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EL CASTOR: UN TRABAJADOR INFATIGABLE

Cuando el castor edifica su vivienda puede llegar a modificar el paisaje. Su forma de vida y sobre todo las espectaculares construcciones que realiza despertaron pronto el interés del hombre por estos animales.

El castor pertenece al orden más numeroso de los mamíferos: el de los roedores, de los que existen más de 1.500 especies repartidas por todo el mundo.

Lo que primero llama la atención del castor es su ancha cola; es aplanada, desprovista de pelo y se halla recubierta de escamas como las aletas de un pez.


Características anatómicas del castor son la cola, que utiliza como timón para nadar, las patas traseras, con las que se impulsa, y los agudos incisivos.

Como todos los roedores, el castor posee incisivos muy agudos, con los que es capaz de derribar grandes árboles. Los incisivos no dejan de crecer para compensar el desgaste producido por el uso.

Para moverse con más rapidez en el agua, tiene los dedos de las patas traseras unidos por una membrana.

El castor cierra las orejas y las ventanillas de la nariz cuando se sumerge, y nada moviendo la cola y las patas posteriores.


El castor vive a orillas de ríos y lagos y encuentra su hábitat ideal en las zonas boscosas, donde tiene asegurado su alimento a base de hojas, y en las que encuentra suficientes reservas de ramas y troncos, el material con el que edifica su cabaña en el agua y con el que construye el dique.

Los Castores y los topos

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