “peligro” y que es igual “oportunidad”.
Mirándome a los ojos, lleno de sabiduría añadió
—Dentro de cada crisis hay una o varias oportunidades y cada vez que te encuentres en una situación como esta y menciones esa palabra, acuérdate que llevas intrínseco un mar de oportunidades.
A partir de esa lección, cada vez que vivo un cambio y pienso en las “crisis” como las que pueden venir en esta década, vuelve a mí el recuerdo de aquella tarde, en que el sabio chef de ese restaurante me mostró el recorte de periódico y me hizo caer en cuenta que tenemos una gran oportunidad para brillar como profesionales en los próximos años.
Esta habilidad de adaptarnos a los cambios es una medida natural para que los seres vivos podamos subsistir en un entorno altamente cambiante, para así mantener nuestra estabilidad y bienestar, tanto psicológico como psicofísico.
Es importante identificar ¿qué genera el cambio? y en los tiempos actuales la respuesta a esta pregunta es: “la tecnología”.
Hoy día, el cambio está surgiendo por los avances tecnológicos, pero es algo que va más allá del último celular, como piensa mucha gente.
La tecnología implica la transformación de las estructuras preconcebidas por el ser humano, la aplicación de ella catapulta al mundo y lo transforma.
Y para estar alineados a esas transformaciones, debemos estar en permanente cambio.
Debemos ser personajes del cambio dentro de los cuales hay dos tipos: el consciente que se prepara ante la llegada del cambio y lo aprovecha, y el inconsciente, a quien el cambio lo toma por sorpresa.
Tenemos que ser personajes de cambio consciente, evitando que nos tomen por sorpresa para prepararnos ante las transformaciones que se avecinan en la vida, que son aquellas que movilizan el mundo. Por lo que, frente a los cambios, ¡hay que prepararnos!
Ahora, siendo consciente del cambio, debemos establecer cuál es el papel que vamos a asumir al respecto y esto es lo que se denomina el circo de los profesionales.
Cuando el cambio es visto desde el escenario del circo, surgen 3 tipos de profesionales para hacer el show:
1. Los que no hacen nada y esperan las consecuencias.
2. Los que ignoran todo el entorno y los toma por sorpresa.
3. Los que intencionalmente se preparan para aprovechar las oportunidades que se van a presentar.
Ahora, al estar leyendo este libro, eres indiscutiblemente un profesional que forma parte del tercer grupo.
Eres un profesional consciente de que los cambios tocan a tu puerta y estás listo para enfrentarte a ellos, aprovechando las oportunidades que se te presenten.
Una vez identificado el tipo de persona que somos en torno al cambio, debemos preguntarnos ¿cómo me adapto ante este?
Para que esta adecuación al cambio se produzca en nosotros, debe fundamentarse en un mecanismo conocido como homeostasis psicológica.
La homeostasis psicológica es una propiedad de la mente, que tiene que ver con los cambios que tenemos que generar en el “yo”, tanto de forma cognitiva como conductual, para mantener la estabilidad emocional y equilibrio psicológico ante los cambios del entorno.
Pero para poder adaptarnos mientras se modifica nuestro alrededor, debemos cambiar en el “yo”. Entonces, si ya sabemos que el entorno va y está reformándose ¿cuánto debemos cambiar nosotros como profesionales para lograr sobrevivir y adaptarnos en esta nueva década?
A la fecha hemos vivido cuatro revoluciones industriales, pero no importa qué tan distintas sean una de la otra, ni qué tan diferentes sean las épocas o el entorno en el que se desarrollaron, pues podemos rescatar un común denominador: el miedo y la resistencia a la sustitución o evolución de los puestos de trabajo o las empresas.
Esta es una consecuencia que predomina en todas las revoluciones y nace principalmente ante una pregunta que ya fue hecha en el siglo XVIII durante la primera revolución, y que se plantea hoy exactamente igual: ¿van a desaparecer puestos de trabajo o empresas?
La respuesta es contundente: Sí. Pero, ¿nacerán nuevas oportunidades en puestos de trabajo o empresas? La respuesta es igual de contundente: Sí. Aunque el miedo a ser reemplazables siempre ha estado presente ante esta incertidumbre, debemos decidir qué tipo de profesionales somos.
La inquietud sobre lo desconocido genera ansiedad y temor, y no saber si lo que hacemos hoy, puede llegar a ser sustituible, produce cierta inestabilidad de cara al futuro mientras nos vamos adaptando a esos cambios del entorno mencionados anteriormente.
Entonces, ¿seremos o no sustituibles?
Por ejemplo, los taxistas podrían pensar que no pueden ser sustituibles, pero la verdad es que los taxistas y todas aquellas personas que prestan un servicio en el transporte público, siempre van a ser necesitados, pero ahora se están requiriendo de ellos, otras habilidades
Lo que se está sustituyendo son las personas y el canal, pero la gente siempre se está transportando. Y allí se encuentra el valor de esta actividad para la sociedad.
Por ejemplo, el proceso de cobro genera valor en una nación, antes se hacía de manera manual y con efectivo, ahora se hace de manera digital o por medio de una tarjeta.
Entonces, lo que genera valor no cambia en sí mismo, lo que varía es la forma en que se lleva a cabo la acción. Lo mismo pasa con los puestos de trabajo, hay cargos que desaparecen totalmente y hay otros que no desaparecen.
Claro está, existen personas que pueden tener la certeza de que algunos puestos de trabajo no van a desaparecer, como los doctores, porque siempre se van a necesitar, pero la verdad es que ahora no se requieren doctores con formación médica general, sino más bien especializados.
Además, los doctores no solamente tienen que saber de medicina, sino que tienen que saber de ingeniería, por la complejidad y los requerimientos operacionales de las máquinas que están manejando.
Entonces, el doctor que pensó que no iba a ser sustituido en su función, ciertamente no es reemplazable, pero su misma actividad en el futuro, requiere otras habilidades técnicas para poder perdurar en el tiempo.
En sintonía con este tipo de ejemplos, surge la ecuación suma cero.
La misma expresa que la suma de todas las fuerzas es igual a cero, es decir, la constante de los beneficios y las pérdidas, suman el mismo valor, porque se gana exactamente la misma cantidad que pierde.
Si se pierde un millón de puestos de trabajo en el mundo, va a nacer otro millón, o sea que los mismos cargos que se van a perder, se habrán de ganar por otro lado.
El tema es que, aunque sumen cero, físicamente los puestos perdidos, serán sustituidos por nuevos puestos que van a ir surgiendo.
Para mantener la estabilidad emocional ante estos eventos, debemos prepararnos para remodelar nuestra conducta y conocimiento.
La clave es despertar frente a lo que tengamos delante de nuestros ojos, que es la transformación indetenible del mundo.
Esto es similar al maquinista de un tren a vapor que ahora tiene que operar uno eléctrico, o al médico que tiene que echar mano de la tecnología para poder dar con un diagnóstico más preciso. Tenemos que aprender que las nuevas funciones requieren de sistemas digitales para ser más eficientes, y eso es lo que siempre debemos tener claro y proyectarlo como meta, como dicen por allí ‘renovarse o morir’.
Esta es la mejor forma de canalizar el miedo y la incertidumbre de poder ser sustituible. Todo está en nosotros y para ello, el secreto a voces es el CAMBIO.
El CAMBIO de conciencia.
Existen dos tipos de cambios: el cambio forzado y el cambio trabajado.
El cambio forzado es aquel para el que no nos hemos preparado, llega de forma repentina y avasallante a nuestras vidas, por lo que es abrumador y no sabemos cómo responder ante él. Por ejemplo, si la empresa donde trabajo, incluye el uso de sistemas digitales para las operaciones y yo no conozco nada acerca de ello. Me voy a ver inoperante y, por ende, puedo ser sustituido.
Recordemos, por ejemplo, el año 2005 cuando el huracán Katrina asoló Nueva Orleans, y la gente tuvo que ser trasladada a Houston, porque el pueblo quedó completamente inundado por fallas en el sistema de diques.
Las personas sufrieron un cambio de estilo de vida al ser movilizados de un pueblo a una ciudad, por lo que el cambio fue forzado. Ellos no querían moverse a otro lugar, pero las circunstancias de este fenómeno natural obligaron que así fuera.
En contraposición, el cambio trabajado es un cambio natural, para el cual nos hemos estado preparando, según nuestras habilidades de adaptabilidad y en torno a los desafíos que sabemos van llegando.
Y este es el aprendizaje que quiero dejar a través del libro. No se trata de desarrollar habilidades o características para sobrevivir, se trata de desarrollarlas para agregarle valor como profesionales a la sociedad.
Nuestra conciencia comienza a ser capaz de ver qué necesidades tiene el entorno y en función a ello vamos afinando las habilidades.
A final de cuentas, la intención es provocar que nuestro nivel de conciencia crezca, con el propósito de activar la conciencia del cambio en la rutina diaria, en casa, con la familia, en el trabajo, permitiéndonos ser conscientes de lo que viene más adelante, de lo que nos depara el futuro.
La mejor estrategia para activar nuestra conciencia es ver el recorrido en el pasado. Y seguro te preguntarás ¿qué significa ver el recorrido?
Para ver el futuro, que no es del todo certero, se trata de ver un poco hacia atrás y analizar lo que ha sucedido en el pasado para sacar conclusiones globales que nos ayuden a ser lo más preciso posible a cerca del presente y poder hacer proyecciones futuras.
La verdad es que el pasado no nos va a proporcionar las herramientas de cambio porque es un entorno completamente diferente al actual, pero si estudiamos lo que ha ocurrido en otras revoluciones, podemos aprender de ellas, y también podremos activar la conciencia de prevención para empezar a adaptar todas estas nuevas características y habilidades proactivas que necesitamos a nuestro presente.
Los retos de la década anterior ya no son los retos de la siguiente, por ello es que, al desarrollar ciertos hábitos y mejor manejo de situaciones, podremos ubicarnos en una posición de éxito, de ganadores.
Un ejemplo muy ilustrativo sobre el tema, ha sido históricamente la búsqueda de profesionales con una habilidad llamada “Multitasking” o multitareas, es decir personas que tienen un mar de conocimientos y pueden desarrollar diferentes funciones o tareas al mismo tiempo, pero con el pasar de los años, los especialistas en talento humano se han dado cuenta que no necesariamente son buenos haciendo de todo. Esta es una habilidad sumamente positiva y requerida por las empresas, pero para esta década se requieren personas cada vez más especializadas con una habilidad particular que se conoce como flexibilidad cognitiva.
Las empresas han estado entendiendo que las personas tienen diferentes habilidades y diferentes características, y la habilidad de ser multitarea va a cambiarse por la habilidad de flexibilidad cognitiva, pues implica que una persona ya no va a hacer muchas cosas al mismo tiempo, sino que tendrá habilidades para hacer muchas cosas, pero de forma separada.
Si cognitivamente hablando tengo una reunión o sesión de trabajo que requiere mi habilidad matemática, pues la activo para ello, pero una vez terminada esa actividad, apago la habilidad y activo otra requerida para la siguiente labor.
Allí no estoy trabajando de forma simultánea, sino por etapas.
Entonces la manera de ver las cosas va a ser diferente en esta nueva década, respecto a cómo las veíamos en la anterior.
El famoso manejo de personal es un ejemplo de ello. Son muchas las personas que exhiben como parte de su experiencia el poder manejar gente, pero para esta nueva década esta será una habilidad obsoleta, ya que no se buscará manejar a las personas, sino los recursos que se emplean para desarrollar personas.
La estructura de pensamiento va a cambiar, y de hecho ya lo está haciendo, y la manera en que interactuamos con las personas que están a nuestro cargo, ya no va a ser de una posición de manejo, para esta década eso será completamente obsoleto, porque los liderazgos serán mucho más marcados, así que no tienen que ver con la frase “yo manejo gente”, porque las generaciones que vienen no quieren ser manejadas, quieren ser desarrolladas, alimentadas hasta alcanzar su máximo potencial.
Entonces ese liderazgo tipo jefatura, que ha prevalecido durante la década anterior, ya no lo será en esta nueva. Y en muchos casos ya no habrá jefes, más bien imperarán los equipos de trabajo. Ya el tiempo de los súper héroes en la empresas terminó, el líder es clave pero el equipo es trascendental.
Todo esto pasa por el filtro inicial del cambio de conciencia, que es el objetivo primordial de este libro. Se trata de incentivar el crecimiento de nuestro nivel de conciencia, para poder alzar la mirada, ver el futuro, traerlo al presente y decidir qué tenemos que ajustar en el ahora, para lograr impactar positivamente en nuestro futuro.
¡Así que, no esperes más! Conéctate con quién realmente eres y despierta al CAMBIO DE CONCIENCIA.