Читать книгу No tengas miedo... Actúa - Mª Amparo Gimeno Tamarit - Страница 9

Capitulo 2

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Aquella fue la primera ocasión que María se quedó pensativa con respecto a él. Pero le quería tanto.

Ella tenía la intención de llegar virgen al matrimonio, y eso lo habían hablado, según contó a los amigotes.

Ella no tenía los pies en el suelo en cuanto a él se refiere. Soñaba despierta, creía que un matrimonio con Javier sería relajante, como un baño templado, o como el suave acariciar una flor, y sus sueños ponían el resto.

Sin embargo para Javier no estaba todo tan claro...

—Lo perfecto es aburrido— le decía cuando ella soñaba en voz alta que era muy a menudo.

Volvían a repetir la misma situación en la playa como cientos de jóvenes que no tienen dinero para ir a un hotel. Aunque, —¿para qué voy a gastar dinero si no lo vamos a hacer?— le tiraba el dardo envenenado.

Pero era capaz de sortearlo y seguir con los valores que ella tiene.

Dejaron discurrir su amor, se besaron como si no hubiera un mañana.

Sentía sus manos ceñidas a la cintura, locos de deseo los dos, sin pensar, deslizando los labios suavemente buscando la boca.

Por un momento parecía que perdía la noción y luego tendría que arrepentirse.

Pero la cordura se imponía.

Jamás había imaginado que una persona así entrase en su vida. Era su héroe, su caballero,

Y guapo, que guapo.

Nada de lo escrito. Para que iba a enturbiar una tarde tan maravillosa. Ya lo hablarían cuando él estuviera ya en casa.

La tercera carta no se hizo esperar.

“… cuando me escribas quiero que me cuentes como estas, como van tus estudios y a dónde vas los fines de semana.

Por otra parte sé que eres una persona maravillosa y te digo que cuando te apetezca salir que lo hagas, pero no te fíes de nadie, ni de tus amigas.

Tengo que decirte algo, que ahora pienso menos en ti, pero es porque no tengo tiempo, no pienses mal”.

A María le hacía gracia lo obsesivo que se estaba volviendo Javier. Cuanto la quería.

Y firmaba la carta como: “Alguien que te aprecia y te quiere”.

¿Cómo puede despedirse como alguien que te aprecia? Menos mal que María tenía un corazón de repuesto que siempre llevaba puesto, porque aquel se lo había cargado por completo con aquella despedida.

*****

Acaba de darle por teléfono la noticia de que no irá a casa a pasar las fiestas. Esta arrestado. Y por esta vez ella se lo cree.

Se queda en silencio y pensativa. Él prosigue con su discurso.

— Me alegra que me digas que vas a cambiar por mí y para mí— le decía él por teléfono, — eso es lo que más me importa que todo lo que hagas lo hagas por y para mí, así todo irá mejor. No es una conversación machista, nada más lejos, es que lo quiero así. Me pides que sea un poco tolerante contigo, ni lo sueñes— siguió hablando— Te quiero como a nada en el mundo, si me diese cuenta que para ti soy un capricho, te daría de ostias sin confirmar, hasta que recibieras tu merecido.

—Pero que burro eres Javier. Sabes que yo no soy así, que te quiero— contestaba María sin dar importancia a aquellas palabras.

La vida de María iba cambiando lentamente, ella no se daba apenas cuenta.

Empezó a no salir con las compañeras de clase. Después solo lo hacía a casa de su mejor e íntima amiga Julia.

Con ella si hablaba y le contaba y le leía las cartas.

A ella no le hacían la menor gracia, pero su amiga todo lo traducía al amor que él le tenía

—Siempre hay un pájaro que vive en ti y otro en tus sueños,— le decía Julia —solo espero que los dos pájaros vuelen juntos mucho tiempo, porque ello querrá decir que sigues soñando.

*****

Una tarde de lluvia, con ese olor especial de tierra mojada, él vino a verla sin avisar.

—No está, pero sube que no tarda— dijo su padre

—No, esperare en el coche. Gracias— contestó él.

La rabia iba apoderándose de él aun sin saber el motivo ni donde estaba María. Tardaba, más de la cuenta, le pareció a él. Una locura pura de amor invadía todo su ser. Tenía que verla, tenía que besarla, tenía que amarla.

—A saber de dónde vienes. Me has hecho mucho daño— dijo al verla llegar jadeante de alegría por la sorpresa.

—Si supieras cuanto te quiero, me querrías más— dijo zarandeándola sin mucha fuerza. Hasta fundirse en un abrazo.

María lloraba no sé si de la alegría de verle o por el tono que había usado para decirle que la quiere. Es la primera vez que le levanta la voz, pero claro pobre, viene de la mili a verla y ella está por ahí. Todo lo entendía y todo lo justificaba.

Su padre ha visto desde la ventana la situación y cuando se quedan solos le pregunta.

—¿Os pasa algo?

—No papá, no pasa nada,— intentando quitar importancia a la actuación de Javier.

—Parecía que te estaba gritando— insistía su padre.

—Que no de verdad. Déjalo— dio media vuelta y se encerró en su habitación.

¿Cómo podía pensar su padre que le estaba gritando?, solo había levantado un poco la voz, pero era normal, si ella no estaba en casa, encima que había venido de tan lejos para verla. ¿Cómo no quería su padre que estuviera enfadado? Pobre viejo pensaba, no sabe nada del amor.

Pero que equivocada estaba María.

Él había amado como nadie a su mujer hasta que esta le dejó. La maldita enfermedad de moda se la llevó. Pero que felices habían sido. Que bella era su esposa, como la recordaba. Todo en su hija hacia que al apagar la luz de su cuarto, viera en ella a su mujer, y diera rienda suelta a sus recuerdos, se reconfortaba viendo a su hija como se convertía en una hermosa señora y cada vez era más parecida a su madre.

Tal vez por ser su única hija, temía que no fuera feliz. A medida que lo iba conociendo, cada vez menos le gustaba Javier.

Y él no era tonto, no había que explicarle nada.

—Es que tu padre no me quiere— le decía —pero soy yo el que no quiero nada de él— insistía haciéndole daño donde a ella más le dolía.

Javier estaba celoso hasta del padre de María porque era un hombre que se había hecho a sí mismo y que vivía holgadamente de su trabajo. Seguro que no era trigo limpio, pensaba él.

En su siguiente carta salieron a relucir las temidas relaciones sexuales, ella no estaba dispuesta ni a hablar del tema, él por el contrario parecía obsesionado, hasta el momento había respetado su decisión pero ahora se le hacía cuesta arriba, por la distancia, por su naturaleza.

“Estoy por completo dispuesto a entregarme a ti. Casi nunca pienso en el sexo, son las mujeres las que me incitan. Por supuesto pienso en casarme contigo y tener hijos. Quiero y te ordeno que me digas lo que sientes por mí”.

María contestaba con interés todas sus cartas y siempre le contaba lo que hacía cada día y cuanto le quería.

Ella se abrió a Julia y le contó las ganas que tenían los dos de ser por completo el uno del otro. Julia le dijo— chica si mi chico y yo, ya hace tiempo que lo hacemos— María se quedó “ojiplática”, nueva palabra para la Real Academia.

—Ah, ¿y nunca pensabas contármelo? Mala amiga— acertó a decirle medio enfadada y medio en broma.

—Hagas lo que hagas, no lo dudes. Hazlo. Ya tendrás tiempo de arrepentirte o no, pero como mínimo lo habrás vivido— sabias palabras de una amiga a otra.

—¿Verdad que es guapo?— seguía María.

—La belleza está en nuestros ojos, ellos te enseñan a ver lo que tu después decides si es o no hermoso.

—Caray como estas hoy Julia— y se despidieron.

A Julia aquella última carta no le hizo la menor gracia…”las mujeres me incitan... te ordeno...”.

Todo aquello no le sonaba normal de una persona que te quiere y está cuerda.

Hablar de matrimonio por carta estaba bien, pero otra cosa es hablar en serio. Ambos son jóvenes, tienen que aprender a ganarse el pan, aprender a vivir, aprender a convivir.

Ellos piensan que ya lo saben todo, pero que equivocados están. Ahora son jóvenes, les encanta vivir y hacerlo sin miedos.

Qué locura. Por un momento María lo pensó en serio y lo seguiría pensando. A ella también le apetecía vivir con él, alejarse un poco del dominio de su padre pero seguirle de cerca. Tal vez pudiesen encontrar una casa cerca de él.

Pero como se lo iba a decir si todavía les faltaba más de medio año para que volviera.

Siguiente carta:

“Querida y amada María… aparte de que me quieras como a nada en el mundo, me alegro de que sientas celos.

Cuando estemos juntos quemaremos estos recuerdos y dejándolos en ceniza. Tu última carta me ha llenado tanto de ti que nunca morirás para mí porque estas llena de vida y yo quiero esa vida para mí.

Quiero estar a tu lado, mejilla contra mejilla, corazón con corazón. Eres una mujer maravillosa y debes superar por mi esas debilidades y yo te hare la mujer más feliz del mundo.

Nunca he sentido la necesidad de estar cerca de algo que es mío, de un corazón, de unos sentimientos, de tu alma, de tus pensamientos… hasta ahora.

Quiero que la rosa que he cortado del jardín inmenso de la tierra tenga los pétalos fuertes para que pueda aguantar cuando lleguen mi lluvia, mi viento, que sean fuertes para cobijarme en ellos y de terciopelo para que me acaricien tiernamente”.

La cabeza de María es una hoguera a punto de estallar. No entiende nada. Sabe que Javier la quiere, pero tan pronto está lleno de maldiciones y odios, como todo le parece bien.

Gracias a Dios esto ya se acaba y podremos saber que va a pasar con ellos. Me quema un poco.

Me gustaría poder decirle a María ten cuidado. Relee las cartas, desde la primera se está mostrando como es pero tú no lo ves.

Te romperá el corazón como poco, simplemente por no hacer lo que a él le gustaría.

A éstas cartas les siguieron otras muchas. Cortas, largas, amorosas, odiosas. Así un año entero.

No tengas miedo... Actúa

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